Los virus y parásitos pueden saltar de una especie a otra y pasar de los animales a los humanos o viceversa. Ya ha ocurrido con el SARS-CoV-2 (y con otros virus anteriores) y ahora unos investigadores alertan del aumento de casos de oncocercosis humana, es decir, la infección debida a la especie Onchocerca (un tipo de nematodo, un gusano parasitario), que hasta ahora solo había afectado a animales
Este gusano suele habitar ríos y arroyos, ya que sus vectores (los transmisores de los que se sirve para infectar a su principal huésped) son las moscas negras que habitan esas zonas, concretamente en el hemisferio norte. Los síntomas que delatan esta infección son picor intenso, erupciones cutáneas de diversa consideración y, en los casos más graves, trastornos oculares e incluso ceguera (conocida como “ceguera de los ríos”, se trata de la segunda causa infecciosa de ceguera a nivel mundial).
El problema es que la oncocercosis humana, cuya incidencia es cada vez mayor, sigue dentro del grupo de enfermedades tropicales desatendidas (ETD). Por ello los investigadores alertan de la necesidad de adoptar estrategias de salud pública, teniendo especial cuidado en las zonas en las que conviven humanos y los actuales animales huéspedes de este parásito (se han registrados casos en ciervos, jabalíes y perros). Estas áreas, además, se han visto seriamente alteradas como consecuencia del cambio climático y la deforestación, lo que también podría explicar esa mayor incidencia.
Fuentes:
- Maria Cambra-Pellejà, Javier Gandasegui, Rafael Balaña-Fouce et al.: Zoonotic Implications of Onchocerca Species on Human Health. Pathogens.
One thought on “¿Una nueva enfermedad zoonótica emergente?”
Como es habitual, las malas acciones humanas provocan desastres ecológicos como la deforestación entre muchas más. También propicia que las plagas de insectos abunden. En este caso se ha facilitado que las moscas negras se reproduzcan excesivamente.
Al deforestar las aves se quedan sin refugio, por lo que optan a irse a otras zonas. Así los insectos se quedan sin sus depredadores principales, por lo que al final siempre repercute negativamente en los humanos.