Economía ibérica

Hablando ahora de la agricultura, los cereales constituyeron la base de la producción y la alimentación de estas sociedades: cebada, trigo, mijo, espelta, avena y un largo etcétera. Una parte de la producción se debía panificar, mientras que la otra se dedicaba a la producción de cervezas. Las legumbres son el segundo grupo en importancia: la lenteja, el guisante, el haba, etc. El lino era también importante, tanto por la obtención de óleo como de fibras para hacer tejidos. También la viña era un cultivo frecuente tanto por su consumo directo como para su transformación en vino.

En cuanto a la ganadería, los bóvidos machos eran explotados fundamentalmente como fuerza de trabajo en la actividad agrícola y las hembras se guardaban para la obtención de leche. Los cerdos y los conejos eran usados por su aportación alimentaria, mientras que cabras y ovejas serían usados para obtener, de manera complementaria, carne, leche y lana. Los caballos debieron ser animales de prestigio. Además, se atestigua su uso para la guerra. Por los poblados costeros, la pesca también debía de ser una actividad importante, dado que se han encontrado anzuelos y plomos de red, pero no se conocen los tipos de barcas que empleaban. Finalmente, realizaban grandes labores industriales en otros procesos asociados como la obtención de miel y de sal natural.

La metalurgia del hierro se hacía servir tanto para la producción de armas como de una gran diversidad de instrumentos de trabajo: rejas de arado, picos, hachas, azadas, hoces, tijeras, etc. Por su parte, la metalurgia del bronce se aplicaba más en la producción de objetos personales: fíbulas (Especie de hebilla o broche que se usaba para sujetar las prendas de vestir), agujas, anillos, pendientes, etc.

La actividad textil es quizás una de las más documentadas, tanto por algunas representaciones iconográficas de mujeres hilando, como por la presencia abundante de pesos de telar (llamados pondera) y fusayolas. Los íberos vestían ropa de lino y lana, el tejido se realizaba dentro de las casas o en el exterior, junto a la entrada. El proceso de elaboración de un tejido constaba de varias fases: cardado de la lana, hilatura y textura. La hilatura se hacía con un huso de madera en un extremo del cual se colocaba una fusayola de arcilla; la textura se realizaba en telares verticales formados por una estructura de madera cuadrangular donde se tensaban los hilos con ayuda de pesos de arcilla. Con la lanzadora de mano se hacía la trama pasando horizontalmente los hilos y alternando con hilos verticales.

Otras actividades artesanales que tenían lugar pero que son difíciles de documentar por su carácter perecedero son el curtido de pieles, el trabajo del esparto y el labrado de la madera.

Figura 4.- Plato con decoración geomètrica (Puntal dels Llops (Olocau, Valencia), siglos III-II a.C.), créditos.

Pendiente de oro (Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia), Siglos III-II a.C.), créditos.

La producción cerámica es de lejos, la actividad artesanal más importante y utilizada dentro del mundo ibérico. Es muy variada y, generalmente, de muy buena calidad, con pastas trabajadas, depuradas y cocidas a alta temperatura: ánforas para el transporte, vajilla de mesa, vasos de almacenamiento, etc.

Las decoraciones acostumbran a ser pintadas en rojo terroso y realizaban tanto motivos decorativos geométricos como figurativos (bastante más escasos) (Ver Figura 4).
El comercio de importación se documenta fundamentalmente por el hallazgo de vajilla de mesa (de barniz negro) y grandes envases de transporte de productos alimentarios (vino, óleo y salones de pez) griegos, fenicio-púnicos, etruscos y romanos. Por su parte, el comercio de exportación se documenta mediante el hallazgo de ánforas ibéricas en el Languedoc, Cartago e Ibiza, muy probablemente contenedores de vino y cerveza. Se piensa que, junto con los metales, los cereales constituyeron una gran parte de las exportaciones ibéricas, teniendo en cuenta los grandes conjuntos de campos de silos que se documentan en el siglo VI a.C., hecho coincidente con la intensificación de las importaciones.

Religión y creencias.

Hablaba Estrabón sobre la existencia de sacrificios de animales entre los íberos según el ritual de los griegos, donde recogían sangre en una pátera, entonaban cánticos y tocaban música de flautas. Este planteamiento cobra fuerza analizando los exvotos o pequeñas figuritas de bronce encontradas en los lugares de culto (Ver Figura 6) que aparecen con los brazos abiertos en actitud orante. Por su parte, las decoraciones pintadas de la cerámica del Tossal de San Miquel (Llíria, València) aparecen a menudo escenas de danza ritual.

Los cultos a los antepasados tenían lugar en las casas, mientras que los relacionados con las fuerzas de la naturaleza se desarrollaban en santuarios situados fuera de los asentamientos frecuentemente cuevas o abrigos rituales, a pesar de que, en los yacimientos más importantes, ya se detectaban edificios singulares que probablemente tenían una función religiosa (favissae).

Uno de los cultos más populares era el rendido a Deméter, una divinidad griega femenina relacionada con la agricultura y la muerte, coincidente en el mundo púnico con Tanit, y que en el mundo ibérico estaría asimilada probablemente a alguna divinidad local (Ver Figura 6). A día de hoy seguimos sin conocer los nombres de las divinidades ibéricas, a pesar de que en dos inscripciones latinas aparecen citadas dos deidades de nombre céltico: Herotoragus y el dios Seitundus.

Figura 5.- Figura de guerrero a caballo. (La Bastida de les Alcusses (Moixent, Valencia), siglo IV a.C.) créditos.

Quemaperfumes con representación Tanit-Deméter (Puntal dels Llops (Olocau, Valencia), siglos III-II a.C.) créditos.

En cuanto al ritual funerario, los cadáveres de los difuntos eran quemados, a menudo con sus armas y otros objetos personales. Los restos eran lavados antes de ser colocados en una urna que se enterraba en un hoyo acompañado de objetos personales y otras ofrendas, todo ello configuraba el ajuar mortuorio. En el sur son frecuentes las grandes tumbas y los monumentos funerarios, mientras que en el norte peninsular solo se documentan pequeños túmulos y estelas raramente inscritas. Encontramos también, a pesar de que la incineración es prácticamente universal entre los íberos, que era bastante frecuente la inhumación de neonatos dentro de las casas.

Conclusión

La Cultura Ibérica reúne muchos rasgos para considerarla como un personaje esencial en entender el devenir y la conformación de las grandes potencias del Mediterráneo Antiguo. El estudio de todos los pueblos que la conformaban nos permite acercarnos a una dimensión social y cultural poco conocida y cuya identidad ha de explicarse necesariamente gracias a las interacciones y procesos de aculturación, con las gentes fenicio-púnicas primero, y romanas después. Al fin, las sociedades ibéricas terminaron adoptando los modelos latinos pero sus rastros materiales y arqueológicos llegan aún hasta nuestros días para ilustrarnos sobre las características de esta cultura prerromana tan interesante que se dio hace más de 2.500 años en la Península Ibérica.

https://revistaenraizada.com/index.php/2021/01/16/descubriendo-la-cultura-iberica/

11/07/2024