Conocer la realidad de ciertos alimentos que asumimos como saludables evitará que nos dejemos engañar por los reclamos comerciales.
22 octubre, 2023
Roberto Méndez @RobertoMendez_
En los últimos años se ha instaurado una mayor conciencia sobre lo que es un alimento saludable y lo que no. Especialmente desde que tenemos nuevas escalas para diferenciar los alimentos ultraprocesados de los que no lo son. Sin embargo, la industria alimentaria aún guarda ases bajo la manga, y logra seguir vendiendo como sanos productos que realmente no lo son.
En esta nueva entrega de consejos médicos, revisaremos tres tipos de alimentos que se nos han vendido como saludables y aptos para tomar a diario, pero que en el fondo no lo son. Quedarían, por tanto, para consumir de forma mucho más puntual.
El zumo de naranja
Debemos consumir al menos cinco raciones de frutas y verduras al día, a ser posible tres de verduras y dos de fruta según las últimas evidencias científicas. Pero ni un zumo ni un smoothie pueden equipararse a una pieza de fruta. La fruta entera es fruta, lo demás son engaños. Punto.
El famoso zumo de naranja matinal sigue siendo protagonista de los típicos desayunos de película. Se asocia a un estilo de vida saludable, pero las cosas no son tan fáciles. En cualquier zumo de fruta, por natural que sea, se pierde su estructura, su fibra y gran parte de sus micronutrientes esenciales. Lo que sí prevalece es el azúcar, transformado de un modo perjudicial para la salud.
Al consumir este azúcar en formato líquido, exprimido, y sin fibra ni matriz alimentaria de por medio, el pico glucémico o nivel de azúcar en sangre se dispara. Esto no ocurre con la fruta entera, la cual requiere un procesado tras la masticación y la digestión, con su correspondiente fibra y su potencial saciante. Y en otro escalón de lo menos saludable estarían los zumos industriales con azúcares añadidos.
El jamón york y otros embutidos
Los embutidos en lonchas presuntamente altos en proteína y bajos en grasas forman parte casi obligada de cualquier dieta con pretensión de » saludable». Sí, la carne de pavo o pollo en lonchas es más conveniente que el chorizo o el salchichón, por ejemplo. Sin embargo, debemos estar atentos al etiquetado: la mayoría de estos productos tienen más aditivos y menos carne de lo que creemos.
Es cierto que algunas marcas han mejorado el porcentaje cárnico de estos packs en lonchas, pero a menudo no es suficiente. El primer ingrediente siempre debe ser la carne, y en la gran mayoría de estos productos apenas encontramos un 50-60% de carne real. El resto suele ser agua, fécula de patata, sal, jarabe de glucosa y otros aditivos. En definitiva, un ultraprocesado de libro.
Para ser un fiambre loncheado realmente saludable, o al menos «buen procesado», debería contener un 90-95% de carne y algún aditivo imprescindible y esporádico. Hoy en día ya podemos adquirir hamburguesas preparadas que llegan incluso al 98% de carne, en comparación al 78-80% de antes, y algunos fiambres están empezando a alcanzar estos porcentajes. Pero no son la mayoría: hay que mirar con cuidado el etiquetado antes de adquirir este tipo de productos.
Cereales para el desayuno
Para finalizar, hablaremos tanto del muesli como de los cereales para desayunar en general. Si bien no todos son iguales, he creído conveniente agruparlos en un mismo punto porque comparten algunas características a conocer y evitar.
El muesli suele contener más aditivos y azúcar de lo que creemos. De hecho, se usaba como sustituto de los cereales para el desayuno intercambiando este azúcar de más por granos integrales, frutos secos, fruta deshidratada, etc. Sí, se trata de ingredientes en principio saludables, pero la mayoría de los mueslis del supermercado también añaden cantidades ingentes de azúcar, harinas refinadas y grasas añadidas.
Sin percatarnos, el producto fácilmente puede rozar las 500 kcal por cada 100 gramos. Una porción normal suelen ser 30 gramos, donde llegamos a consumir fácilmente 150 kcal sin darnos cuenta.
Los cereales para desayunar, por otra parte, siguen siendo protagonistas de multitud de anuncios dirigidos a unos frágiles consumidores: los niños. Muchos de ellos suelen venderse en cajas con colores vistosos y personajes animados, incluso con algún juguete como reclamo. Para los adultos, se han desarrollado cereales específicos para cada necesidad: contra el estreñimiento, para adelgazar… las opciones son diversas y a la vez dantescas.
Pero, cuidado: la inmensa mayoría siguen basándose en harinas refinadas, con azúcares añadidos en formatos diversos (miel, jarabe de glucosa, frutas desecadas azucaradas). Incluso si se vende «sin azúcares añadidos», esto no mejora el hecho de que su base ya sea deplorable. Algunos de estos cereales se salvan, pero la mayoría de los que podemos adquirir no. De nuevo, hay que prestar atención al etiquetado.
27/10/2023