Suicidios. 1ª parte
En un escueto artículo de la revista Quo Nº 158 daba unas cifras sobre el número de víctimas al año en siete países, a saber: 40.000 en EE.UU., 31.000 en Japón, 14.000 en Francia, 12.000 en Alemania, 7.000 en Polonia, 5.000 en Reino Unido y 4.000 en España.
Decía que el dinero no da la felicidad, pues el suicidio es un rango de países ricos. Omite que en todas partes hay diferentes clases sociales desde la más baja (indigentes) hasta las más afortunadas (clase alta).
Habría que averiguar los motivos que tiene la gente para tomar esa drástica decisión entre los que se arrepintieron de hacerlo y hablar con los que se evitó que lo hicieran. Así sería una información más rigurosa y fiable.
Con toda seguridad y sin temor a equivocarme, opino que la clase social media baja son los más propensos a tomar como única salida a su situación, el suicidio.
No menciona los casos de la gente que pide que se le aplique la eutanasia, ni la cantidad de presos que se quitan la vida.
Según las encuestas realizadas, en España por cada mujer que lo hace hay tres hombres.
Los métodos que las mujeres emplean mayoritariamente es el salto, con un 36 %, seguido del ahorcamiento, con un 29 %, un 27 % utilizan otros medios no especificados y un 8 % utiliza los fármacos. En cambio, los hombres utilizan el ahorcamiento un 52 %, el 23 % utilizan otros medios no especificados, un 18 % saltan al vacío y un 7 % utiliza un arma de fuego.
Es curioso que la OMS (Organización Mundial de la Salud) pretende atajar estas tragedias proponiendo algunas medidas como limitar el acceso a las armas de fuego.
En mi opinión, es una medida un tanto absurda, teniendo en cuenta que las armas las utilizan una inmensa minoría en vez de preocuparse de paliar la situación en las vidas de esas personas, por ejemplo, podrían poner unas oficinas de asesoramiento para las personas con graves problemas y dándoles soluciones.
¿Por qué la OMS no hace entrevistas a la población para saber si alguna vez les ha tentado la idea de acabar con sus vidas y por qué?
Precisamente yo fui una de ellas.
En el 2000 cometí un grave delito, al menos en este país así lo creen, pero en otros países no se considera delito. Pero como ocurrió aquí, debí respetar las leyes establecidas. Total, que me
enfrentaba a una condena de 9-10 años, y es cuando decidí suicidarme. Pero en los últimos instantes reflexioné y evidentemente no lo hice. Todavía hoy después de 9 años me pregunto si hubiese sido mejor quitarme la vida, pues tantos años de permanencia en la cárcel ya no creo que nada me pueda compensar tanto sufrimiento, además, mis valores que tenía sobre la vida han cambiado. No creo en la sociedad ni en el sistema judicial actual.
Suicidio e ideas de suicidio
La idea de suicidarse, el intentarlo e incluso, el llevarlo a cabo son muy frecuentes en nuestra sociedad. Para reducir este riesgo es clave conocer qué situaciones son las que con más frecuencia están asociadas a la idea de suicidio.
El suicidio o intento de suicidio no es una conducta infrecuente en nuestra sociedad. La tasa de suicidio en España es de 12,6 en varones y de 3,9 en mujeres por cada 100.000 habitantes. Entre los adolescentes y adultos jóvenes, el suicidio es la segunda causa más frecuente de muerte, después de los accidentes de circulación. Durante la etapa comprendida entre los 40 y los 70 años este riesgo se reduce, para aumentar nuevamente en la tercera edad.
Si estas cifras parecen elevadas, todavía lo son mucho más las que hacen referencia a los intentos de suicidio que no acaban en fallecimiento de la persona. Éstos, a diferencia del suicidio consumado, son tres o cuatro veces más frecuentes en las mujeres que en los hombres.
Se calcula que aproximadamente el 95% de los suicidios e intentos de suicidio los realizan personas afectas de un trastorno mental. El trastorno mental que con más frecuencia se asocia a un intento de suicidio (consumado o no) es la depresión.
Aumento de suicidios en las cárceles francesas
La degradación de las cárceles francesas es la causa del fuerte aumento de suicidios.
