Las inexistentes variantes del SARS-CoV-2

Kelly Wroblewski, directora de la sección de enfermedades infecciosas de la Asociación de Laboratorios de Salud Pública de Estados Unidos, hizo unas declaraciones a Business Insider (https://www. b usinessinsider com/co vid-pa ti en ts-can t-kno w-which-varian t-in fected-them-delta- 2021-8) en las que asevera que más de cincuenta laboratorios estadounidenses pueden secuenciar muestras de coronavirus para detectar variantes pero añade que no conoce ninguno que haya completado el proceso de validación necesario para obtener el permiso federal: «El proceso de validación es laborioso y requiere mucho tiempo y gran cantidad de información, datos y recursos. Y el problema con las variantes es que están cambiando constantemente de manera que tienes que realizar una validación completa cada vez que aparece una nueva variante».

Pues bien, a pesar de estas contundentes declaraciones los documentos del Ministerio de Sanidad español hablan de unas supuestas pruebas que sí podrían distinguir entre variantes. Así, en el documento Actualización de la situación epidemiológica de las variantes de SARS-CoV-2 de preocupación (VOC) e interés (VOI) en salud pública en España (https://www.mscbs.gob.es/ profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/documentos/C0VID19_Actualizacion_variantes_20210816.pdf) se dice: “La información sobre la prevalencia de las distintas variantes se obtiene a partir de dos fuentes. Por un lado, se lleva a cabo la secuenciación del genoma que permite el análisis completo de todas las posibles mutaciones presentes y su asignación a un determinado linaje. Por otro, se realizan pruebas de cribado mediante PCR capaces de detectar una o varias mutaciones específicas que permiten hacer una identificación presuntiva de las variantes que comparten esa mutación o conjunto de mutaciones».

¿Y qué quieren decir exactamente con una «identificación presuntiva»? No lo sabemos pero no suena precisamente a procedimiento objetivo, directo y claro sino más bien, una vez más, a suposiciones.

LOS DATOS EN ESPAÑA

Según la actualización de 6 de agosto de 2021 del documento Evaluación rápida de riesgo. Variantes de SARS-CoV-2 de preocupación e interés para la salud pública en España (disponible en el siguiente enlace: https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual /nCov/documentos/20210806-EER.pdf) «la variante dominante en estos momentos en España es la Delta, asociada a una mayor transmisibilidad y a una ligera disminución de la efectividad vacunal (…) El riesgo se considera bajo en población vacunada, alto en personas no vacunadas sin factores de riesgo y muy alto en personas no vacunadas vulnerables (…) Las medidas de prevención utilizadas hasta el momento son eficaces para todas las variantes». Por supuesto, la primera recomendación del informe es «Aumentar los porcentajes de cobertura vacunal. Es importante que el mayor número posible de personas reciba la pauta completa en el menor tiempo posible» Pues bien, el lector debe saber que FISABIO -una de las entidades que asesoran el mencionado informe- recibió en 2020 diecisiete mil euros de Pfizer (veremos cuánto recibe este año) y que a la cabeza de los asesores figura Fernando Simón, el hombre de los CDC en España.

Añadiremos que el 19 de enero del presente año la Comisión Europea publicó un comunicado instando a los países miembros a incrementar la tasa de secuenciación por considerar que la entonces aplicada no era suficiente para identificar la progresión de las variantes o detectar nuevas. Para ello pidió a los estados secuenciar al menos el 5% -y preferiblemente el 10%- de los resultados positivos de las pruebas, minimizar los retrasos en los resultados y garantizar que los datos se compartieran. Bueno, pues a pesar de ello según el Sistema Español de Vigilancia Epidemiológica de 6 de agosto de 2021 los porcentajes de las primeras semanas fueron de 0.31, 0.38, 0.45, 0.86, 1.13,1.68 y 2.61. A partir de la semana 11a se produce una pequeña subida y luego los porcentajes vuelven a caer rondando el 3%. Solo en las semanas 23 a 25 se supera ese 5% que pide la Comisión Europea… para volver a bajar en las últimas semanas de las que se disponen datos hasta el 0.59 y, finalmente, hasta el 0.21 (los datos pueden consultarse en: https://www.mscbs.gob.es /pro fesionales/saludPublica/ccayes/alertasA ctual/n Co v/documen tos /COVID19_Actualizacion_ variantes_20210816.pdf).

