El Nerón que gobierna el mundo no ha cumplido medio año siquiera al frente de Estados Unidos. Pero Donald Trump ya ha logrado algo increíble: que nada sorprenda, que cualquier barbaridad parezca posible. Normalizar el caos, el abuso, la guerra y la mentira como si fuera simple lluvia.
Hace unos días, por ejemplo, Trump decidió dar asilo político a unos “refugiados”; a personas que denuncian escapar de un “genocidio”. ¿De Palestina? ¿De Armenia? ¿De Birmania? No. De Sudáfrica. Mientras se condena a la hambruna a dos millones de gazatíes –y se asesina a varias decenas de miles–, el Gobierno de Trump decidió conceder el asilo político a medio centenar de ciudadanos de Sudáfrica. Blancos que aseguran huir de un “genocidio” contra ellos, por ser afrikaners. Una pura fabulación.
Sudáfrica es también –y no es casualidad– el país que ha denunciado ante la Corte Penal Internacional el principal y mayor genocidio en lo que llevamos de siglo: la matanza de Gaza.
Mientras el mundo es incapaz de detener esa masacre, Trump juega a las guerras culturales, con provocaciones continuas que convierten en parte del paisaje su verdadera agenda. Todo es una locura, y así se normalizan las ideas más peligrosas. Amenaza la soberanía territorial de Canadá, de Panamá, de Groenlandia… Extradita ilegalmente a inmigrantes y crea nuevos cazarrecompensas contra ellos. Pone en riesgo cientos de miles de puestos de trabajo –también en España– con su estúpida guerra arancelaria. Financia y tutela a toda la extrema derecha mundial. Pacta con las peores dictaduras. Su estrategia es la batalla permanente: todo a la vez y al mismo tiempo.
¿Lo que pasa en Washington se queda en Washington? Ojalá. Pero la nueva Roma es la capital de Estados Unidos y lo que allí ocurre afecta a nuestras vidas.
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Ignacio Escolar
23/05/2025
1 Comment
Rubén Torres
3 años agoTodo lo que hace Donald Trump no me pilla de sorpresa, pues siempre lo he visto como un patán.
En cuanto a lo de pedir dinero para tener una información veraz y en condiciones, no gozáis precisamente vosotros de una fama intachable. Además, nunca difundís mis propuestas para cambiar esta sociedad fallida, por lo tanto, no esperéis de mi ni un solo centavo.