Impiden ejercer al Dr. Ángel Ruíz-Valdepeñas, cofundador de Médicos por la Verdad España
Por otra parte, se debería haber ampliado el estudio de Barbastro que apuntaba a un mayor número de fallecidos entre quienes se vacunaron contra la gripe a toda España pero no hicieron caso y pasó, desgraciadamente, lo que sospechábamos. Justo a partir de la campaña de vacunación aumentó la mortalidad. Podemos buscar una justificación de las medidas tomadas desde un punto de vista científico o epidemiológico pero no la tiene porque lo que está ocurriendo obedece a un plan con una ruta muy bien marcada que no responde a la lógica ni a la realidad médica.
–Es cierto que tras la campaña de vacunación de antes de Navidad se produjo un aumento significativo de la mortalidad, sobre todo en residencias; sin embargo ahora, con un 18% de la población vacunada con alguna dosis, no parece que se esté repitiendo esa mortalidad. ¿Si las vacunas fueron responsables tras las navidades por qué después no se ha repetido el fenómeno?
-Porque las primeras dosis fueron para vacunar a los más débiles, a los más desprotegidos, a quienes tenían muy deteriorada su salud, a los ancianos y minusválidos. Y en pocos días vimos que en residencias donde se había superado la ola de 2020 sin víctimas o con muy pocas aparecían decenas de contagiados tras la vacunación; en algunos casos hubo decenas de muertos. Si tenemos en cuenta que el 85% de los que fallecieron tenía más de 70 años y el 95% de ellos padecía una o más enfermedades concomitantes, era evidente que dirigir la campaña de vacunación hacia ese colectivo iba a producir un repunte de la mortalidad. Y así ha ocurrido en todo el mundo con el agravante de que esos fallecidos se han atribuido en su mayor parte a muertes naturales o a la Covid-19. No han sido consignadas como muerte por reacciones adversas a las vacunas.
Una vez esa población fue esquilmada la vacuna llegó a gente con una salud algo mejor, a personas no tan mayores ni tan susceptibles pero que ya empiezan a tener efectos secundarios. De hecho seguirán apareciendo entre la población a medio y largo plazo. Eso es lo que lo que estamos viendo: un aumento de los efectos secundarios.
Así lo constató por ejemplo la doctora Popel, lo dio a conocer y lo que logró fue que la expedientaran. Y todo por compartir lo que definió como la «dolorosa experiencia» de ver a pacientes que tras vacunarse habían acudido a ella con fuertes dolores de cabeza y dormían mal, algunos con hormigueo en las piernas, temblor en las extremidades, dificultad para caminar, mareos, vértigos, síncopes, encefalitis, mielitis… o efectos trombóticos indistinguibles de los achacados a la Covid-19.
Y solo es la punta del iceberg de lo que puede estar ocurriendo… u ocurrirá a medio y largo plazo. Gente de menos de 60 años que estaba bien antes de vacunarse empieza a vivir un auténtico calvario. Muchos de los que se han vacunado están sobreviviendo con acúfenos crónicos, con parálisis parcial, con secuelas neurológicas muchas de las cuales van a permanecer. Y a largo plazo veremos aumentar el número de esterilidades y enfermedades neurodegenerativas, enfermedades autoinmunes, cáncer…
Por desgracia, parte de lo que advertimos ya se está cumpliendo. Ojalá se equivoquen las previsiones de los científicos e investigadores que han vaticinado que en los próximos 6 a 12 meses pueden morir entre el 30% y el 40% de los vacunados y que buena parte de los que queden desarrollarán algún tipo de enfermedad autoinmune o degenerativa…. Ojalá se equivoquen, ojalá se rían de nosotros y el día de mañana nos echen en cara estos vaticinios…
–¿Cree que hay suficiente base científica como para contemplar los peores pronósticos?
-Por desgracia creo que sí. Y lo saben los fabricantes de vacunas porque todos los experimentos que se han hecho con las vacunas ARN en distintos modelos animales han arrojado al final una altísima mortalidad a causa de la denominada Mejora Inmunológica Mediada por Anticuerpos o Síndrome ADE. Además de este fenómeno ya conocido nos estamos encontrando con estudios que hablan de la capacidad directamente tóxica, proinflamatoria o protrombótica de la proteína Spike por sí misma ¡que es la misma que intentan producir todas las vacunas que se están experimentando!, de cómo puede provocar una reacción de nuestro organismo contra nuestras propias células facilitando trastornos neurodegenerativos, etc. Por no hablar de su similitud con las sincitinas y todo lo que puede provocar a nivel reproductivo. Así que sí, creo que por desgracia hay sustento científico de sobra para pensar que puede tener lugar una catástrofe demográfica.
