Tratamiento del cáncer con ascorbato de potasio

El médico italiano Gianfrancesco Valsé Pantellini dedicó gran parte de su vida a investigar las posibilidades del ascorbato de potasio en el tratamiento del cáncer tras lograr con él una curación extraordinaria; hablamos de una sal derivada de la vitamina C cuya ingesta a las dosis adecuadas se considera inocua. Pues bien, hoy se sabe que en el interior de las células cancerosas hay exceso de sodio y déficit de potasio -en las sanas pasa justo lo contrario- y que ello contribuye a malignizarla por lo que transportar potasio a su interior la ayudaría a recuperar el equilibrio. Su investigación está siendo conducida hoy por la Fundación Valsé Pantellini para la Investigación y el Estudio de las Enfermedades Degenerativas y merece ser rescatada.

La potencialidad terapéutica del ascorbato de potasio en casos de cáncer y otras enfermedades degenerativas la descubrió el químico biológico italiano Gianfrancesco Valsé Pantellini (1917-1999) en 1947 cuando a un amigo suyo Orfebre le diagnosticaron un cáncer de estómago inoperable que le provocaba fuertes dolores y a fin de aliviarlos le aconsejó tomar bicarbonato disuelto en zumo de limón. Un año después se encontraría casualmente con él y sorprendido de encontrarlo vivo le preguntó qué había hecho respondiéndole éste que solo lo que él le había sugerido. Extrañado de la mejoría Pantellini examinó lo que su amigo había tomado comprobando que en lugar del clásico bicarbonato sódico había ingerido con el zumo de limón bicarbonato de potasio. Su amigo viviría 20 años más y acabaría muriendo de un ataque al corazón.
Aquel encuentro cambiaría la vida de Pantellini -y con el tiempo la de muchos enfermos- que lo primero que hizo fue revisar las pruebas y radiografías para asegurarse de que no había habido error de diagnóstico y luego, tras comprobar que era correcto, investigar por qué se había producido la curación. Veinte años después, tras múltiples pruebas, se convenció de las propiedades anticancerígenas del ascorbato de potasio publicando en 1970 en Rivista di Patología e Clínica un primer trabajo titulado Breve cenno sulla genesi dei tumori e sopra una eventuale terapia dei medesimi con Sali di potasio e in particolare con ascorbato di potasio (Breve nota sobre la génesis de los tumores y de una posible terapia para los mismos con sales de potasio y en particular con ascorbato de potasio).
En él explica que a fin de averiguar si había alguna sustancia clave en aquella sencilla mezcla decidió utilizar cada uno de los principios activos del zumo de limón en solitario mezclándolos con potasio y empezó con el ácido cítrico por ser el más abundante. Daría pues citrato de potasio a cuatro pacientes con cáncer incurable que lo ingirieron bajo supervisión médica pero 20 días después ninguno había mejorado. Luego, como otro de los principales principios del limón es el ácido tartárico, suministraría tartrato de potasio a varios pacientes con las mismas condiciones de salud y a las mismas dosis sin que a los 20 días mejoraran. Ello le llevaría a inferir que la clave debía estar en el ácido ascórbico -vitamina C- y decidió probar con ascorbato de potasio, sal blanca microcristalina muy soluble en agua pero algo inestable ya que se oxida fácilmente.
«Comencé a administrar ascorbato de potasio a varios pacientes de cáncer -cuenta en su trabajo Pantellini- en las mismas condiciones que en el anterior experimento. Di a cada uno 900 mg de ascorbato de potasio -en 2 dosis de 450 mg- antes de las comidas principales y a los 19-20 días se manifestó por primera vez una marcada mejora -de modo más o menos evidente- en todos los pacientes. Recuperaron fuerza y apetito, disminuyó su dolor, aumentaron de peso y se normalizaron sus parámetros sanguíneos. Algunas mejoraron hasta el punto de poder reanudar sus ocupaciones habituales. La mejora duró en algunos casos años y en otros varios meses. Luego, gradualmente, el mal reanudó su evolución. No tengo estadísticas y me limito pues a considerar un hecho cierto: la administración de ascorbato de potasio mejora las condiciones generales de los pacientes con cáncer».
