Coca-Cola dio más de seis millones de euros a 74 organizaciones españolas del ámbito de la salud entre 2010 y 2016 para «congraciarse» con ellas dado el daño que provoca el azúcar presente en muchos de sus productos según han desvelado los investigadores Juan Pablo Rey López y Carlos A. González tras estudiar la naturaleza e implicaciones de sus patrocinios y constatar que de los 20 trabajos que financió 14 respaldaron sus estrategias comerciales, en muchos casos dañinas para la salud. Hemos hablado de ello con Carlos A. González Svatetz, profesor de Nutrición y Cáncer del Máster de Nutrición y Metabolismo de la Universitat Rovira i Virgili e investigador emérito de la Unidad de Nutrición y Cáncer del Instituto Catalán de Oncología.

Que el exceso de azúcares, harinas, grasas «trans» y aditivos alimentarios así como los pesticidas llevan a la intoxicación y acidificación del organismo siendo ello la principal causa de las enfermedades crónicas -desde la diabetes hasta el cáncer pasando por las patologías cardiovasculares- empieza a ser admitido por la comunidad médica aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) se centre principalmente en el problema en la obesidad y alerte de que los niños obesos son más propensos a desarrollar problemas otrora exclusivos de los adultos. Como la resistencia a la insulina, la diabetes, los trastornos musculoesqueléticos, las patologías cardiovasculares e, incluso, el cáncer. Obesidad cuya principal causa en el caso de los niños y adolescentes -aunque no sea la única- reside en el masivo consumo de bebidas azucaradas.

Centenares estudios lo confirman. Como el publicado en 2015 por la propia OMS titulado Guideiine: Sugars Intake forAdults and Children (Directriz sobre la ingesta de azúcares por adultos y niños) en el que puede leerse lo siguiente: «La ingesta de azúcares simples (llama así a los monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes), particularmente en forma de bebidas azucaradas, aumenta la ingesta total de calorías y puede reducir la de alimentos con calorías nutricionalmente adecuadas llevando a una dieta poco saludable, ganancia de peso y mayor riesgo de enfermedades no transmisibles. Otra gran preocupación es la asociación entre la ingesta de azúcares libres y la caries dental, enfermedad no transmisible prevalente en todo el mundo»

En 2017 el Grupo de Investigación Cardiometabólica de la Universidad Stellenbosch (Sudáfrica) con Faadiel Essop como primer autor publicó por su parte en Journal of the Endocrina Society un trabajo titulado Frequent Sugar-Sweetened Beverage Consumption and the Onset of Cardiometabolic Diseases: Cause for Concern? (El consumo frecuente de bebidas azucaradas y la aparición de enfermedades cardiometabólicas: ¿motivo de preocupación?) confirmando que la ingesta regular de bebidas azucaradas puede alterar la sensibilidad a la insulina contribuyendo al desarrollo del Síndrome Metabólico y la diabetes tipo 2.

Y ese mismo año se publicaría en Obesity Fact el trabajo Sugar-Sweetened Beverages and Weight Gain in Children and Adults: A System a tic Review from 2013 to 2015 and a Comparison with Previous Studies (Bebidas azucaradas y aumento de peso en niños y adultos: revisión sistemática de 2013 a 2015 y comparación con estudios anteriores) efectuado por investigadores de múltiples instituciones de todo el mundo, incluido el Instituto Especial para Cardiología Preventiva y Nutrición de Salzburgo (Austria) y los hospitales universitarios de Ginebra (Suiza) y la Universidad de Navarra (España) a través de la doctora Maira Bes-Rastrollo. Se analizaron los 30 trabajos más recientes que estudian la relación entre bebidas azucaradas y obesidad -20 en niños y 10 en adultos- y el resultado fue claro: en el 93% de los casos el sobrepeso o la obesidad empezó con el consumo de bebidas azucaradas.