–¿Están «pasando» los médicos de comunicar los efectos secundarios al sistema o éstos se están archivando como si no fueran provocados por las vacunas?
-¡Imagínese! Si a mí me quieren suspender seis años y a Nadiya Popel la quieren suspender 6 meses por denunciar los efectos secundarios de estas vacunas transgénicas está claro que no hay mucho interés en incentivar que hagamos bien nuestro trabajo; más bien lo están castigando. Yo preguntaría a las autoridades sanitarias: ¿qué quieren que hagamos cuando un paciente vaya al médico y le diga que estaba bien y después de la vacuna se le cae la mano o se le descuelga la cara? ¿Si lo reflejo por escrito me van ustedes a castigar?
Mire, un sobrino mío de 21 años trabaja como conductor de ambulancia y a los 20 días de ponerse la segunda dosis de la vacuna tuvo que ser operado de apendicitis. ¿Tuvo o no tuvo que ver con la vacuna? Aparentemente no… pero puede que sí. ¡No lo podemos saber!.
Si estuviéramos apuntándolo todo bien en las historias clínicas de los pacientes -si se ha vacunado, con qué vacuna, cuándo, y todo lo que después le ha sucedido- podríamos comparar y ver si el número de apendicitis o de cualquier otra patología ha aumentado tras la vacunación. Y este de la apendicitis es solo un ejemplo. Hoy más que nunca tenemos la responsabilidad de ser muy meticulosos, porque la ciudadanía está siendo sometida a un experimento global. Se están inoculando fármacos transgénicos experimentales y tenemos la obligación de saberlo todo sobre sus efectos, de informarlo todo al sistema sanitario; y si eso no se refleja adecuadamente será mucho más difícil discernir lo que realmente están provocando estas «vacunas», será más difícil denunciarlo ante la opinión pública.
–¿Qué cree usted que hay detrás de todo lo que está pasando?
-Pienso que somos víctimas de un ataque muy bien organizado en el que se han combinado componentes biológicos, psicológicos, electromagnéticos, etc. Es un ataque de «falsa bandera», lo que quiere decir que nos hacen mirar a todos sólo hacia un lado, hacia una enfermedad vírica respiratoria, para que no nos demos cuenta de cuál es el verdadero objetivo. Están llevando a cabo una demolición controlada de la economía y a la vez un intento de genocidio. Es una labor de ingeniería social en la que tan importante o más que el laboratorio de Wuhan como creador del factor biológico de esta pandemia han sido los laboratorios de manipulación y control social. Estas vacunas no están desarrolladas para solucionar esta pandemia: es al revés, ¡esta pandemia está creada para imponer estas vacunas!, provocar un genocidio e imponer el hipercontrol social, el transhumanismo y someter a la población que sobreviva a una aséptica dictadura sanitaria «por su bien». Donde «en 2030 no tendremos nada pero seremos felices”. como dice Klaus Schwab, fundador y Presidente del Foro Económico Mundial en su libro «Covid-19, The Great Resef”. Todo esto no es una teoría conspirativa, simplemente hay que quitarse la venda de los ojos y ver lo que se dice en el Foro de Davos, en el FMI, en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU.
LA VACUNACIÓN INFANTIL ES UN CRIMEN
–¿Cómo se explica que tanta gente haya aceptado rápidamente inocularse unas vacunas que son experimentales y cuyos supuestos beneficios no están ni siquiera constatados?
-El miedo ha sido la principal herramienta para someter a la población. Después de un año diciéndole machaconamente a la gente que «la única solución es la vacuna» no es de extrañar que se hayan abrazado a ella aunque su puesta en circulación haya sido criminal. La ciudadanía no tiene en general los suficientes conocimientos para saber si son buenas o no. Ni siquiera la mayoría de los médicos los tenemos. Para que una vacuna sea apropiada debe cumplir al menos 3 criterios: que sea necesaria, que sea eficaz y que sea segura. ¡Y no se cumple ninguno de los tres!
Y ahora vayamos a los propios datos oficiales: según los mismos en el mundo ha fallecido durante la Covid-19 el 0’04% de la población lo que significa que sobrevive el 99,96%. Y de ese 0’04% el 85% tenía más de 70 años de los que el 95% padecía enfermedades graves concomitantes. ¿Qué sentido tenía pues vacunar masivamente? No era necesario. Ni seguro porque sus graves efectos secundarios se desconocían. Y obviamente no podemos saber si son eficaces porque estamos en medio de un experimento global. Los propios laboratorios señalan que la actual «fase experimental» finalizará en octubre de 2022 como muy pronto aunque otros hablan de 2023. Aunque en realidad ya sabemos que no son eficaces como puede comprobarse viendo simplemente las gráficas de mortalidad por Covid-19 en todo el mundo tras las campañas de vacunación.
