Independientemente de que el coronavirus chino bautizado como SARS-Cov-2 realmente exista y provoque la llamada «enfermedad del COVID-19′ -porque como se explica en otros textos de esta revista no está demostrado- y de que los test que se supone lo detectan sean fiables hay algo evidente: están muriendo en las unidades de cuidados intensivos de todo el mundo miles de personas a las que los médicos difícilmente pueden tratar con eficacia ya que aseveran que no hay ningún tratamiento para eliminar virus en los casos graves y están buscándolo cuando eso es falso. Existen pero no quieren utilizarse porque la gran industria lleva años desprestigiándolos y presiona para que no lleguen a los hospitales. Eso sin olvidar que al menos en España muchas de las muertes se deben a la falta de respiradores; los médicos de esas unidades se han pasado semanas teniendo que optar por decidir a quiénes se los ponían sabiendo que a los demás se les condenaba a muerte y optaron por atender a quienes más opciones tenían de sobrevivir con calidad de vida. Nos lo han confesado personalmente algunos rogando que no facilitáramos sus nombres. Pues bien, damos a conocer las alternativas que podrían salvar la muerte de muchas personas y no se están teniendo en cuenta.

Lo primero que cabe recordar a los lectores -y a los médicos y autoridades- es que la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial -ratificada por España- dice en el punto 37 de su apartado sobre Intervenciones no probadas en la práctica clínica lo siguiente: «Cuando al atender a un paciente las intervenciones probadas no existen y otras intervenciones conocidas han resultado ineficaces el médico, tras pedir consejo a expertos y con el consentimiento informado del paciente o de su representante legal, puede usar intervenciones no comprobadas si a su juicio dan alguna esperanza de salvar su vida, restituirle la salud o aliviar el sufrimiento. Intervenciones que deben ser posteriormente investigadas a fin de evaluar su seguridad y eficacia. En todos los casos esa información nueva debe ser registrada y, cuando sea oportuno, puesta a disposición del público”.

Pues bien, existen protocolos terapéuticos alternativos a los aprobados que ya han demostrado su eficacia y algunos cuyas posibilidades no deberían rechazarse apriorísticamente, máxime cuando los médicos reconocen a familiares y amigos que «ya no hay nada que hacer”. Veamos algunos de ellos.

El pasado 1 de marzo el Chínese Journal of Infectious Diseases publicó un documento titulado Consenso de los expertos sobre el tratamiento integral del coronavirus 2019 -rebautizado coloquialmente como Plan Shanghai-que fue elaborado con la opinión de una treintena de expertos en el tratamiento de neumonías de distintos hospitales que fueron convocados por la asociación médica de la ciudad tras examinar el historial clínico de más de 300 pacientes infectados por el «nuevo» coronavirus. Y en él, al hablar del tratamiento de pacientes leves, se dice ya lo siguiente: «Se recomienda el uso de altas dosis de vitamina C (…) Administrar a diario entre 50 y 100 mg por kilo de peso de forma continuada parece mejorar significativamente la oxigenación«.

Más adelante, en el capítulo Tratamiento de soporte de la función orgánica para pacientes graves y en estado crítico dedican el apartado 6 a la Prevención y tratamiento de la «tormenta de citoquinas«. La expresión se refiere a una reacción inmunitaria grave potencialmente mortal por la que el cuerpo libera rápidamente en sangre demasiadas citoquinas. Como se sabe éstas cumplen una función muy importante en la respuesta inmunitaria pero son dañinas cuando se producen de golpe en gran cantidad a causa de una infección o reacción autoinmune. Pues bien, el Plan Shanghai recomienda en tales casos “utilizar grandes dosis de vitamina C por vía intravenosa: entre 100 y 200 mg por kilo de peso al día. Su uso continuo mejora significativamente el índice de oxigenación”. Es decir, una dosis doble respecto a los casos leves.

