Camilla Costa

BBC News Mundo. 13 febrero 2020

 

 

El Amazonas es un tesoro natural único.

El bioma que contiene la selva tropical más grande y diversa del mundo ocupa más de 6,8 millones de km2 y es hogar de 33 millones de personas y de miles de especies.

Bioma; Conjunto de ecosistemas que forman una zona de mismo clima, flora y fauna.

Entre sus muchas funciones está ayudar a la región – y a todo el planeta – a equilibrar el clima, repartir las lluvias y capturar cantidades ingentes de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases de efecto invernadero.

Un rol crucial para mitigar los efectos del cambio climático.

Sin embargo, las tasas de deforestación en los nueve países amazónicos siguen en aumento.

 

En 2018 y 2019, BrasilBolivia y Perú estuvieron entre los cinco países que más perdieron bosques primarios en todo el mundo, según la organización internacional Global Forest Watch.

En 2019, Brasil y Bolivia vieron aumentar dramáticamente el número de incendios en sus regiones amazónicas.

El acaparamiento de tierras, la expansión de las fronteras agrícolas y ganaderas, junto a la minería y la explotación económica descontrolada, son consideradas las principales actividades responsables.

Pero la deforestación no es el único problema.

  • 2008: La Chiquitanía, al este de Bolivia, es una de las principales zonas de ganadería y producción de soja en el país.
  • 2010: Durante el gobierno de Evo Morales, campesinos y empresarios recibieron incentivos para ampliar sus áreas de producción en la región.
  • 2014: Las quemas controladas son una práctica común en el proceso de deforestación.
  • 2016: Un año después de que el gobierno de Evo Morales cuadruplicara el área que pequeños productores pueden deforestar, hay un aumento de la deforestación en la zona.
  • 2018: Bolivia fue uno de los cinco países que más perdieron bosques primarios a nivel mundial, según Global Forest Watch.
  • En 2019, varios incendios destruyeron más de dos millones de hectáreas de Amazonas.

“Hablar únicamente de deforestación cuando nos referimos a la pérdida del Amazonas es lo que llamo ‘la gran mentira verde’”, dice el climatólogo Antonio Donato Nobre.

“La destrucción de la selva amazónica hasta hoy es mucho más grande que el casi 20% del que se habla en los medios de comunicación”, añade.

El científico se refiere a que, para tener un panorama más completo de la destrucción del bosque, es necesario sumarle las cifras de degradación.

A pesar de que no se destruya toda la vegetación, este fenómeno arrebata al bosque tropical de sus propiedades, vitales para el planeta.

 

Los datos de destrucción del bosque suelen mostrar la tala de árboles, pero no la degradación

El avance de la destrucción del Amazonas está empujando al ecosistema amazónico a un “punto de transformación sin retorno” en el que perdería su capacidad de funcionar, según Carlos Nobre y Thomas Lovejoy, dos de los principales expertos en Amazonas del mundo.

Si no se revierte esta situación, dicen, las consecuencias del cambio climático podrían acelerarse.

No toda la pérdida de bosque es igual

Cuando hablamos de datos de deforestación, no siempre hablamos de lo mismo.

Una forma de medir la deforestación es teniendo en cuenta toda el área de la selva en que la vegetación fue completamente eliminada. Es lo que se llama pérdida de cobertura forestal.

Solo en 2019, la pérdida de cobertura forestal en el Amazonas llegó a 2,4 millones de hectáreas (24.000 km2), según datos de Global Forest Watch.

 

Algunas de esas áreas deforestadas son de bosques primarios, aquellos en su estado original, no afectados por la acción humana.

En 2019, el Amazonas perdió más de 1,7 millones de hectáreas de bosque primario, según datos producidos por el sistema de monitoreo de la Universidad de Maryland y publicados por Global Forest Watch.

Esta cifra equivale a que alrededor de tres campos de fútbol de bosque virgen fueron talados cada minuto en 2018.

Esta pérdida puede parecer insignificante (un 0,32% del bosque total en el bioma) pero no es una cuestión solo cuantitativa sino también cualitativa.

“Esta forma de medir la deforestación es importante porque los bosques primarios son mucho más ricos y variados en biodiversidad”, explica Jos Barlow, profesor de la Universidad de Lancaster en Reino Unido e investigador de la Red Amazonía Sustentable (RAS).

 

Todos los procesos e interacciones entre las miles de especies de plantas y animales que coexisten en el Amazonas hacen que este bosque tropical sea excepcional e irremplazable.

Mucha gente cree que para compensar lo que perdemos en el Amazonas es suficiente plantar árboles en otros sitios. Pero no es así”. Erika Berenguer, Universidad de Oxford

“Cada hectárea deforestada significa que una parte del ecosistema deja de funcionar, y eso afecta a todo lo demás”, dice a BBC News Mundo la investigadora Erika Berenguer, experta en selvas tropicales de la Universidad de Oxford, Reino Unido, y de RAS.

En los últimos diez años, las tasas de pérdida de bosques primarios se han mantenido altas o han repuntado en la mayoría de los países amazónicos.

 

En el bosque primario viven árboles que pueden tener cientos o incluso miles de años. Estos cumplen una función muy poderosa a la hora de mitigar el cambio climático, ya que actúan como un enorme depósito de dióxido de carbono.

Una pequeña parte del dióxido de carbono que los árboles absorben en el proceso de fotosíntesis se emite a la atmósfera durante la respiración. La otra parte se transforma en carbono y los árboles lo usan para producir los azúcares necesarios para su metabolismo.

“Medimos la cantidad de carbono en un árbol por su grosor”, explica la investigadora Erika Berenguer.

Por eso, cuanto más antiguo y grande el árbol, más carbono almacena.

¿Cuáles son los países más deforestados del mundo y cuántos están en América Latina?

Las quemas y la tala de madera hacen que el carbono almacenado en los árboles se convierta en CO2 y vuelva a la atmósfera

Según Berenguer, un árbol grande (de al menos tres metros de circunferencia) puede contener entre tres y cuatro toneladas de carbono.

Eso equivaldría a alrededor de 10 a 12 toneladas de dióxido de carbono, el equivalente al promedio de lo que un vehículo ligero emite durante cuatro años.

Uno de los efectos de la deforestación justamente es que libera el CO2 almacenado en el bosque, ya sea por las quemas o por la descomposición de la madera tallada, procesos que transforman el carbono de los árboles nuevamente en gas.

Por este motivo, los científicos temen que la región deje de ser un almacén de carbono y se convierta en un emisor importante de CO2, acelerando los efectos del cambio climático. Un estudio reciente dice que un 20% del total del Amazonas ya emite más dióxido de carbono de lo que absorbe.

La destrucción (in)visible del Amazonas

ALEXANDER LEES/RAS

Leyenda: Cuando el bosque está degradado es más vulnerable a incendios y al cambio climático

Expertos como Antonio Nobre consideran que la deforestación no muestra toda la dimensión de la pérdida. Para eso se deberían incluir cifras de degradación.

Este es el fenómeno producto de los eventos climáticos, como las sequías, y de la acción humana, como las quemas o la tala ilegal de madera, que arrebata a la selva de sus funciones vitales.

Eventos recientes como los incendios de 2019 contribuyeron a esta degradación.

“Aunque no se quite toda la vegetación, el suelo se vuelve más frágil y seco. Eso cambia el microclima del bosque y facilita que los incendios se propaguen porque el suelo se calienta más rápido”, explica Alexander Lees, profesor de Ecología Tropical en la Universidad Metropolitana de Manchester, en Reino Unido.