José A. Sorolla | El Periódico | 25-1-2009 |
www.kaosenlared.net/noticia/aumento-suicidios-carceles-francesas
En los primeros 18 días del año, 14 reclusos se han suicidado en las prisiones francesas. Casi uno diario. Esta siniestra ola agrava un problema enquistado en las cárceles del país que presume de ser la cuna de los derechos humanos.
Francia es el país europeo con mayor tasa de suicidios en prisión (17,2 por cada 10.000 internos en el 2008), el triple que en España y el doble que en Alemania y Gran Bretaña
Las cifras son escalofriantes. En el 2008 se produjeron 115 suicidios, uno cada tres días, frente a los 96 del 2007, es decir, un aumento del 20%. En el mismo periodo, la superpoblación (hay ahora 63.600 reclusos para 51.000 plazas) solo creció un 2,6%. El dato indica que la superpoblación no es la única causa.
«Es una de las causas, pero hay muchas otras, como las condiciones de detención, con tres o cuatro reclusos por celda, o los problemas psiquiátricos. Un 40% de los presos tienen este tipos de problemas, desde depresión a esquizofrenia, y eso influye en la decisión», dice Elsa Dujourdy, miembro del Observatorio Internacional de las Prisiones (OIP).
Perfil del suicida
Con datos del 2008, el perfil del suicida es el de un hombre (entre 115, solo hubo dos mujeres en el 2008), de 36 años de media, preso preventivo (60%) acusado de delitos sexuales (32,17%) y psicológicamente frágil (71,56%). El 70% estaban internados en los grandes centros de preventivos de Marsella y las cercanías de París (Fresnes y Fleury-Mérogis).
Un 40% de los suicidios se producen en los primeros 100 días de encarcelamiento.
«La serie de suicidios ocurridos desde principios de año entre la población carcelaria nos hace preguntarnos de nuevo violentamente sobre las condiciones humanitarias incalificables de las prisiones francesas», afirma Marie-Pierre de la Gontrie, secretaria nacional de Libertades Públicas y de Justicia del Partido Socialista.
Estas condiciones, que han merecido varias condenas del Consejo de Europa y del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, se concretan en «tratos inhumanos y degradantes» con largos periodos en celdas de aislamiento, mala salubridad e higiene (una ducha a la semana), falta de actividades, escasos contactos con los familiares y violencias de todo tipo (vejaciones, agresiones, violaciones, asesinatos), como denunciansindicatos y profesionales del sector.
Gabriel Mouesca, exrecluso y presidente del OIP, califica las prisiones francesas de «máquina de triturar».
Dujourdy lo suscribe. «Cuando alguien sale de la cárcel, tiene más problemas que cuando entró. No hay reinserción. Es un círculo infernal: separación de la familia, falta de tratamiento de los problemas del interno. Esto se agrava con la superpoblación, fomentada por el endurecimiento de la política penal, con condenas máximas y la retención de seguridad que prolonga la prisión para los delincuentes peligrosos».
El doctor Louis Albrand dirige un estudio encargado por la ministra de Justicia, Rachida Dati, para intentar rebajar el número de suicidios. La mayoría de sus conclusiones son una repetición de las
contenidas en otro informe del 2003 y nunca aplicadas.
Entre ellas, figura la supresión de los soportes para los televisores o sustituir las sábanas de ropa por papel para impedir los ahorcamientos (el 92,7% de los suicidas de los tres últimos años se ahorcaron).
«Las medidas del Gobierno están destinadas a evitar el acto del suicidio en lugar de a tratar de impedir las causas», denuncia Dujourdy.
Más cárceles
Otras medidas van desde la evaluación mediante un cuestionario del potencial suicida o la mayor vigilancia de los ingresos hasta la mejora de la formación de los funcionarios de prisiones y una comunicación más fluida entre estos y los médicos.
El informe preconiza también algunas decisiones de fondo, como la rebaja del máximo de días en celda de castigo (ahora son 45), la disminución del número de presos con enfermedades mentales y el aumento de las comunicaciones con la familia.
El presidente Nicolás Sarkozy anunció hace unos días una inversión de 45 millones de euros para las prisiones, con un aumento de 13.200 nuevas plazas hasta el 2011.
«El OIP cree que la construcción de nuevas prisiones no resuelve el problema. Cuantas más cárceles se hacen, más detenidos hay para llenarlas», sentencia Dujourdy.
