Sus colores oro y plata, sumados a la energía que despliega, hacen del masheer un trofeo muy codiciado. Capturamos ejemplares de 6 kg, con moscas y señuelos, en el río Saryu, pleno corazón de la India.
27-08-2015
El golden mahseer (o salmón indio), un miembro de la familia de los ciprínidos, ha hecho su hogar en los ríos del Himalaya. Su espíritu de lucha se ha ganado la estima de los deportistas durante la época del imperio británico. Tanto es así que Rudyard Kipling, el famoso escritor inglés de principios del siglo XX, ganador del Premio Nobel y autor de, entre otros, El Libro de la Selva, dijo sobre el mahseer: “El que tiene el valor de capturarlo se puede decir que es un verdadero pescador”.
Nuestra búsqueda de mahseer comienza con un vuelo de 8 horas desde Francia, seguido de un tren de 5 horas en Delhi para llegar a nuestra primera parada de una noche. Luego, otras 5 horas en coche por las carreteras sinuosas de las colinas de Uttarakhand, un pequeño estado en el norte de la India, bordeando el Tíbet y Nepal. Un campamento marca el final de esta parte del viaje, organizado por Himalaya Outback. Esa misma noche efectuamos las presentaciones frente a una fogata al lado del río Saryu.
Todos los personajes
Nuestro equipo estaba formado por los pescadores europeos Gilles y Arnaud, franceses y los primeros en llegar. El relativamente experimentado Gilles había logrado convencer a su amigo, que nunca antes en su vida había tocado una caña de pescar. Ana y Nevid formaban un increíble par español-turco de pescadores con mosca. Dos ciudadanos del mundo que se enamoraron en la India, mientras trabajaban en Bombay hace unos años, y ahora viven en Barcelona. Finalmente, Andrew, un caballero inglés que se maravilla solo por el hecho de estar en la naturaleza.
También nos reunimos con Misty Dhillon, nuestro anfitrión y fundador de Himalaya Outback. Como un verdadero maestro de la pesca con mosca, su conversación es muy apreciada y nos anticipa lo pesimista que son nuestras posibilidades de éxito: como a veces ocurre durante un viaje de pesca, el clima juega malas pasadas.
Violentas tormentas entran en erupción durante la noche, lo que hace prácticamente imposible la pesca al día siguiente. En palabras de Misty: “El agua es del color del café con leche. Y si bien se aclaró durante el día, aproximándose más a la tonalidad del té, todavía está demasiado oscura para que los peces vean nuestros señuelos”.
6/11/2020
1 Comment
Rubén Torres
3 años agoCapturar peces para hacerse unas fotos, utilizarlos en piscifactorías para repoblar ríos o para estudios científicos está bien. Pero lo que no está bien, es utilizar anzuelos que les provocan en algunos casos graves destrozos en la boca o en el interior del cuerpo que, aunque se suelten de nuevo al río, podrían morir por una infección de hongos a los pocos días.
Se supone que somos los seres más inteligentes del planeta azul, entonces ¿por qué no lo demostramos capturándolos con redes sin provocarles heridas?