–Es indignante, por cierto, que los niños se hayan convertido en el próximo objetivo.
-Cierto. De todo lo que estamos viviendo, lo peor es lo que se está haciendo con los niños: exigirles el distanciamiento social, ponerles bozal y ahora ponerles la vacuna cuando todos sabemos que prácticamente no ha muerto ningún niño por la Covid-19. Es una auténtica locura. En toda la primera ola creo que en España solo murieron oficialmente 4 niños y el gobierno reconoció que en algún caso se había tratado de un error del sistema porque se habían contabilizado fallecidos de 101 o 102 años como niños de 1 o 2 años.
En cuanto a las siguientes «olas», no habiéndose hecho autopsias ¿cómo vamos a poder estar seguros de qué fallecieron? En cualquier caso, con una casuística tan baja y sin haberse demostrado fehacientemente que sean «supercontagiadores» -que no lo son- y sin conocer la realidad de los efectos secundarios en ellos (ya se han notificado en Estados Unidos casos de trombos en adolescentes tras vacunarles) inocularles alguna de las actuales vacunas es un crimen. Las autoridades políticas que lo alientan y las autoridades sanitarias que lo avalen así como los padres que lo permitan, deberían comparecer ante la Justicia. Es una locura. Para un niño es más fácil caerse por una escalera y fallecer que hacerlo por la Covid-19.
–Hablemos de los cientos de videos que circulan por las redes sociales y muestran cómo un imán, e incluso cualquier objeto metálico- se «pega» en la piel de muchas personas justo en los puntos de vacunación. ¿Qué opinan ustedes de ello? Los grandes medios de comunicación intentan hacer creer a la gente que son falsos o están trucados. Es evidente que empiezan a estar desesperados porque este tipo de cosas ya no pueden ocultarse…
-Sé por personas que están trabajando seriamente en el tema -como el doctor José Luis Sevillano, a quien ya entrevistasteis en la revista- que el fenómeno es real. Lo que no está claro es si se debe solo a las vacunas, porque hay vacunados a los que les pasa y vacunados a los que no. Y hay personas no vacunadas a las que también se les queda pegado o se les pega el imán en la nariz tras hacerse una PCR. Yo mismo recibí un mensaje de alguien que me dijo que se le pega un imán y su última vacuna la recibió teniendo 13 años. ¿Qué está pues ocurriendo? ¿Se debe a la contaminación por metales pesados? ¿A las radiaciones de la tecnología 5G? ¿A algo que desprenden los chemtrails? ¿A algo que también hay en otras vacunas? ¿A nanopartículas ferro-magnéticas que se nos están inoculando sin que lo sepamos? No podemos saberlo aún. Hay que investigarlo.
–¿Han pensado tomar alguna iniciativa al respecto?
-En Médicos por la Verdad España estamos planteándonos poner mesas de detección en algunas capitales de España y, como médicos, preguntar a la gente si se han vacunado para hacerles la prueba del imán. La idea es documentarlo con sus nombres y apellidos, elaborar una casuística ya que ni los gobiernos ni las autoridades sanitarias lo están haciendo ni lo van a hacer. Es un tema que puede ser muy importante porque puede objetivarse y ante el miedo o la incertidumbre que genera puede ayudar a que mucha gente decida con buen criterio no vacunarse, no someterse ciegamente a este riesgo.
Mire, la gente no se plantea realmente si las vacunas pueden alterarle el genoma porque tiene confianza ciega en ellas y en los laboratorios ya que ignora la cantidad de millones de euros que los fabricantes han tenido que pagar en multas por comportamientos fraudulentos. Pero ahora la gente puede comprobar por sí misma que un imán, una cuchara y hasta un móvil se pegan a la piel. Y si también lo ven sus vecinos y amigos van a comenzar a dudar, a pensar que eso no es normal. ¿Desde cuándo una vacuna genera magnetismo en el cuerpo?
–Hay quien le quita importancia diciendo que es algo «anecdótico».
-No me lo parece. De hecho es posible que detrás del fenómeno haya una tecnología que ni siquiera nos imaginamos. Sinceramente no lo sé, pero mientras no podamos analizar los viales de las vacunas ni saber su composición tenemos derecho a hacernos preguntas. Dicen que la clave podría estar en el grafeno, en el que por cierto Bill Gates lleva muchísimo dinero invertido. Que sería el grafeno el que, en contacto con nuestra biología, se vuelve magnético y se detecta en el brazo. Es una hipótesis, pero es demasiado pronto para concluir nada más allá del extraño efecto en sí mismo. Si finalmente ponemos en marcha la iniciativa de las mesas en la calle en pocas semanas podríamos tener más datos; al menos sobre la extensión del fenómeno y sí su vinculación es con todas las vacunas -como parece- o con alguna en particular.
