Una niña afgana de 9 años, vendida por 1.900 euros a un hombre de 55

El padre de la pequeña, que ya vendió a otra hija de 12 años hace unos meses, asegura que no tiene otra opción y pide al comprador de Parwana que la cuide y no la golpee

Varias niñas afganas asisten a clase a las afueras de Jalalabad, en octubre de 2017. / Efe / Ghulamullah Habibi

«No tengo trabajo, ni dinero, ni comida. Tengo que venderla, no tengo otra opción», asegura Abdul Malik. En contra de lo que pudiera parecer, el afgano Abdul Malik no se refiere a una vaca, cabra o cualquier otro animal, sino a Parwana, su hija de 9 años. «Somos ocho miembros de la familia», cuenta Abdul abatido a la CNN. «Tengo que venderla para mantener con vida a otros miembros de la familia», se justifica.

La familia de la niña vive desde hace cuatro años en un campo de desplazados afganos en la provincia noroccidental de Badghis, sobreviviendo gracias a la ayuda humanitaria y al trabajo doméstico. Pero desde que los talibanes se hicieron con el poder en Afganistán el 15 de agosto, todo ha ido a peor.

El padre, que explica que está «roto» de dolor, ya vendió a la hermana de Parwana, de 12 años, hace unos meses. Y explica que el dinero de la venta de Parwana solo mantendrá a la familia durante unos meses.

El comprador se llama Qorban y es «un anciano» -en palabras de la niña- con cejas blancas y una espesa barba blanca que el pasado 24 de octubre entregó 200.000 afganis (unos 2.200 dólares, algo más de 1.900 euros) en forma de ovejas, tierras y dinero en efectivo al padre de Parwana.

Qorban, de 55 años, asegura que no quiere a la niña para casarse con ella porque ya tiene una mujer, que cuidará de Parwana como si fuera su hija. «[Parwana] era barata, y su padre era muy pobre y necesita dinero», asegura Qorban a la CNN. «Ella trabajará en mi casa. No la golpearé. La trataré como a un miembro de la familia. Seré amable».

«Por favor, no la golpees»

En el reportaje de la CNN, Qorban aparece contando los billetes para pagar al padre, Abdul, quien le da la mano para sellar la transacción. Con la operación económica completada, Parwana entra en la habitación sujetada por su madre para conocer a su nuevo dueño. Al verle, esconde su rostro y gime cuando su padre le dice a Qorban: «Esta es tu esposa. Por favor, cuídala, ahora eres responsable de ella, por favor no la golpees».

Qorban asiente, agarra a Parwana del brazo y la lleva hacia la puerta. Mientras se van, con su padre mirando desde la puerta, Parwana hunde los pies en la tierra y trata de zafarse de su dueño, que consigue arrastrarla hasta el coche e irse con ella.

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