Por Carmen Baez López

 

29. El almiquí de Marcano

Este mamífero se extinguió en la Isla La Española con la llegada de los europeos en el siglo XV y XVI. Era miembro de la familia Solenodontidae, que habitaba en las Islas de las Antillas.

Solo se conocen 4 especies, entre ellas el almiquí de Marcano. Son familia de las ratas y roedores. Estos mamíferos nocturnos, se alimentaban de insectos. Su hocico alargado es similar al de las musarañas. Su mordida era venenosa.

30. El bandicut de pies de cerdo

Este herbívoro australiano se extinguió a mediados del siglo XX. Thomas Mitchell en 1836 capturó el primer ejemplar cerca de los ríos Murray y Murrumbidgee. Pocos científicos tuvieron la oportunidad de ver este animal por eso no se conocen muchos datos de ella.

Su tamaño era parecido al de un gato, vivía en distintos hábitats y se caracterizaba por tener patas muy delgadas con pocos dedos. El zorro y el conejo se consideran sus principales exterminadores.

31. Geocapromys thoracatus o jutía de las Islas Cisne

Esta especie de roedor era endémica de las Islas Cisne de Honduras y se considera que la introducción de las ratas es la causa de su extinción. Se considera que esta especie puede estar relacionada con la jutía jamaiquina o Geocapromys browni.

Esta especie vivía en cuevas y se movía lentamente. En el siglo XX aún se encontraban jutías pero luego del huracán Janet y la introducción de los gatos, desapareció completamente.

32. Oo obispo u Oo de Molokai

Esta especie endémica de los bosques montañosos de la isla Molokai en Hawái se extinguió en 1904. El ornitólogo George Campbell Munro se encontró con el último espécimen.

Tras esto, el científico trato sin éxito de encontrar otros ejemplares. La destrucción de su hábitat es la causa de su desaparición.

Su longitud alcanzaba 29 centímetros y su plumaje negro tenía penachos amarillos en la barbilla y debajo de las alas. Los pueblos nativos Hawaianos cazaban esta ave por su plumaje que era usado en atuendos de los nobles.

33. Gecko de Delcourt

A mediados del siglo XIX, esta especie de gecko gigante se extinguió. Su última aparición data del 1870, cuando fue visto por un nativo de la tribu maorí. Es el único espécimen que se ha conservado, fue encontrado en el sótano del Museo de Marsella en 1983.

Nadie sabe quién lo trajo y como. Fue descubierto por Alain Delcourt, a quien el animal debe su nombre. En Nueva Zelanda existen otras especies de gecko, pero este se distinguía por su tamaño de hasta 370 milímetros.

34. Bilby menor

En el siglo XX esta especie se consideraba endémica del Gran desierto arenoso y el desierto de Gibson en Australia, pero evidencias recientes apuntan a que habitaba en áreas más extendidas.

Este marsupial se considera extinto desde los años 50-60. Era un animal nocturno que se alimentaba de otros roedores, raíces, hormigas y plantas. Los depredadores introducidos eliminaron a la especie, a pesar de que el Bilbí era un animal bastante agresivo y tenaz.

Fue descubierto en 1887 en el desierto de Gibson y en 1931 fueron capturados muchos especímenes en Cooncherie, donde su población era alta.

35. Paloma perdiz de Tana

Esta ave endémica de Tana, Vanuatu se extinguió posiblemente en el siglo XIX. Solo se conocen dos especímenes de esta paloma y ninguno se ha conservado.

El más conocido, que data del segundo viaje de James Cook por los mares del sur 1774, era una hembra pintada por Georg Forster en Tana.

Su descripción científica fue realizada después en base al dibujo. Esta pintura está expuesta en el Museo de Historia Natural de Londres. Este espécimen se perdió. El otro, que pertenecía a la colección de Joseph Banks expuesta en el Museo de Historia Natural de Londres, era macho.

Debido a las limitadas informaciones se sabe poco sobre su alimentación, hábitat o las causas de su extinción.

36. Microgoura meeki

Es un ave endémica de las islas Salomón. Tenía un penacho azulado en la cabeza que lo distinguía. Walter Rothschild describió científicamente esta ave en 1904. El Museo Americano de Historia Natural conserva un dibujo del ave.

Albert Stewart Meek cazó varios especímenes del ave que luego vendió al Museo de Historia Natural. Debido a esto, Rothschild nombró el ave en honor a Stewart Meek. Sus alas, su cola y la espalda eran pardas, la cola tenía brillos morados y sus patas eran de color rojo-púrpura.

37. Lobo japonés

Esta subespecie de lobo gris habitaba las islas de Honshu, Shikoku, y Kyushu en Japón. Se considera que se extinguió no solo por pérdida de su hábitat debido a la influencia del hombre, sino que la población de lobos se contagió de una epidemia de rabia.

El último espécimen murió en Nara en 1905. En la mitología japonesa el lobo jugaba un papel especial por eso esta especie es recordada por la población. Existen varios especímenes disecados en Museos, como el Museo Británico.

38. Sapo dorado

Endémico de Monteverde, Costa Rica. Este sapo fue declarado extinto en 1989. La extinción de este anfibio anuro se debe al cambio climático que afectó su hábitat. Su piel era fluorescente y las hembras eran más grandes que los machos.

Vivían bajo la tierra y por eso se sabe poco de su comportamiento. Martha Crump describe su proceso de apareamiento en su libro “En busca de la rana dorada”.

Debido a los efectos de El Niño, un fenómeno climático y atmosférico que afecta a los países de América, las medidas tomadas para salvar a la rana dorada no fueron efectivas.

39. Pinzón koa menor

Esta ave endémica de Kona, Hawái fue descrita en el libro Birds of Hawai escrito por George Munro. En 1892 cuando se describieron científicamente ya eran escasos.

No se sabe cuál fue la causa de su extinción. Su pecho y vientre eran amarillos, más su otro pelaje era de tonalidades verdes. Existen algunos especímenes en los museos de Nueva York y Londres.