Los genocidios más crueles de la historia: desde la matanza de Ruanda hasta la masacre armenia
El Imperio otomano expulsó a la población armenia de Estambul, y se calcula que entre 1915 y 1923 murieron un millón y medio de personas.
27.01.2014
En el genocidio de Ruanda murieron más de 800.000 personas
Desde 2006, cada 27 de enero se celebra el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Y aunque hoy solo se recuerde a las víctimas de la llamada ‘solución final’, en la historia de la humanidad ha habido otros casos de genocidio, actos atroces perpetrados con la intención de destruir a un grupo por motivos étnicos o religiosos.
Los libros de historia están llenos de matanzas sin sentido por motivos casi siempre expansionistas que encierran siempre problemas étnicos: desde la romanización hasta la conquista de América, pasando por la invasión del imperio mongol al mando de Genghis Khan. Aquí hacemos un repaso a las barbaries más actuales:
Los cries: murieron en torno a 5.000 entre 1654 y 1656. Esta tribu india del valle de Ohio fue aniquilada por sus vecinos iraqueses.
El genocidio armenio: 1915-1923
El ‘Gran Crimen’ (o Medz Yeghern en armenio) comenzó el 24 de abril de 1915, cuando las autoridades turcas detuvieron a 235 miembros de la comunidad de armenios en Estambul. Después la cifra aumentó a 600, y al final, se ordenó la deportación de toda la población armenia. No se les dejó cargar con medios para subsistir, y la mayoría murieron a causa del hambre y la sed.
¿Los motivos para el genocidio?
Diferencias étnicas y religiosas. Las leyes islámicas consideraban a los no musulmanes como ‘dhimmi’, es decir, pertenecían a una clase social inferior. Aunque se toleraba su presencia, tenían que pagar más impuestos.
En total, entre 1915 y 1923 murieron un millón y medio de personas. Además de los armenios, el Imperio otomano también se ensañó con otros grupos étnicos: asirios, griegos, serbios…
Actualmente, Turquía no niega la masacre perpetuada por el Imperio otomano, pero no la califica de genocidio, ya que no considera que se tratara de un plan sistemático y premeditado.
A Iósif Stalin, que dirigió la Unión Soviética entre 1924 y 1953, se le atribuye la muerte de 40 millones de personas, entre purgas, hambrunas, colectivizaciones forzosas, depuraciones étnicas…
Holodomor ucraniano: 1932-1933
Matar de hambre. Ese fue el método que aplicó la URSS para convertir a Ucrania en un estado satélite del régimen soviético. A este genocidio se le conoce por el nombre de Holodomor, que significa ‘matar de hambre’.
La hambruna artificial fue una técnica que Stalin provocó en más de una región adscrita a la URSS. En 2008, la ONU y el Parlamento Europeo condenaron los hechos como crímenes contra la humanidad, pero no emplearon el término genocidio en su denuncia. Murieron entre 1,5 y 10 millones de personas.
La revolución cultural de Mao Tse Tung: 1949-1969
Lo que se conoce como ‘Revolución cultural’ fue más bien un ajuste de cuentas dentro del Partido Comunista Chino, que acabó con un líder indiscutible: Mao Tse Tung, responsable de la muerte de más de 70 millones de personas.
Pol Pot y los Jemeres Rojos: 1975-1979
Los Jemeres Rojos fueron el partido político que gobernó Camboya entre 1975 y 1979. Su líder fue Pol Pot, que abrazó la ideología maoísta de forma extrema en plena Guerra Fría, con una idea muy clara: evitar cualquier ataque aéreo por parte de Estados Unidos.
Con ese pretexto, la primera medida que tomó el régimen de Pol Pot fue el de evacuar todas las zonas urbanas del país, y declaró a los habitantes de las urbes como enemigos del Estado. Llevó el marxismo hasta tal punto que hizo desaparecer la moneda, el mercado, las escuelas y las religiones.
Si en 1975 la población de Camboya era de 7,3 millones de habitantes, en 1978 esta disminuyó a 5 millones.
La barbarie de Ruanda: 1994
En Ruanda se distinguían dos clases, los hutu y los tutsi. La distinción no respondía a criterios étnicos o religiosos, ya que no existen rasgos físicos específicos que diferencien a los hutus de los tutsis. Las diferencias se limitaban a cuestiones tribales y demográficas: la mayoría de la población ruandesa pertenecía a la clase hutu.
La masacre comenzó a raíz del asesinato en 1994 del general Juvénal Habyarimana, presidente de Ruanda y perteneciente a los hutus. Su muerte desencadenó un plan de persecución contra los tutsis, que fueron desplazados a campos de refugiados. Se eliminó al 75% de la población tutsi durante la barbarie.
Se calcula que más de 800.000 personas fueron asesinadas y casi cada una de las mujeres que sobrevivieron al genocidio fue violada. También se habla de una venganza tutsi, conocida como el «otro genocidio», aunque sus cifras no son comparables.
Sin embargo, la matanza no solo se centró en los tutsis. El sector radical de los hutus también aniquiló a hutus moderados que se oponían al régimen de Habyarimana. Se mezclaron por tanto razones políticas al genocidio. Tras el genocidio, la distinción entre hutu y tutsi fue eliminada de los carnés de identidad.
18/07/2020
1 Comment
Manel Torralba
3 años agoEstá claro que nuestros gobernantes no están capacitados para asumir sus cargos. Dado el desinterés que demuestran por erradicar los genocidios y las guerras.
Todo eso sería posible si los que gobernaran fuesen gente con un alto nivel de formación de ecología, medioambiental, económica y de social.
En España y supongo que en todo el mundo no hay ni una sola ley que esté correcta, por lo que convendría empezar a cambiarlas todas. Reto a los lectores a que me digan una sola ley que esté correcta. No deben confundir las normas con las leyes, pues muchas normas las encuentro correctas.
Una vez más, abogo para que se elijan personas competentes y dejar a los inexpertos en el banquillo, solo así se pueden encontrar soluciones efectivas.
Por enésima vez se ratifica lo que desde hace décadas vengo diciendo: cuando alguien tiene el poder de decidir qué se debe hacer ante un problema y ese alguien no está lo suficientemente cualificado, algunos problemas se agravan irremediablemente.
En los genocidios ni se molestan en averiguar quién tiene talento. Entre ellos podría haber científicos o gente con grandes inventos que todavía no ha patentado y sería un grave error asesinarlos.