¿De dónde proviene el perro? ¿de cuál de los doce géneros y treinta y cinco especies que componen la antiquísima familia de los cánidos deriva éste?. ¿De una o más formas salvajes extintas, como por ejemplo, el antediluviano Tomarctus, en el que algunos cinólogos verían al progenitor del Canis familiaris en sus formas fósiles más antiguas que se han descubierto?
Sobre este tema, cuya solución evidentemente no es fácil, se han hecho correr ríos de tinta y son muchos los estudiosos que en él se han aventurado. Han surgido numerosas teorías, muchas de las cuales son acreedoras de todo respeto – así como por la importancia de los autores pero siempre a la busca de hipótesis no siempre convergentes, si bien unas y otras podrían resistir una crítica severa.
Es un hecho que el indagar en la profunda noche de los tiempos nunca ha sido una operación fácil. De cualquier forma, nunca se ha investigado tanto acerca del origen de los animales como en el caso del perro, lo que es comprensible dado lo apasionante del tema, siendo como es dicho animal tan próximo al hombre desde las más remotas épocas.
Sí es cierto que se ha conseguido reconstruir la filogénesis de otros animales, y especialmente del caballo -en este último caso por obra de paleontólogos ingleses y americanos- no se puede decir lo mismo del perro, principalmente a causa de su polimorfismo: considérese los cien kilos que puede llegar a pesar un San Bernardo y los ochocientos gramos de un chihuahua.
La cuestión más debatida, pero nunca resuelta, es la que se refiere a la pluralidad o no de los orígenes.
¿Monogénesis (descendencia de una sola estirpe) o poligenesis (descendencia de varios troncos’? Sea como fuere. las hipótesis tomadas en consideración son: a) la descendencia del lobo: b) la descendencia del chacal; c) la descendencia del zorro (que también es un cánido) pero que a priori se tiende a descartar en razón de que son muchos los caracteres físicos y psíquicos que lo distancian del perro, por ejemplo, la pupila elíptica, mientras que en el perro es circular, hábitos distintos a los del lobo, chacal y perro, d) la descendencia de perros salvajes de formas extintas o vivientes.
Considerando por otro lado el ya exacerbado polimorfismo del perro, no carece de fundamento el concepto de Pallas según el cual el cruce de varios cánidos se encontraría en el origen de las diversas razas caninas actuales. Pero tampoco hay que olvidar – y esto favorece a los partidarios de la monogénesis— que a la diferenciación de las razas puede haber contribuido la variación natural, debida a la domesticación, a la intervención del hombre en la multiplicación de la especie, a la cría en consanguinidad, a los cruzamientos y mestizajes (Dechambre).
Para la mayor parte de los especialistas, los antecesores del perro hay que buscarlos en el lobo y el chacal, o mejor en las diversas formas de estos dos cánidos. El lobo vive en Europa, Asia y América del Norte. En África existe el Canis simensis (probable antecesor de los lebreles, denominado también lobo abisinio). El chacal se encuentra en Europa, del Cáucaso a los Balcanes en vastísimas zonas asiáticas comprendidas entre Birmania y Turquía, en todo el Norte de África Egipto, Egipto, Abisinia y otras muchas regiones africanas, Jeitteles sostiene que el chacal es el progenitor del perro de las turberas, del lobo indio y del perro de pastor; el lobo-chacal africano el antecesor de muchos perros del antiguo Egipto y el Canis anthus —tenue variedad del lobo-chacal (Canis lupaster)— es originario del lebrel (según Tschudy).
Por consiguiente, debería admitirse la diversidad de orígenes, Hay que tener presente, que tanto el lobo como el chacal, tienen un período de preñez que dura 63 días; que el lobo como el chacal se aparean fácilmente con el perro y la descendencia es indeterminadamente fecunda.
Concluyamos con Faelli: «Hay que admitir la pluralidad de orígenes de las razas caninas por los muchos hechos que así lo indican, tales como la gran diferencia existente entre las diversas razas, la existencia, desde las más remotas épocas históricas que se conocen, de varias razas de perros, muy distintas entre sí y semejantes o idénticas a las razas actuales, y la semejanza de las diversas razas caninas en varias regiones con las especies indígenas salvajes que allí todavía existen. Por estas razones, y por la facilidad con que se pueden cruzar perros semidomésticos con especies salvajes, es muy probable que los perros domésticos del mundo hayan descendido de dos verdaderas especies de lobos (Canis lupus y Canis latrans (1), y de otras dos o tres especies dudosas de lobos (o sea, las formas europea, india y africana);
De por lo menos una o dos especies caninas de Sudamérica; de varias razas, y especialmente del chacal, y quizá de una o más especies extintas (Darwin).»
Pero consideremos las formas fósiles. En 1854 -escribe Tschudy- después de la desviación de los cursos de agua del Jura, quedaron en evidencia varias estaciones de la época de los palafitos, en la zona de los lagos orientales de Suiza, en las que se puso a descubierto un riquísimo material de restos de animales domésticos. Junto a géneros y utensilios, cuyo material y modo de elaboración proporcionaron conclusiones sobre la época de la estratificación, se encontraron además cantidad de huesos pertenecientes a la fauna prehistórica, tanto de animales salvajes como de animales domésticos.
