Confirman que las mascarillas son peligrosas para la salud.

Un grupo de españoles ha demostrado que el uso de mascarillas hace disminuir peligrosamente en sangre el nivel de oxígeno mientras aumenta el de dióxido de carbono. Las mediciones se realizaron en personas que se han visto obligadas a llevar mascarilla durante muchas horas constatándose que ello produce una hipoxia que a corto y medio plazo puede causar graves daños. Además creen haber descubierto el mecanismo compensatorio que usa el organismo para generar endógenamente oxígeno cuando no obtiene suficiente al respirar, hallazgo que confirmaría lo que postula el doctor Arturo Solís según el cual los humanos tenemos la capacidad natural de generar oxígeno y energía a partir de la melanina.

El gobierno español se mostró dispuesto en mayo a dar por terminado el estado de alarma y el toque de queda así como levantar los cierres perimetrales generalizados pero, inexplicablemente, decidió seguir obligando a la gente a llevar mascarilla. Nuestras autoridades han decidido pues seguir ignorando que no solo son ineficaces, sino peligrosas para la salud. Hay muchos trabajos publicados que lo demuestran y numerosos expertos que lo han denunciado como ya dimos a conocer en el reporte que con el título; Las mascarillas no son eficaces y además son peligrosas para la salud apareció en el nº 242 y puede consultarse en nuestra web: www.dsalud.com.

Pues bien, acaba de publicarse un nuevo trabajo que así lo corrobora efectuado por siete médicos españoles –Rosa María Narros, Antonio Ruíz, Hilario Robledo, Sergio Mejia, Santiago de La Rosa, Esther de la Paz, Saúl David Flores-, Una farmacéutica –Inés Santa María– y una analista – María Luisa García– que midieron los niveles de oxígeno y dióxido de carbono en el interior de los distintos tipos de mascarillas que se comercializan –textil, quirúrjica, FFP2 y FFP3- y en la sangre de quienes las han llevado largo tiempo. El trabajo –titulado Estudio observacional descriptivo. Adaptaciones fisiológicas derivadas del uso de las mascarillas y sus posibles repercusiones en el usuario– concluye asegurando que todas esas mascarillas –sin excepción- disminuyen en boca el nivel de oxígeno (O2) que entra y aumentan la cantidad de dióxido de carbono (CO2). Y el resultado es que pasa lo mismo con los niveles de ambos gases en las arterias lo que da lugar a una situación de hipoxia y, por ende, a una insuficiencia respiratoria.

Y es que cuando utilizamos una mascarilla impedimos que al inspirar llegue a nuestros pulmones suficiente oxígeno pero también que se eliminen libremente -por el efecto barrera- el dióxido de carbono y los gases procedentes de los procesos digestivos. Gases que al permanecer parcialmente en el interior de la mascarilla volvemos a inhalar ¡cuando se trata de productos de  desecho que incluyen bacterias y virus que de forma natural se eliminan a través de la respiración!

Está constatado que un déficit de oxígeno continuado hace disminuir su concentración en sangre mientras aumenta la de dióxido de carbono, algo que a su vez provoca un aumento de la acidez sanguínea (pH) que rompe el equilibrio necesario para el correcto funcionamiento de células y tejidos. Agregaremos que se considera normal una presión de oxígeno en la sangre arterial de entre 75 y 100 mmHg y la de dióxido de carbono de entre 35 y 45 mmHg (si es mayor de 45 el fenómeno se denomina hiper capnia y si es menor de 35 hipocapnia).

Hecha esta breve introducción diremos que el equipo antes citado decidió medir los niveles de CO2 y O2 en la sangre arterial de 60 personas de 6 a 65 años -30 adultos y 30 niños- sin problemas respiratorios y en buen estado de salud, no afectados por ninguna patología. Y se hizo de manera no invasiva utilizando unos transductores transcutáneos Radiometer cuya fiabilidad es del 99,9% respecto a la medición directa y hoy se usan ampliamente para medir la oxigenación incluso en recién nacidos y niños. Todos ellos estaban obligados al uso de mascarillas durante largos periodos de tiempo y se supervisó que se ajustaran correctamente las mismas durante las mediciones para evitar errores. El grupo de control lo integraron 62 personas sanas. Cabe añadir que la cantidad normal de oxígeno en el aire es del 21% (el 78,1% es nitrógeno, el 0,9 argón y el resto otros gases: dióxido de carbono, helio, ozono, neón, metano, etc.) y su déficit puede provocar lesiones si se mantiene en el tiempo, considerándose peligroso cuando su concentración es inferior al 16%.