En el momento de escribir este texto -23 de marzo de 2020- hay en marcha en China un ensayo clínico fase 2 en el que se va a inyectar en vena lentamente -12 ml por hora- ¡24.000 mg diarios de vitamina C! -dos veces al día durante 7 días seguidos- a 140 pacientes con coronavirus afectos ya de complicaciones respiratorias graves (puede leerlo en https://clinicaltrials.gov/ct2/shov/ /NCT04264533). Se trata de pacientes internados en el Hospital Zhongnan, cercano a la llamada «zona cero» y el ensayo lo coordina el doctor, Zhiyong Peng quien en la justificación del ensayo dice: “La vitamina C -también conocida como ácido ascórbico- tiene propiedades antioxidantes. Cuando aparece sepsis aumenta el número de citoquinas y los neutrófilos se acumulan en los pulmones destruyendo los capilares alveolares. Pues bien, los primeros estudios clínicos han demostrado que la vitamina C puede prevenir eficazmente ese proceso. Además la vitamina C puede ayudar a eliminar el líquido alveolar previniendo la activación y acumulación de neutrófilos y reduciendo el daño al canal epitelial alveolar. Paralelamente, la vitamina C puede prevenir las lesiones vasculares causadas por la activación de los neutrófilos”.

El doctor Richard Z. Cheng, miembro de la American Academy of Anti-Aging Medicine y uno de los promotores del ensayo -que espera poner en marcha pronto otros sobre la vitamina C- afirma por su parte: “La vitamina C es muy prometedora para prevenir y especialmente importante para tratar a pacientes moribundos cuando no hay mejor tratamiento. Miles de personas han fallecido ya por el COVID-19 y sin embargo no he visto ni oído que se hayan utilizado grandes dosis de vitamina C por vía intravenosa en ninguno de los casos. El enfoque actual de vacunas y medicamentos antivirales específicos para epidemias está fuera de lugar (…) La vitamina C no es solo un antioxidante prototípico pues también ayuda a destruir el virus y prevenir la replicación viral. Además la importancia de usar grandes dosis de vitamina C de forma intravenosa radica no solo en su actividad antiviral sino en su acción sobre el Síndrome de Dificultad Respiratoria Aguda (SDRA) que mata a la mayoría de las personas en las pandemias coronavirales como el SARS, el MERS y ahora el SARS-2«.

El Síndrome de Dificultad Respiratoria Aguda se caracteriza por hipoxemia severa -la saturación de oxígeno en sangre es menor de 90,7% (no debe confundirse con hipoxia que se refiere a una disminución de la difusión de oxígeno en células y tejidos)- y suele acompañarse de inflamación descontrolada, lesión oxidativa y daño en la barrera alveolar-capilar por lo que hay claramente estrés oxidativo y eso puede contrarrestarse con grandes dosis de antioxidantes como la vitamina C.

LO QUE DICE LA LITERATURA CIENTÍFICA

Nuestras autoridades dicen que apenas hay trabajos científicos sobre la aplicación intravenosa de la vitamina C pero faltan a la verdad; repasemos pues algunos de los numerosos trabajos que hay sobre ello centrándonos en los más recientes.

En 2017 el doctor Paul E. Marik -jefe de cuidados intensivos del Hospital Sentara de Norfolk (EEUU)- confirmó que la vitamina C intravenosa a altas dosis es eficaz para tratar a personas con sepsis o intoxicación sanguínea por infección. Así lo dio a conocer en Chest con el trabajo Hydrocortisone, Vitamin C and Thiamine for the Treatment of Severe Sepsis and Septic Shock: A Retrospectiva Before-After Study (Hidrocortisona, vitamina C y tiamina en el tratamiento de la sepsis severa y el shock séptico: estudio retrospectivo sobre el antes y el después). Según se explica en él trató en la UCI a 47 personas con sepsis -infección generalizada- y el tratamiento redujo de forma significativa la mortalidad. «Nuestros resultados -concluye el trabajo- sugieren que el uso temprano de vitamina C intravenosa junto con corticosteroides y tiamina es eficaz para prevenir la disfunción orgánica progresiva -incluida la lesión renal aguda- y reducir la mortalidad de pacientes con sepsis severa y shock séptico«.

Ahora bien, en febrero de este mismo año -2020- el propio Manik publicó en Expert Reviewof Anti- infective Therapy -en plena pandemia pues- un trabajo titulado The antivirals properties of vitamin C (Las propiedades antivirales de la vitamina C) recomendando de forma expresa el uso de vitamina C ante cualquier infección viral pero no ya el de corticoides. Y ello porque está constatado que los pacientes con enfermedades infecciosas agudas tienen bajos niveles de vitamina C en circulación y ésta tiene propiedades inmunomoduladoras beneficiosas ya que aumenta la producción de interferones alfa y beta y regula a la baja la producción de citoquinas proinflamatorias. En cuanto a por qué ya no recomienda corticoides dice al respecto: «Hemos tratado a una docena de pacientes con insuficiencia respiratoria potencialmente mortal debido a infección por influenza A con nuestro protocolo HAT (hidrocortisona, vitamina C y tiamina). En esta ocasión pues sin corticosteroides. Y mostraron una rápida mejoría desde el inicio de la terapia. Eliminamos los corticosteroides al tratar a pacientes con infecciones virales porque pueden modular la respuesta inflamatoria pero también estimular la infección. No recomendamos pues usar corticosteroides en las infecciones severas por influenza A».

