Una golondrina se posa sobre una rama. iStock

 

Irene Asiaín

Con la llegada del frío, las golondrinas inician toda una travesía hacia lugares más cálidos. Considerado el ejemplar que más distancia recorre durante sus migraciones, viajan miles y miles de kilómetros hacia África. Pero siempre vuelven, y lo hacen al mismo lugar donde nacieron o nidificaron la temporada anterior. El problema es que cada vez son menos y su declive comienza a ser «alarmante».

Un estudio reciente de la Sociedad Española de Ornitología (SEO Birdlife) ha analizado la población de aves en Europa desde 1980 y los resultados son preocupantes. A nivel europeo, se han perdido unos 600 millones de ejemplares, sobre todo debido a la disminución masiva de aves comunes como la golondrina.

En España su población presenta un declive pronunciado. En los últimos 25 años, este ejemplar común ha encontrado cada vez más un terreno hostil y su presencia se ha reducido hasta en un 45%. Hoy tan sólo pueden observarse la mitad de los ejemplares que atravesaban los cielos hace dos décadas, y sobre todo se debe a un estado de conservación desfavorable.

«Estamos acabando con sus puntos de cría», lamenta Juan Carlos del Moral, coordinador de ciencia ciudadana de SEO/BirdLife. Y es que estos ejemplares construyen sus nidos con barro en agujeros que encuentran en los edificios. Como cuenta Del Moral, lo que ocurre es que los edificios viejos, con estos huecos, se acaban remodelando y, donde antes las golondrinas podían anidar, ahora encuentran un muro de cemento o una cristalera.

Se destruyen unos nidos para los que estos pájaros han necesitado una media de 5.000 viajes en distancias de hasta un kilómetro, porque hay que tener en cuenta que la cantidad de barro que pueden llevar en su pico por cada vuelo es limitada. Según datos de SEO, cada año se destruyen miles de estos nidos en las ciudades, lo que dificulta la supervivencia de una especie que está de por sí catalogada como amenazada.

Del Moral añade además otras causas a la disminución de la población de aves comunes como las golondrinas. «Tratamos nuestras ciudades con herbicidas para que no haya malas hierbas, y estén limpias, pero eso elimina su alimento, los insectos que pueda haber, y se quedan sin comida en las ciudades», asegura el experto. Y esto es algo de lo que lleva alertando la ciencia en los últimos años.

Según el último estudio publicado al respecto por Ecologistas en Acción y la Asociación Española de Entomología, los insectos en nuestro país están desapareciendo a un ritmo que asusta. Algunos como las mariposas han experimentado una disminución del 30% en los últimos años. Pero este solo es un ejemplo de los insectos que están viendo reducida su población.

Y con menos insectos, aves como las golondrinas encuentran además otro hándicap a la hora de alimentarse. La invasión de especies como la cotorra argentina está teniendo un impacto directo sobre estos ejemplares. «En Madrid hay cerca de 14.000, y están compitiendo por el alimento», cuenta el experto, «y lo hacen con esta y con otras especies».

La pérdida de ejemplares como la golondrina también está muy ligada a los medios agrícolas, no sólo ocurre en las ciudades. Como explica Del Moral, esto se debe -de nuevo- al uso de insecticidas y herbicidas en los cultivos. Aunque se alimentan de insectos y son esenciales para su desarrollo, en ocasiones también pueden alimentarse de grano. El problema es que en el medio rural, semillas como el trigo o la cebada «ahora están blindadas», aseguran desde SEO, porque «están protegidas con toda clase de productos no aptos para consumo».

Otras especies amenazadas

El estudio desarrollado por SEO Birdlife a escala europea llama la atención sobre la reducción de otras especies como el gorrión común, que ha perdido el 50% de su población desde 1980, un total de 247 millones de aves. En España, el 37% de las especies de aves comunes tienen declives en sus poblaciones y algunas superan el 50% de reducción.

La pérdida del gorrión en concreto no es la más notoria en nuestro país, pero sin duda se ha mantenido en el tiempo. Hace tres años se situaba en un 30% de declive, pero en los últimos tres años se ha recuperado de manera leve, con una reducción de un 3% (lo que equivale a millones de ejemplares). No obstante, Del Moral advierte que lo que ocurre con este ave es que «siempre tiene pequeñas recuperaciones y grandes bajones», por lo que «se espera que en los próximos años vuelva a tener esos bajones y no creemos que se vuelva a recuperar».

Las causas son las mismas que están detrás de la desaparición progresiva de las golondrinas. Este ejemplar está ya totalmente extinguido en ciudades como Londres, Bruselas, Amberes o Hamburgo, en parte también por la contaminación que permea en los núcleos urbanos.

En Madrid se realizó un estudio para conocer el impacto de la contaminación atmosférica en los gorriones. Para ello, se tomaron muestras de gorriones de la ciudad y de zonas de campo. Los resultados arrojaron que los que vivían en la ciudad tenían una inmunodepresión (falta de defensas) muy elevada y presentaban unos plumajes descoloridos.

Algo que no solo se debe a la contaminación por gases, sino también a la lumínica, que les provoca estrés y al exceso de ruido. «Las aves cantan para comunicarse entre ellas, pero muchas son territoriales. Con el ruido tienen que gastar mucha más energía para comunicarse», asegura Del Moral. Sin embargo, con el declive de sus poblaciones, estos cantos también se están apagando.

Así lo demuestra otro estudio publicado en Nature Communications, en el que los autores concluyeron una disminución generalizada en la diversidad e intensidad acústica de los paisajes sonoros naturales, provocada por cambios en la composición de las comunidades de aves. Y sobre todo, especificaban, en espacios agrícolas.

Según datos de SEO Birdlife, en España el declive más preocupante en los últimos años -además de las ya mencionadas- lo sufren los ejemplares de avutardas (en un 75%); la codorniz (un 60%); la calandria (66%); el cernícalo (44%) o la perdiz (40%). Aunque estos son sólo algunos ejemplos, porque de las más de 100 especies de aves comunes, hasta 37 se encuentran en un declive importante.

Para Del Moral, «entre todos estamos desvirtuando las poblaciones de fauna», y esto tiene un efecto directo sobre el funcionamiento del ecosistema. Estas aves «equilibran el medio, favorecen la dispersión de frutos y eliminan plagas», por lo que «alteramos todo el sistema al alterar la fauna».

Desde SEO/Birdlife resaltan la necesidad de crear ciudades «más naturales», donde, por ejemplo, se creen edificios que permitan la nidificación o la inclusión de más espacios verdes. «Si seguimos al mismo ritmo, en unos 10 años, especies como las golondrinas serán una especie rara y conseguiremos eliminar toda esta avifauna de nuestros alrededores».

https://www.elespanol.com/ciencia/medio-ambiente/20211127/espana-queda-sin-golondrinas-extingue-emblematica-becquer/629687405_0.html

16/09/2022