En cuanto al resultado del estudio fue claro: todas las mascarillas –los cuatro tipos- provocan hipósia (déficit de oxígeno) e hipercapnia (exceso de CO2 en sangre). Además, si la concentración de oxígeno desciende al 10% y la presión baja de 60mmHg puede haber asfixia mortal.

Así lo expresa el trabajo que comentamos: “(…) El uso de las mascarillas produce un estado de ‘hipoxia silenciosa’, peligroso efecto que no produce falta de aliento, y además, un aumento de la hipercapnia fisiológica que se agrava de manera proporcional con el tiempo de uso de la mascarilla y podría justificar los dolores de cabeza, dermatitis, somnolencia, alteraciones digestivas, calambres, vómitos y diarreas compensatorias, y a una depresión del sistema inmunológico que predispone a una alteración de la microbiota bucal que justificaría las infecciones por bactérias y hongos que nos estamos encontrando estos días en consulta cuyo aumento es llamativo”.

Según estos investigadores, es muy probable que en el futuro aparezcan además otros efectos adversos, algunos de los cuales podrían ser irreversibles. Y agregan que cuanto más jóvenes sean los usuarios y más horas diarias utilicen las mascarillas, más tiempo pueden estar enmascarados sus efectos.

Los investigadores comprobaron tambien que la purificación del aire en los lugares interiores es eficaz si se usan sistemas adecuados de ionización y purificación, algo ya reconocido por el Ministerio de Sanidad y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Uno de los aparatos testados demostró de hecho, en un estudio previo realizado en febrero en la Universidad Autónoma de Madrid, que elimina el 90% de los virus en cinco minutos y más del 99% de la carga viral en quinca.

Asimismo, descubrieron que las mediciones del pulsioxímetro, dispositivo no invasivo muy utilizado que se pone en el dedo índice para medir la saturación de oxígeno en sangre, puede no reflejar el estado real de oxigenación de un paciente en determinadas circunstancias, lo que podría explicar por qué durante la Covid-19 hubo tantas insuficiencias respiratorias entre personas con buena saturación según el aparato. En todo caso el hallazgo más sorprendente fue la detección de un mecanismo de compensación por el cual el organismo genera endógenamente oxígeno.

Pues bien, de todo ello hemos hablado con uno de los miembros del grupo de investigadores, la doctora Rosa María Narros, especialista en Medicina del Deporte y Educación Física.

UNA INVESTIGACIÓN NOVEDOSA

-¿Cómo es que un grupo de médicos decide unirse para hacer un estudio sobre las mascarillas en plena pandemia?

-Porque veíamos en nuestras consultas un serio aumento de trastornos de todo tipo asociados al uso de las mascarillas: dermatitis, conjuntivitis, trastornos de la piel de todo tipo e, incluso, un mayor número de casos de crisis convulsivas en niños epilépticos. Así que empezamos a plantearnops su asociación con la mascarilla, cada uno desde su área de conocimiento; en mi caso como médico del deporte y mi experiencia en buceo y estancias en altitud con déficit de oxígeno.

Queríamos saber si se trataban principalmente de casos de hipercapnia, hipoxia o de ambas y si el pulxioxímetro vale o no para medir el estado real de oxígeno de un paciente. Eran los temas de conversación en nuestras charlas de café hasta que un día decidimos que lo mejor era medir en boca y arterialmente los niveles de oxígeno y dióxido de carbono para constatar realmente qué pasa en el organismo cuando se usan mascarillas cierto tiempo.

Fuente; Revista Discovery Salud Nº 249 – Junio 2021

Leído el 16 de diciembre de 2021