Según los expertos, estos contenidos contribuyen a crear estereotipos y van en contra de la igualdad entre hombres y mujeres: Ellas son hermosas y siempre encuentran al príncipe azul
Inma Zamora. Actualizado: 06/09/2015
Ser niña y querer convertirse en princesa es —casi— inevitable. Sin embargo, visualizar contenidos como «Frozen», uno de los últimos «bombazos» de la factoría Disney, podría no ser del todo aconsejable para sus hijos. Reflexione unos segundos sobre las princesas y protagonistas de los cuentos de hadas que con más frecuencia ha consumido. «Blancanieves», «Cenicienta», «Rapunzel»… Todas tan hermosas, tan delgadas y tan perfectas que, ¿por qué no querer ser como ellas?
Hace un par de años la doctora Jennifer L. Hardstein popularizó un libro en el que hablaba del denominado «Síndrome de la princesa», un trastorno generado por el impacto «negativo y peligroso» sobre los más pequeños de ciertos cuentos y personajes de ficción. En su libro, Hardstein asegura que películas como las anteriormente citadas contribuyen a transmitir una idea estereotipada de la mujer e impactan negativamente en las jóvenes receptoras de estos contenidos, que pensarán que tan solo si son guapas y visten a la moda lograrán encontrar al ansiado príncipe azul.
El concepto no es nuevo y hay quien lucha para que la situación no se perpetúe. De hecho, dos editoriales de América Latina han puesto en marcha una colección de libros que, bajo el título de «Antiprincesas», trabajan por fulminar la encorsetada imagen de la mujer que muchos contenidos audiovisuales y literarios transmiten hoy a los más pequeños.
Rebeca Cordero, directora académica de Educación y profesora de Sociología Aplicada en la Universidad Europea, habla con ABC de este «síndrome de la princesa» y afirma que, en efecto, estos contenidos contribuyen a difundir unos valores tremendamente marcados por una sociedad patriarcal lo que, en opinión de la experta, «influirá de manera decisiva en el comportamiento de nuestros hijos».
«No verás una princesa discapacitada»
Si algo tienen en común las protagonistas de los cuentos populares es, sin duda, su belleza. «Todas son guapas, con una melena larga y cuidada y maravillosamente vestidas. Y todas encuentran a su príncipe azul. Jamás verás a una princesa de cuento discapacitada o lesbiana, pues en este mundo imaginado no tiene cabida aquello que es diferente». El hombre, además, adquiere suma importancia en este entorno de cuento que los niños asumen como correcto. «Él es el salvador, el que transmite seguridad a la mujer, el que la cuida y la protege», matiza la profesora.
¿Tan perjudiciales son estos contenidos para nuestros hijos? «Los niños aprenden por imitación. Puedes educar en los valores de igualdad en el colegio o en casa, pero la visualización de este tipo de productos hará que los más pequeños tiendan a pensar que esos estereotipos y comportamientos son normales. Las niñas creerán que tienen que estar siempre guapas, los niños asumirán que deben proteger a la mujer».
Hacer «lo correcto»
Los cuentos tradicionales, continúa la experta, «presentan una distinción de roles muy específicos y vinculados a una sociedad patriarcal». «Si nos paramos a pensar, gran parte de los contenidos dirigidos al público infantil sigue esta misma pauta: el color rosa o morado de la ropa de las niñas, los juguetes para chicos y para chicas… El problema no solo está en los cuentos. La publicidad y el marketing no trabajan la igualdad de género sino todo lo contrario, estigmatizan de manera constante».
Se trata, dice Cordero, de los denominados «micromachismos», prácticas machistas en la vida cotidiana que asumimos como normales. «Nuestra sociedad está llena de este tipo de comportamientos, gestos que creemos válidos y a los que no damos importancia alguna pero que marcan el desarrollo de la mujer en un plano diferenciado del hombre. Un ejemplo es preguntar constantemente a una niña qué niño le gusta, o decirle que se ponga falda porque los pantalones son de chico». Todo esto, asevera la profesora de la Universidad Europea, tiene sus consecuencias. «A la mujer nunca le han enseñado a disfrutar de una vida en soledad porque ‘lo normal’ es tener pareja».
«La sociedad pide mucho más a la mujer que al hombre»
¿Queremos cambiar las cosas?
