Por Jhon Barros

Todas las tortugas decomisadas son sometidas a pruebas genéticas para identificar su sitio de procedencia, es decir si son de la Orinoquia o la Amazonia. “Las llevamos al bioparque Ikozoa, ubicado a 12 kilómetros de Leticia, donde cumplen su proceso de rehabilitación y se hacen las pruebas genéticas, que son enviadas al laboratorio de la Universidad de los Andes. Actualmente tenemos cerca de 2.700 tortugas listas para su liberación, con tamaños superiores a los 12 centímetros”.

La cuarentena por el coronavirus atrasó la liberación de estos reptiles. Según Cueva, Corpoamazonia está a la espera de la confirmación por parte de la Fuerza Aérea, para así llevar las tortugas hasta Puerto Carreño y liberarlas en sitios cercanos al río Bita.

“Para llegar a Carreño, los aviones de la Fuerza Aérea tienen que hacer escalas en Bogotá, lo que dificulta un poco su traslado. En la capital deben permanecer hasta 15 días, lo que las pone en peligro por temas como la alimentación y el cambio de clima. En el bioparque, un cuidador dura todo el día dándoles de comer, porque se les da a cada una un pedacito de pescado”.

Una red de tráfico tiene amenazadas a las tortugas matamata del Orinoco. Foto: Fernando Trujillo.

Las matamata del Orinoco decomisadas en Leticia no pueden ser liberadas en sitios de la Amazonia, ya que afectarían los ecosistemas amazónicos y a la misma especie. “Cada vez que se realiza una incautación, procedemos a hacerles exámenes genéticos para establecer su procedencia. En Ikozoa hay miles de tortugas que no hemos podido liberar”, apunta Trujillo.

Según la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) de Bogotá, durante los últimos cuatro años se han recuperado 1.372 tortugas matamata en operativos de decomiso en las terminales de transporte terrestre y aérea de la ciudad.

Condenada por su apariencia

Carlos Lasso, investigador sénior en ciencias básicas de la biodiversidad del Instituto Humboldt, manifestó que el aspecto físico de las tortugas matamata es su principal atractivo para los traficantes ilegales de fauna silvestre.

“La matamata llama mucho la atención por lo extraña que es. Tiene un físico raro con un patrón de coloración y forma peculiares. Su caparazón, en forma de punta con escamas que las protegen, las hace más llamativas. Es un reptil tranquilo y fácil de mantener en cautiverio, lo que lo convierte en un animal apreciado por los aficionados a la acuariofilia cuando es neonato o juvenil”.

Marzo y abril son los meses predilectos por los traficantes para capturar a las tortugas de la Orinoquia. Fotos: Carlos Lasso.

Su rareza le ha jugado en contra. Las tortugas matamata han tenido una creciente demanda en el mercado mundial para tenerlas como mascotas. Lasso indica que en el mercado negro, una matamata puede llegar a costar hasta 200 euros o 200 dólares. 

“Es un reptil acuático. Permanece inmóvil en el agua y caza al acecho al confundirse con las hojas y la materia orgánica. Cuando pasa un pez o camarón, la matamata se traga el agua con sus presas. En el cuello tiene varios tubérculos o carnosidades parecidos a unos gusanos, lo que atrae a sus víctimas y las ingiere por el fenómeno de succión. Tiene un olor peculiar, algunos dicen que pareciera que emitieran gases. Estas sustancias fuertes le sirven como repelentes o mecanismos de defensa, algo común en la naturaleza”, indica Lasso.

El investigador del Humboldt afirma que la matamata es uno de los reptiles menos estudiados. “El individuo más grande del que tenemos conocimiento fue en los llanos de Venezuela, una tortuga de 17 kilos con más de un metro de largo, pero al sol de hoy sabemos muy poco de su biología. Desde hace varios años, en la Reserva Natural Bojonawi en Vichada, hemos marcado varias tortugas para estudiar su crecimiento. No sabemos mucho de su longevidad, pero podría ser de 25 años”.

Para Lasso, el tráfico ilegal de esta tortuga inicia en zonas de la Orinoquia, como Vichada, Meta y Casanare. “Creería que llegan por tierra a Bogotá o Villavicencio, y luego son transportadas en avión hacia Leticia. Hay muchas rutas del tráfico de fauna que culminan en Estados Unidos, Europa o el sureste asiático, donde tienen un mejor precio internacional. En Colombia la venden a 200.000 pesos y en el extranjero puede superar el millón de pesos. Este tráfico viene de muchos años atrás”.

La mayoría de tortugas matamata decomisadas han sido liberadas en varias zonas del Vichada. Foto: Luis Barreto.

Nace una nueva especie

Aunque las matamata de la Orinoquia y Amazonia son físicamente idénticas, un trabajo genético adelantado desde hace cinco años por expertos del Instituto Humboldt, Omacha, Universidad de los Andes, Universidad Nacional y Corpoamazonia, identificó que son reptiles distintos. 

Dicho estudio demostró una diferenciación filogeográfica de las matamatas con base en tres fragmentos de ADN mitocondrial, un fragmento de ADN genómico nuclear y 1.661 polimorfismos de nucleótido único.

