Club de mus, club de fútbol, de tenis, y ahora de malas madres, triatlón o de abuelos. Toda la vida nos hemos agrupado según nos movía el alma o las necesidades.
Serán comunidades de energía renovable y otras fórmulas y sin duda el autoconsumo con energía solar será la estrella por su fiabilidad técnica, precios asequibles y facilidad de instalación en pequeños o grandes módulos según necesidades y espacio disponible.
El Renovathon que Greenpeace organizó el pasado noviembre para imaginar colectivamente una solución al reto de la pobreza energética a través de las renovables nos trajo una confirmación e interesante sorpresa: Si bien teníamos claro que mucha gente siente rechazo, incapacidad o miedo para hablar y acercarse a la energía renovable (cosa más que comprensible por la trayectoria de obedientes ovejitas pagadoras de facturas imposibles de entender a las que nos tienen acostumbrados), resultó ilusionante y evidente que las personas cuando tenemos la oportunidad de aprender de un tema e imaginar caminos diferentes tenemos un potencial y atrevimiento para cambiar nuestro entorno sin límites.
El abanico de soluciones fue variado: transformar el pueblo de tus padres, el barrio, el parking de tu edificio, blockchain para enviar y repartir energía, videos píldoras para el móvil para empoderar a las mujeres, red ciudadana desde el cole al barrio, aplicaciones para compartir la energía renovable desde el móvil…la gente inventó y se divirtió durante dos días imaginando nuevas fórmulas para hacer energía limpia, intercambiarla y empoderarse. No hizo falta saber de energías renovables y frases repetidas fueron “qué sorpresa y yo sin saber de renovables, qué divertido, repetiría la experiencia”.
Y esto nos demuestra una cosa: que la democratización de la energía (de la que hablamos en el reciente informe que hemos publicado llamado “Hacia la electrificación sostenible universal”) deja de ser teoría y que tiene un potencial de transformación y aplicación sin límite cuando tenemos la oportunidad de aprender, informarnos y participar para convertirla en algo manejable, útil, que cambia vidas (porque también sirve para luchar contra la tremenda pobreza energética).
Y es que solos o desde cualquier colectivo, cualquiera puede participar ya en el sistema energético para producir su propia energía limpia, gratuita, para intercambiarla, regalarla o almacenarla. Las renovables (energía solar, entre otras) ya son de todos y para todos y serán claves en la transición energética tan urgente que necesitamos. Su marco legal e impulso real tendrán que mejorar y converger en 2021 para desplegar todo el potencial de la gente y conducirnos hacia la electrificación sostenible universal.
Hacia dónde vamos en 2021?
Tenemos muchísimo trabajo por delante en Greenpeace para el próximo año. Y entre los retos más importante será conectar a la gente, a lo rural y lo urbano, al barrio, a tu pueblo, a tu club de amigos…para conocer y aprender diferentes formas de estar, consumir y relacionarnos con el planeta, para potenciar esas conexiones que ya existen en la ciudadanía y llegar a una verdadera democratización de la energía.
Y la energía, ese bien que debería ser derecho, que condiciona nuestras vidas y lamentablemente la del planeta, por fin puede ser, si la hacemos sostenible y democrática, más nuestra y ser un verdadero disruptor de la emergencia climática. Porque tan importante como los grandes parques es la energía distribuida hecha por y para la gente.
En 2021 acompañaremos al proyecto ganador del Renovathon, Energía en el cole para que crezca y pueda convertirse en comunidad energética para multiplicarse por doquier. El cole es una de las muchas opciones de clubs de energía renovable al que te puedes unir y volver a compartir, disfrutar y replicar aquello que más te gusta, como hacíamos antes.
Fuente: Greenpeace
Renovables. Apúntate al club de la energía (ecoticias.com)
26/01/2021