Ganadería sostenible y sana

Carlos Rupérez se atiende a un estudio de la FAO para concluir que la ganadería ecológica extensiva es la mejor posible de todas las ganaderías desde el punto de vista de la sostenibilidad… y de todos los demás..

La ganadería industrial es un desastre, se mire por donde se mire. Todo el mundo lo sabe. Provoca problemas de toda índole. La solución es, por un lado, la ganadería ecológica. Por otra, bajar la ingesta de proteína de origen animal a nivel mundial. Un texto de la FAO señala que “la idea de que no hay tierra suficiente para que la ganadería alimente a la población mundial y que por eso sólo son viables las ganaderías estabuladas… no se sostiene. En cambio un modelo ecológico con pastizales extensivos daría fin a muchos problemas”. Los investigadores de la FAO, en colaboración con el instituto suizo FiBL, buscaban un Modelo de Sostenibilidad y Ganadería Orgánica (SGO). Lo que tenemos hoy es que la ganadería industrial alimenta al ganado con piensos concentrados y esto provoca una mayor presión sobre las tierras cultivables, además de provocar más enfermedades en los animales, amén de muchos otros “daños colaterales”. La ganadería ecológica extensiva reduce la presión sobre las tierras cultivables y tiene un sinfín de otras virtudes. El estudio parte de los datos del período 2005-2009, y a partir de ahí se han desarrollado cinco hipótesis. El texto dice: “La primera es la situación que según la FAO se daría en 2050 si seguimos por este camino, con piensos concentrados y ganado estabulado. La hipótesis 2 es la que se daría si se reduce la alimentación del ganado con piensos concentrados en un 50%; la hipótesis 3 con un sistema de cultivo similar a la hipótesis 2, pero con la prohibición completa del uso de piensos concentrados; la hipótesis 4 supone la adopción de la ganadería ecológica, pero permitiendo los piensos concentrados ecológicos; y la hipótesis 5 es una producción totalmente ecológica y sin piensos concentrados”. Se definen cinco escenarios futuros posibles. Los resultados indican claramente “que las 4 primeras hipótesis conllevarán problemas ambientales, además de socavar el fundamento mismo de la producción alimentaria. El 60% de las tierras agrícolas del mundo son actualmente pastos, y además de ser alimento para el ganado realizan funciones ecológicas determinantes: absorben CO2, mantienen la fertilidad, la biodiversidad, en definitiva el ecosistema. Con una simple ordenación se podría aumentar los recursos de pastos sin poner en peligro bosques ni recursos naturales”. Además, esta ganadería tiene futuro. Tiene un gran prestigio social. Cada vez, un mayor número de personas está dispuesto a pagar más para consumir productos más sanos y más seguros. Y, además, la ganadería ecológica conlleva la protección de las razas autóctonas, del paisaje local, de la cultura tradicional, afianza puestos de trabajo en entornos rurales, evita migraciones innecesarias, aporta alimentos de calidad y sanos, evita la contaminación de los ecosistemas, no aumenta la resistencia a antibióticos (como sí ocurre con la ganadería industrial)… Nos dice el Sistema que, sin ganadería intensiva, sólo hay hambre, miseria, despoblación… Pero es al revés. No hay más que ver que, por ejemplo, aquellos lugares en los que se produce la proteína vegetal para los piensos concentrados que consume el ganado del primer mundo… son algunas de las zonas del planeta más pobres, y lo serán más en el futuro. Eso, sin contar que desforestar la selva para producir soja transgénica tendrá, a corto plazo, unos efectos imprevisibles que vamos a padecer todos. Ojalá me equivoque…

Carlos Rupérez es articulista en diversos medios de información

Revista The ecologist, Enero 2014, Nº 56/10

TheEcologist56.pdf

28/02/2021