Pantellini publicaría un segundo trabajo cuatro años después -en 1974- titulado El cofactor K+: 50 años de investigación y terapia del cáncer y no volvió a escribir nada sobre el asunto; de hecho en los años siguientes se le preguntó a menudo si iba a publicar algo más y siempre respondía lo mismo: «Lo que tenía que decir ya lo dije; ahora depende de otros verificar. ¡No tengo tiempo que perder escribiendo, tengo que trabajar!»
Lo hizo, y el fruto de ese trabajo fue añadir al ascorbato de potasio el azúcar más implicado en la biosíntesis de nucleótidos que además juega un papel fundamental en el metabolismo energético: la ribosa. Se trata de un precursor fundamental de la biosíntesis de ARN y de la adenosina, componente esencial en la producción de moléculas de adenosín trifosfato (ATP).
Pantellini defendería hasta su muerte -en 1999- que había encontrado el remedio contra el cáncer y durante dos décadas y media intentó que en Italia se reconociera la eficacia de su método sin conseguirlo por lo que tras fallecer el ascorbato de potasio se usaría solo como mero complemento alimenticio. Lo increíble es que aún hoy pueden encontrarse en internet videos de la época con emocionantes testimonios -algunos de ellos de médicos- dando cuenta de curaciones consideradas imposibles. Solo se ha ocupado de ello su hijo Elíseo Garuti Pantellini que mantiene activa la Fundación Valsé Pantellini para la Investigación y el Estudio de las Enfermedades Degenerativas una de cuyas sedes, por cierto, se encuentra en Oviedo. Es más, se están efectuando trabajos de investigación en las instalaciones que Biochemical Research A.E.l.E. tiene en Asturias así como en distintos laboratorios de las universidades italianas de Siena, Ferrara y Parma.
¿A QUÉ SE DEBE SU EFICACIA?
¿Y a qué se debe la eficacia de la propuesta terapéutica de Pantellini? Veámoslo, pero empecemos recordando que el agua de nuestro cuerpo -tanto a nivel intracelular como extracelular- tiene que tener una correcta concentración de electrolitos siendo especialmente importante las cantidades de potasio y sodio. El potasio es productor de iones cargados positivamente y se encuentra sobre todo en el espacio intracelular mientras el sodio está principalmente en el extracelular debiendo existir siempre un equilibrio entre ambos que se consigue merced a la llamada bomba sodio- potasio que regula el intercambio natural de fluidos y el pH (tanto intracelular como extracelular). Es su correcto funcionamiento lo que permite generar el potencial eléctrico necesario para la señalización celular y el control de numerosos procesos que incluyen la cantidad de agua del organismo, las señales nerviosas y las contracciones musculares.
Pues bien, Guido Paoli -físico especializado en Fisiopatología y Terapia del Dolor que es el actual responsable científico de la Fundación Valsé Pantellini para la Investigación y el Estudio de las Enfermedades Degenerativas y colaboró en la década de los noventa con Valsé Pantellini- publicó en 2003 en Journal of New Energy un artículo cuyo significativo título es The biomagnetic nature of cáncer and the role of potassium ascorbate and ritbose against celular digeneration (La naturaleza biomagnética del cáncer y el papel del ascorbato de potasio y la ribosa en la degeneración celular). Se trata de un amplio texto en el que se recuerda que ya a finales de 1930 el científico húngaro Moraveck y el japonés Kishimoto experimentaron con algunos tipos de tumores constatando que el déficit de potasio intracelular hace que el sodio penetre a través de la membrana en la célula degradándola. Estudios posteriores confirmarían que en las células cancerosas el equilibrio sodio/potasio se ha perdido y que su degeneración comienza pues en la membrana al dañarla los radicales libres y no en el núcleo.
