De hecho, un 25% de las personas que tienen resistencia a la insulina terminan desarrollando ese tipo de diabetes«.

En fin, son muchos los trabajos que demuestran que el bisfenol A es un disruptor endocrino y no podemos citarlos todos pero queremos mencionar al menos tres. El primero se publicó en 2011 en Steroid Biochem Mol Biol, se titula Bisfenol A: un disruptor endocrino con exposición generalizada y múltiples efectos y confirmó que «el BPA es un disruptor endocrino conocido; aunque inicialmente se consideró un estrógeno ambiental débil estudios más recientes han demostrado que puede tener una potencia similar al estradiol para estimular algunas respuestas celulares. Además, la evidencia emergente sugiere que el BPA puede influir en múltiples vías relacionadas con el sistema endocrino«.

El segundo se publicó en 2019 en Environmental reseach bajo el título Los efectos adversos para la salud del bisfenol A y los mecanismos de toxicidad relacionados y en él se dice que «como disruptor endocrino, el BPA tiene efectos similares a los estrógenos y antiandrógenos que causan daños en diferentes tejidos y órganos, incluidos el sistema reproductivo, el sistema inmunológico y el sistema neuroendocrino«.

El tercero es reciente, pues se publicó en junio de 2021 en Scientific Reports con el título El bisfenol A afecta las estructuras nerviosas vipérgicas en el trígono de la vejiga urinaria porcina y en él se dice: «El BPA provoca diversos efectos negativos en muchos órganos internos y sistemas reguladores relacionados por su similitud con el estrógeno y la posibilidad de estimular sus receptores estrogénicos. Por eso se incluye en el grupo de sustancias químicas denominadas disruptores endocrinos’. También provoca cambios patológicos y altera las funciones de los sistemas reproductivo, endocrino, inmunológico, digestivo y cardiovascular. El BPA afecta en gran medida al sistema nervioso central y periférico interrumpiendo la sinaptogénesis y el crecimiento de neuritas, modificando el metabolismo del calcio e influyendo en la síntesis de sustancias activas neuronales. Y en el sistema excretor produce un impacto en los riñones en los que este disruptor endocrino provoca alteraciones en el desarrollo y reducción de la eficiencia; lo que produce es una disminución de la diuresis y albuminuria. Hay una evidente relación entre la exposición al BPA y el riesgo de desarrollar una enfermedad renal crónica«.

Dicho esto conviene recordar que los efectos del bisfenol A es aún más grave en los pacientes nefrológicos porque sus riñones -órganos encargados de eliminarlo- no funcionan correctamente, problema especialmente grave cuando están en diálisis. Así lo recordaba en 2017 un equipo del Servicio de Nefrología e Hipertensión de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid en un artículo titulado Importancia del bisfenol A, una toxina urémica de origen exógeno, en el paciente en hemodiálisis que apareció en la revista Nefrología. «El paciente en hemodiálisis -explican- es particularmente susceptible al riesgo de la toxicidad debida al BPA al tener abolida completamente la eliminación renal. Además, el BPA forma parte de la composición del material plástico de algunos dializadores y de líneas de uso común tanto en forma de policarbonato en las carcasas como en múltiples membranas de diálisis, como es el caso de la polisulfona (PS) o el «polyester- polymer alloy» (PEPA). Y en estos dializadores el polímero se halla en constante contacto con la sangre, lo que daría lugar a su liberación al torrente circulatorio. De hecho, varios estudios han descrito que los efluentes de los dializadores compuestos por esos materiales tienen concentraciones superiores de BPA con aumento de la migración de BPA cuando se usa sangre en lugar de salino. Por todo ello, resulta muy difícil determinar en estos pacientes si las concentraciones plasmáticas superan las recomendadas«.

