La deforestación fragmenta o acaba con el hábitat de estos animales y como consecuencia sus poblaciones se ven reducidas. Solucionar este problema requiere de tiempo y de un gran gasto por parte del Estado.

 2018/04/19

Por Antonio José Paz Cardona / Mongabay Latam

Colombia es conocida como uno de los países más ricos en diversidad biológica y cultural en el mundo. Esa riqueza ha llevado a que en su territorio existan diversos sistemas de áreas protegidas públicas, privadas y comunitarias. Una de las figuras más importantes y reconocidas es el Sistema de Parques Nacionales Naturales, representado en 59 áreas naturales que suman 14.268.224 hectáreas (142.682 km2) de la superficie nacional. Además, en 26 de estas áreas hay presencia de comunidades indígenas y afrodescendientes.

A pesar de que el Gobierno Nacional ha venido aumentando el número de áreas protegidas (no solo en Parques Nacionales) sobrepasando la meta de 26 millones de hectáreas que se había trazado hace unos años y que corresponde a más de una quinta parte del territorio del país, estas no son suficientes para garantizar la conservación de grandes vertebrados.

El Instituto Humboldt, en uno de sus artículos publicados en el informe ‘Biodiversidad 2016’, ya alertaba sobre esta situación. “Es claro que las áreas protegidas no son suficientes para conservar poblaciones de grandes vertebrados a largo plazo”, dice el reporte. Algunas de las especies que más preocupan son: el manatí (Trichechus manatus), la nutria (Pteronura brasiliensis), el oso andino (Tremarctos ornatus), la tortuga del río Magdalena (Podocnemis lewyana), el jaguar (Panthera onca), el mono araña (Ateles hybridus), la danta (Tapirus terrestris), el caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius), el bagre (Pseudoplatystoma magdaleniatum) y la raya de agua dulce (Potamotrygon motoro). Todas estas presentan algún grado de amenaza.

El oso andino está clasificado como Vulnerable en la Lista Roja de especies amenazadas de la UICN. Foto de Greg Hume, con licencia bajo CC BY-SA 3.0.

La preocupación se debe en gran medida a que muchos de estos animales son especies de alta movilidad, es decir, requieren extensos territorios para desplazarse y llevar a cabo sus actividades de caza, apareamiento o reproducción. Debido a esto el estudio resalta el valor de conservar a estos grupos de animales incluso en las áreas no protegidas. Esto último es un gran reto pues, en general, los grandes vertebrados en Colombia han visto reducidas sus poblaciones debido a la cacería indiscriminada y a la transformación de sus hábitats para explotaciones agropecuarias no sostenibles.

Carlos Lasso, investigador del Instituto Humboldt y uno de los autores del artículo, le aseguró a Mongabay Latam que “en el caso de los vertebrados terrestres su principal amenaza es la deforestación, como consecuencia del avance de la frontera agrícola y pecuaria. Eso trae consigo la pérdida del hábitat o su fragmentación, es decir, quedan parches de bosque aislados donde no hay conexión, no hay intercambio genético y se aumenta la posibilidad de que estas especies mueran por cacería, pérdida de hábitat o pérdida de las presas que les sirven como alimento”.

En el caso de los grandes vertebrados acuáticos, Lasso afirma que la principal amenaza es la construcción de represas y la sobrepesca. Además, aunque su influencia no parezca tan notoria a simple vista, la deforestación también repercute negativamente en estos animales ya que cambia las condiciones de los ríos, reduciendo sus caudales, sus patrones de precipitación e impidiendo las migraciones animales. “Debemos tener una visión integrada del ecosistema terrestre y el ecosistema acuático”, enfatiza.

Londra o nutria gigante. Foto: Castro JM

En Biodiversidad 2016 se hace gran énfasis en que los Parques Nacionales Naturales y otras reservas que antes constituían el refugio para la conservación de la vida silvestre, actualmente han dejado de ser funcionales en la mayoría de los casos y no son suficientes para la conservación a futuro. “Ya no funcionan las figuras de conservación tradicionales y es necesario crear  figuras innovadoras como los corredores biológicos. Por ejemplo, si hay áreas protegidas que quedan aisladas podemos establecer corredores a través de un curso de agua y su bosque marginal”, comenta Lasso. Según dice, si se garantiza la interconexión entre esos fragmentos de hábitat perdidos, se propende por la conservación. También hace un llamado por más recursos para seguir investigando.