Debemos plantearnos, dice Rebeca Cordero, si la sociedad está dispuesta a modificar este modelo que asumimos como correcto. En el caso de las princesas Disney, la socióloga puntualiza que la compañía ha ido modificando su estrategia al ser consciente de las críticas recibidas. «Mulán, por ejemplo, ya es de otra raza y, en el caso de «Frozen», ocurre que es ella quien tiene el poder en lugar de un hombre. Aunque sigue sin ser suficiente, hay que reconocer que Disney sí ha incluido ciertos matices en sus producciones que nos hacen ver que la empresa quiere modificar esa imagen de la mujer».
Los contenidos, subraya, «evolucionan y se adecuan a la sociedad para no recibir críticas de forma radical. Eso sí, todos siguen sin desviarse de la norma. Ninguna película o relato comercial provocará un cambio y una ruptura social».
Comprendida la teoría, pasemos a la práctica. ¿Deben los padres evitar que sus hijos consuman este tipo de contenidos? En opinión de Rebeca Cordero la solución no está en prohibir la visualización de una película como «Frozen», sino en explicar que la realidad es bien distinta a lo que cuentan este tipo de historias. «Podemos dejar que nuestra hija vea «Frozen» pero explicándole que una princesa también podría ser ciega o con 40 kilos de más. La sociedad, de manera constante, pide a la mujer mucho más de lo que le pide al hombre, y es lo que reflejan estos contenidos».
La situación, explica la profesora, es más seria de lo que parece. «Tenemos tan interiorizados este tipo de valores y estigmas que damos por correctas conductas que jamás deberían serlo. Tengo alumnas que consideran normal que su novio les diga que no lleven tanto escote». Pero no se alerte pues, como concluye la experta, algo hemos evolucionado. «Ya hay muchos dibujos en los que equipara la situación de la mujer a la del hombre. En ‘Peppa Pig’, por ejemplo, las hembras asumen roles tradicionalmente más masculinos, como conducir un autobús o dirigir un colegio. Eso sí, todavía queda mucho por hacer».
https://www.abc.es/familia-educacion/20150906/abci-princesas-machismo-educacion-201509031813.html
24/09/2021
1 Comment
Rubén Torres
3 años agoDe nuevo los redactores vuelven a cometer el error de utilizar palabras inadecuadas;” tan delgadas y tan perfectas”. La perfección no existe, entonces ¿por qué no la han eliminado del diccionario y de nuestro idioma? Todas las personas cometemos errores sin excepción, por lo que es imposible encontrar una persona perfecta.
Inma reprocha que tenga alumnas que ven normal que sus novios les reprochen de que visten con demasiado escote. Por supuesto que deben de reprocharlo, pues ¿quién no sabe que eso excita a los tíos heterosexuales? Eso es ir provocando. Este tema ya lo he explicado en muchas ocasiones. Vuelvo a explicar el mismo ejemplo para aquellos/as que todavía cuestionan que no hay que coartar la forma de vestir de las chicas. ¿Por qué nadie se pasea con un fajo de billetes asomando del bolsillo trasero del pantalón, se deja el coche abierto, su vivienda con la puerta abierta, el bolso abierto mientras toma algo en una terraza, etc.? la respuesta es tan obvia como lo de ir provocando. Según el comportamiento, las palabras que digas o la forma de vestir que tengas desatarán unas reacciones en los demás. Si insultas a alguien puedes provocar ira u odio, con lo que te expones a ser agredido/a. Por ese motivo se establecieron unas normas de convivencia, pero de forma errónea, pues son injustas para los hombres. Lo ideal sería permitir que reaccionemos si se nos provoca, dado que eso está en nuestra naturaleza. Otro ejemplo para los que andan escasos de neuronas y no comprenden las cosas sin ejemplos: Si tienes cerca a un indigente y sabes que tiene hambre porque no deja de observar te cómo te zampas un bocata, hay que ser muy cruel para saborearlo a sabiendas de que esa persona lo está pasando mal y no invitarle a otro bocata. Eso mismo pasa con las chicas que visten de forma sexi y que pasan de los pretendientes que quieren acostarse con ellas. Si no quieren enrollarse, pues que vistan con ropa no sexi.
En los cuentos los protagonistas son monógamos, algo totalmente antinatural en los humanos, tampoco se dicen tacos cuando discuten las parejas, algo que es habitual en las parejas. En fin, a los niños se les muestra una realidad falsa de lo que es una vida en pareja.