Ahora que se acerca el buen tiempo, la vida en jardines, parques y terrazas se intensifica, pero hay, sin embargo, algunas plantas que debemos evitar a toda costa
Estas son las plantas más venenosas que puedes encontrar en un jardín. Getty
J.P. Missé
Actualizado a 31/05/2016 10:20
La sabiduría de las madres ya advertían, sin tener demasiados conocimientos de botánica, que en la naturaleza se encuentran una gran diversidad de plantas tóxicas, cuyos frutos, tallos, hojas o raíces pueden ser venenosas para los humanos, al punto de causar la muerte.
Ahora que se acerca el buen tiempo, la vida en jardines, parques y terrazas se intensifica. Hay, sin embargo, algunas plantas que debemos evitar a toda costa.
Hermosa y letal
La adelfa (Nerium olander) también es conocida como el laurel de jardín, pero los vascos tienen un nombre más preciso: Eriotz-orri, o sea, hoja de la muerte
En el jardín
Hay varias plantas que suelen embellecer los jardines, pero que pueden ser sumamente tóxicas, y la precaución debe extremarse tanto con los niños como con las mascotas.
Por ejemplo, el contacto con la hiedra (Hedera helix) puede causar dermatitis y levantar ampollas, aunque peor son sus bayas, que su ingesta provoca náuseas, diarrea y vómitos.
Las grandes hojas del filodendro (Philodendron) suelen quedar muy bonitas en los grandes parques, pero son muy tóxicas si alguien se lleva un trozo a la boca. Tanto las hojas como las raíces y el tallo contiene oxalato de calcio, que una cantidad pequeña produce ardor en labios y boca, pero en cantidad más grandes puede llevar a convulsiones, pérdida del conocimiento y hasta la muerte.
La hortensia (Hydrangea) es muy popular por sus hermosas flores azules, violetas o rojas. Pero detrás de esta belleza se encuentra un glucósido cianogenético llamado hidragina, cuyos efectos son similares al cianuro. Una pequeña dosis puede causar vómitos y fuertes dolores de estómago, pero cantidades mayores pueden llegar a paros cardíacos o la muerte.
La trompeta del ángel (Brugmansia) es popular en América, pero su hermosa forma también atrae a los que deciden plantarla en los jardines europeos. De aquí se extraen diversos alcaloides tropánicos como la escopolamina, que en pequeñas dosis se usa como alucinógeno (se bebe como té), pero que con mayores ingestas produce parálisis, alucinaciones, automutilaciones y se llega hasta la muerte.
Las azucenas (Lilium) no son tóxicas para los humanos, pero sí para los gatos, que si llegaran a comer las flores puede tener un cuadro de insuficiencia renal crónica o llegar a morir al poco tiempo.
La adelfa (Nerium olander)
También es conocida como el laurel de jardín, pero los vascos tienen un nombre más preciso: Eriotz-orri, o sea, hoja de la muerte. Sus hermosas flores blancas o rosas llaman a engaño: son sumamente venenosas, como también sus hojas, tallos, ramas y semillas. O sea, toda la planta es un peligro.
Su toxicidad es tal que hasta la miel que se puede crear de su néctar puede matar a una persona. Si a alguien se le ocurriera probarla, sentiría fuertes dolores de estómago, que pasaría a diarreas y vómitos, y luego mareos, convulsiones, taquicardia y hasta llegar al paro cardíaco.
Manzanita de la muerte
Por suerte, el saber popular bautiza a algunas plantas con nombres que advierten su peligro. El manzanillo (Hippomane mancinella) crece en las tierras cálidas de América, y si se tiene la mala suerte de rozar el tronco y tocar la savia, la piel puede quedar escaldada. O si llueve y a alguien se le ocurre protegerse bajo sus hojas, la savia diluida con agua puede causar infecciones cutáneas.
Prenderle fuego tampoco es buena idea: el humo puede producir ceguera. Pero el verdadero peligro, como la fruta prohibida de Adán, es su pequeña manzana verde, tan bonita como tóxica, que causa fuertes vómitos y puede causar muerte por deshidratación.
