La cara oculta de la industria pesquera

 

Desde tiempos ancestrales, los humanos hemos hecho uso del mar y de las especies marinas para alimentarnos y proveernos de todas las ventajas que este nos ofrece. A medida que íbamos avanzando, civilización tras civilización, nuestras técnicas pesqueras y nuestra dependencia hacia el mar se han ido incrementando, hasta convertirse en una industria de la que muchos territorios dependen económicamente. No obstante, a medida que esta evolución se iba dando, no nos dimos cuenta de los efectos que la industria pesquera iba a suponer, tanto para el ecosistema marino como para el mundo entero.

A día de hoy, cuando pensamos en el cambio climático y en el efecto invernadero, cuestiones como los combustibles fósiles, el sobreconsumo de energía y la deforestación nos vienen a la mente. Sin embargo, existe un sector de nuestra economía a la que no se le está dedicando suficiente atención respecto al efecto que tiene en el cambio climático: la industria pesquera. La pesca excesiva tiene como consecuencia no sólo la reducción y el poner en peligro de extinción a muchas de las especies marinas como las tortugas, los tiburones y delfines, sino que también afecta y daña el ecosistema marino.

Según la FAO (Food and Agriculture Organization of the United Nations), más del 34% de los peces están siendo afectados por la sobrepesca, entre ellos, los tiburones, puesto que cada hora alrededor de 30,000 tiburones mueren por esta actividad. Sin embargo, si pensamos en nuestra consumición de pescado diaria, nadie come tiburón todos los días, por tanto, este hecho puede parecer no tener nada que ver con la pesca que nosotros consumimos o por la que pagamos. Hay un término que la industria pesquera intenta no mencionar o esquivar siempre que los temas medio ambientales son mencionados, y ese es la captura incidental. La captura incidental se define como la captura de especies que se capturan sin querer con la intención de capturar otras especies. Según un informe realizado en 2009, el 10% de todas las especies que se capturan son capturadas por captura incidental.

Figura 1: Gráfico que muestra cómo los descartes pesqueros se consideran «Pérdidas de producción»
Fuente: Wasted: How America Is Losing Up to 40 Percent of Its Food from Farm to Fork to Landfill

 

No solo eso, sino que además, si añadimos el hecho de que cada año se desperdicia y se pierde un tercio de la pesca, estaríamos hablando de un despilfarro de más de 59 millones de toneladas de pescado. Teniendo en cuenta que la mitad de la población adquiere un 20% de su proteína de origen animal procedente del pescado, la pérdida de estas cantidades suponen el incremento de la tremenda desigualdad y hambruna que muchos países viven a día de hoy.

Sin embargo, de todas las dificultades que la industria pesquera puede generar, cabe resaltar aquellas que proporciona al cambio climático. No a pasado demasiado tiempo, en las redes sociales se extendió el movimiento de #savetheturtles, con la intención de eliminar el consumo de pajitas de plástico, como si eso fuera a salvar a todas las tortugas. Pues bien, estas pajitas de plástico a las que todo el mundo dirigió su atención solo forman el 0,025% del plástico que encontramos en nuestros mares. Sin embargo, hay algo que ni los hashtag ni los influencers llegan a grabar o enseñar en las redes sociales: las redes pesqueras. El 70% de los macroplásticos que encontramos en el mar provienen de las redes pesqueras que los barcos utilizan para atrapar las diferentes especies.

Ahora, cabe destacar la manera en la que los barcos de las empresas más grandes de pescado pescan para comprender de dónde proviene el problema. La pescadería industrial tiene distintos métodos de extracción de pesca. La manera más usual y al mismo tiempo la más contaminante y dañina para el ecosistema, es la pesca de arrastre. Los barcos lanzan una red enorme que barre el fondo del océano atrapando a todo ser vivo que encuentra a su paso. Esto supone la destrucción del fondo marino, y sobre todo, la captura de muchas especies a las que luego no se les dará uso.

Figura 2: Sistema de extracción de pesca mediante arrastre Fuente: F.J. Benito, verde y azul.

 

Además de ser un problema que nos afecta globalmente, puesto que la hidrosfera es uno de los ecosistemas más ricos del planeta, es de mencionar que España es el cuarto país que más pescado consume del mundo, por detrás de Noruega, Japón y Portugal, por lo tanto, somos uno de los mayores causantes del problema. Por tanto, no es solo una cuestión que las empresas generan, sino que nosotros, como consumidores, también estamos contribuyendo al problema.

Está claro que si queremos recuperar la imagen de un mar con pececillos nadando libres, bailando con las olas y con un fondo lleno de corales y colores, este problema debe empezar a ser visto. Por suerte, esto se puede hacer mediante la adopción de distintas medidas. En primer lugar, las empresas deberían promover y adoptar unos sistemas de pesca más sostenibles, donde las cuestiones mencionadas de captura incidental, el plástico y la masiva destrucción del fondo marino puedan resolverse. Sin embargo, nada de esto cambiará a menos que los consumidores cambiemos nuestra actitud. Actualmente, la consumición de pescado se incrementa alrededor de 1,5% año tras año, lo que agrava esta situación. Cuanto más pescado consumamos, más pescado hará falta, y por tanto, más técnicas insostenibles utilizarán las empresas para poder satisfacer la demanda. Es momento de reflexionar sobre nuestros propios actos y de ver que está en nuestras manos para mejorar la situación. Debemos dejar de aferrarnos a esta imagen utópica del mar de nuestra infancia y ver el mar tal y como lo encontramos ahora: con necesidad de nuestra ayuda para su salvación.

Fuente de la imagen destacada: El Confidencial

https://somosprismauc3m.wordpress.com/2022/05/09/la-cara-oculta-de-la-industria-pesquera/

30/01/2024