A medida que avanzamos en la descarbonización, las fuentes de energía sostenible ganan protagonismo, pero los combustibles fósiles siguen siendo necesarios para algunas industrias y medios de transporte. Por eso, además de impulsar el desarrollo de las distintas tecnologías de energía solar, eólica, hidroeléctrica, undimotriz (la que aprovecha la fuerza de las olas del mar para generar electricidad), y otras, científicos y empresas trabajan en el desarrollo de combustibles menos contaminantes. En ese contexto, el hidrógeno, que ya se utiliza en algunos sectores, tiene cada vez más peso como combustible limpio gracias a las tecnologías desarrolladas para producirlo de forma sostenible.

El futuro del hidrógeno verde es cada vez más cercano gracias al apoyo de los poderes públicos y a la decidida apuesta que están haciendo grandes empresas privadas, tanto productoras de energía como consumidoras. El desarrollo tecnológico e industrial que llegará con las iniciativas que se están poniendo en marcha en España vendrá acompañado, además, de numerosos puestos de trabajo cualificado. Algunas compañías se han organizado en tomo a consorcios con los que quieren impulsar el hidrógeno verde en toda la cadena de valor. Es el caso de HyDeal Ambition, que nació en 2020 de la iniciativa de Enagás y en la que participan otras empresas, como ArcelorMittal, Grupo Fertiberia y DH2 Energy. Su objetivo es construir un sistema integrado a una escala suficiente para operar sin subsidios. En su primer gigaproyecto, para el que han elegido Asturias, las beneficiarías serán, como indica Thierry Lepercq, presidente del consorcio, «industrias pesadas españolas que van a tener una ventaja económica con una capacidad de producción de acero y fertilizantes verdes a un coste muy competitivo».

Cuando el proyecto asturiano esté operativo, a finales de 2025, ArcelorMittal reemplazará el carbón por hidrógeno verde para la óxido reducción del mineral de hierro, y Fertiberia sustituirá el amoniaco producido con gas natural por un amoniaco verde. En el proceso, subraya Leperc, «la ingeniería española va a tener un liderazgo en proyectos mayores que se podrán desarrollar en todas partes del mundo. También tendremos innovación en sectores nuevos como la movilidad». Y es que parte de su producción se podrá destinar al transporte de camiones, al tráfico aéreo y marítimo.

Shyne es otro gran consorcio multisectorial que nació en enero de 2022, liderado por Repsol. En él participan 33 entidades, entre compañías públicas y privadas, centros tecnológicos y universidades, que abarcan toda la cadena de valor. Su objetivo es «acelerar los planes de despliegue y traccionar el desarrollo de las tecnologías que lo hagan competitivo al menor coste posible y con la máxima rapidez», explica Tomás Malango, director de Combustibles Renovables y Economía Circular de Repsol, que cuantifica la inversión en 3.230 millones de euros y afirma que generará más de 13.000 empleos.

UNA DE IAS NECESIDADES QUE HA IDENTIFICADO Shyne es la interconexión de iniciativas regionales para potenciar la coordinación interterritorial. Por eso, en abril se presentó el Corredor del Hidrógeno del Ebro, que aglutina las iniciativas que se encuentran en marcha en el País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña para lograr un ecosistema lo más eficiente posible, tanto en costes de producción como de transformación y logísticos.

Otras grandes empresas llevan años trabajando en el desarrollo del hidrógeno, con la puesta en marcha de grandes centros de producción, como es el caso de Naturgy. Muchos de sus proyectos están vinculados a zonas afectadas por el cierre de las centrales térmicas de carbón. Uno de los principales ejemplos es la planta de hidrógeno de La Robla (León), en el entorno de la central térmica que se clausuró en 2020. Paralelamente, la compañía trabaja también en el desarrollo de proyectos de producción de hidrógeno vinculados a la industria.

El liderazgo de España

Nuestro país ha ido tomando posiciones para convenirse en uno de los principales centros de energía verde de Europa. Concretamente, en el campo del hidrógeno, de los 75 proyectos anunciados en el primer trimestre de 2022, el 20 % se sitúan en España, tan solo superada por Estados Unidos, que alcanza el 51 %, según el grupo de investigación y consultoría energética Wood Mackenzie. Los recursos renovables necesarios para producir hidrógeno son abundantes y tienen un precio competitivo en nuestro país, y eso se combina con atractivas oportunidades de mercado, Incluyendo diversas aplicaciones industriales, como explica Amlr Sharlfl, director general de Infraestructuras y Transición Energética en el fondo Ardían.