Situaciones preocupantes

Uno de los grandes vertebrados sobre el cual más se ha llamado la atención últimamente es el jaguar. El biólogo José Fernando González Maya, director de la Fundación ProCAT y copresidente del grupo de especialistas en carnívoros pequeños de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), es uno de los científicos que más ha estudiado estos animales. De acuerdo con González, gran parte del territorio colombiano era considerado hábitat del jaguar, sin embargo, su hogar se ha venido reduciendo. “Tenemos poblaciones muy amenazadas como las del complejo Paramillo-San Lucas (ubicado entre las cordilleras occidental y central de Los Andes), Chocó y la Sierra Nevada de Santa Marta”, asegura.

Según un último ejercicio científico a nivel continental, se identificaron seis poblaciones remanentes, entre las cuales destaca el Amazonas ecuatoriano, colombiano,  peruano, brasileño y venezolano donde hay presencia de cerca del 80% de los jaguares de América. “A nivel Colombia tenemos  solo el 14 % del hábitat potencial de la especie en el país que está dentro de áreas protegidas. El 86 % está por fuera, lo que hace al jaguar bastante susceptible de la cacería”, dijo González a Mongabay Latam.

Un jaguar (Panthera onca) en Belice. Foto: Rhett A. Butler / Mongabay

Si bien la deforestación ya tiene en peligro a este gran felino, este fenómeno ha impulsado la cacería. Esto se debe a que la pérdida de bosques también lleva a la pérdida de sus presas habituales, haciendo que el felino recurra a la depredación de animales domésticos, especialmente ganado. Al final el depredador es asesinado en un acto de venganza del ganadero.

El Jaguar actualmente está clasificado como casi amenazado y los llamados de acción para protegerlo y evitar que su situación empeore van en aumento. Sin embargo, lograr ese grado de apoyo no ha sido tan fácil con otros animales como el manatí. Este mamífero acuático que vive en ríos, llanuras inundables, ciénagas y áreas costeras de regiones tropicales y subtropicales se encuentra catalogado como amenazado en la categoría En peligro. Alegría Fonseca, reconocida ambientalista, excongresista colombiana y quien fuera una de las primeras personas en poner al medioambiente en la agenda legislativa cuando al país poco le interesaba el tema, lleva un par de años llamando la atención sobre la conservación de este animal, el cual considera de suma importancia para la salud de los ríos y otros cuerpos de agua. “Es indispensable no solo luchar por la protección de esta especie en proceso de extinción sino restaurar su hábitat para evitar su desaparición”, comenta.

A través de la Fundación Alma, la cual lidera, ha venido trabajando con los pescadores de la ciénaga de Simití en el departamento de Bolívar, pero asegura que se necesita más compromiso por parte del gobierno colombiano. “Los pescadores hacen el máximo esfuerzo para mantener con vida los manatíes. Cada semana juntan el dinero de lo producido en un día de pesca para darle alimento a los animales que se encuentran aislados. Esto, para una comunidad de escasos recursos, es un verdadero sacrificio”, le dijo Fonseca a Mongabay Latam.

Manatí en Colombia. Foto: Fernando Trujillo

Ante este panorama, la falta de información es un factor crucial que juega en contra de la conservación de muchas especies. Irene Aconcha, del grupo de Planeación y Manejo de Áreas Protegidas de Parques Nacionales Naturales de Colombia, afirma que “estimar las poblaciones es una labor muy compleja en términos de costos y tiempo. Hasta ahora, en algunos Parques se está empezando a levantar datos para más adelante determinar las poblaciones de oso andino. Del resto de especies no hay datos que permitan estimar su población, es decir, el número de individuos por especie en un área determinada”.

Aconcha manifiesta que hasta el momento se están tomando las primeras iniciativas de programas de conservación propios de Parques Nacionales Naturales y por eso los avances en el tema aún son escasos. Los mayores logros se están dando con el oso andino y el caimán llanero, mientras que se avanza en la construcción de  programas de conservación para la danta de montaña y la tortuga charapa.

Sobre el oso andino, “la metodología que se está implementando para determinar datos poblacionales ha arrojado que Parques como Chingaza, Tamá, Puracé, y la Unidad Núcleo de Conservación  Tatamá-Farallones-Munchique tienen una ocupación sobre el 80 %, es decir, este valor corresponde a la probabilidad de que la especie esté presente en el área en un momento determinado”, cuenta Aconcha.

Los grandes vertebrados amenazados en Colombia *

Manatí (En peligro)

Manatí.

Solo el 9,15 % de su área de distribución se encuentra en algún área protegida. Este animal habita en áreas extensas, aisladas y de difícil acceso. Los planes de manejo de las áreas protegidas han tenido un enfoque principalmente terrestre y su nivel de investigación es bajo.

Principales amenazas: caza para el consumo de la carne y productos asociados, enmallamiento en redes de pesca, contaminación, pérdida del hábitat, colisiones con embarcaciones y vandalismo.