El Dimetil Sulfóxido (DMSO) es una sustancia inocua no patentable que es ignorada por el sistema sanitario a pesar de que hay unos 11.000 artículos científicos que avalan sus grandes propiedades terapéuticas; de hecho se sabe que, entre otras muchas propiedades, es antioxidante, antiinflamatoria, analgésica, antimicrobiana, cicatrizante, antiangiogénica y antimetastásica. Y si bien la FDA solo autoriza su uso en casos de cistitis intersticial hay numerosos trabajos de investigación que avalan su utilidad en patologías tan dispares como disfunciones gastrointestinales, neurológicas y oculares, artrosis, artritis, esclerodermia, tinnitus, herpes, úlceras, amiloidosis, hígado graso e incluso cáncer. De hecho se sabe desde 1971 que es antiangiogénica y de clara utilidad en cáncer habiéndose comprobado in vitro que las células leucémicas ¡vuelven a transformarse en células normales sanas!

El Dimetil Sulfóxido (DMSO) -o Sulfóxido de Dimetilo- es una sustancia orgánica que se obtiene de forma abundante como subproducto de la elaboración de celulosa por la industria papelera y se trata de un poderoso disolvente soluble en agua muy utilizado en procesos industriales cuando quiere evitarse cualquier posibilidad de contaminación del producto final. Y en los estudios biológicos y médicos se usa como crio-preservante, es decir, como protector de células y tejidos sometidos a bajas temperaturas ya que evita que se formen cristales de hielo permitiendo conservarlos intactos en nitrógeno líquido a -80°C. Una propiedad que descubrieron los doctores J. E. Lovelock y M. W. H. Bishop dándola a conocer en un artículo publicado en 1959 en Nature. Hoy el método se utiliza tanto en Medicina para la crioconservación de tejido ovárico, ovocitos, esperma y órganos a trasplantar como en Biología para la conservación del germoplasma de plantas y semillas así como para todo tipo de material genético. En suma, se trató de un importante descubrimiento porque antes no había posibilidad alguna de preservar tejidos vivos congelados en perfecto estado.

Conviene asimismo saber que si bien el DMSO no se encuentra formando parte de los seres vivos se produce en la naturaleza por oxidación en la atmósfera de su forma reducida, el Dimetil-Sulfuro (DMS), metabolito presente en muchas bacterias, algas y plantas que al emitirse al aire libre dan a éste un olor característico e inconfundible. Y, por cierto, la liberación por algas y corales del DMS que rápidamente se transforma en DMSO es un ejemplo del control biológico de la Meteorología ya que estas moléculas actúan en la atmósfera como núcleos de vapor de agua formando nubes y, eventualmente, lluvia.

Agregaremos que otra interesante propiedad es su capacidad transdérmica, es decir, la de atravesar la dermis y las membranas celulares de forma inocua; propiedad que unida a su poder disolvente en agua y otras sustancias orgánicas hacen del DMSO un estupendo transportador de principios activos y fármacos desde el exterior hasta el torrente sanguíneo evitando usar inyecciones y permitiendo una liberación lenta a dosis muy bajas (como los parches hormonales y de nicotina).

HISTORIA DE SU USO TERAPÉUTICO

¿Y cuándo y quién descubrió que el DMSO puede atravesar la piel y otras membranas sin dañarlas? Pues lo hizo en 1963 un grupo de científicos de la Oregon Universtity Medical School dirigido por el Dr. Stanley Jacob. De hecho constataron que es perfecta para trasportar sustancias analgésicas y antiinflamatorias al permitir acceder rápidamente a los tejidos subdérmicos inflamados que causan dolor; sobre todo en las lesiones poco profundas: contusiones, esguinces, tendinitis, artritis… Hoy se usa por ello incluso en los antimicóticos pues es capaz de atravesar hasta la capa córnea de las uñas.