«A nuestro juicio -se dice en el trabajo antes citado- es el estrés oxidativo lo que daña estructuralmente la membrana celular -primordialmente la bomba sodio/potasio- alterando el mecanismo de intercambio activo entre el sodio (Na) y el potasio (K) modificando ello las reacciones redox entre las moléculas citoplasmáticas. Tal es el ‘desencadenante’ bioquímico del cáncer». Según explican al dañarse la membrana y no funcionar bien la bomba el potasio sale al exterior provocando acidificación extracelular y el sodio al interior alcalinizando el citoplasma. El interior de la célula se vuelve muy alcalino (con un pH entre 7,2 y 7,8) y el exterior muy ácido (entre 6.5 y 6.8); exactamente lo contrario de lo que sucede en las células sanas en las que el pH intracelular es ácido (7/7,1) y el extracelular ligeramente alcalino (7,4).
Una situación que según Paoli induce a la célula a modificar su proceso de respiración reduciéndose la fosforilación oxidativa y mejorando sustancialmente la glucólisis, es decir, la fermentación de la glucosa. Ello hace que el piruvato -inhibidor de la mitosis- se reduzca y se produzca mucho ácido láctico dando ello lugar a la acidificación del espacio extracelular y a la alcalinización intracelular y como consecuencia a la proliferación incontrolada de las células malignas. Es más, altera de forma considerable el ciclo del ácido cítrico o ciclo de los ácidos tricarboxílicos, más conocido como Ciclo de Krebs.
Pues bien, según Paoli cuando se ingiere ascorbato de potasio y éste se metaboliza, el potasio pasa al interior de la célula -que recupera así el que ha perdido restableciéndose el equilibrio- mientras el ácido ascórbico neutraliza los radicales libres gracias a su gran capacidad antioxidante. En pocas palabras, según Paoli la ingesta de potasio hace que en la célula cancerosa el pH intracelular vuelva a ser ligeramente ácido -como en una célula sana-, mejore su metabolismo, se reduzca la glucólisis y se bloquee la mitosis y por ende la proliferación incontrolada al ser el terreno extracelular más alcalino.
Un planteamiento que entronca por cierto con el postulado por un amplio grupo de investigadores de todo el mundo entre los que se encuentra el médico español Salvador Harguindey, especialista en Oncología Médica y Endocrinología además de ex Vicepresidente de la Sociedad Internacional para la Dinámica de Protones en el Cáncer- tras haber constatado que en todos los tumores malignos es anómalo el gradiente de protones; es decir, la concentración y por tanto el intercambio de iones de hidrógeno entre el interior y el exterior de las células malignas. De hecho también entienden que la bomba sodio-potasio es uno de los iniciadores del proceso de carcinogénesis al ser desregulada por diferentes hormonas, mitógenos, carcinógenos ambientales, virus, inestabilidad genética, hipoxia crónica, exceso de glucosa y otras causas carcinogénicas. Se trata pues de una tesis que echa abajo la idea de que el cáncer es una palabra que designa a 200 enfermedades distintas que requieren otros tantos tratamientos diferentes y de ahí que la industria farmacéutica y las autoridades sanitarias -así como la mayoría de los oncólogos ya que están a su servicio- sigan resistiéndose a admitirla porque ello llevaría al abandono de los actuales fármacos y del gigantesco negocio construido a su alrededor. La solución para estos investigadores pasa por acidificar el interior alcalinizando el exterior de las células tumorales usando, entre otras cosas, inhibidores de la bomba de protones. Todo ello lo hemos explicado ampliamente como puede comprobarse leyendo en nuestra web -www.dsalud.com- los artículos publicados con el título Nueva teoría sobre el desarrollo del cáncer y las enfermedades neurodegenerativas, El actual enfoque terapéutico del cáncer es inadecuado y anacrónico, Una célula sana se vuelve cancerosa cuando su interior se alcaliniza que aparecieron en los números 85,132 y 206 respectivamente.