¿Por qué pues no se toman medidas más drásticas contra tales bebidas? La razón es obvia y conocida: por el poder e influencia de esa industria a todos los niveles. Ya en 2015 Maira Bes- Rastrollo fue la primera firmante del trabajo Financial Conflicts of interest and Reporting Bias Regarding the Association between Sugar-Sweetened Beverages and Weight Gain: A Systematic Review of Systematic Reviews (Conflictos financieros de interés y sesgo en los informes con respecto a la asociación entre las bebidas azucaradas y el aumento de peso: revisión sistemática de las revisiones sistemáticas). Coordinado por el catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra Miguel Ángel González el trabajo constató que mientras en el 83,3% de las revisiones sistemáticas sin conflictos de interés se concluía que el consumo de refrescos se asocia al aumento de peso en los que sí los había tal evidencia era «insuficiente» para un porcentaje similar: el 83%.

«Estos hallazgos -subrayaba ya entonces Bes-Rastrollo- aumentan la preocupación sobre la exactitud de los resultados procedentes de la investigación financiada por la industria alimentaria o de bebidas si bien es cierto que este estudio no puede evaluar qué interpretación disponible es correcta. De todas formas esta preocupación se apoya en ensayos aleatorizados y controlados tanto en niños como en adultos en los que se observa una asociación de riesgo entre el consumo de refrescos y la ganancia de peso«.

El trabajo de este grupo internacional confirmó los resultados de otro estudioSponsorship of National Health Organizations by Two Major Soda Companies (Patrocinio de organizaciones nacionales de salud por dos grandes empresas de refrescos)- publicado dos años antes en American Journal of Preventivo Medicine centrado en los dos grandes de las bebidas azucaradas. Dos investigadores de la Universidad de Boston -Daniel G. Aaron y Michel B. Siegel- decidieron investigar la naturaleza, alcance e implicaciones que en las entidades médicas y de salud estadounidenses tuvieron los patrocinios entre 2011 a 2015 de Coca-Cola Company  y PepsiCola comprobando que dieron fondos a 96 organizaciones, incluidas muchas instituciones públicas cuyo objetivo específico es combatir la epidemia de obesidad. Es más, se demostró que las dos compañías realizaron «gestiones» en órganos legislativos para influir en 29 proyectos de ley de salud pública destinados a reducir el consumo de refrescos o mejorar la nutrición.

«Hay un patrocinio sorprendentemente generalizado de las organizaciones nacionales de salud médicas por las dos mayores empresas de refrescos del país -concluye diciendo el trabajo-. Estas empresas cabildearon (influyeron interesadamente) contra intervenciones sanitarias públicas en el 97% de los casos cuestionando el compromiso sincero de mejorar la salud pública. Al aceptar la financiación de estas empresas las organizaciones sanitarias están participando inadvertidamente en sus planes de marketing”.

Aunque el estudio encontró que Coca-Cola patrocinó a 95 organizaciones y PepsiCola solo a 13 debemos aclarar que hay mayor acceso a los datos de patrocinio de Coca-Cola gracias a la campaña de transparencia que inició la compañía tras ser acusada públicamente de patrocinar de forma encubierta la Red Global de Equilibrio Energético, grupo de la Universidad de Colorado que postuló que la solución a la obesidad es hacer más ejercicio físico y no dejar de ingerir sus bebidas (lea en nuestra web –www.dsalud.com– el artículo titulado Coca-Cola, acusada de subvencionar a científicos para que desmientan los efectos perjudiciales de sus bebidas publicado en el n° 187 de la revista).

74 ORGANIZACIONES ESPAÑOLAS SUBVENCIONADAS

De hecho ha sido precisamente ese compromiso de «transparencia» de Coca-Cola el que ha permitido a Juan Pablo Rey-López -de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sidney (Australia)- y Carlos A. González -del Instituto Catalán de Oncología– acercarse a la realidad española en el trabajo Research partnerships between Coca-Cola and health organizations in Spain (Patrocinios de investigación entre Coca-Cola y organizaciones de salud en España) publicado en European Journal of Public Health este mismo año (2018). Investigación que da cuenta de los patrocinios de Coca-Cola a organizaciones relacionadas con la salud y se identifican las publicaciones derivadas de esos trabajos y el grado de alineación de los mismos con las estrategias de la multinacional.