CAUSA DE OBESIDAD

Son ya bastantes los estudios que asocian el bisfenol A con el incremento de grasa corporal, la obesidad, los comportamientos depresivos y las alteraciones de la conducta, sobre todo en la infancia. La razón parece estar en el efecto que ejerce en el feto durante la gestación. Una investigación conjunta realizada por un equipo integrado por ingenieros agrícolas, epidemiólogos y nutricionistas de la Universidad de CES (Colombia), biólogos de la Pontificia Universidad Católica de Chile y epidemiólogos del Centro de Investigaciones de Salud Poblacional del Instituto de Salud Pública de México que se publicó en 2018 en la Revista Facultad Nacional de Salud Pública de Medellín con el título Bisfenol A (BPA) en mujeres embarazadas y su relación con la obesidad en sus hijos: Revisión Sistemática afirma que “el periodo fetal representa la principal ventana de vulnerabilidad dado que durante este tiempo los obesógenos tienen la capacidad de alterar la biología del tejido adiposo e inducen al aumento de contenido graso de las células (hipertrofia) y al aumento del número de células (hiperplasia); este efecto específico sobre la promoción de adipogénesis en la descendencia causa daños irreversibles sobre los sistemas metabólicos, cardiovascular, inmunológico, neurológico, reproductor y respiratorio«.

Dos años después -en 2020- se publicaría en International Journal of Molecular Sciences el trabajo Mecanismos potenciales del bisfenol A (BPA) que contribuyen a las enfermedades humanas según el cual «debido a sus propiedades similares a las de las hormonas el bisfenol A puede unirse a los receptores de estrógeno lo que afecta tanto al peso corporal como a la tumorigénesis. También puede afectar al metabolismo y la progresión del cáncer al interactuar con GPR30 y alterar la función reproductiva masculina al unirse a los receptores androgénicos. Varios factores de transcripción (incluidos PPARy, C/EBP, Nrf2, HOXy HAND2) están involucrados en la acción del BPA sobre la homeostasis del hígado y la grasa, el sistema cardiovascular y el cáncer. Además, cambios epigenéticos como la mediación del ADN, la modificación de las histonas y los cambios en la expresión de los microARN contribuyen a los efectos patológicos del BPA«.

Agregaremos que en 2022 se publicó otro estudio en International Journal of molecular Sciences titulado El bisfenol A (BPA) lleva a la obesidad y a complicaciones cardiovasculares: compilación del estudio actual in vivo y en él se dice que «la exposición al BPA puede conducir a la obesidad». Y añade: «Se especula con que ello no afectaría solo a las personas expuestas a él sin tener efectos transgeneracionales. La regulación endocrina, las vías neuroinmunes y de señalización y el trabajo de la microbiota intestinal se interrumpen cuando se exponen al BPA pudiendo eso provocar sobrepeso u obesidad. Es alta la posibilidad de que la exposición al bisfenol A afecte al perfil de lípidos y al gen asociado con la lipólisis siendo ello lo que llevaría a la obesidad«.

AFECTA A LA SEXUALIDAD, A LA REPRODUCCIÓN Y AL EMBARAZO

En un estudio publicado en 2018 en Current Medical Chemistry titulado El bisfenol A en la reproducción: efectos epigenéticos se afirma por su parte que «el BPA tiene una estructura similar al estradiol y, por tanto, interfiere en la señalización de esteroides con diferentes resultados en la salud reproductiva según las dosis, la etapa de la vida y el modo y momento de la exposición. En ese sentido tiene un papel emergente y controvertido como ¡tóxico reproductivo! capaz de inducir efectos a corto y largo plazo, incluida la modulación de la expresión génica a través de la modificación epigenética (es decir, mediación de islas CpG, modificaciones de histonas y producción de genes no codificantes) con efectos directos y transgeneracionales en los organismos expuestos y su descendencia (…) El BPA ejerce efectos epigenéticos tanto en la reproducción masculina como femenina. En los hombres afecta a la espermatogénesis y a la calidad del esperma con posibles efectos transgeneracionales en la capacidad reproductiva de su descendencia. En las mujeres afecta a los ovarios, al desarrollo del embrión y a la calidad de los gametos para una fertilización in vivo e in vitro exitosa«.

