Los buses y las marquesinas de Madrid podrían estar cubiertos dentro de poco de jardines sostenibles. Hemos intentado calcular su impacto

Kristin Suleng / Buenavida

28 DIC 2016

Ciudades con autobuses públicos verdes (en el sentido de respetuosos con el medio ambiente) hay muchas, pero es posible que en breve los de Madrid lo sean también en sentido literal: el Ayuntamiento está estudiando la propuesta de la Fundación Cotec de instalar jardines sostenibles en el techo de las líneas regulares de la EMT así como en las marquesinas de las paradas. Los promotores de la idea afirman que esta iniciativa ampliaría la superficie verde de Madrid en más de 8 hectáreas. El dato, nos aclaran, corresponde al cálculo tomado de la flota total de autobuses (1.900) y marquesinas (4.265) que existen en Madrid.

El efecto buscado es algo más que estético: con la medida se pretende, según el documento de presentación del proyecto, “mejorar las condiciones ambientales, ecológicas, de salud e imagen de la ciudad”. ¿Hasta qué punto podría contribuir a mejorar el medio ambiente? Nos propusimos calcularlo.

El dióxido de carbono

Empezamos con el CO2 (dióxido de carbono), gas de efecto invernadero causante del cambio climático.

Diariamente, alrededor de 1.100.000 de vehículos recorren de media, cada uno, 6 kilómetros por Madrid. Eso se traduce en una emisión de casi 1.500 toneladas de CO2 cada día, o 547.500 toneladas de CO2 al año.

Un metro cuadrado de un techo vegetal se estima que puede llegar a absorber hasta 5 kilos de CO2 al año (en el caso de los techos extensivos, más ligeros y de más fácil mantenimiento, algo menos).

Con estos datos, y teniendo en cuenta la superficie del techo de un autobús, puede estimarse que los 48 autobuses de las líneas 27 y 34 (donde se pretende plantar estos jardines en una primera fase) podrían absorber 4.800 kilos de CO2 cada año. Si todas las líneas de EMT de Madrid adoptasen esta medida, la cantidad se ampliaría a 190.000 kilos de CO2 anuales (190 toneladas). Absorberían un 0,034% de las emisiones.

En el caso de las marquesinas, los 130 techos vegetales programados en principio podrían absorber 6.500 kilos de CO2 al año. Si se diera en el total de marquesinas (4.265), se absorberían 210.000 kilos de CO2 al año (210 toneladas de CO2 al año): un 0,038% de las emisiones.

Autobuses y marquesinas absorberían en un año 400 toneladas de CO2, cantidad que equivale a un 0,07% de las emisiones de CO2 del tráfico urbano. Dado que cada jardín tendría un coste de 2.500 euros en cada autobús y de 1.000 en cada marquesina, conseguir esa reducción costaría en total 9.015.000 euros.

El dióxido de nitrógeno

Después intentamos cuantificar la bondad de la medida respecto al dióxido de nitrógeno (NO2), precisamente el parámetro que se tiene en cuenta para decretar restricciones de tráfico (por su efecto negativo para la salud). Por poner un ejemplo, ¿serviría esta medida para desterrar las restricciones?

Andreu Escrivà, ambientólogo y doctor en Biodiversidad, nos dice que no hay estudios aplicables que respondan esa pregunta. «Debido a la escasez de estudios consistentes y aplicables al caso de Madrid (cada ciudad es distinta por cuestiones de orografía, altitud o trama urbana, entre otros), este proyecto puede ser una buena excusa para realizarlos y evaluar mejor el impacto de la vegetación sobre las distintas emisiones del tráfico rodado y la calidad del aire urbano, que siempre será positivo», explica.

En cuanto a estudios no aplicables, uno basado en una experiencia piloto de tejados verdes en Singapur reportó una reducción de compuestos como dióxido de azufre en un 37% y de ácido nítrico en un 21%, aunque se elevaron los niveles de partículas en suspensión (siempre dentro del límite saludable). Una estimación realizada en Canadá calculó que los tejados verdes reducirían en 1,60 toneladas el índice de NO2 en el centro de Toronto, el cual, combinado con los árboles y arbustos de la zona, alcanzaría las 7 toneladas.

Escrivá valora así el proyecto de la capital: «Más zonas verdes implican más superficie para atrapar partículas en suspensión y donde se pueden depositar los óxidos de azufre y nitrógeno que emanan de los motores diésel (mayormente), lo que redunda en mayor calidad del aire urbano. Además, las zonas verdes representan una mejora visual y paisajística, y la movilidad de los autobuses puede contribuir a llevarlas donde aún hay déficit de las mismas. Por otra parte, las hojas verdes reflejan más luz que superficies oscuras (como el asfalto, cemento…) con lo que puede contribuir a la reducción del efecto isla de calor, que consiste en que en muchas ciudades se miden temperaturas superiores a las de su alrededor».

Desde la Fundación Cetec nos enumeran así los beneficios para la reducción de la contaminación: «Las cubiertas vegetales funcionan como un filtro ambiental muy eficaz: absorben CO2, que proporciona aire más limpio; recogen las partículas en suspensión en el aire, absorben elementos tóxicos volátiles que se encuentran en el aire. Gran parte de la contaminación urbana está formada por compuestos de nitrógeno. Las plantas utilizan estos compuestos y los utilizan como nutrientes. Recordemos que una cubierta verde de unos 60 m2 es capaz de atrapar y procesar 15 kg de materiales pesado (…). Actúan como filtro reduciendo la carga de contaminantes (1 m2 es capaz de atrapar 130 gramos de polvo por año). Por último, las plantas en su proceso de fotosíntesis son consumidoras de CO2 y liberan O2. Estudios realizados han confirmado que 1 m2 de cobertura vegetal genera el oxígeno requerido por una persona durante todo un año». Mencionan, además, su contribución al ahorro energético, la regulación de temperatura y humedad, protección contra el ruido o beneficios para la salud mental y física.

La aclaración de la EMT

Por otra parte, cuando nos pusimos en contacto con la EMT para saber el número de autobuses de las líneas 27 y 34, insistieron en ampliarnos información dado que se estaban publicando «algunas inexactitudes». La implantación de los techos verdes podría ser más compleja de lo que parece.

«La propuesta de poner en marcha la medida todavía carece de un plan de ejecución, por lo que aún queda muy lejos saber cuál será el impacto real de apostar por los techos verdes rodantes. No hay que olvidar que la mitad de la flota llevan sus depósitos de gas en el techo, un detalle que tendría que ser evaluado en una futuro estudio para su posible planificación», señalan fuentes de la EMT.

En definitiva, parece complicado, a día de hoy, definir con cifras los beneficios concretos para el medio ambiente de esa medida, independientemente de su incuestionable valor simbólico y de sensibilización. Sí están contrastados los beneficios de las restricciones de tráfico: en ocho días, los cortes en la Gran Vía de Madrid disminuyeron en un 32% los niveles de NO2 en la zona centro.

https://elpais.com/elpais/2016/12/21/buenavida/1482327708_906613.html?rel=mas?rel=mas

19/10/2020