Redacción BBC Mundo

2 abril 2015

El fraude en el etiquetado de las distintas especies de pescado es un problema global.

A todos nos enseñaron a cuidarnos de que no nos dieran gato por liebre.

Ahora también, a la hora de comer pescado, hay que tener cuidado para no terminar comiendo bagre en vez de otras especies más caras que compramos, como el mero. O para que no nos sirvan tilapia en vez del pargo rojo que habíamos pedido en el restaurante.

Semana Santa es la temporada cumbre del consumo de pescado en muchos países. Y un buen momento para pensar en la epidemia global de fraude en el etiquetado de las especies de pescado y mariscos que se venden al público.

Oceana, una organización no gubernamental basada en Estados Unidos, calcula que el 33% de los mariscos que examinó para un estudio en restaurantes y mercados de ese país no eran la especie que decían los vendedores, sino otras más baratas.

Calculan así mismo que el fraude involucrado en estas transacciones podría llegar a US$25.000 millones anuales solo en Estados Unidos y podría además tener consecuencias ambientales muy negativas globales.

Problema global

«Es un fraude que ocurre en todo el mundo, no solo en los países desarrollados», asegura Beth Lowell, directora de campañas de Oceana, en conversación con BBC Mundo.

La entidad asegura que entre las especies más comúnmente reemplazadas por otras más baratas está el pargo rojo y el mero, sustituidos con frecuencia por variedades como bagre asiático y la tilapia.

En Estados Unidos, advierte Lowell, las empresas pesqueras ya emplean muchos métodos de control para establecer el origen y llevar el control de sus ventas.

La Semana Santa es una época de alto consumo de pescado en muchos países.

Pero «a medida que la cadena de suministro se hace más larga, aumentan las oportunidades para el fraude», advierte Lowell a BBC Mundo.

En efecto, muchos de los casos de fraude detectados en este país involucran al pescado importado de Asia y de otros continentes.

El basa, una variedad de bagre asiático notoriamente barato, es a veces presentado por vendedores fraudulentos como róbalo en Colombia, como merluza en España o como mero en Estados Unidos.

El pasado 15 de marzo, el gobierno del presidente estadounidense Barack Obama presentó un plan que obligaría a los importadores de varias especies marinas como el cangrejo y corvina a presentar informes más detallados del origen de su mercancía.

Pregunten

El problema se extiende, por supuesto, a cualquier país en donde un vendedor inescrupuloso encuentre motivos para reemplazar una especie cara con una más barata.

Por lo que Lowell recomienda a los consumidores en todo el mundo: «hagan preguntas. Pregunten al vendedor de dónde es el pescado».

Expertos recomiendan aumentar la vigilancia sobre el origen del pescado.

Y añade, con sentido común, «desconfíen si el precio que le ofrecen por un pescado fino es demasiado bueno para ser verdad».

Ahora bien, más allá del interrogatorio y la intuición, ¿qué tan fácil es descubrir que nos están engañando con la especie del pescado que nos venden?

John Paul, profesor de Oceanografía Biológica en la Universidad del Sur de la Florida, le dice a BBC Mundo que no es tan sencillo: «A veces es difícil distinguir en un mercado un filete de mero de uno de bagre».

Por lo que un equipo de investigación en el que participa está desarrollando una tecnología que denominan Groupercheck (que sería traducido algo así como «identificador de mero») que puede ser usado por autoridades aduaneras o por dueños de restaurantes para examinar la mercancía y verificar que la especie sea la correcta.

«En el futuro imaginamos que la tecnología avance hasta que esté disponible para el consumidor, que pueda establecer en poco tiempo qué es lo que está comprando», dice Paul.

Tema de salud

El drama del fraude en las ventas de pescado no es solo un asunto de dinero o de protección al consumidor. También hay un delicado aspecto ambiental.

El pescado es un importante producto de exportación para muchos países.

Pues la falsedad en la identificación de las especies puede llevar a que un consumidor compre sin saberlo especies protegidas o en peligro de extinción.

Un estudio citado en el informe de Oceana identificó que en Brasil se estaban presentando algunos casos de pescado vendido en los mercados como «tiburón» cuando en realidad era una variedad de pez sierra en estado crítico de riesgo de extinción, cuya venta se encontraba prohibida en ese país.

También, potencialmente, puede haber riesgos de salud.

Por ejemplo, consumir una especie pensando que es otra, podría ser peligroso para personas con alergias específicas.

Razón de más para contemplar con cuidado cuál es el pescado que estamos comiendo, no solo esta Semana Santa sino en las demás épocas del año.

https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/04/150401_economia_fraude_pescado_lf

1/11/2020