Este elemento no tiene ninguna función dentro de las células y resulta muy dañino para el sistema nervioso. Se ha encontrado en concentraciones cercanas a los niveles de toxicidad en océanos y lagos, se acumula como metilmercurio en los organismos acuáticos y causa daño cerebral, deformidades congénitas y reduce las tasas de reproducción. Sin embargo, no está claro cuánto hay y dónde termina todo.

Debido a su naturaleza, esencialmente peligrosa, 128 países se han adherido al Convenio de Minamata, que fue adoptado en 2013 en Japón y entró en vigor cuatro años después, para tratar de frenar la liberación antropogénica de este elemento.

Un estudio que tenía en cuenta las emisiones del mismo y su acumulación entre 1850 y 2010 reveló que en ese tiempo las actividades humanas fueron las responsables de la liberación de al menos 1,5 millones de toneladas de mercurio (Hg). Los datos indican que algunos procesos, como la quema de combustibles fósiles, originan 78 veces más de ese elemento que las fuentes naturales, esto es, mucho más de lo que se pensaba anteriormente.

“Una vez que el mercurio llega al medioambiente, rebota durante cientos e incluso miles de años», dice Elsie Sunderland, de la Universidad de Harvard (EE. UU.), quien contribuyó a inventariarlo. Es decir, todo el mercurio producido durante la Revolución Industrial aún podría afectarnos hoy.

El volumen total de Hg originado por las actividades humanas no ha sido la única sorpresa. Los últimos datos también arrojan luz sobre su procedencia. Según el trabajo antes citado, la quema de carbón ha aportado unas 38.000 toneladas de ese material. Aunque se pensaba que esta era la fuente antropogénica más importante, resulta que hay culpables aún peores: la producción de oro ha arrojado 221.000 toneladas, y la de plata, 365.000.

“La mayoría de la gente piensa que las actividades de nuestra especie han perturbado drásticamente el ciclo del carbono”, indica Sunderland. “Sin embargo, aún no se ha percatado de que algo parecido ha tenido lugar con los ciclos de otros muchos elementos presentes en nuestras actividades. No diría que le dedicamos una atención excesiva al carbono, pero también deberíamos centrarnos en más cosas”.

Fuente; R. Muy Nº 488/45

23/05/2022