El fondo francés considera el hidrógeno verde uno de los vectores más interesantes y con más potencial, y ha reforzado sus inversiones a través de Hy24, una joint venture con la plataforma de inversión en hidrógeno limpio FiveT Hydrogen, para impulsar proyectos de hidrógeno verde en toda la cadena de valor, desde la generación a la logística. Su primer fondo, Clean H 2 infrastructure Fund, ha recaudado ya 1.500 millones de euros, y podría alcanzar los 15.000 millones. Sharifi destaca que el sistema de almacenamiento y transporte de gas, junto con la variedad de ubicaciones para plantas de energía renovable, hacen que España esté preparada para liderar la producción de hidrógeno verde, y explica: «A corto plazo, se espera que una cuarta parte de las casi 500.000 toneladas de hidrógeno de origen fósil que consume la Industria cada año se sustituya por la versión de origen renovable (el 25 % del consumo de hidrógeno en la industria se cubrirá con hidrógeno renovable). En este sentido, miles de vehículos deberían circular por las carreteras y los ferrocarriles españoles Impulsados por hidrógeno».

También estamos bien preparados para la distribución de este combustible. Según Natalia Latorre, directora general de transición energética de Enagás, «España está muy bien posicionada para convertirse en un hub de hidrógeno en Europa: de los tres corredores de hidrógeno en toda Europa que recoge REPowerEU, uno es el corredor ibérico».

El interés por España se puede deducir también de las iniciativas de los grandes consorcios, como Shyne y HyDeal Ambition, que ha apostado por Asturias para su primer proyecto en todo el mundo, y las de otras empresas de menor tamaño pero no menos importantes como las alemanas Viridi y Green Enesys Group, que han anunciado la inversión de 210 millones de euros, a través de su filial Viridi Energías Renovables España, para instalar una planta de hidrógeno verde en la población gaditana de Arcos de la Frontera. El proyecto. SolWinHy Cádiz, utilizará energía fotovoltaica y eólica para producir unas 30 000 toneladas de metanol verde al año que, a partir de 2025, se exportarán a Alemania en su totalidad para su uso en grandes plantas industriales. Como explica Ohiana Goicoechea, responsable del proyecto hidrógeno en Naturgy, «en torno al 70 % del coste final del hidrógeno es el coste de la energía que se utiliza para producirlo. En la medida en que España puede producir la energía renovable más barata, podrá producir el hidrógeno renovable más barato de Europa.

Además del recurso renovable, España dispone de un enclave geográfico estratégico y tiene una infraestructura gasista moderna y extensa. Y si a todo esto sumamos la capacidad industrial, podemos decir sin riesgo a equivocarnos que España tiene los elementos necesarios para liderar el desarrollo del hidrógeno».

La fotoelectrocatálisis que están desarrollando Repsol y Enagás será más eficiente al prescindir de la generación de electricidad.

Electrólisis y otras formas de producción

La electrólisis consiste en utilizar una comente eléctrica para separar los dos elementos que forman el agua: oxígeno e hidrógeno. Si bien su uso es, de momento, el más utilizado para obtener hidrógeno verde, la industria está probando otras tecnologías alternativas que puedan mejorar y abaratar el proceso.

La compañía portuguesa Fusión Fuel ha desarrollado desde 2018 un sistema que denomina microelectrólisls. Un diseño miniaturizado y descentralizado que, dicen, será competitivo y se podrá producir a gran escala a partir de 2023. El dispositivo Hevo trabaja con una celda solar de alta eficiencia conectada a un panel solar concentrado que aprovecha tanto la energía fotovoltaica como la térmica para producir hidrógeno.

En España, la compañía botánica Hive Energy ya ha anunciado una planta de producción de hidrógeno verde que Utilizara esta tecnología. Y en Madrid. Exolum prevé poner en marcha una planta con el microeleclrolizador Hevo de última generación, capaz de aprovechar otras fuentes de energía renovable para producir hidrógeno verde durante la noche y en periodos de baja radiación solar. En Bilbao, la compañía Nantek Hub ha desarrollado un sistema para aprovechar como combustibles los plásticos que no se pueden reciclar. En ese proceso también se produce hidrógeno, lo que llamó la atención de Enagás, con la que está desarrollando un proyecto piloto para comprobar cuanto hidrógeno se puede generar con este sistema y de qué calidad. Su CEO y  fundador. Carlos Uraga, explica que si se orienta el proceso a la producción de gases, «generamos gran cantidad de hidrógeno a un coste muy bajo». Una sola planta podría producir unas 10.000 toneladas de hidrógeno anualmente, «pero todavía no estamos ahí, hay que instalarlas y optimizar su producción» El horizonte se sitúa, en este caso, en 2026.