Es más, son numerosos los trabajos posteriores que demuestran la utilidad del DMSO como agente de transporte transdérmico por lo que solo vamos a citar uno de los primeros. Nos referimos al artículo de síntesis que los doctores D. C. Wood y J. Wood -de la St. Louis University School of Medicine– publicaron en 1975 en Annals of the New York Academy of Sciences en el que se exponen diversos ejemplos que demuestran tanto su capacidad para transportar todo tipo de sustancias a través de la piel como las enormes posibilidades de este mecanismo para acelerar y ajustar el acceso directo de sustancias terapéuticas a zonas concretas del organismo.

Tres años después -en 1978- los doctores S. W. Shirley, B. H. Stewart y S. Mirelman publicaron en Urology los resultados de un amplio estudio con 213 pacientes con problemas de cistitis intersticial o síndrome de vejiga dolorosa demostrando que la instilación (irrigación) intravesical (por medio de un catéter que penetra por la uretra hasta la vejiga) de una solución de DMSO diluida en agua lograba un significativo alivio del dolor en el 70% de los pacientes que no respondían ya a los tratamientos analgésicos habituales. Una experiencia pionera que fue seguida por muchos médicos corroborando en 1994 el Dr. S. J. Childs -de la Universidad de AlabamaTuscaloosa (EEUU)- con otros pacientes que sufrían el mismo problema -el trabajo se publicó en Uroíogic Clinics of North America– que el procedimiento carece de efectos secundarios negativos. Lo que refrendarían los 300 pacientes con esa dolencia tratados por los doctores J. Parkin, C. Shea y G. R. Sant en el New England Medical Center de Boston (EEUU) según explicarían en 1997 en Urology.

Es importante recordar que la cistitis intersticial está considerada una enfermedad idiopática -es decir, de causa desconocida- y crónica que tiene los mismos síntomas de la cistitis común pero no está provocada por una infección bacteriana y provoca la ulceración o destrucción -parcial o total- de la mucosa que tapiza las paredes de la vejiga, lo que ocasiona una irritación constante de su epitelio, un deseo continuo de orinar y un dolor agudo a veces insoportable. Y si bien era una enfermedad rara en Occidente ha ido aumentando en el último medio siglo habiéndose detectado en 2010 en una de cada 1.000 mujeres y en uno de cada 2.000 hombres. De hecho el tratamiento de la cistitis intersticial con DMSO es el único uso terapéutico que la FDA autoriza para esta sustancia bastando aplicarlo una vez a la semana durante seis seguidas hasta que remita el dolor; pudiendo aplicarse de nuevo si reaparecieran los síntomas. Aún no se sabe con seguridad como actúa en este caso pero se sospecha que impide la desgranulación de los mastocitos liberadores de histamina y otras citoquinas proinflamatorias y aumenta el umbral del dolor en las terminaciones nerviosas del epitelio de la vejiga.

USO MASIVO DEL DMSO

Hemos empezado explicando la utilidad del DMSO en la cistitis intersticial porque, como ya hemos dicho, es la única patología para la que la FDA autoriza hoy su uso. Lo cierto es que desde el descubrimiento del Dr. Santley Jacob se ha utilizado en todo el mundo en múltiples patologías solo que a menudo de forma descontrolada. Incluso empleando DMSO industrial que incluía impurezas que eran arrastradas al torrente sanguíneo al atravesar las capas de la dermis.

Lógicamente varios laboratorios se interesaron en su comercialización pero en noviembre de 1965 moriría en Irlanda una mujer culpabilizándose al DMSO de haberle provocado una reacción alérgica aunque luego se sabría que además estaba tomando otros fármacos por lo que no pudo determinase la causa real de su muerte. Lamentablemente la noticia coincidió con el resultado de un ensayo en el que se estaba probando su posible toxicidad y se detectaron daños en los cristalinos oculares de los animales tratados… porque se les habían dado dosis extremadamente altas. Fue sin embargo suficiente para que la FDA prohibiera su uso y se suspendieron todas las investigaciones clínicas. ¿0 fue porque al ser el DMSO un producto natural su uso médico no es patentable?