Incluso puede afectar a la sexualidad. En un estudio publicado en 2005 en Environews titulado ¿Los EDC están desdibujando las cuestiones de género? se afirma de hecho que «aunque los científicos han postulado una amplia gama de efectos adversos para la salud humana de la exposición a sustancias químicas disruptoras endocrinas (EDC), el nexo del debate es la preocupación de que la exposición prenatal e infantil a los EDC pueda ser responsable de una variedad de anomalías en la sexualidad humana, desarrollo y comportamientos de género, capacidades reproductivas y proporción de sexos. Los científicos de hoy están haciendo preguntas difíciles sobre los posibles efectos humanos: ¿La exposición a EDC afecta la fertilidad en hombres o mujeres? ¿Pueden causar malformaciones en los órganos sexuales, retraso en el desarrollo reproductivo, testicular o cáncer de mama? ¿La exposición fetal a los EDC altera los fenotipos sexuales? ¿Cambian las características y comportamientos neurobiológicos posteriores relacionados con el género como la actividad de juego y la capacidad espacial? ¿Podrían tales exposiciones estar involucradas en la etiología de los niños nacidos con género ambiguo? (…) El sistema endocrino, que comprende el hipotálamo, la pituitaria, los testículos, los ovarios, la tiroides, las glándulas suprarrenales y el páncreas es una de las redes de comunicación clave del cuerpo. Regula la función de tejidos y órganos específicos al secretar hormonas que actúan como mensajeros químicos precisos. El desarrollo y la regulación del sistema reproductivo es una de las principales funciones del sistema endocrino. La determinación y el desarrollo del sexo comienzan temprano en la gestación con la diferenciación de la gónada embrionaria en testículos u ovarios. Si el gen Sry está presente en el cromosoma Y, cuando se active desencadenará una compleja cascada de eventos hormonales que finalmente dará como resultado el nacimiento de un bebé varón con todo el equipo masculino necesario en su lugar y funcionando correctamente. En ausencia del gen Sry el producto final del proceso será una niña. Se considera que el fenotipo femenino es la vía ‘predeterminada’ para el desarrollo reproductivo de los mamíferos«.

Y añade: «La diferenciación y el desarrollo de los órganos sexuales continúa a lo largo de la gestación bajo la dirección de las diversas hormonas sexuales (como el estrógeno y la testosterona) producidas por el sistema endocrino. Tanto para los machos como para las hembras, todo el proceso de desarrollo reproductivo es exquisitamente sensible a cambios diminutos en los niveles de las hormonas sexuales, particularmente durante ciertas ventanas críticas de desarrollo. Estas sustancias químicas imitan a las hormonas y pueden interrumpir la diferenciación y el desarrollo en una amplia variedad de formas, duplicando, exagerando, bloqueando o alterando las respuestas hormonales. El feto en desarrollo y el recién nacido temprano pueden carecer de los mecanismos metabólicos protectores presentes en los adultos que ayudan a desintoxicar y descomponer los químicos, manteniendo la homeostasis en el sistema. Además, los tejidos se dividen y diferencian rápidamente en el feto, y un nivel tan alto de actividad celular es vulnerable a la interrupción del desarrollo normal. Con una masa corporal tan pequeña en el feto y el niño en comparación con un adulto los niveles de exposición pueden amplificarse en términos de dosis relativas que alcanzan los tejidos objetivo«.

Se trata de un análisis que ha hecho reflexionar a varios investigadores que le mencionan por ello en sus propios trabajos y consideran que debería seguirse profundizando en él.

ASOCIACIÓN DEL BISFENOL A CON EL CÁNCER

Varios trabajos han asociado ya también el bisfenol A con los llamados cánceres hormonales. Un estudio publicado en 2017 en Molecular and celular endocrinology titulado Avances recientes sobre el bisfenol A y los efectos disruptores endocrinos en el cáncer de próstata humano afirma por ejemplo que esta molécula «está asociada con algunas enfermedades endocrinas y con una mayor incidencia de cánceres de mama y próstata. Estos compuestos interfieren con la transducción normal de la vía de señales hormonales dando como resultado una exposición prolongada de los receptores a los estímulos o a la interferencia con la señalización hormonal celular en las células diana«. Y avisa: «Comprender los efectos del BPA así como sus mecanismos moleculares puede ser útil para sensibilizar a la comunidad científica y a la industria manufacturera sobre la importancia de encontrar alternativas a su uso indiscriminado«.