ASCORBATO DE POTASIO Y CÁNCER
Pantellini aseguró que había tratado a más de diez mil pacientes con ascorbato de potasio -la mayoría enfermos oncológicos- llegando a afirmar que curó así al 90% de quienes sufrían cánceres en fases iniciales y recuperó al 50% de los considerados terminales pero como no se trató de ensayos controlados sino de resultados clínicos los organismos oficiales no quisieron tenerlo en cuenta. Lo mismo que le pasó a Fernando Chacón con el Bio-Bac en España.
Afortunadamente lo que Pantellini explicó es de sentido común y constatable, así que muchos otros biólogos y médicos han continuado investigando y publicando. Es por ejemplo el caso del trabajo Potassium increases the antitumor effeets of ascorbic acid in breast cáncer cell Unes in vitro (El potasio incrementa los efectos antitumorales del ácido ascórbico en líneas celulares de cáncer de mama) que en 2016 publicó en Journal of Theorical Biology un equipo del Departamento de Medicina Experimental de la italiana Universidad de Roma La Sapienza coordinado por Roberto Bei. Según el mismo el ascorbato de potasio -que se forma combinando ácido ascórbico y bicarbonato de potasio- aumenta significativamente in vitro la apoptosis (suicidio celular) en todas las líneas celulares de cáncer de mamá a excepción de una.
Un año después -en 2017- se publicaría en Oxidative Medicine and Cellular Longevity otro trabajo aún más esperanzador titulado Potassium Ascorbate with Ribose: Promising Therapeutic Approach for Melanoma Treatment (Ascorbato de potasio con ribosa: enfoque terapéutico prometedor para el tratamiento del melanoma) cuya principal autora fue Carlotta Cavichio del Departamento de Ciencias y Biotecnología de la Universidad de Ferrara (Italia). Es un estudio particularmente interesante porque recoge trabajos anteriores sobre la eficacia del compuesto -al que los investigadores se refieren como PAR por potasio, ácido ascórbico y ribosa- y la principal conclusión es que a dosis farmacológicas el ácido ascórbico posee por sí mismo propiedades antiproliferativas, antimetastásicas, antiangiogénicas e inmunoestimuladoras, el bicarbonato de potasio restaura el nivel de potasio intracelular -que como ya se ha dicho está muy bajo en la mayoría de las células cancerosas- y la ribosa actúa como un catalizador que facilita la entrega rápida de potasio a la célula.
Probado in vitro el PAR en células de melanoma humano su efecto fue más potente que el que se consigue solo con ácido ascórbico que según se asevera al ser ingerido da lugar a la producción de peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) llevando a la muerte a las células cancerosas sin afectar a las sanas ya que además de eso hace llegar potasio al interior de las células malignas con facilidad gracias a la ribosa. Es más, el PAR no sólo detuvo la proliferación celular sino que protegió las conexinas -familia de proteínas que regula la comunicación intercelular y el crecimiento de las células- y sin ellas es imposible la transmisión de los impulsos eléctricos que hacen posible las contracciones del corazón, la intercomunicación neuronal y la propagación de las señales nerviosas. De hecho en varias enfermedades -incluido el cáncer- se han encontrado mutaciones o pérdida de la función de estas proteínas.
«Tomados en conjunto -concluye diciendo el trabajo- nuestros resultados muestran la eficacia del tratamiento con PAR en células de melanoma. Los datos de la literatura indican además que esta terapia adyuvante ha demostrado efectos beneficiosos in vivo, en condiciones pre-carcinógenas y también in vitro en tipos de células tumorales diferentes de las células de melanoma. La opinión de que el PAR podría usarse como compuesto adyuvante (alternativa al interferón alfa) en la terapia del melanoma está asimismo respaldada por el hecho de que es un compuesto no tóxico y fácil de administrar que carece de efectos secundarios a corto plazo y no es costoso».
El ascorbato sódico se obtiene mezclando en agua ácido ascórbico y bicarbonato de potasio, mezcla a la que puede agregarse ribosa aunque su ingesta debe controlarla necesariamente un profesional.