NO HAY PRUEBAS FIABLES PARA LAS «VARIANTES»

Parece pues evidente que la prueba exigible en el caso de las «variantes» sería solo la secuenciación genómica y que las sofisticadas PCR que se anuncian en los medios, capaces de distinguir entre variantes, no son sino meras pruebas de cribado para estudios epidemiológicos y no para emitir diagnósticos.

En un artículo publicado el 19 de agosto de este año en la web de FactCheck (https://www.factcheck.org/es/2021/08/scicheck-usan-secuenciacion-para-identificar-delta-y-otras- variantes-del-coronavirus/) Angelo Fichera califica de «falsas y engañosas” las afirmaciones de quienes dudan de la peligrosidad de la variante Delta y hasta de su misma existencia descalificando gratuitamente a quienes se permiten preguntar simplemente cómo se diagnostica esa y otras variantes. Para lo cual cita al doctor Bejamin Pinsky, profesor adjunto de Patología y Medicina en la Universidad de Stanford (EEUU), quien sin embargo no parece darle la razón porque su declaración dice exactamente: «Todas las pruebas de diagnóstico pueden detectar la variante Delta pero, simplemente, no la distinguen de diferentes linajes”. Es decir, las pruebas diagnostican en conjunto a todos los SARS-CoV-2 con lo que se asume que detectan cualquier variante sin distinguirla. Por su parte, el doctor Atul Butte, profesor de Epidemiología en la Universidad de California -citado también- deja bien claro que «los análisis de secuenciación no son exámenes clínicos. Estas secuencias se usan para seguimiento en salud pública y epidemiología”.

Ante todo esto nos pusimos en contacto con la doctora María José Martínez Albarracín, especialista en análisis clínicos, quien nos diría: «Respecto de los test PCR para identificar mutaciones de la proteína S (espiga) del SARS-CoV-2 es preciso conocer en primer lugar si están aprobados por la FDA -ya que por el momento todos los PCR para detección de este virus sólo están autorizados por la vía de emergencia- y, por tanto, conocer su garantía y fiabilidad». Y añade: «En cualquier caso, para determinar si las mutaciones sufridas por la proteína espiga son constitutivas de una ‘variante de interés’ es necesario hacer una secuenciación. Sólo la secuenciación se considera una prueba válida o de confirmación. Y, por supuesto, es preciso hacerla en un número suficientes de casos positivos al SARS-CoV-2. Los test PCR únicamente pueden ser válidos como pruebas de screening que necesitan una secuenciación como prueba de confirmación».

En definitiva, los propios expertos que defienden el relato oficial de la falsa pandemia se contradicen y son incapaces de explicar qué son exactamente las «variantes»; y mucho menos cómo se detectan con garantías evidenciando que no existen pruebas objetivas adecuadas para detectarlas y analizar su distribución. Todo lo que afirman sobre ellas se basa en suposiciones, asunciones y proyecciones estadísticas lo que demuestra que las llamadas «variantes» son otra mentira que distribuyen por aquí y por allá en función de criterios que desconocemos pero que les supone una enorme utilidad a la hora de forzar medidas, imponer el uso de mascarillas o presionar para que los que se resisten acaben vacunándose.