José A. Sorolla, París. El Periódico de Cataluña, 25/01/09
«Los suicidios en prisión son una aplicación sutil de la pena de muerte»
César Manzanos, Portavoz de Salhaketa y Aitziber Atxutegi Bilbao
Once presos de la prisión de Langraiz muertos por causas no naturales, entre ellos cinco suicidios oficiales, en apenas quince meses han hecho saltar las voces de alarma sobre la situación que se
vive en el penal alavés. El portavoz de Salhaketa César Manzanos compara estos suicidios con una «aplicación extrajudicial de la pena de muerte» y reclama responsabilidades a la Administración, quien tiene la «obligación de velar por su derecho a la salud, a la vida o a un trato digno».
¿Qué ocurre en Langraiz?
Por un lado hay una mala gestión que ha provocado un proceso permanente de demenciación entre los reclusos: cien de los seiscientos presos sufren patologías mentales graves. Hay que añadir una falta de control para garantizar la seguridad de la gente que está en prisión, irregularidades de algunos funcionarios que se excedían en su función; incluso el ex subdirector de Seguridad está inculpado en las presuntas agresiones sexuales a presas. Sin olvidar la dejadez en equipamientos y los problemas estructurales endémicos que tiene la cárcel. El hacinamiento, que ha generado problemas de conflictos entre presos, con los funcionarios, de gobernabilidad… ha incidido definitivamente en el deterioro de la convivencia.
¿Por qué un índice de suicidios tan alto?
Es la punta del iceberg; gente desesperada que prefiere quitarse la vida antes de vivir en condiciones de insoportabilidad. Es economía del sufrimiento; cuando sufrir es más duro que morir, prefieres quitarte la vida. Hay otras situaciones que queremos que se investiguen porque creemos que son resultado de las situaciones de violencia que se generan en un clima de conflicto interno.
¿En qué sentido?
Los suicidios son la versión oficial, pero un suicidio en prisión es un suicidio inducido. En prisión hay unos protocolos para el diagnóstico y tratamientos que muchas veces no se aplican; muchas de las personas que han aparecido ahorcadas ni siquiera estaban diagnosticadas. Estamos hablando de una institución pública, donde la persona tiene una relación de sujeción especial con la Administración y ésta, la obligación de velar por su derecho a la salud, a la vida y a un trato digno. El suicidio tiene mucho que ver con que a una persona se le ponga en determinadas situaciones de vulnerabilidad, de abandono… El asesinato perfecto es conseguir que tu víctima se mate ella misma; eso es un suicidio inducido, y no deja de ser una aplicación extrajudicial y sutil de la pena de muerte porque hay una responsabilidad de prevenir estos hechos y de intervenir. En prisión el índice de suicidios es once veces superior que en la calle.
En la última muerte denunciaban que podía haber algo más que un suicidio…
Cuando una persona aparece ahorcada, la versión oficial es que se ha suicidado, pero nosotros, hasta que no se investigue por una instancia judicial independiente, que es la Fiscalía y no la Administración de prisiones, no sabemos si es un suicidio o no. Tenemos una duda metodológica. Por desgracia, tenemos más veces razón de las que queremos y sabemos que detrás de muchas muertes ha habido otras cuestiones. Por ejemplo, en este caso, dos días antes su familia le vio bien; había denunciado inducción al suicidio… Tenemos la obligación de poner en duda la versión oficial, especialmente en este caso. ¿Qué problema tenemos? La impunidad. Si la Fiscalía tiene orden de no intervenir, o no interviene y se fabrican todas las pruebas habidas y por haber para demostrar que eso es un suicidio y no otra cosa, esas muertes quedan impunes. En la cárcel, un espacio donde no se ve lo que pasa dentro, se debería ser especialmente exquisito con los derechos y la transparencia, investigar de oficio y no ejercer una política de ocultamiento.
¿No es contradictorio que se le hubiera trasladado, aun de forma provisional, a la cárcel que había denunciado?
Cuando llega en enero, él está más tranquilo, más relajado, porque habían sustituido al subdirector de Seguridad y conocía al actual director de la cárcel por haber sido educador en Basauri. Además, está en tránsito para declarar.
¿Se podrían haber evitado estas muertes?