–Otro de los problemas que comienza a ser preocupante es el de la «Covid persistente” que afecta no solo a quienes han pasado la enfermedad en el hospital, con el tratamiento hospitalario, sino también a personas que lo pasaron en su casa sin tratamiento específico y están sufriendo una situación clínica que nadie sabe explicar y ningún médico solucionar.
-Yo trabajo desde hace muchos años con Homeopatía, con otras terapias naturales y con el Par Biomagnético y puedo asegurarle que con éste se detectan infecciones por microorganismos que la gente no tiene ni idea de que los tiene y les provocan síntomas recurrentes a los que no encuentran explicación. Una vez que los tratas con el par la sintomatología tiende a desaparecer. Es posible que en el caso de la Covid persistente el factor biológico o tóxico que forma parte de la pandemia haya pasado en esas personas a un estado latente y no se haya terminado de solucionar; como ocurre con la salmonelosis crónica, la candidiasis crónica o el virus del herpes. Hay muchos patógenos que se quedan acantonados, escondidos, cronificándose de una forma subclínica. Pero también la sintomatología persistente puede ser debida a la combinación de distintos factores que nos han impactado de forma conjunta; como los metales pesados, el factor biológico que subyace en la enfermedad, o las radiaciones electromagnéticas que dañan el sistema inmune y el sistema nervioso. Yo creo que en estos casos hay que hacer una buena limpieza de gérmenes que acompañaría con el consumo de dióxido de cloro u otras medidas específicas. Afortunadamente la mayoría de las personas que han pasado la enfermedad la superan sin secuelas. La verdad es que si nos atenemos solo a la medicina convencional no hay muchas terapias curativas pero hay muchas otras formas naturales o alternativas para superarlo.
–Una de las sinrazones que hemos vivido ha sido ignorar la investigación, sobre todo lo que podía ayudar: la hidroxicloroquina, la ivermectina, el ozono, el dióxido de cloro…
-Forma parte de la estrategia silenciar todo aquello que va contra la verdad oficial. De hecho se ha ignorado y despreciado hasta aquello que podría servirle a los enfermos. Como el dióxido de cloro del que no se quiere ni hablar. Lo mismo que del ozono al que ni se tiene en consideración. También hay algunos micronutrientes eficaces. Se han silenciado todos los posibles tratamientos.
Claro que cuando se empezó a hablar de la 5G, por ejemplo, comencé a recopilar información y a los pocos días me di cuenta de que datos que había encontrado en la red ¡habían desaparecido! No es pues de extrañar que quienes hoy pensamos y decimos que existe una evidente relación entre la 5G y la Covid-19 seamos silenciados. Y lo mismo comienza a pasar con los imanes de los que hablábamos; los «verificadores» comenzaron rápidamente a decir que todo era falso pero el mero hecho de que se hayan dado tanta prisa en refutarlo es señal de que hay que investigar el asunto.
–Permítanos una última pregunta: ¿ve algún aspecto positivo en todo lo que está ocurriendo?
-Que por fin nos estamos dando cuenta de lo podrida que está nuestra sociedad, las estructuras sociales, políticas y sanitarias. Creo que hay que hacer un ejercicio de soberanía y valentía para defender aquello en lo que creemos, por nuestros hijos y por nuestras familias. Y añadiré, parafraseando a Mahatma Gandhi, que «cuando una ley o una norma es injusta lo correcto es desobedecer«.
Antonio F. Muro
Fuente; Revista Discovery Salud. Número 250-Julio 2021
26/09/2023
1 Comment
Rubén Torres
1 año agoEl Dr. Angel Ruíz-Valdepeñas dice el el último párrafo; por “fin nos estamos dando cuenta de lo podrida que está nuestra sociedad, las estructuras sociales, políticas y sanitarias”, bueno, un servidor se dio cuenta de ella hace más de tres décadas.
En cuanto a una de las frases que dijo Gandhi «cuando una ley o una norma es injusta lo correcto es desobedecer «pues no la comparto al 100%, pues hacerlo uno se expone a ser detenido o sancionado. Otra cosa es si se hace en forma masiva (miles o millones de personas que desobedecen en el mismo día, entonces es posible que funcionase, pero no si se hace de forma individual. Pues dar la cara por gente descerebrada no vale la pena luchar. Es mejor idea empezar por eliminar al mayor número de chusma y después atacar a los tiranos que están en el poder.