Alpha Fowler III, director ejecutivo del Centro Johnson para Cuidados Críticos e Investigación Pulmonar de la Virginia Commonwealth University publicó por su parte en 2019 en JAMA el trabajo Effect of vitamin C infusión on organ faüure and biomarkers of inflammation and vascular injury in patients with sepsis and severe acute respiratory faüure: the CITRIS-ALI randomized clinical (Efecto de una infusión de vitamina C en la insuficiencia orgánica, los biomarcadores de inflamación y el daño vascular de pacientes con sepsis e insuficiencia respiratoria aguda grave: estudio clínico aleatorizado CITRIS-ALI). Y en él se afirma que la vitamina C redujo de forma segura los niveles de todos los biomarcadores citados en el propio título del estudio disminuyendo además la mortalidad. El grupo de pacientes tratado con vitamina C pasó -de media- tres días menos en la unidad de cuidados intensivos (UCI) y una semana menos en el hospital.

Un año antes -en 2018- un equipo del Hospital General de Massachusetts de Boston (EEUU) encabezado por C. S. Nabzdyk y E. A.Bittner publicó en la Revista Mundial de Medicina de Cuidados Críticos el trabajo Vitamin C in the critically ill – ¡ndications and controversia (Vitamina C en enfermos críticos. Indicaciones y controversia) y según se asevera en él la vitamina C…

…elimina los radicales libres protegiendo a las células de la oxidación, mejora la hemodinámica y puede acelerar la resolución del shock séptico.

…mejora la función de la barrera endotelial, de la microcirculación y de la función cardíaca.

…acelera la curación de heridas y actúa como cofactor de la síntesis de colágeno.

También en enero de ese año un grupo de investigadores encabezado por V. Patel publicó en International Journal of Molecular Sciences el trabajo Dietary Antioxidants Significantly Attenuate Hyperoxia-lnduced Acute Inflammatory Lung Injury by Enhancing Macrophage Function via Reducing the Accumulation of Airway HMGB1 (Los antioxidantes dietéticos atenúan significativamente la lesión pulmonar aguda inflamatoria inducida por la hiperoxia al mejorar la función de los macrófagos reduciendo la acumulación de la vía aérea HMGB1). Los investigadores concluyeron que la vitamina C y el sulforafano -ambos antioxidantes dietéticos- pueden reducir la lesión pulmonar inflamatoria aguda inducida por el estrés oxidativo en los pacientes que reciben ya ventilación mecánica.

En cuanto a la seguridad de la aplicación intravenosa de la vitamina C hasta el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos reconoce que es un tratamiento seguro. Puede comprobar en https://www.cancer.gov/about-cancer/treatment/cam/hp/vitamin-c-pdq y que en los diversos ensayos en que se utilizó para tratar casos de cáncer demostró ser bien tolerada constatándose que además alarga el tiempo de supervivencia, mejora la calidad de vida y disminuye los efectos secundarios de los agresivos tratamientos oncológicos. Concretamente afirman que intravenosamente es inocua a dosis de hasta 1,5 gramos por kilo de peso.

LA OZONOTERAPIA

En cuanto al ozono médico -una mezcla inocua de oxígeno (O2) y ozono (O3)- se trata de un potente microbicida -destruye multitud de bacterias, virus y hongos patógenos- que además aumenta el transporte de oxígeno, estimula y activa los sistemas enzimáticos y antioxidantes, modula el sistema inmune y posee una potente acción antiinflamatoria y analgésica. Y es una excelente alternativa inocua, eficaz y barata para tratar al coronavirus porque ya ha demostrado su eficacia ante el ébola, virus ARN al igual que el SARS-Cov-2.