ENFERMEDADES RARAS NO TAN «HUÉRFANAS»
Debemos agregar que según los miembros de la fundación el ascorbato de potasio es eficaz en cáncer pero también en otras enfermedades degenerativas, incluidas algunas de las consideradas «huérfanas». Así lo mantiene por ejemplo Cecilia Anichini, doctora del Departamento de Pediatría, Obstetricia y Medicina Reproductiva de la Universidad de Siena (Italia) según la cual el estrés oxidativo -factor clave en la carcinogénesis- es también un signo distintivo en trastornos considerados genéticos como el Síndrome de Beckwith-Wiedemann, el Síndrome de Costello y otros.
Su primer trabajo al respecto lo publicó en 2011 en International Journal of Cáncer Research and Treatment en Antincacer Resarch con el título Beckwith-Wiedemann syndrome: Potassium Ascorbate with Ribose Therapy in a Syndrome with High Neoplastic Risk (Síndrome de Beckwith- Wiedmann: terapia de ascorbato de potasio con ribosa en un síndrome de alto riesgo neoplásico). Se trata de una enfermedad que aparece en uno de cada 13.700 nacidos y fue descrito por primera vez en 1963 que se caracteriza por el desarrollo de vísceras fuera del abdomen, visceromegalia, macroglosia, sobrecrecimiento pre y postnatal e hipoglucemia neonatal. Quienes la padecen pueden también desarrollar tumores de Wilms, hepatoblastomas, neuroblastomas, carcinomas adrenocorticales y rabdomiosarcomas.
El caso es que la doctora Anichini vio que niños afectos de SBW -a los que siguió desde 1999 hasta marzo de 2011- padecían alto estrés oxidativo, decidió administrarles a diario ascorbato de potasio (300 mg de bicarbonato de potasio y 150 mg de ácido ascórbico) y ribosa -les sometió a análisis cada tres meses- y comprobó que mejoraban. En cuanto a su posible toxicidad escribiría: «No hemos observado aparición de enfermedad neoplásica primaria o secundaria tras nueve meses de tratamiento. La terapia PAR tiene muchas características positivas: no es tóxica, es fácil de administrar incluso en la infancia (por vía oral), no tiene efectos secundarios a corto plazo y es barata».
Un año después -en 2012- la doctora Anichini publicaría un nuevo trabajo pero sobre otra enfermedad rara: el Síndrome de Costello. Apareció en Anticancer Research con el título Antioxidant effeets of potassium ascorbate with ribose in Costello Síndrome (Efectos antioxidantes del ascorbato de potasio con ribosa en el Síndrome de Costello). Hablamos de una patología que ha afectado en todo el mundo a unas 200 personas y se caracteriza por baja estatura, retraso en el desarrollo, discapacidad intelectual, rasgos faciales gruesos -labios carnosos, boca grande, cabello escaso o rizado-, anomalías cardíacas y macrocefalia relativa o absoluta que suelen tener problemas cardiacos -especialmente arritmia, defectos estructurales y miocardiopatía hipertrófica- y a menudo tumores siendo el más común el rabdomiosarcoma pero también neuroblastomas y problemas cardiacos -especialmente arritmia, defectos estructurales y miocardiopatia hipertrofica- y a menudo tumores siendo el más común el rabdomiosarcoma pero también neuroblastomas y carcinomas de células de transición. Pues bien, la doctora Anichini trató a personas afectadas de esta patología con la terapia PAR tras confirmarse que sufrían estrés oxidativo y esto es lo que cuenta: «A los tres meses observamos que se habían reducido los biomarcadores del estrés mejorando clínicamente todos los pacientes tratados. La eficacia del tratamiento se confirmaría con el posterior seguimiento de los pacientes. No observamos progresión de los problemas cardíacos e incluso se revirtió la hipertrofia cardíaca de la paciente n° 2 que además mejoró en su desarrollo psicomotor. No se detectaron efectos secundarios ni problemas en la ingesta durante el tratamiento». Cabe agregar que durante el posterior seguimiento no aparecieron tumores en ninguno de los pacientes tratados.
