20 marzo 2025

La guerra entre Israel y Palestina ha sido un conflicto prolongado en el tiempo que ha supuesto múltiples daños en el territorio. Sin embargo, a raíz del ataque de Hamás en el mes de octubre de 2023, comenzó una contienda bélica sin precedentes. Gran parte de los expertos han tachado la situación de genocidio, pues se han dado ataques indiscriminados a la población civil por parte de Israel, con el supuesto objetivo de acabar con el grupo armado Hamás, pero con el posible propósito de imponerse frente a los palestinos. Todo ello, aparte de grandísimas pérdidas humanas, ha tenido un gran impacto en el ecosistema e infraestructuras del territorio; lo que nos hace replantearnos la posibilidad de que la franja sea habitable una vez el conflicto acabe.

Si bien es cierto, la situación de la guerra ha cambiado drásticamente en los últimos meses. El 19 de enero de este año llegaba a Gaza el alto al fuego de la mano del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quién tras el acuerdo hizo unas declaraciones polémicas que alarmaron a la comunidad internacional. La idea del presidente republicano era que su país asumiera la propiedad de la franja de Gaza para crear, y cito palabras textuales, “la riviera de Oriente Medio” . Todo ello, implicaba a su vez “reubicar” a los habitantes palestinos hacia otros lugares. Este plan fue acompañado de un video creado por IA que el propio presidente subió a sus redes sociales, donde mostraba el paraíso turístico norteamericano que pretendía construir junto al presidente de Israel, Netanyahu. Este video, además de blanquear un crimen internacional que según la ONU equivaldría a una limpieza étnica, nos muestra un gran contraste con el terrible panorama de los palestinos.

Así pues, la reciente propuesta de Trump, más que una solución, evidencia la realidad de Gaza como un territorio devastado por la guerra y prácticamente inhabitable. La idea de una inversión extranjera que plantea la reubicación forzosa de los palestinos refuerza la narrativa de Gaza como un espacio habitable para su población originaria, no solo por la guerra, sino también por la degradación medioambiental que la acompaña.

Gaza, más allá del conflicto político y social, se enfrenta a una crisis medioambiental extrema.

«Palestinos, durante la ruptura del ayuno en Ramadán, el pasado 13 de marzo, sobre los escombros de una mezquita en Beit Lahia » (Gaza). Ali Jadallah (Anadolu/Getty Images)

 

DESTRUCCIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS

Más de 85.000 explosivos han sido detonados en el territorio gazatí en lo que llevamos de guerra. Esto ha derivado en una destrucción masiva de las infraestructuras con más de un 66% de estas dañadas. Los ataques de Israel hacia edificios civiles, como hospitales, escuelas o viviendas han sido indiscriminados, generando para los palestinos dos únicas alternativas; abandonar su país con esperanzas de encontrar ayuda en los territorios vecinos o intentar subsistir con las nefastas condiciones de vida. Dicho esto, Gaza es una de las regiones más pobladas del mundo, donde encontramos una alta tasa de niños por habitante los cuales están pasando su infancia entre los escombros de sus escuelas y hogares.

Por otro lado, en los últimos días, los ataques de Israel contra las plantas de tratamiento de aguas residuales, tuberías y estaciones de bombeo han provocado el colapso de los servicios de saneamiento, lo cual amenaza a la supervivencia de los habitantes del territorio. Esta destrucción se ha derivado principalmente en el vertido incontrolado de aguas residuales que se desembocan en el mar mediterráneo, contaminando el medio ambiente, y aumentando el riesgo de dispersión de enfermedades.

GRAVE IMPACTO EN LA BIOSFERA

Esta devastación climática no se queda únicamente en las toneladas de escombros. La guerra desde que comenzó ha ido devastando todos los sistemas de vida que se configuraban en la región. El reino animal y vegetal se ha visto completamente afectado por explosivos que han destruido las plantas de tratamiento de aguas, lo cual ha supuesto que se generan lagunas de agua putrefacta y un agua contaminada que pierde su uso, tanto para abastecer a los cultivos como para la propia población. Así pues, el informe redactado por la red PENGON que ha analizado el impacto medioambiental de la guerra ha destacado que las explosiones de bombas lanzadas por Israel, de procedencia estadounidense, producen altas temperaturas que en su impacto matan a toda la materia orgánica y a cualquier microorganismo del suelo. Como consecuencia, se ha producido una pérdida total de fertilidad de muchas tierras, así como la destrucción de árboles y cultivos.

RESIDUOS Y EMISIONES DE GASES

La guerra también ha provocado una gran acumulación de residuos que aparecen esparcidos entre grandes vertederos irregulares que se encuentran junto a los campamentos de desplazados. Asimismo, las emisiones de carbono derivadas de la guerra se han multiplicado desde que comenzó el conflicto, con el 90% de ellas atribuidas a los bombardeos de Israel y la invasión terrestre de Gaza, siendo un porcentaje superior a las emisiones de cualquier otro país del mundo. También ha habido una contaminación del aire por sustancias químicas que procedían de las armas y explosivos. Esto, es perjudicial para la vegetación y para las propias personas que habitan en la zona.

«Un vertedero provisional instalado en Khan Younis tras el bombardeo de la instalación principal», Mohammed Soulaiman.

 

CAMBIO CLIMÁTICO Y CRISIS DE SALUD PÚBLICA

El cambio climático es una realidad a la que se enfrentan todos los países del mundo. Sin embargo, hay regiones, como Gaza, que son climáticamente más vulnerables. Así pues, la guerra está evidentemente empeorando esta situación. Las altas temperaturas han hecho que las pésimas condiciones de vida de los desplazados y de los palestinos se agudicen debido a la escasez de recursos básicos. Los vertederos, las aguas residuales sin tratar o la falta de una alimentación apropiada, están derivando en la propagación de enfermedades como las infecciones cutáneas, hepatitis o diarrea, unidos a la presencia de cadáveres en análisis que han aumentado el riesgo de un brote de cólera. De esta manera, los ataques a hospitales han generado un parón para el sistema sanitario gazatí, siendo incapaces de cubrir la demanda de ayuda humanitaria. Todo ha desencadenado en una grave crisis para la salud pública, que amenaza con empeorar si no hay una intervención urgente.

En definitiva, la crisis medioambiental a la que se enfrenta la franja de Gaza es un problema latente que necesita de una intervención real y efectiva por parte del resto del mundo. Como hemos visto, la posible completa inhabitabilidad del territorio está cada vez más cerca, por ello, es urgente la adopción de medidas que consigan frenar esta situación, y que tengan en todo caso en consideración al pueblo palestino. El primer paso siempre debe ser conseguir un acuerdo de paz que ponga fin a un conflicto que ha devastado y discriminado una civilización entera durante generaciones.

 

Fuente de la imagen principal: «Destrucción de un edificio de Gaza tras un bombardeo israelí», Haitham Imad.

Redactora: Paula Muñoz García

Editora: Yasmina Benali

 

8/04/2025