Un 7,3% de los españoles entre 35 y 44 años –según datos de la Organización Mundial de la Salud- ha perdido ya más de la tercera parte de su dentadura. Y ese porcentaje aumenta progresivamente con la edad ya que llega a ser del 20% en las personas mayores. Es más, se calcula que más de 250.000 españoles carecen por completo de dientes. Un problema ciertamente grave.

La pérdida de dientes es la consecuencia final de dos procesos habituales; las caries y las enfermedades periodontales. Y si bien el desarrollo de la odontología tiende a frenar esas afecciones siguen siendo muchos los españoles que sufren el problema.

Además, la desdentación –parcial o total- no es sólo un problema estético: la falta de dientes impide una buena masticación y eso suele derivar en problemas digestivos.

Paralelamente, el desdentado se enfrenta a problemas psicológicos derivados de esa carencia. Los casos de ansiedad y depresión entre los desdentados –especialmente, entre los jóvenes- son corrientes y afectan al desarrollo de su vida personal y profesional. No olvidemos que se trata de una de las partes más visible de la cara y que la boca es el órgano que interviene básicamente en la expresión y comunicación. Sin olvidar su influencia en las manifestaciones sexuales.

En suma, hablamos de algo que origina problemas a la hora de relacionarse con la sociedad y con la pareja dando lugar a una pérdida de autoestima y fenómenos de auto aislamiento y automarginación. De hecho, hoy se habla ya de “invalidez oral”.

Ahora bien, el problema aparece cuando a la falta de dentadura se une la pérdida de la encía ya que entonces la posibilidad de implantarse prótesis artificiales es nula. Falta de hueso maxilar que puede deberse a algún accidente, una infección grave, un proceso tumoral o al uso prolongado a lo largo de los años de dentaduras removibles –de quita y pon- en la medida en que provocan una reabsorción continuada del hueso.

AUTOINJERTO ÓSEO

En tales casos lo que se hace es reconstruir el maxilar mediante la técnica quirúrgica creada por el profesor sueco I. Branemar -descubridor hace ya 35 años de la técnica de implantes dentales basada en el fenómeno biológico de la oseointegración- que consiste en reconstruir el maxilar perdido con un autoinjerto óseo. Es decir, se trata de transplantar un trozo de hueso de otra zona del cuerpo –normalmente de la cresta iliaca (cadera) o de la calota craneal (cráneo)- a la boca y crear así un nuevo maxilar fijándolo a la cavidad oral mediante unos implantes de titanio puro que, a la vez que sirven de estabilización del hueso trasplantado, servirán a los 4-6 meses para la fijación de los dientes.

Generalmente se le permite al paciente que decida de dónde prefiere que se le extraiga el hueso, inclinándose la mayoría por el de la calota craneal ya que es indoloro y no deja cicatriz visible; por contrario la extracción del hueso de la cadera es doloroso y provoca incapacidad temporal además de dejar cicatriz.

Se trata de una cirugía reconstructiva de buen pronótico a largo plazo –entre 6 y 8 meses una vez colocada la prótesis- y representa la solución para muchos pacientes que puedan ser considerados inválidos orales.

En cualquier caso, las personas a las que les falta también las encías constituyen un porcentaje pequeño de casos. Pero incluso a ellos, reconstruido el nuevo maxilar, se les pueden implantar dientes.

IMPLANTES DENTALES

Los implantes dentales se efectúan insertando primero en el maxilar del paciente .el propio o el reconstruido con autoinjerto óseo- unas pequeñas fijaciones de titanio y a continuación se espera a que esas fijaciones se oseointegren en el hueso. Tiempo durante el cual el paciente puede continuar usando su dentadura de “quita y pon” como lo hacía hasta ahora. Eso sí, los catorce primeros días deberá hacer una dieta blanda y a partir de entonces comer casi de forma normal. Sólo debe procurar no presionar en la zona donde se han colocado los implantes.

Finalizado el proceso de cicatrización, se hará la conexión de un pilar que, unido al implante, servirá como apoyo para la fijación de la prótesis final y permanente. Por lo general, bastan dos implantes para soportar cuatro dientes y entre cuatro y seis para un desdentado total.

Es importante señalar que como los implantes están fabricados en titanio puro y éste es un material biológicamente compatible –no se produce nunca rechazo-, se unen perfectamente al hueso.

DIENTES EN UN DÍA

Hasta aquí lo que los especialistas hacen normalmente. Ahora bien, el profesor Branemark ha vuelto de nuevo a revolucionar la odontología con un nuevo tratamiento. Se llama “One Day Teeth” (Dientes en un día) y se basa en la colocación de una base de titánio standard que se atornilla mediante tres implantes colocados en el hueso de la encía del paciente, estructura en la que se puede colocar a continuación, inmediatamente, las piezas dentales.

Con esta nueva técnica no es necesario esperar a que el proceso de oseointegración se hay completado para colocar las prótesis dentales sino que se realiza todo en un día. Es decir, tras una sencilla operación para colocar la base de titanio, se colocan luego las piezas dentales atornilladas a ella. Un proceso que se desarrolla en apenas 8 horas al término de las cuales el paciente hace desde el primer día vida normal.

Otra de las ventajas es que como la base de titanio es estándar, el paciente no se tiene que someter a ninguna visita previa para tomar medidas.

El único inconveniente es que ese maxilar completo con dientes sólo se puede colocar, hoy por hoy, en la encía inferior. En la superior debe seguirse el tratamiento convencional.

Por otra parte, en España sólo hay un centro donde en estos momentos se aplique. Está dirigido por el doctor Joan Pi, colaborador de Branemark en el desarrollo del tratamiento y primer médico en aplicarlo fuera de Suecia. Eso sí, los resultados –asegura éste- son satisfactorios: más del 90% de éxito.

Actualmente sólo hay seis centros en el mundo que apliquen esta nueva técnica y están, además de en España y Suecia, en Bélgica, Italia, Austria, Chile y Brasil.

Jorge Palafox

Fuente; Revista Discovery Salud. Número 24 – Enero 2001

18/10/2021