Anichini probaría luego el PAR en un caso de Síndrome de Prader Willi (PWS) publicando el estudio en 2014 en Disease Markers con el título Antioxidant Effects of Potassium Ascorbate with Ribose Therapy in a Case with Prader Wi/li Syndrome (Efectos antioxidantes de la terapia de ascorbato de potasio con ribosa en un caso con Síndrome de Prader Willi (PWS). Y al igual que en las ocasiones anteriores comenzó por confirmar la presencia de alto estrés oxidativo en una paciente afectada de esta enfermedad que se caracteriza porque se sufre obesidad debido a que se tiene un hambre insaciable -problema que surge normalmente en niños de entre 2 y 6 años- y termina dando lugar a aterosclerosis y diabetes tipo 2. Pues bien, según Anichini- «la terapia PAR parece ser particularmente prometedora» ya que «da resultados positivos y alentadores».
Terminamos este apartado agregando que la doctora Anicnim afirma haber tratado también con la terapia PAR a pacientes oncológicos sometidos a radioterapia y quimioterapia y asevera que contribuye a aumentar su supervivencia de cinco a diez años además de disminuir a los 60 días de su ingesta el dolor pectoral, abdominal y musculoesquelético y reducir la tos, la ascitis, la fiebre y la astenia.
EL POTASIO, UN MINERAL ESENCIAL
A muchos lectores pueden sorprenderles las posibilidades terapéuticas del potasio pero es que se trata de un mineral fundamental en numerosos procesos fisiológicos dependiendo de él por ejemplo la conocida bomba sodio/potasio gracias a la cual se consigue además la energía precisa para transportar sustancias al interior de las células -entre ellas la glucosa y los aminoácidos- así como la correcta regulación del agua en el organismo, el ritmo cardiaco, la transmisión de los impulsos nerviosos, la contracción muscular y un adecuado pH interno. Es más, atenúa el riesgo de accidentes cerebrovasculares y ayuda a prevenir la osteoporosis al reducir la cantidad de calcio que el cuerpo pierde a través de la orina. Y se sabe que su déficit -denominada hipocalemia- puede provocar fatiga, bajo rendimiento, dolor, estreñimiento, arritmias, irritabilidad e hipertensión; problemas que en caso de niveles extremadamente bajos pueden incluir además debilidad muscular severa, insuficiencia respiratoria, obstrucciones dolorosas en el intestino, sensación de hormigueo, entumecimiento, picazón en manos, pies, piernas y brazos, espasmos musculares intermitentes y parálisis. Siendo las principales causas de ello una elevada ingesta de té, café y bebidas alcohólicas, una alimentación rica en azúcares y carbohidratos refinados y el consumo de diuréticos.
Ahora bien, debe saberse que su exceso es peligroso pues si hay demasiado potasio en sangre el corazón corre el riesgo de dilatarse debilitándose sus contracciones y dar lugar a un latido irregular que puede, en el peor de los casos, provocar la muerte. Exceso que a veces puede deberse a que los riñones no funcionan correctamente y no pueden expulsar del organismo el potasio sobrante, disfunción que sufren muchas personas mayores. No consuma pues suplementos de potasio sin control profesional.
Oficialmente el cuerpo precisa entre 3.500 y 4.700 mg de potasio al día -que deberían obtenerse a través de los alimentos- siendo su nivel adecuado en sangre de entre 3.5 y 5.0 milimoles por litro, cantidad que se detecta con un simple análisis de sangre. Y para lograr el nivel adecuado lo suyo es ingerir habitualmente alimentos ricos en potasio como judías, aguacates, nueces, germen de trigo, hortalizas (patata, brócoli, remolacha, berenjena y coliflor) y frutas, especialmente plátanos, melones, sandias, uvas, albaricoques, melocotones, cerezas y ciruelas.
Francisco Sanmartín

Fuente; Revista Discovery Salud. Número 236 – Abril 2020

 

2/09/2022