El caso es que el DMSO se siguió investigando y diez años después había ya un centenar de estudios. Y siendo fácil de conseguir millones de estadounidenses se decidieron a utilizarlo sin consecuencia negativa alguna para su salud. ¿La razón? La prohibición de la FDA no afecta a los estados de Washington, Florida, Luisiana, Montana, Nevada, Oklahoma, Oregón y Texas en los que los terapeutas son libres de prescribir el DMSO a sus pacientes y éstos de usarlo.

Hoy se calcula que en los poco más de 50 años transcurridos desde su descubrimiento se han escrito más de 40.000 artículos científicos sobre el DMSO de los que unos 11.000 se refieren a sus posibilidades terapéuticas, tanto en animales como en humanos. De hecho los veterinarios lo usan actualmente en casi todos los países desarrollados.

En España solo se comercializó en humanos un producto tópico antiinflamatorio y analgésico, Pain Away, que no es sino una solución hidroalcohólica que contiene hipérico, árnica, caléndula, cayena, menta piperita, jengibre y aceite de mahanarayan y utiliza como trasportadores DMSO, limoneno -con el Ph equilibrado- y aceite wintergreen. Nuestra revista lo dio a conocer en un artículo que con el título Pain Away: lo más eficaz contra el dolor apareció en el n° 38 y puede consultarse en nuestra web -www.dsalud.com– aunque hoy, que sepamos, no es ya posible adquirirlo en nuestro país. En Estados Unidos sí se comercializa un aceite parecido con el nombre comercial de Ultímate Pain Relief. Y con nombres similares en otros países varios tipos de cremas y aceites de variados contenidos solo que algunos contienen diclofenaco sódico -como Voltaren– u otros antiinflamatorios no esteroideos (AINES) que pueden provocar daños renales, cardiovasculares y gastrointestinales (incluido sangrado oculto y ulceración gástrica).

Cabe añadir que una vez el DMSO es ingerido o atraviesa la barrera de la piel-en uso tópico- hasta alcanzar el torrente sanguíneo es metabolizado por el organismo sin producir desechos tóxicos. Así lo constató -entre otros- un equipo del Squibb Institute for Medical Research de New Jersey (EEUU) dirigido por el Dr. K. K. Wong -el trabajo se publicó en 1971 en Journal of Investigative Dermatology– tras varios análisis efectuados tanto con conejillos de indias como con seres humanos. Según esos investigadores el DMSO (al 80%) aplicado tópicamente a la altura del codo se absorbe a las 4 horas en un 35%. Y una vez en el organismo el DMSO se transforma parcialmente en Dimetil-Sulfona y en Dimetil-Sulfuro (DMS) que junto con el DMSO remanente se eliminan por vía urinaria (salvo el Dimetil-Sulfuro que mayoritariamente se exhala con la respiración).

PROPIEDADES TERAPÉUTICAS

En suma, aunque el DMSO es universalmente conocido por su capacidad para atravesar las membranas sin alterarlas -lo que lo convierte en el mejor transportador transdérmico existente pudiendo incluso llevar sustancias que no pueden atravesar la barrera hematoencefálica- tiene también otras importantes virtudes terapéuticas, de las que merece la pena destacar estas:

-Es un poderoso eliminador de radicales libres, tanto por su capacidad antioxidante como por su capacidad quelante que le permite neutralizar los peligrosos iones metálicos.

-Es inmunomodulador; es decir, normaliza o estabiliza todo sistema inmune exacerbado sin deprimirlo; algo importante, especialmente en el caso de las llamadas enfermedades autoinmunes.

-Es vasodilatador -y por tanto hipotensivo-, algo fundamental en el caso de heridas y traumas con riego sanguíneo disminuido (problema a menudo más perjudicial que la propia herida o trauma).