NO PUEDEN EXISTIR «VARIANTES DE VIRUS»

Y la mentira se hace mucho más descarada y de un alcance mayor cuando se pone sobre la mesa toda la información que venimos compartiendo con nuestros lectores. En efecto, no se trata ya de que no se pueda distinguir técnicamente entre «variantes». Ni siquiera se trata de que no puedan existir «variantes» de un virus que no se ha aislado. Lo realmente insólito es que nadie ha refutado los argumentos del doctor Stefan Lanka y eso supone que toda la Virología es un error -por no decir algo mucho más grave- y que el mismo término «variante» carece totalmente de sentido al no existir  las entidades que la virología denomina «virus» y en realidad son artefactos virtuales construidos con programas informáticos. De hecho, el famoso Genbank no es sino una base de datos, es decir, una biblioteca electrónica formada por archivos en los que las secuencias están representadas por miles de letras… Nada que ver con algo real, con entidades biológicas.

Si se pregunta en Internet sobre el aislamiento del nuevo coronavirus aparecen numerosas páginas del entramado mediático que ya hemos analizado en varios artículos dedicadas a difundir las «verdades» oficiales y convencer al gran público de que todas las afirmaciones de los críticos son bulos. La pregunta es: ¿lo hacen aportando argumentos y pruebas, documentación y referencias científicas? La respuesta es NO. Lo hacen dirigiéndose básicamente a un público no formado y basándose en argumentos de autoridad: tal experto de tal universidad o centro médico asegura que el virus se ha aislado, existe y es culpable de millones de infectados y cientos de miles de muertes… O ponen enlaces a artículos científicos que en absoluto describen el aislamiento inicial que serviría como prueba de la existencia del SARS-CoV-2. En realidad esas páginas cuentan con dos ventajas de partida: una, que se dirigen a un público sin la formación adecuada para juzgar lo que ahí se les presenta; y dos, que la inmensa mayoría de ese público confía en las «autoridades» médicas y científicas -y si nos apuran incluso en las autoridades políticas y mediáticas- siempre que aseguren hablar ¡en nombre de la ciencia!

De las muchas evidencias y pruebas que hemos ido recopilando durante este año y medio -y que también han ido apareciendo en los blogs de periodistas de investigación tan prestigiosos como Jon Rappoport -candidato al Premio Pulitzer-, Jim West o David Crowe vamos a destacar tres que  nos parecen las más significativas:

1) El doctor Stefan Lanka dejó claro en la extensa entrevista que nos concedió en marzo que los llamados «virus» no existen como entidad biológica y no son sino construcciones informáticas realizadas con sofisticados programas.

2) Christine Massey solicitó a numerosas instituciones y gobiernos las pruebas del aislamiento del SARS-CoV-2  y a 16 de septiembre de 2021 habían respondido 104 instituciones de 20 países. Y TODAS han respondido reconociendo que no disponen de documentación alguna que les permita demostrar que el SARS-CoV-2 se ha aislado/purificado (puede consultar su página web con todos los detalles de las respuestas en https://www.fluoridefreepeel.ca/fois-reveal-that-health-science- institutions-around-the-world-have-no-record-of-sars-cov-2-isolation-purification/). Y,

3) Los doctores Andrew Kaufman y Thomas Cowan y la periodista e investigadora sobre Nutrición Sally Fallón Morell publicaron a comienzos de este año una declaración conjunta que ya ha sido suscrita internacionalmente por cerca de nueve mil personas en la que explicaban el proceso correcto de aislamiento y secuenciación de un virus para concluir que «Ninguno de esos pasos se ha intentado siquiera con el virus SARS-CoV-2, ni todos esos pasos se han realizado con éxito para ninguno de los denominados virus patógenos. Nuestra investigación indica que en la literatura médica no existe ningún estudio que muestre los pasos descritos» (puede leer la declaración en varios idiomas en el siguiente enlace: https://andrewkaufmanmd.com/sovi-espanol).

En definitiva, para afirmar que existen «variantes» de un virus hay que demostrar primero que ese virus existe porque se ha aislado y secuenciado. Y asimismo se deberá rebatir lo que asevera el doctor Stefan Lanka sobre la Virología en su conjunto y demostrar que los virus son realmente entidades biológicas patógenas.

Jesús García Blanca

https://www.dsalud.com/reportaje/las-inexistentes-variantes-del-sars-cov-2/

Fuente; Revista Discovery Salud. Número 252 – Octubre 2021

13/04/2022