Las grandes compañías también participan en esta carrera. Repsol tiene en marcha varios proyectos de electrolizadores de gran capacidad. La compañía, uno de los mayores productores de hidrógeno gris en España, aspira a transformar su producción por la de hidrógeno verde desarrollando nuevas tecnologías. Una de ellas es la producción de hidrógeno a partir de biogás, para reemplazar el gas natural en sus complejos industriales. El biogás se obtiene a partir de residuos orgánicos y la refinería de Cartagena es la primera que ha comenzado a realizar pruebas. Repsol también está experimentando una tecnología propia,la fotoelectrocatálisis, y ya ha diseñado una planta piloto en cooperación con Enagás, en el centro de innovación Repsol Technology Lab. La diferencia con la electrólisis es que puede producir hidrógeno renovable sin necesidad de generar electricidad como paso Intermedio, con lo que mejora la eficiencia. Construirá una planta demo en 2025, en Puertollano (Ciudad Real), y se espera llevarla a escala comercial antes de 2030.

El objetivo del otro gran productor español de hidrógeno gris, Cepsa, es alcanzar los dos gigavatios de hidrógeno verde en 2030, la mitad de lo que prevé el gobierno en todo el país. De esta forma, quieren convertirse en el principal productor en España y Portugal y exportar parte del gas a Europa, África y Oriente Medio. Las primeras plantas de Cepsa que fabricarán hidrógeno verde son las de Cádiz y Huelva. Su producción, explica Joaquín Rodríguez Jadraque, director de hidrógeno de Cepsa, “irá destinada principalmente a la producción de combustibles renovables que ayuden a la  descarbonización de nuestros clientes, industrias ubicadas en las proximidades y empresas del sector de transporte aéreo y marítimo».

La producción de hidrógeno verde es fundamental para que España alcance la neutralidad climática en 2050

En Mallorca, el pasado mes de marzo se inauguró la primera planta de hidrógeno renovable de España, impulsada por Enagás y Acciona y subvencionada con diez millones de euros por la UE. En pruebas desde diciembre, el electrolizador producirá hasta 300 toneladas de hidrógeno al año cuando esté totalmente operativo. Además de inyectar una parte en la red de distribución de gas natural, se empleará en flotas de autobuses, en la generación de calor y energía eléctrica para edificios comerciales y públicos y en la creación de una estación de abastecimiento,

EN SU ESTRATEGIA DE APUESTA POR EL HIDRÓGENO, el fondo Ardían se asoció en febrero con Enagás para acelerar el desarrollo de su plataforma de conversión de energía renovable en gas. La operación se cerró a finales del mes de julio, cuando él fondo completó una ampliación de capital en Enagás Renovable para alcalizar una participación del 30 %. La compañía desarrolla ahora más de cincuenta proyectos en toda España en los sectores de gas renovable y descarbonización. Los más avanzados suman más de 750 megavatios de electrólisis que se pondrán en marcha entre 2023 y 2026. «Esto representa aproximadamente el 20 % de los objetivos de capacidad instalada de hidrógeno verde del país para 2030*. afirma Amir Sharifi, director general de Infraestructuras y Transición Energética en el fondo Ardían.

La iniciativa es también responsabilidad de los poderes públicos. Consciente de su responsabilidad, el pasado mes de mayo, la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, pedía apoyo por carta a la Comisión Europea para priorizar el transporte y el comercio de hidrógeno renovable desde España, donde se puede producir de forma competitiva gracias a la electrólisis. La carta se dirigía, concretamente, al vicepresidente ejecutivo de la Comisión para el Pacto Verde, Frans Timmermans, y a la comisaria europea de Energía, Kadri Simson. De obtener ese apoyo, no solo se avanzaría en los objetivos de descarbonización de la Unión Europea, sino que nuestro país contribuiría de manera activa a reducir la dependencia del gas ruso, que se ha convertido en un grave problema geopolítico tras la invasión de Ucrania. «En el nuevo contexto geopolítico actual, es fundamental para Europa apostar por reducir la dependencia energética, y el hidrógeno será un elemento clave para conseguirlo», afirma Ohiana Goicoechea, responsable del proyecto hidrógeno en Naturgy.