Pues bien, según sus resultados Coca-Cola dio 6.204.296 euros a 74 organizaciones sanitarias españolas entre el 11 de enero de 2010 y el 31 de diciembre de 2016 siendo las cinco más beneficiadas la Fundación Iberoamericana de Nutrición (723.640 euros), la Fundación Española del Corazón (560.725), la Fundación Española de Nutrición (420.251), la Fundación para la Ciencia, la Salud y la Educación (362.766) y la Asociación Española de Pediatría (349.766). Y, la verdad, es «chocante» -por ser educados- que organizaciones y fundaciones directamente relacionadas con la nutrición, el corazón y los niños reciban fondos de una de las principales empresas de bebidas azucaradas.

En cuanto a los artículos de «investigación» se identificaron 20 respaldados por Coca-Cola de los que en 14 sus autores se habían alineado con las tesis de la compañía. «En 14 de los 20 artículos -explican Rey-López y González- los autores emplearon estrategias de marketing para favorecer los intereses comerciales de Coca-Cola. La más frecuente fue centrarse en la actividad física y los comportamientos sedentarios como factores clave de riesgo obesogénicos. Las causas subyacentes que han provocado un rápido aumento en la prevalencia de la obesidad en el mundo son un tema de intenso debate entre académicos interesados en la obesidad pero hoy está suficientemente claro que algunas voces de este debate tienen flagrantes conflictos de interés«.

Los dos investigadores españoles explican que Coca-Cola consigue así «dar forma a la agenda de investigación de acuerdo a sus intereses comerciales mediante su influencia en el diseño del estudio y la selección de hipótesis«. Una estrategia en la que juegan un papel fundamental los «líderes de opinión» captados por la compañía. Entre ellos un cardiólogo de renombre mundial como Valentín Fuster, presidente de la Fundación para la Salud, la Ciencia y la Educación (SHE) cuya misión principal se supone es promover hábitos saludables en la población. «Las alianzas entre profesionales de la salud y las industrias que dañan la salud pública -señalan- deberían considerarse como estrategias de ‘marketing’ que implementa la industria de refrescos para salvaguardar sus ganancias«. El trabajo concluye diciendo de forma taxativa: «La falta de transparencia encontrada en este estudio entre autores y organizaciones patrocinadas por Coca- Cola demuestra que las organizaciones relacionadas con la salud (cuya misión debería ser promover la salud y la educación basada en la mejor evidencia disponible) han sido silenciadas por empresas que perjudican la salud de la población«.

EL DINERO CONDICIONA LOS RESULTADOS

Pues bien, hemos tenido la oportunidad de hablar con uno de ellos: el doctor Carlos A. González Svatetz, profesor de Nutrición y Cáncer del Máster de Nutrición y Metabolismo de la Universitat Rovira i Virgili y profesor de Epidemiología del Cáncer del Máster de Salud Pública de la Universitat Pompeu i Fabra además de investigador emérito de la Unidad de Nutrición y Cáncer del Instituto Catalán de Oncología, coordinador en España del estudio European Prospectiva Investigation into Cáncer and Nutrition (EPIC) y autor del libro Nutrición y Cáncer. Y fuimos directos al grano:

¿Díganos, doctor, ¿cómo se gestó la realización de su estudio?

-He dedicado fundamentalmente mi vida profesional a valorar la relación entre la nutrición y el cáncer; y, claro está, a la conexión entre obesidad y cáncer. Hoy día la obesidad está asociada causalmente a trece tipos distintos de tumores y a numerosas enfermedades, entre ellas la diabetes tipo 2 y las cardiovasculares que son la primera causa de muerte en el país; por tanto es un factor muy importante. Y cuando uno estudia a fondo el tema de la obesidad surge enseguida como factor fundamental el consumo de bebidas azucaradas. Hay en este sentido una evidencia definitiva -desde el año 2013 en el que se publicaron dos grandes metaanálisis- de que el consumo de estas bebidas azucaradas es una de las causas principales de obesidad en el mundo. Esa es la razón por la que me he preocupado por el consumo de estas bebidas.