La gran mayoría de las muertes en prisión se pueden evitar. No estamos pidiendo que se resocialice a la gente, ni que se les trate; estamos pidiendo simplemente que tengan una seguridad física y el derecho a un trato digno. En las cárceles tendría que haber tendencia a muerte cero; en una institución del Estado que tiene protocolos estrictos de relación con la policía y con el sistema sanitario, no debería morir nadie. Los suicidios son una aberración, porque si hay un protocolo y un seguimiento individual, -la ley habla de tratamiento «científico individualizado»-, de una persona que se suicida se tiene que saber tiempo antes que tiene problemas. Deberían ser situaciones absolutamente excepcionales y sin embargo las muertes no naturales en prisión son el pan nuestro de cada día. Y es lo que nos preocupa: están fallando los sistemas de coordinación, los protocolos de actuación… Mecanismos concretos para garantizar el derecho a la salud y a la vida de los presos.
¿Se ha tomado algún tipo de medidas para evitar los suicidios?
Se anunció un plan de choque, que consistía en poner presos de acompañamiento a los diagnosticados. Eso es una aberración; una tarea de prevención de suicidio no lo puede hacer un preso, sino un especialista.
En Langraiz, para 100 presos con enfermedades mentales graves y un 40% de personas con tratamiento psicofarmacológicos, sólo hay dos psicólogos, por turnos, y un psiquiatra de Osakidetza, que por un convenio entre Gobierno vasco e Instituciones Penitenciarias para prestar servicios desinteresadamente, pasa consulta una vez por semana. Fue una cortina de humo para salir al paso de una situación.
¿Por qué ese porcentaje tan alto de enfermedades mentales y tratamiento psicofarmacológico?
Se recurre a los fármacos de forma sistemática para funciones de contención, para que la gente esté tranquila y sedada. Es igual en otras prisiones, no es la única, pero en Langraiz se hace especialmente. Además, es una prisión en la que hay todo tipo de drogas ilegales, y eso genera una dinámica de mayor ansiedad, problemas de depresión, trastornos físicos…
¿A qué se refieren con la denuncia de «mafias de funcionarios»?
Por los testimonios que estamos viendo en los juzgados, parece que hay élites de poder entre determinados funcionarios que tienen capacidad de hacer y deshacer en la prisión, muchas veces incluso sin seguir las directrices ni de la Dirección General ni de las direcciones de las prisiones: funcionarios que entran de noche, favores sexuales de presas a cambio de beneficios penitenciarios…
No sabemos si esto es así; según los testimonios de gente de dentro parece que sí, pero lo que pedimos es que el Ministerio Fiscal y la autoridad judicial lo investiguen. Mirando a otro lado o encubriendo no conseguimos nada.
Tras el cambio de director, ¿ha variado la situación?
En noviembre dimos un voto de confianza a la nueva dirección, estábamos a la espera de que hubiera algunos cambios y la última muerte ha sido como un jarro de agua fría. Lo que está pasando es herencia de lo que había antes y dudamos sobre hasta qué punto la dirección es la que manda en la prisión, qué capacidad tiene para actuar; es lo que nos preocupa en este momento. Por mucho que cambien un director y tenga otro talante, el resto del cuerpo de funcionarios sigue ahí, y no sé hasta qué punto tiene capacidad de maniobrar…
¿La solución pasa por cerrar Langraiz?
Es una prisión obsoleta y hay que cerrarla, al igual que las de Martutene y Basauri. Somos conscientes de que estas prisiones no se pueden cerrar de la noche a la mañana, pero sí puede haber un plan estratégico, a 6 ó 12 años, donde el objetivo fuera cerrar las prisiones e invertir en nuevas infraestructuras. Sí planteamos su cierre cautelar y que se investigue si está en condiciones, sobre todo algunas zonas como el módulo 5 o la enfermería. Las obras que hay que acometer en Langraiz son de tal envergadura que no es rentable poner parches.
El suicidio: algunos estudios y estadísticas.
5 Abril 2007 — Rubén Iglesias
- Las personas inteligentes tienen menos tendencia a suicidarse.