“Los análisis moleculares y morfológicos revelaron la existencia de dos linajes evolutivos distintos de matamatas, genéticamente divergentes que se separaron en el Mioceno tardío, hace aproximadamente 12,7 millones de años”, cita el artículo científico publicado por Science Direct.

Con este hallazgo quedó demostrado que hay dos especies de tortugas matamata: Chelus orinocensis, con presencia en las cuencas del Orinoco, Río Negro y Essequibo, que se convierte en una especie nueva para la ciencia, y Chelus fimbriata, en la cuenca del Amazonas y en el drenaje del Mahury.

En Asia, Europa y Estados Unidos, la matamata es apetecida por su rareza. Termina exhibida en acuarios. Foto: Fernando Trujillo.

Chelus orinocensis se colecta para el comercio de mascotas en Colombia y Venezuela. Sin embargo, no se conoce el alcance de las colectas ni su impacto. Por lo tanto, es crucial recopilar más información, evaluar su explotación en todo su rango de distribución, comprender mejor su estado de conservación y diseñar acciones apropiadas de manejo”, indica el artículo.

Estos estudios genéticos empezaron con los decomisos de 2015 y 2016 realizados por Corpoamazonia en Leticia. “Las tortugas fueron incautadas a personas que las transportaban en moto después de recogerlas en el aeropuerto. En la incautación de 2016, el transportador ilegal aseguró que los animales provenían de un vuelo de Villavicencio. Las pruebas genéticas demostraron que todas venían del Orinoco, el primer paso de la ruta del tráfico de esta especie”, dijo Lasso.

A 30 individuos decomisados en 2015 y 2016, que habían muerto y permanecían congelados en las instalaciones de Corpoamazonia, se les tomó una muestra de piel para realizar los análisis genéticos en el laboratorio de ecología molecular de vertebrados de la Universidad de Los Andes, donde fueron procesadas para extraer y purificar el ADN.

La matamata tiene la peculiaridad de camuflarse con las hojas que caen en los cuerpos de agua. Foto: Fernando Trujillo.

“Las primeras 15 muestras analizadas en 2015 presentaban un único haplotipo tanto para el gen COI como para la región control. Este haplotipo fue el más común identificado en la cuenca del Orinoco, con alta frecuencia alrededor de la zona de Puerto Carreño, el cual no se encontró en la cuenca del Amazonas”, cita el primer artículo genético elaborado por varios expertos como Lasso y Trujillo.

Al corroborar que las tortugas procedentes del Orinoco son de una nueva especie de matamata, Lasso le hace un llamado a todas las corporaciones autónomas y fuerzas militares para que los decomisos de estos reptiles sean sometidos a pruebas genéticas antes de cualquier liberación.

“Ese es el primer llamado de atención. Todas las poblaciones de una determinada especie tienen unas particularidades de adaptación a su medioambiente. Si se cruzan especies de diferentes zonas se puede generar un empobrecimiento genético e incluso la introducción de enfermedades. Los análisis genéticos nos dan evidencia y pruebas para la liberación y futuro repoblamiento de la especie”.

Movimientos lentos

De acuerdo con Lasso, aún queda un amplio camino para estudiar a las matamata del Orinoco, ya que no se conoce mucho sobre su biología. Desde 2015, el Instituto Humboldt y la Fundación Omacha han marcado más de 75 ejemplares liberados en la Reserva Natural Bojonawi para analizar sus comportamientos.

Les hicimos muescas en el caparazón y las soltamos cerca al río Bita. Cerca de 26 fueron recapturadas, es decir más del 35 por ciento. Este es un dato muy elevado para este tipo de estudios con los animales. También les instalamos sistemas telemétricos a cuatro machos y una hembra para analizar su desplazamiento, tamaño y uso del hábitat”.

Las matamata son liberadas en una reserva natural en Puerto Carreño. Foto: Mónica Morales.

Las pruebas de telemetría arrojaron que estas matamata apenas se mueven. El mayor desplazamiento fue de dos kilómetros, cifra que contrasta con los más de 50 kilómetros que se puede desplazar una tortuga sabanera. “Los machos se quedaron en el sitio, mientras que la hembra salió de la reserva hacia el Orinoco. Es una especie residente y fiel a su ambiente y hábitat. Tenemos contemplado marcar otras 13 tortugas matamata, pero la cuarentena lo ha impedido”, anotó Lasso.

El investigador concluye que la matamata cumple una función específica en el ecosistema. “No están ahí por capricho. Es un depredador visual que se alimenta de peces pequeños y camarones, por lo cual se ubica en la parte superior de la cadena trófica o ciclo alimenticio. Juega el papel de depredador y aporta nutrientes a los ríos o lagunas con agua pobre. Estamos trabajando en identificar cuál podría ser su mayor verdugo, que por hoy es la red de tráfico internacional”.

Varios científicos concluyeron que las matamata del Orinoco y la Amazonia son de especies distintas. Foto: Fernando Trujillo.

Una red de tráfico tiene en peligro a las tortugas matamata de la Orinoquia (semana.com)

7/12/2020