Cicuta (Conium maculatum)
Altivo y orgulloso de no reconocer a los dioses griegos, Sócrates bebió una copa de cicuta y murió instantes después. El componente peligroso es la cicutoxina, que se concentra en las raíces, y actúa sobre el sistema nervioso. Si alguien puede sobrevivir a las violentas convulsiones, los vómitos y los fuertes calambres musculares, quedará la amnesia como secuela a largo plazo.
Ricino (Ricinus communis)
De este vegetal se elabora el jarabe de ricino, un purgante que se crea con las semillas de esta planta de frutos rojizos y puntiagudos. Pero de ese extracto quedan unas toxinas, que es la ricina, uno de los venenos naturales más potentes que se puedan encontrar. Esta sustancia bloquea el metabolismo celular, que no puede crear proteínas, y aniquila las células.
Las consecuencias pueden durar una semana, en un desagradable cuadro de vómitos, diarrea y convulsiones, hasta llegar al fallecimiento. Con cuatro semillas, se puede matar a una persona. Bien lo sabía Agatha Christie, que solía ofrecer a sus misteriosos asesinos una dosis de este veneno para acometer sus crímenes.
Regaliz americano (Abrus precatorius)
Sus semillas, ovaladas y de un rojo intenso, se solían usar como joya artesanal o cuentas de rosario. Pero si por accidente se rompe la cobertura y se prueba su interior, se entrará en un cuadro de náuseas, vómitos, y el bloqueo del sistema digestivo; y en tres o cuatro días puede llegar la muerte. Las semillas contienen la toxina abrina, que impide la síntesis de las proteínas. Sólo 3 gramos de este componente son mortales. Y una semilla contiene mucho más.
Acónito común (Aconitum napellus)
En Catalunya se la conoce como Tora Blava, por el color violáceo de sus hojas; pero también es presentada como matallops (matalobos), porque estos animales morían al comer sus raíces. Su potente veneno ya era utilizado por las tribus bárbaras para envenenar sus flechas, y en la Edad Media se lo presentaba como una forma de ejecución más piadosa.
Se la encuentra entre los 1.500 y 2.000 metros de altura en los Pirineos, y llevarse la mano a la boca tras tocarla ya puede tener efectos desagradables. Y si algún imprudente la prueba, tiene que causarse el vómito porque no hay antídoto. Sino, tras graves complicaciones digestivas, la muerte puede llegar en un par de horas. Solo un gramo de aconitina, su toxina, ya es suficiente para matar a un adulto.
Belladona (Atropa belladonna)
Esta planta, muy extendida por la cuenca Mediterránea, es fácil de encontrar en el Pirineo aragonés y catalán. Sus toxinas, llamada atropina y escopolamina, se encuentra en sus tallos, hojas y raíces. Pero sus bayas son su elemento más peligroso, porque su color morado puede ser confundido por algunos incautos, y basta ingerir de 10 a 20 frutos para causar la muerte.
Se utiliza sobre todo la raíz. Es útil contra las intoxicaciones de setas.
La Zapatera (Coriaria myrtifolia)
También es otra planta que se encuentra en los montes pirenaicos, y como la belladona, sus frutos pueden confundirse con la zarzamora. Se han reportado casos de intoxicación grave y de una muerte en Terrassa por ingerir este fruto.
Su nombre alude a que se la usa en la industria del calzado y la curtiembre, y en la zona de Campo, en Aragón, se recuerda que las cabras y ovejas se ‘emborrachan’ cuando ingieren sus hojas –y las puede llegar a matar si comen varias-.
La Matacabras (Daphne mezereum)
Ya lo anticipa su nombre, tiene como víctimas principales a los bóvidos que ingieren sus frutos. Se encuentra entre los 1.000 y 2.000 metros de altura de los Pirineos, y aunque la medicina tradicional suele usarlo como purgante, cabe advertir que comer 10 o 15 bayas puede ser mortal.
https://www.lavanguardia.com/natural/20160526/402057004145/plantas-venenosas.html
1 Comment
Rubén Torres
5 meses agoLa imagen de las flores de la belladona no se corresponden con la auténtica. Esta es la auténtica;