El estudio “Low intelligence test scores in 18 year old men and risk of suicide” fue publicado en la
revista British Medical Journal, por un equipo de investigadores suecos y británicos: El profesor David Gunnell, de la Universidad de Bristol y colegas del Instituto Karolinska de Suecia, han encontrado
correlaciones estadísticas entre el desempeño intelectual y enfermedades psiquiátricas como la
esquizofrenia y la depresión. Tras llevar a cabo un seguimiento a un millón de jóvenes de 18 años
enrolados en el ejército durante unos 26 años, los investigadores pudieron comprobar que aquellos que obtuvieron bajos resultados en pruebas de inteligencia eran entre dos y tres veces más propensos al suicidio. “Éste es el estudio más extenso al respecto. Encontramos una asociación muy fuerte entre el desempeño intelectual y un subsiguiente riesgo de suicidio”. Los científicos registraron 2.811 suicidios en total. Un mejor desempeño en las pruebas de lógica, lenguaje, habilidad espacial fue asociado con un riesgo reducido. El vínculo más fuerte se dio con los resultados en las pruebas de lógica, donde los resultados más bajos aumentaban tres veces el riesgo de suicidio. También subrayan el factor de la niñez. Piensan que las influencias durante el desarrollo del cerebro en la niñez podrían ser un factor de enfermedades mentales y, por ende, de suicidio.
- Tres veces más suicidios en hombres que en mujeres.
En el año 2005 en España según datos del Instituto Nacional de Estadística, se produjeron un total de 387.355 defunciones, de las cuales por suicidio fueron 3.381 de los cuales 2.557 hombres y 824 mujeres.
- Mayor índice de suicidio en las mujeres con implantes de silicona.
Un estudio realizado a 24.600 mujeres por la Université Laval Faculty y la Canadian public Health Agency and Cancer. El estudio se realizó entre mujeres, con una media de 32 años, que habían sido operadas para aumentar sus pechos entre 1974 y 1989. Durante los siguientes 15 años tenían que ir a revisiones periódicas, de este modo se pudo recoger una base de datos completa de los fallecimientos y sus causas durante esa etapa, concretamente de 480 mujeres. Lo sorprendente del caso es que las mujeres operadas tenían un índice de suicidio superior (55%) que la el resto de la población. El doctor Brisson atribuye el fenómeno, al perfil psicológico de algunas mujeres que deciden realizarse este aumento de pecho y que suele estar caracterizado por baja autoestima, carencia de confianza en sí mismas y depresión. Problemas que según él deberían tratarse con un especialista y no en el quirófano del cirujano plástico.
Suicidio en Prisión: Asesinato o Negligencia
Del 1 de enero al 11 de agosto de 2004 según noticias de prensa se han dado 27 casos de muertes en prisión.
La DGIP señala en el 2004, 17 casos de suicidio en las cárceles entre el 1 de enero y el 30 de junio
DUEÑAS 2-1-2004 J. J. R. C., DE 39
Aparece muerto un preso en la cárcel de Dueñas con un corte en el cuello.
El Norte de Castilla, 3 de enero de 2004
NIGRAN 1 -1-2004 Benito Villaverde, 71 años
Muere en su celda el acusado de matar a un vecino con una guadaña en Nigrán. El recluso apareció ahorcado con su camisa al cuello en la mañana del día 31
La Voz de Galicia, 2 de enero de 2004
BRIANS 5-1-2004 36 años, M.V.J.,
Muere un recluso de Brians tras ser reducido después de una pelea
El Periódico de Catalunya, 5 de enero de 2004
ALCOLEA 19 -1-2004 N.N.
La prisión registra 7 muertes en los últimos tres meses
La mayoría de los fallecimientos están relacionados con el consumo de drogas, según fuentes del centro penitenciario, situado en Alcolea
El Día de Córdoba, 26 de enero de 2004, Sandra Cabezas
Siete internos de la Prisión Provincial de Córdoba han fallecido en los últimos tres meses, lo que supone uno de los balances más negros de los que se han registrado en el centro penitenciario
desde su inauguración en el año 2000. Así lo confirmaron fuentes de la cárcel de Alcolea, que apuntaron que el último fallecimiento de un preso se registró el pasado día 19 de enero.
Ninguna de estas muertes se ha producido por causas violentas, aunque la mayoría están relacionadas con el consumo de sustancias estupefacientes, según las mismas fuentes de la prisión. Para la Asociación Pro Derechos Humanos esta cifra es «alarmante» y demuestra que las prisiones «no dan una respuesta real» al problema de toxicomanía que sufren los internos.
1 Comment
Rubén Torres
2 años agoPor enésima vez podemos comprobar que la maldad que tienen algunas personas puede aflorar en cualquier momento y resulta prácticamente imposible poder evitarlo.
Ignoro el castigo que les impondrán, pero eso no le devolverá la felicidad a la chica ni evitará que vuelva a suceder.