La producción de hidrógeno verde es fundamental para que España alcance la neutralidad climática en 2050, con un sistema eléctrico 100 % renovable, Además, nuestro país se consolidaría como líder en hidrógeno renovable en el continente, y podría exportarlo. Natalia Latorre, directora general de transición energética de Enagás, asegura que podríamos enviar a nuestros vecinos 21 bcm (miles de millones de metros cúbicos) en 2030, «el 20 % de la producción esperada en Europa».

Según la hoja de ruta aprobada por el gobierno en octubre de 2020, el impulso del hidrógeno sostenible incentivará el desarrollo de cadenas de valor industriales innovadoras que generarán empleo, actividad económica e I + D + i, y eso nos conducirá a una economía verde de alto valor añadido. Entre sus objetivos, fija una potencia instalada mediante electrolizadores de entre trescientos y seiscientos megavatios en 2024, para lie gar a un total de cuatro gigavatios en 2030, el 10 % del objetivo de la Comisión Europea para toda la UE.

A DIFERENCIA DEL SOL, EL VIENTO O LAS OLAS, que son fuentes de energía primaria, el hidrógeno es un producto fabricado con el objetivo de almacenar energía, que se libera de forma gradual. Al no encontrarse aislado en la naturaleza, es necesario separarlo, y para conseguirlo se necesita consumir energía. Una de sus principales ventajas es que, al contrario que cualquier otro combustible sostenible, el hidrógeno verde es la única molécula de energía limpia, a día de hoy, que se puede producir a cualquier escala y casi en cualquier lugar. Hasta ahora, se ha producido —y se sigue produciendo— a partir de hidrocarburos; para conseguir una fuente de energía limpia, hay que recurrir a una fuente contaminante. Las nuevas técnicas de electrólisis facilitan su obtención a partir de agua, separando el hidrógeno del oxígeno sin contaminar. La energía necesaria para el proceso se obtiene de parques fotovoltaicos y eólicos construidos ex profeso para surtir a las electrolizadoras.

En 2019, la Agencia Internacional de la Energía (IEA) estableció una clasificación del hidrógeno según su procedencia y la contaminación generada en su producción: el hidrógeno negro procede de hidrocarburos, el gris de gas natural y el marrón de la gasificación del carbón. En el otro extremo, el azul se obtiene de hidrocarburos, pero en el proceso se capturan las emisiones contaminantes, y el verde se consigue a partir de la electrólisis del agua y utilizando energía renovable. Su mayor problema, el precio para obtenerlo, se va reduciendo de forma rápida en los últimos años, lo que lo ha convertido en la alternativa del futuro. De hecho, según Lepercq, «el hidrógeno verde es de facto más barato que el gas natural o el carbón ahora, porque los precios de esas materias primas han subido mucho, y con HyDeal tenemos un modelo de producción muy competitivo».

Otro factor que le aporta atractivo es su capacidad para generar energía, que triplica la de la gasolina.

Según la IEA, la demanda de hidrógeno se triplicó entre 1975 y 2018, debido fundamentalmente a la demanda para usos industriales. Sin embargo, en la actualidad, según el Banco Mundial, solo el 4 % es verde. Mientras se impulsan proyectos para su producción sostenible en todo el mundo, la tecnología actual seguía produciendo en 2019 alrededor de 830 millones de toneladas de dióxido de carbono al año, una cifra que equivale al total de emisiones de Reino Unido e Indonesia juntos.

Entre los mayores demandantes de hidrógeno del mundo están las industrias de refinado de petróleo y producción de amoniaco, metanol y acero. Son, precisamente, los sectores que más trabajo está costando descarbonizar, por lo que la introducción del hidrógeno verde promete ser una auténtica revolución, con ejemplos como el de HyDeal Ambition en Asturias. El sector del transporte profesional, por carretera, por mar y por aire, también se ha resistido tradicionalmente a la descarbonización, pero está experimentando una demanda creciente de hidrógeno en los últimos años y espera con los brazos abiertos esta alternativa. Como explica Goicoechea, «el hidrógeno permite llevar la descarbonización a sectores en los que la electrificación no es ni I técnica ni económicamente viable», y subraya que en España, «al menos un 40 % de las emisiones de CO2, no tienen alternativa electrificable, y es ahí donde los gases renovables ofrecen la alternativa más eficiente».

