La empresa Tebrio con su revolucionaria propuesta coloca a nuestro país a la cabeza en este sector de enorme potencial a futuro

La fábrica más grande del mundo de insectos estará en España

 Alexia Columba Jerez

16/12/2023

A quince minutos de la capital la biotecnológica Tebrio está construyendo una fábrica de 90.000 metros cuadrados, que son como 12 campos de fútbol, en la que trabajarán cerca de 250 personas. Con esta idea se pretende tener en Salamanca la mayor granja de insectos del mundo. Producirá 100.000 toneladas anuales de productos. España consigue así posicionarse en primera línea en este sector, en un momento en que cada vez más se están demandando fuentes de proteínas alternativas. Porque uno de los problemas clave para el futuro de la población es el que no vaya a haber proteína animal suficiente para darnos de comer a todos. Y es que el consumo animal y el consumo humano entran en competencia por los recursos.

Según las previsiones de las Naciones Unidas y de la FAO, faltarán 60 millones de toneladas de proteína, un 40% del total, para satisfacer la demanda esperada en 2030. Francisco García, director de comunicación de Tebrio, explica a ABC que esto hace que necesitemos ampliar, por un lado, la productividad y por otro lado el terreno de cultivo, dado que el 40% de estas tierras se destina a la producción de alimentos para animales.

Para los fundadores de Tebrio, Sabas de Diego y Adriana Casillas, su propuesta sería una forma ultraeficiente de alimentar a los animales y al mismo tiempo usar menos tierras cultivables. Ya que los insectos se crían en vertical, y al mismo tiempo necesitan mucha menos agua que cualquier otra plantación. «Con solo un 10% de proteína de insecto se liberarían millones de hectáreas de cultivo», afirma García.

Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) indica que los costos ocultos totales del sistema alimentario mundial suman 12,7 billones de dólares, aproximadamente el 10% del PIB mundial. En ese aspecto la apuesta de Tebrio es revolucionaria, con una inversión de 80 millones en esta obra para obtener productos para la alimentación animal, comida de mascotas, agricultura y aplicaciones bioindustriales.

Cambio de rumbo

«Nosotros no pretendemos que la gente deje de comer carne o pescado para comer insectos. La alternativa que nosotros ofrecemos es un complemento a las otras fuentes de proteína que ya existen para alimentar a los animales. El problema de la carencia de proteínas es tal que no tendría ningún sentido dejar de consumir una para consumir otra. Necesitamos todas, animales y vegetales», indica García. Y otro punto fuerte a su favor está en la velocidad a la que crecen los insectos, que alcanzan la madurez en días, en lugar de los meses o años que tarda el ganado, y pueden producir miles de crías.

La CEO de Tebrio, Adriana Casillas Tebrio

Tebrio debe su nombre al gusano de la harina con el que trabajan, el Tenebrio Molitor. En 2019, fue la primera biotecnológica del mundo en obtener la autorización para fabricar fertilizantes orgánicos elaborados a base de insectos. Y en 2021, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria concluyó que el consumo de las larvas de esta especie de coleóptero no planteaba problemas de seguridad.

Fue en 2012, cuando los dos fundadores de la empresa, empezaron a darle vueltas al tema. Hace diez años tampoco había una regulación en la que ampararse. Para Tebrio fue una travesía por el desierto. A través de un trabajo con los legisladores y los redactores de propuestas de la Comisión Europea consiguieron que al final se les considere una ganadería, porque se dedican a la cría de animales vivos con el fin de la alimentación.

Aprovechar cada fase

García apunta que el gusano de la harina pasa por un proceso de metamorfosis que tiene cuatro fases: huevo, larva, pupa y el imago o adulto. Aprovechando de cada estadío los diversos productos que se pueden obtener de este insecto: proteína, grasa, biofertilizante y quitosano.

Las larvas proporcionan proteínas de gran calidad y grasas no saturadas, Según García tienen un perfil oleico, a medio camino entre el aceite de oliva y el aceite de girasol, en cuanto a aminoácidos y grasas saturadas. Así como un perfil linoleico que está también muy cerca de determinados frutos secos. Esa materia prima está destinada a la producción de piensos para la alimentación del ganado porcino y avícola.

Otro sector que está en el punto de mira de la compañía es la acuicultura. Frente a los caladeros de pesca tradicionales, la cría de peces en cautividad es esencial para poder seguir consumiendo pescado. Sin embargo, esta actividad resulta poco sostenible, porque su alimentación se basa en gran medida en harinas de pescado procedentes de especies como la anchoveta que incrementan el problema porque hacen falta cuatro kilos para producir uno.

Plásticos biodegradables con Tebrio tebrio

El gusano de la harina, una vez adulto se transforma en un escarabajo. «Lo que nosotros extraemos de ahí es el exoesqueleto. Un caparazón con quitina que transformamos en quitosano que tiene múltiples aplicaciones bioindustriales. Este biopolímero no contiene ningún químico y se puede utilizar en la fabricación de plásticos biodegradables o en el tratamiento de aguas residuales, por ejemplo las de la minería. Porque el quitosano encapsula los metales pesados, de modo que los puede retirar.

Una larga lista de aplicaciones sin apenas residuos

Las posibilidades del gusano de la harina no se detienen ahí, también tiene funcionalidades dentro de la industria farmacéutica y de la industria biomédica, por sus propiedades antimicrobianas y antifúngicas. Se utiliza en apósitos para curar heridas y tiene aplicaciones dentro de la industria textil. Al fin y al cabo, el quitosano es el segundo biopolímero más abundante en la Tierra, después de la celulosa. Antes de esto, se extraía sobre todo de residuos orgánicos, como las cabezas de las gambas con un resultado que era de una calidad desigual.

Además los bioplásticos una vez disueltos, no se deshacen en microplásticos que van a seguir contaminando durante 50 años, sino que por el contenido que tienen nutren el suelo. Y a su vez, los excrementos del insecto se reutilizan. Se transforman en un revitalizante, llamado biofertilizante, que actúa sobre la planta, regenera los suelos, tiene propiedades fungicidas, refuerza la resistencia de las plantas frente a amenazas, repele las plagas y retiene el agua. En la planta ya construida de Tebrio, de 3.500 m2, están sacando del orden de casi 1.000 toneladas de productos al año, mientras que los residuos orgánicos, no deben llegar a los 50 o los 150 kilos.

García detalla que además el mercado de las mascotas está muy interesado en Tebrio, porque según un estudio que publicó hace muy poco la consultora británica, GGK, el 56% de los hogares de todo el mundo tienen una mascota en su casa. «Y haciendo la extrapolación a España, llegamos a la conclusión de que había más mascotas en España que niños menores de 10 años. Y es un sector que va a seguir creciendo. Ahora mismo ya perros, gatos y demás mascotas, como indica la Asociación Veterinaria Británica, consumen casi un quinto de la proteína que producimos anualmente», explica García.

Prácticamente no se malgasta nada en todo el proceso. Es un círculo virtuoso donde la nueva planta se va a alimentar exclusivamente de energía renovable dado que el techo estará cubierto de placas solares, aprovechando las horas de sol de la Península. Y revitaliza a su vez una zona, la de Salamanca, marcada por la despoblación, convirtiendo a España en una superpotencia en este sector.

No es una afirmación gratuita dado que Eurogroup for Animals apunta que en el año 2030 se criarán unos 50 billones de insectos, lo que convertirá a estos animales en el ganado más numeroso del mundo. Y como recuerda una de las fundadoras de Tebrio, Adriana Casillas, hasta lo más pequeño, como un insecto, puede marcar un punto de inflexión.

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