-Es un eficaz antimicrobiano con efecto bacteriostático -no produce la muerte de las bacterias patógenas pero impide su reproducción-, antivírico, antifúngico y antiprotozoario.

Veamos ahora algunos de los trabajos que así lo indican y otros sobre su utilidad en muy distintas patologías.

Antimicrobiano.

En 1966 G. E. Pottz, H. Rampey y A. Benjamín presentaron en Viena durante un simposio dedicado al DMSO que basta una dilución del 5% para disminuir la resistencia bacteriana a los antibióticos, algo que ese mismo año confirmarían los japoneses S. Kamiya, T. Wakao y K. Nishioka en un artículo publicado en Journal of Clinical Ophtalmology (Japón) tras usarlo para tratar infecciones oculares por bacterias resistentes a los antibióticos. Dos años después -en 1968- los doctores H. Bash y H. H. Gadebusch publicarían en Applied Microbiology un trabajo demostrando que una dilución al 30% acaba in vitro hasta con la Candida albicans y el Staphylococcus aureus. Y ese mismo año y en la misma revista apareció un estudio de los doctores H. H. Gadebusch y J. C. Chan constatando su efectividad en distintos tipos de virus, incluido el de la gripe.

El Dr. Lázaro Sehtman, dermatólogo del Hospital Alvear de Buenos Aires (Argentina), utilizó por su parte un spray con fármacos antiinflamatorios y antivirales al que añadió DMSO en 17 pacientes con herpes zóster y herpes simple consiguiendo la remisión total en 48 horas con apenas dos aplicaciones al día; lo explicaron en un artículo que en 1975 publicaron en Annals of the New York Academy of Sciences.

Añadiremos que un equipo de la Universidad de California-lrvine (EEUU) coordinado por el Dr. J. S. Aquilar constató que el DMSO -a una concentración del 95%- inhibe por sí solo la replicación del ADN viral; el detalle de los experimentos se publicó en 2002 en BMC Infectious Diseases.

Potente analgésico.

Los doctores M. S. Evans, K. H. Reid y J. B. Sharp Jr. -de la Southern Illinois University School of Medicine– publicaron en 1993 en Neuroscience Lettersun interesante trabajo en el que explican los mecanismos analgésicos del DMSO. Según cuentan aplicaron directamente DMSO sobre los nervios surales -la rama ciática que baja hasta los pies por detrás de las rodillas- de gatos y observaron que disminuía la transmisión del dolor en las fibras nerviosas de tipo C (no mielinizadas); bloqueo que tenía lugar siempre que la concentración de DMSO superara el 15%.

Un año después -en 1994- se publicaría en Fortschritte der Medizin un artículo firmado por los doctores W. Kneer, S. Kühnau, P. Bias y R. F. Haag -del Orthopädische Gemeinschaftpraxis en Stockach (Alemania)- informaba del tratamiento de tendinopatías agudas con DMSO. Se realizó un estudio con placebo y doble ciego sobre 157 pacientes con epicondilitis lateral a parte de los cuales se trató tres veces al día -durante 14- con un gel al que se había añadido DMSO al 10% y a los otros con el mismo gel pero sin el DMSO (en las 72 horas subsiguientes a los síntomas agudos de dolor). Pues bien, al finalizar el dolor había desaparecido por completo en el 44% de los tratados con DMSO lo que solo acaeció en el 9% de los tratados sin él.