Un trabajo posterior realizado por un grupo de investigadores de Epidemiología del Cáncer del IBS de Granada (España) publicado en 2021 Environmental Health con el título Exposición al bisfenol-A y riesgo de cáncer de mama y próstata en el estudio español (European Prospectivo Investigaron on Cáncer and Nutrition) asevera por su parte que «se observó un aumento del riesgo de cáncer de próstata«. Según explican el bisfenol A puede producir alteraciones en la glándula prostética y recuerdan que ya se comprobó en otras investigaciones su asociación tanto con la hiperplasia benigna de próstata como con el cáncer de próstata.

Cabe añadir que el BPA se ha relacionado en estos años con cánceres hormonodependientes como el de mama y el de ovarios, algo que recordaban en 2020 las investigadoras españolas Andrea Gascón-Mora -del Centro de Investigación Biomédica (CIBM) de la Universidad de Ganada- y Cristina Ruiz-Trescastro -de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada- en su trabajo Bisfenol A como factor de riesgo de cáncer de próstata. En él indican que «en el cáncer de mama el BPA interacciona con factores de crecimiento como las proteínas BMPs y éstas inducen la proliferación del tumor o la metástasis a través de diversas vías» En cuanto al cáncer de próstata explican que «la enzima 5α reductasa (5alfa-reductasa) metaboliza la testosterona (T) en aquellos tejidos y órganos donde esta última es necesaria y en el cáncer de próstata ésta se encuentra sobreexpresada. Su función es sintetizar Dihidrotestosterona (DHT) a partir de la T circulante, sobre todo en próstata y testículos. El BPA actúa incrementando los niveles de DHT y de estradiol y activando diversas vías de señalización como la de ERK, ER o AR e, incluso, el EGFR de forma directa. Esto lleva a la proliferación de la célula tumoral prostética«.

HAY QUE PROHIBIR LOS BISFENOLES

Terminamos indicando que la industria sabía desde hace tiempo que el uso de bisfenol A terminaría siendo restringido o prohibido porque sus efectos adversos llevan años documentándose así que empezó a utilizar dos tipos de bisfenoles «diferentes»: el F (BPF) y el S (BPS). Llevan unos pocos años comercializándolos y se encuentran -en concentraciones relativamente altas- en numerosos envases de productos alimenticios, higiene personal y recibos de compra. Lo cierto, sin embargo, es que sus propiedades químicas y estructurales son muy similares y de ahí que muchos investigadores entiendan que tienen probablemente los mismos efectos adversos. De hecho, ya se han asociado en análisis de orina a la diabetes y la obesidad. Es más, varios estudios -tanto in vitro como en vivo- indican que el bisfenol S podría tener incluso más efectos obesógenos que el bisfenol A. Es, por ejemplo, el caso de un equipo dirigido por el ya citado investigador español del Instituto de Investigación, Desarrollo e Innovación en Biotecnología Sanitaria de Elche (España), Ángel Nadal, que en 2021 publicó en Chemosphese un trabajo titulado El bisfenol-S y el bisfenol-F alteran la expresión y la actividad del canal iónico de las células β pancreáticas de ratón y la liberación de insulina a través de una vía mediada por el receptor de estrógeno Erβ. En él confirma que los actuales sustitutos del bisfenol A alteran cuando menos la función de las células beta pancreáticas.» Tanto la exposición a corto como a largo plazo a BPS y BPF-se asevera en el trabajo- aumentan la liberación de insulina inducida por glucosa, que es un factor de riesgo para la diabetes tipo 2“.

Queda agregar que el bisfenol S está hoy presente en plásticos, revestimientos y envases de latas de alimentos, biberones, juguetes, materiales dentales y productos de cuidado personal mientras que el bisfenol F se utiliza en la gran mayoría de los productos realizados con resinas epoxi.

En definitiva, el bisfenol A es altamente tóxico y no es aceptable restringir solo su uso: debería prohibirse sin más. Y tampoco es admisible que se sustituya por los bisfenoles F y S porque todo indica que son igualmente perjudiciales. Es intolerable pues, que se hayan autorizado sin haberse efectuado estudios previos de seguridad a largo plazo dados los antecedentes. ¿Hasta cuándo va la sociedad a permitir que las instituciones que se supone velan por nuestra salud se dediquen a proteger los intereses de las grandes industrias y no a los ciudadanos?

Carmen Quintana

 

10/05/2024