En 1989, un cocodrilo de cinco metros de largo yacía gravemente herido en la orilla de un río de Costa Rica, tras haber recibido un disparo. Un lugareño llamado Chito (Gilberto) rescató a Pocho, como llamó al cocodrilo, y lo cuidó durante varios meses hasta que se recuperó.
Cuando Pocho recuperó sus fuerzas, Chito lo llevó de vuelta al río para liberarlo. Pero Pocho no quiso quedarse atrás, y siguió a Chito hasta su casa. Y así fue como Chito cuidó de Pocho durante casi dos décadas viviendo el cocodrilo junto a Chito y su familia. A medida que su vínculo se reforzaba con los años, Chito y Pocho llegaron a confiar el uno en el otro tan completamente que pasaban horas cada día nadando y jugando juntos. Sorprendentemente, el cocodrilo Pocho era amable y paciente con su compañero humano, e incluso respondía a su nombre cuando se le llamaba. Miles de turistas, científicos y expertos en comportamiento animal acudieron a ver cómo se divertían.
Chito también enseñó al cocodrilo Pocho varios trucos, como darse la vuelta, levantar la cola y cerrar un ojo. Después de muchos años de amistad, Pocho murió en 2011 por causas naturales. Cientos de personas asistieron a su funeral. Naturalmente, Chito se sintió desolado por la muerte de Pocho, pero sigue compartiendo la historia de su amigo para concienciar sobre lo especiales que pueden llegar a ser los cocodrilos.
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María G.
2 meses agoEn 1989, un cocodrilo de cinco metros de largo yacía gravemente herido en la orilla de un río de Costa Rica, tras haber recibido un disparo. Un lugareño llamado Chito (Gilberto) rescató a Pocho, como llamó al cocodrilo, y lo cuidó durante varios meses hasta que se recuperó.
Cuando Pocho recuperó sus fuerzas, Chito lo llevó de vuelta al río para liberarlo. Pero Pocho no quiso quedarse atrás, y siguió a Chito hasta su casa. Y así fue como Chito cuidó de Pocho durante casi dos décadas viviendo el cocodrilo junto a Chito y su familia. A medida que su vínculo se reforzaba con los años, Chito y Pocho llegaron a confiar el uno en el otro tan completamente que pasaban horas cada día nadando y jugando juntos. Sorprendentemente, el cocodrilo Pocho era amable y paciente con su compañero humano, e incluso respondía a su nombre cuando se le llamaba. Miles de turistas, científicos y expertos en comportamiento animal acudieron a ver cómo se divertían.
Chito también enseñó al cocodrilo Pocho varios trucos, como darse la vuelta, levantar la cola y cerrar un ojo. Después de muchos años de amistad, Pocho murió en 2011 por causas naturales. Cientos de personas asistieron a su funeral. Naturalmente, Chito se sintió desolado por la muerte de Pocho, pero sigue compartiendo la historia de su amigo para concienciar sobre lo especiales que pueden llegar a ser los cocodrilos.