Tales restos de huesos —prosigue Tschudy- fueron estudiados por el profesor de zoología de Basilea, Ludovico Rütimayer, que se sirvió del método ya adoptado por primera vez por Cuvier en anatomía comparada, método que fue verdaderamente fecundo en resultados, y que bajo la dirección de Rütimayer proporcionó excelentes resultados sobre el origen de los animales domésticos, hasta el punto que su autor pasa a ser el fundador.
Rütimayer, entre los restos hallados al descubrirse las primeras construcciones palafíticas suizas, ha puesto de manifiesto una serie de las más antiguas formas europeas de Canis familiaris, llamado también perro de los palafitos o perro de las turberas.
Volvamos a Tschudy: «El perro de las turberas representa la raza más antigua domesticada de perro que haya sido descubierta en territorio europeo. Este tipo se presenta en la época más reciente y propiamente en la de las construcciones palafíticas.
«En los yacimientos más remotos de la Edad de Piedra, o sea, en la de los habitantes de las cavernas, que poblaron nuestra tierra suiza al final de la primera época glaciar, se encontraron, junto con otros restos, los de perros que por sus características han de admitirse como pertenecientes al lobo» Así, pues, el hombre de la época remota de la piedra no conocía al perro doméstico.
«Una nueva inmigración de pueblos de poniente al levante aportó una cultura más desarrollada que la de los habitantes indígenas de las cavernas». Se presentaron, por consiguiente, nuevos hombres que construyeron los palafitos, y con ellos una nueva serie de animales: el perro de la turba, buey de la turba, oveja de la turba y cerdo de la turba».
»Esta forma fósil, la más antigua que se ha encontrado en Europa, representada precisamente por el «perro de las turberas» o de los «palafitos», es descrita por Rütimayer en 1862, y calificada Canis familiaris palustris por haber sido descubierta justamente en las estaciones lacustres del medio neolítico.
En los hallazgos posteriores de fósiles acontecidos en Austria, Bohemia y otras varias localizaciones se descubrieron despojos que, al ser estudiados, revelaron las formas que habrían dado origen a los distintos grupos. Así, en los estratos de la edad del bronce, se descubrieron cráneos de perros de gran tamaño: dicho fósil es denominado Canis familiaris matris optimae, o «perro de la edad del bronce», y se le considera el bisabuelo del perro de pastor. En otra forma prehistórica, el Canis familiaris intermedius o «perro de la edad del hierro» (según algunos de la ceniza) se cree ver al antepasado del perro de busca. Otros fósiles: el Canis familiaris spaletti, que es el más pequeño de todos y de tipo volpino, el Canis leineri, probable iniciador del grupo de los lebreles, y, finalmente, el Canis familiaris inostranzewi, designado por algunos naturalistas como el predecesor de los perros molosoides y de ciertos perros de tiro de trineo. Si bien fue descubierto en Europa, el perro e las turberas, o palustris, considerado el antecesor del grupo Canis familiaris, y como la raza más antigua domesticada en territorio europeo, como ya se ha dicho esta forma no ha de considerarse autóctona. Junto a tales restos se hallaron otros, pertenecientes a distintos animales domésticos, que demuestran su descendencia de animales oriundos de Asia (Tschudy). También es cierto que no pocos científicos se inclinan por la derivación asiática (para otros africana y limitada a determinadas razas) de nuestro perro doméstico. Como tampoco falta quien considera la formación europea de algunos grupos.
De cualquier modo, es un hecho que en Asia se encuentran bajorrelieves que atestiguan la presencia entre los pueblos asirios de grandes mastines utilizados para la guarda y para la guerra, indudablemente derivados del lamoso perro del Tíbet que Marco Polo escribió como de dimensiones enormes, parecidas a las de un asno, y que existe todavía hoy en día, pero con dimensiones más reducidas, Desde el Tíbet el animal domesticado se propagó a los países limítrofes, Nepal e India. De ahí es llevado a tierras griegas (probablemente por obra de Alejandro en su viaje de regreso de la India) y con tal material inicia allí la cría y desarrollo del moloso, que será adoptado después por los Romanos: así se obtuvieron los famosos perros de lucha de los circos.
Otra teoría, sostenida por muchos naturalistas famosos, es aquella según la cual habrían sido los fenicios quienes trajeron los grandes mastines criados por los asirios de Mesopotamia a Europa, como mercancía de valor. De éstos descenderían todos los mastines europeos actuales. Al tratar de los orígenes de muchas de las razas aquí descritas, asomará frecuentemente esta hipótesis. En el antigüe Egipto la cría canina debió de gozar de gran consideración. Así lo demuestra, no solamente las abundantes representaciones, sino la marcada diferenciación entre diversas razas que en ellas se aprecia. Citemos, por ejemplo, la tumba comúnmente atribuida a Antifax II, de la Décima Dinastía (2-3000 años a. de C.) que está decorada con la figura de un siervo que sostiene la traílla con cuatro tipos de perros favoritos del faraón..Y son: un lebroide de líneas marcadas, un perro de compañía, un vulpoide y, finalmente, un tipo bastante parecido al moderno basenji, que es considerado como el predecesor de los actuales terriers. En América, de forma especial en México, existen numerosas estatuillas de pequeños perros de una época comprendida entre el 900 y a. de C. En China, por citar un ejemplo, un bronce de la dinastía Chou (siglo XI ó XII, 1122-256 a. de C.) representa tres figuras de perros diferentes.
Nota este texto está extraído del libro; Perros de defensa, de guarda y de utilidad.
Autor; Fiorenzo Fiorone. ED. De Vecchi
2/03/2024