Cabe añadir que las virtudes analgésicas del DMSO son especialmente interesantes en los casos de cáncer terminal. Varios médicos del Allergy Research Group de Alameda (California, EEUU) encabezados por el Dr. B. X. Hoang trataron exitosamente con DMSO a pacientes de cáncer en ese estado que sufren hipersensibilidad de las membranas celulares y la activación de los receptores de glutamato haciendo que se vuelvan insensibles a los opioides. El estudio se publicó en 2010 en Inflammation Allergy Drug Targets. Y el mismo director médico aunque al frente de un nuevo equipo -esa vez del Hospital 198 de Hanoi (Vietnam)- trató a 26 pacientes en estado terminal de cáncer con intensos dolores mediante perfusiones intravenosas de DMSO diluido y bicarbonato sódico logrando aliviarles el dolor durante más de tres meses. El tratamiento y sus resultados se describieron en 2011 en Journal of Pain Relief and Palliative Care Pharmacotherapy.

Analgésico y antiinflamatorio útil en casos de artrosis y artritis.

Según el University of Maryland Medical Center el DMSO puede utilizarse como transportador transdérmico en variados tipos de geles y cremas cuyo objetivo es la disminución del dolor y la inflamación relacionados tanto con la artrosis como con la artritis así como para todo tipo de lesiones tendinomusculares de origen traumático. Estos preparados suelen contener hasta un 25% de DMSO y se aplican hasta 3 veces al día en la zona dolorida siendo efectivos para recuperar parte de la movilidad perdida, incluso si el origen del dolor y la inflamación están relacionados con procesos de amiloidosis en la región articular. Eso sí, hay que tener en cuenta que tanto el DMSO como las sustancias analgésicas y antiinflamatorias incluidas en el tópico pueden causar irritación en la piel de las personas más sensibles o alérgicas por lo que es aconsejable hacer una mínima dosificación de prueba antes del tratamiento tópico.

El DMSO, usado tópicamente, disminuye además la inflamación cutánea al inhibir la metaloproteinasa MMP-9 de los queratinocitos; así lo corroboraron los doctores J. Majtan y V. Majtan -de la Academia Eslovaca de Ciencias de Bratislava (Eslovaquia)- dándolo a conocer en 2011 en Journal of Toxicology and Environmental Health.

Utilidad en la esclerodermia.

En 1967 el Dr. A. Scherbel y sus colaboradores de la Cleveland Clinic Foundation realizaron un estudio clínico con 42 pacientes con esclerodermia que no respondían a ninguno de los tratamientos convencionales demostrando la efectividad del DMSO en el 62% de los casos. Según publicaron en Annals of the New York Academy of Sciences los pacientes mostraron un significativo alivio del entumecimiento y del dolor así como de la cicatrización de las ulceraciones en los dedos. La esclerodermia es una grave enfermedad autoinmune que comienza a manifestarse en la piel como placas escamosas de color rosado a marrón producidas por un crecimiento descontrolado de colágeno que evoluciona afectando las articulaciones y puede llegar a comprometer órganos internos pudiendo ser mortal si incide en los riñones o el corazón. El DMSO continúa utilizándose desde entonces para esta patología aun cuando no se publicaron nuevas evidencias clínicas sobre sus efectos terapéuticos a excepción de un artículo aparecido en 1985 en Terapevticheskii Arkhiv que describe las experiencias positivas de un grupo de médicos soviéticos encabezados por el Dr. L. Murav’ev.

EFICAZ EN CÁNCER

Antiangiogénico y antimetastásico.

Un grupo de investigadores japoneses de la Universidad de Osaka dirigido por el Dr. K. Koizumi comprobó que el DMSO inhibe la producción de la metaloproteinasa MMP-2 bloqueando así la formación de capilares sanguíneos; capacidad antiangiogénica que darían a conocer en un artículo publicado en 2003 en Biológica! and Pharmaceutical Bulletin. Y en septiembre de 2014 un equipo del Gradúate Institute of Basic Medicine de la FuJen Catholic University de Taipei (Taiwan) coordinado por el Dr. Chi-Chung Wang publicó en Plos One los resultados de unas investigaciones sobre su capacidad antitumoral constatando que inhibe la proliferación de células cancerosas -y por tanto la formación de masas tumorales- así como su migración mediante la regulación del supresor HLJ1 (de forma dosis-dependiente).