Varios de estos centros se han visto obligados a retirar el préstamo de decenas de miles de ejemplares ante su contaminación por arsénico
Rosalía Sánchez
La corresponsal de ABC en Alemania, Rosalía Sánchez, cuenta una historia asombrosa. Esta vez no es un monje benedictino de la Edad Media el que cae fulminado mientras lee el libro II de la Poética de Aristóteles, como escribió Umberto Eco en ‘El nombre de la rosa’. Ahora son los estudiantes de varias universidades alemanas los que corren el peligro de enfermar o incluso morir a causa de determinados libros. Y no porque su contenido pueda alterar la estructura del mundo establecido, sino porque sus páginas están envenenadas. Cualquiera que lea esos ejemplares o se moje los dedos con saliva mientras pasa las páginas puede padecer síntomas como dolor de cabeza, cólicos y edemas. Con una lectura prolongada, no se puede descartar el cáncer.
Algunos de los ejemplares de la Biblioteca Nacional de Austria. // ABC
30/05/2024
1 Comment
Rubén Torres
6 meses agoBueno, es una forma de conseguir que la gente elimine la fea y absurda costumbre de mojarse los dedos con saliva para pasar las páginas.