Dieron cuenta de ello los doctores Harold Robins y Robert J. Rowen en el artículo que con el título Rapid resolution of hemorrhagic fever (Ebola) in Sierra Leone with ozone therapy (Resolución rápida de la fiebre hemorrágica (Ébola) en Sierra Leona con ozonoterapia) apareció en 2016 en The African Journal of ¡nfectious Disease. En él se documenta la historia de cuatro pacientes con síntomas, tres con confirmación positiva de ébola y uno que se contaminó al pincharse con una aguja contaminada con el virus y se trató preventivamente. Los cuatro fueron tratados administrándoles directamente ozono mezclado con agua ozonizada por vía rectal y en los tres primeros los síntomas remitieron a los 2-4 días recuperándose al final por completo mientras que el tratado preventivamente no llegó a tener síntomas. Nuestros lectores habituales quizás lo recuerden porque esto ya lo publicamos (apareció en el n° 177 con el título Boicotean el tratamiento del ébola con ozono en Sierra Leona). Estos dos médicos fueron hasta aquel país invitados por el Gobierno para tratar con ozono a la población y tras utilizarlo en el propio presidente y entrenar a muchos médicos en el manejo de la terapia 24 horas antes de comenzar a tratar a la población fueron expulsados y se prohibieron en el país los tratamientos con ozono. Los 11 generadores que llevaron quedaron sin embargo en Sierra Leona y gracias a ellos 4 médicos que contrajeron el ébola pudieron curarse, algo que documentaron haciendo luego llegar todos los datos a Rowen y Robbins que dan cuenta de ello en el artículo antes citado (puede consultarlo en https://www.ajol.info /Índex, php/ajid/article/vie w/726773).

Pues bien, el doctor Robert J. Rowen publicó a finales del pasado año en Medical Gas Research un nuevo trabajo titulado Ozone and oxidation therapies as a solution to the emerging crisis in the management of infectious diseases: a review ofcurrent knowiedge and experience (Las terapias de ozono y oxidación como solución a la crisis emergente en el manejo de enfermedades infecciosas: una revisión de los conocimientos y la experiencia actuales) afirmando en él que se trata de una terapia «ampliamente estudiada» que puede aplicarse por sí sola o como coadyuvante de otras en todas las infecciones víricas. De ahí que asevere: «El mundo necesita desesperadamente una terapia antiinfecciosa segura, económica y efectiva a la que los microbios no desarrollen resistencia. Las terapias de oxidación han mostrado un perfil de seguridad extremadamente alto, sin informes creíbles de lesiones significativas más allá de la irritación de las venas. La ozonoterapia, la más estudiada y menos costosa de realizar, es en sí misma un germicida -no un antibiótico- y mejora varios parámetros fisiológicos esenciales para la defensa de la infección. Informes recientes indican respuestas muy favorables a las enfermedades bacterianas y virales, incluido el ébola. A pesar de su falta de rentabilidad comercial (no patentable) la Medicina haría bien en revisar el ozono en la crisis actual”. Y de hecho tiene la ventaja de que se puede administrar a cualquier paciente, sea cual sea su edad y estado, sin efectos secundarios negativos.

Recordemos además que en 2013 la doctora Jacqueline Díaz Luis publicó en la Revista Cubana de Hematología, Inmunología y Hemoterapia un trabajo titulado Efecto modulador de la ozonoterapia sobre la actividad del sistema inmune en el que se asegura que la actividad antiviral del ozono incluye los daños en la cápside, oxidación de la envoltura lipídica y modificaciones en la estructura que impiden la unión del virus al receptor y la penetración en una nueva célula. Además modula la respuesta inmune al estimular la actividad de los leucocitos y la producción de citoquinas, interferones y el factor de necrosis tumoral alfa. Cabe añadir que el peróxido de hidrógeno que se forma tras su descomposición potencia la capacidad defensiva del organismo. Asimismo posee un importante efecto oxidativo controlado que estimula y regula la acción de las enzimas antioxidantes glutatión reductasa, glutatión peroxidasa, superóxido dismutasa y catalasa.

Y no son más que meros ejemplos. Invitamos al lector interesado en profundizar a que lea los artículos Rectal ozone therapy for patients with pulmonary emphysema (El ozono rectal es útil en los pacientes con Enfisema Pulmonar) -aparecido en 2011 en Revista Médica de Chile-, Ozone primes alveolar macrophage-derived innate immunity in healthy human subjeets (El ozono estimula la inmunidad innata derivada de macrófagos alveolares en las personas sanas) -se publicó en 2016 en The Journal ofAUergy and Clinical Inmunology– y Oxygen-ozone therapy as support andpalliative therapy in 50 cáncer patients with fatigue – A short report (La terapia de oxígeno y ozono como apoyo y terapia paliativa en 50 pacientes de cáncer con fatiga: un breve informe) -apareció en 2018 en European Review for Medical and Pharmacological Sciences-. Y hay muchos otros.