En mayo del año pasado publiqué un artículo titulado Impuesto a las bebidas azucaradas: bien pero insuficiente sobre el resultado de la ley que estableció en Cataluña un impuesto sobre su consumo. Posteriormente supe que Coca-Cola había creado una web en la que publica todas las ayudas que otorga a organizaciones y grupos relacionados con temas como la nutrición y las enfermedades cardiovasculares. Fue entonces cuando recibí una invitación de Juan Pablo Rey, investigador español de la Universidad de Sydney, para hacer un estudio conjunto del impacto en las publicaciones científicas de las ayudas que había otorgado Coca-Cola.

¿Y le ha sorprendido el resultado?

-No. Digamos que en el mundo de la ciencia uno nunca es completamente original. Trabajamos en una estructura que crece con las aportaciones de unos y otros y en este campo ya existían investigaciones que apuntaban a las consecuencias de la relación entre el dinero de la industria y los resultados de distintos trabajos de investigación. Entre ellos un importante trabajo de la Universidad de Navarra que concluyó que mientras el 83,3% de las revisiones sistemáticas «limpias» (sin conflicto de interés) concluían que el consumo de refrescos es un potencial riesgo para la ganancia de peso el 83% de las revisiones en las que los autores admitían enlaces con la industria concluían que la evidencia científica era «insuficiente» para apoyar una asociación positiva entre el consumo de refrescos y la ganancia de peso. Es decir, hay muchas evidencias de que la financiación de la industria tergiversa o intenta modificar las evidencias científicas.

¿Usted cree que son sinceras las manifestaciones de instituciones, asociaciones e investigadores que habiendo recibido fondos de Coca-Cola niegan que hayan influido en su comportamiento?

-Tengo mis dudas, corroboradas por los resultados de nuestro estudio. En nuestro trabajo decidimos examinar si los artículos científicos analizados seguían o no las estrategias comerciales de Coca-Cola y creo que hemos mostrado claramente que es así. De 20 artículos que evaluamos 16 estaban en línea con las estrategias comerciales de Coca-Cola y los que no se alinearon con esa estrategia simplemente no eran estudios valorables; bien porque no había resultados ni conclusiones o porque se referían a otros factores como el consumo de fibra en España que no tenían ninguna relación con el objeto de nuestro estudio.

¿Y cuál cree usted que es la principal estrategia comercial de Coca-Cola en estos momentos?

-Yo creo que su estrategia es vincularse a líderes en el campo de la Nutrición y a sociedades científicas líderes en esta área porque esa vinculación puede condicionar las posturas tanto de líderes como de asociaciones beneficiando sus intereses comerciales. En España hemos vivido situaciones escandalosas. En un congreso internacional celebrado en Granada hace 7 u 8 años había en el programa de actividades un workshop (taller) oficial ¡financiado por Coca-Cola*. Y en diversos congresos sobre Nutrición realizados en España también ha habido workshops patrocinados por Coca-Cola. El hecho de que Coca-Cola financie esos talleres de trabajo en un congreso de Nutrición, tal como ya he declarado en otros medios, es como si Marlboro o Philip Morris financiarán un workshop en un congreso de Cancerología. Sería un escándalo. Pues bien, en el mundo de la Nutrición aún no existe una conciencia tan clara de que eso es así.

Este comportamiento no es solo propio de las compañías de bebidas azucaradas sino de muchas otras empresas alimenticias. ¿No es una manera de ocultar sus propias responsabilidades?

-Eso es así; no hay ninguna duda. Nosotros citamos en el artículo conversaciones entre directivos de Coca-Cola intercambiando información sobre cuál debía ser la estrategia a seguir y la importancia de vincularse a grupos y líderes científicos para atraerlos a sus posturas. En una de las últimas dirigentes de la OMS estudiaron las estrategias de las empresas que fabrican productos nocivos para la salud y concluyó que están siguiendo los mismos pasos que siguió la industria del tabaco en su día. Cuando con motivo del «gran juicio» que en 2004 se realizó contra las tabaqueras en Estados Unidos se publicó toda la documentación que mantenían bajo secreto se vio que había pagos a despachos de abogados, pagos a investigadores, pagos a instituciones. Es evidente que la alimentación es un mercado poderosísimo y las empresas intentan controlar lo que se dice sobre sus productos; sobre todo si estos son puestos en entredicho.