«Estamos sobre la cúspide de una catástrofe», ha advertido la organización Ocean Conservation Namibia (OCN) ante la muerte repentina de más de 7.000 lobos marinos (Arctocephalus pusillus pusillus) en las playas de Namibia, en África. En estos momentos, los investigadores reúnen pruebas y rastrean la costa con drones para tratar de esclarecer el origen de este desastre ecológico en Pelicant Point, un turístico lugar conocido por la gran presencia de lobos marinos y delfines.

Tras las hipótesis que se barajan, la causa podría encontrarse en la inanición, ya que los peces de los que se alimentan estos animales han migrado a otras aguas a causa del cambio climático. El nivel de toxinas presentes en el agua u otras enfermedades relacionadas con el calentamiento global y la acidificación de los océanos también se encuentran entre las posibilidades.

La especie afectada es un mamífero marino endémico de la costa de Sudáfrica y Namibia. En la época de cría, entre mediados de noviembre y principios de diciembre, miles de hembras dan a luz en las colonias que viven en la costa. «Sin embargo, este año las hembras han llegado excepcionalmente delgadas a las costas de Namibia y cientos, si no miles, de ellas han abortado», afirma en un comunicado de prensa Namibian Dolphin Project.

Por ello, el impacto sobre las crías de foca preocupa especialmente a los expertos. Al analizar las fotografías del rastreo con drones, la organización alerta de que la estimación sobre el número de crías «eleva los números a más de 5.000 solo en nuestra colonia».

Muerte masiva de crías prematuras

La preocupación ante este suceso se agrava tras días estudiando una mortalidad inusual en Namibia y Sudáfrica. «Hay literalmente miles de crías de foca que nacen prematuramente y mueren casi de inmediato. Este es un fenómeno natural, lo que significa que cuando una hembra embarazada siente que no tiene suficientes reservas, puede abortar a su feto», explica la organización en un comunicado en sus redes. «Esto sucede todos los años con unos pocos ejemplares, pero nunca a esta escala».

El ambientalista Naudé Dreyer, de la OCN, ya alertó el pasado mes de septiembre de la presencia de focas muertas en las costas de Namibia. Empecé a ver unas cuantas crías muertas a finales de agosto y unas pocas más a mediados de septiembre», explica. «La semana pasada volví a Pelican Point y vi cientos de fetos en un día. Ahí es cuando saltaron las alarmas».

Dreyer trabaja en colaboración con Tess Gridley y Simon Elwen, de la organización Namibian Dolphin y asociados con el departamento de Botánica y Zoología en La Universidad Stellenbosch, y Brett Gardner, veterinario de Sudáfrica. Los expertos trabajan las veinticuatro horas del día recolectando muestras y realizando estudios de campo con drones para medir el alcance de lo ocurrido y tratar de anticiparse a lo que podría estar por llegar.

Mientras tanto, los científicos aún investigan otro desastre medioambiental ocurrido la semana pasada a cientos de kilómetros, en Kamchatka, Rusia, donde una microalga muy tóxica ha provocado la muerte de hasta el 95% de los invertebrados marinos.

Algo similar ocurrió en 1994 en Cabo Cross, cuando 10.000 lobos marinos y 15.000 fetos murieron en masa por la inanición resultante de la escasez de peces y una infección causada por una bacteria.

«Un cierto número de muertes en las colonias es una parte normal del ciclo de la vida. Lo que preocupa aquí es el alto número de abortos en el mismo momento. El impacto de estas muertes en la colonia de Pelican Point, y posiblemente más lejos, puede notarse durante años».

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20/01/2021