El director de hidrógeno de Cepsa, Joaquín Rodríguez Jadraque, ve como principales destinatarios el refino de petróleo y la producción de fertilizantes, que ya usan el hidrógeno como materia prima, y añade que «también tiene cabida en los procesos térmicos intensivos como en los de los altos hornos de acero y cerámica, así como en la industria de transporte pesado (indirectamente a través de los combustibles renovables y los biocombustibles): aviación, transporte marítimo, transporte ferroviario y pesado por carretera».

La IEA apunta también a otros usos en el futuro, como alternativa al gas natural en los hogares y como fuente y sistema de almacenamiento de energía, una de las grandes asignaturas pendientes de las fuentes renovables. El hidrógeno verde permite almacenar la energía de forma barata e incluso transportarla a grandes distancias. Es un factor que reducirá en el futuro la dependencia de otras fuentes, como el gas y la nuclear.

ESO OCURRIRÁ CUANDO ÉL COSTE DE PRODUCCIÓN del hidrógeno verde, uno de sus mayores frenos, se reduzca hasta un 30 %, como estima la IEA para 2030. También el coste de las pilas de combustible, equipos de recarga y electrolizadores se reducirá gracias a su fabricación a gran escala. Otro de los retos es el desarrollo de una infraestructura que hasta ahora ha avanzado lentamente. Cuanto mayor sea la producción y la disponibilidad de hidrogeneras (estaciones de servicio), menor será su precio, y lograrlo depende de esa colaboración público- privada que ya empieza a producirse.

Una de las iniciativas de Repsol consiste precisamente en transformar el hidrógeno renovable en portadores, esencialmente combustibles sintéticos, que son, en sí mismos, un sistema de almacenamiento de energía que se conserva durante largos periodos de tiempo. Al tratarse de líquidos, explica Malango, «se pueden transportar y consumir fácilmente por los canales establecidos y en cualquier segmentó de la movilidad coches, camiones, barcos, aviones)», y añade: «Es un modo de solventar el reto del transporte de hidrógeno, que a día de hoy es aún complejo y necesita del desarrollo de infraestructuras propias».

No todo son retos. La IEA también ha detectado cuatro oportunidades para impulsar el hidrógeno sostenible. La primera consiste en llevarlo a la industria química y de refino de petróleo, lo que reducirá sus costes. Al situarse sus plantas cerca de los grandes puertos, el suministro se podría extender a otras industrias cercanas y al transporte marítimo y terrestre asociado a esas instalaciones. La generalización del uso del hidrógeno en el transporte ayudará, de hecho, a hacer más competitivos los vehículos que lo utilizan. Aprovechar las infraestructuras existentes también aumentaría la demanda y reduciría los costes con tan solo el 5% de los gasoductos de gas natural actuales. Finalmente, la IEA propone la creación de rutas marítimas internacionales de comercio de hidrógeno, a imagen y semejanza de las que transportan gas natural licuado (GNL).

Según el Banco Mundial, el hidrógeno verde es también una alternativa real para los países en desarrollo, porque les permitirá alcanzar sus objetivos de sostenibilidad y podrán producir localmente su propia energía, generando oportunidades económicas y adquiriendo mayor independencia y seguridad energética. Sin embargo, advierte de su escasez de ingenieros cualificados.

La tecnología del hidrógeno verde está dando sus primeros y muy prometedores pasos. Los proyectos que se están iniciando serán operativos dentro de unos tres años, el tiempo necesario para la construcción de las infraestructuras y para la obtención de los permisos necesarios. Un plazo que se antoja largo, pero para el que España se ha situado en una posición de liderazgo □

Los retos de la distribución de hidrógeno

Como vector energético que es, el hidrógeno se puede transportar ya transformado en energía eléctrica (en redes de alta tensión), en baterías, comprimido y licuado en camiones o a través de gasoductos. La gran ventaja de esta última opción es que el hidrógeno puede utilizar los actuales gasoductos que se emplean para el transporte de gas natural. Se trata de diluir un 5 % de hidrógeno en el gas natural, de tal forma que se reemplaza una parte de gas natural por una fuente sostenible, sin reducir sus características. A pesar de que supondría un gran ahorro, la falta de legislación frena de momento esta opción, y la Comisión Europea ya ha propuesto su regulación.

En el caso en que se decida transportar un 100 % de hidrógeno, habrá que construir nuevos gasoductos específicos o hidrógenoductos, opción que ya contemplan las grandes compañías. Joaquín Rodríguez Jadraque, director de hidrógeno de Cepsa, marca un plazo: «Para el desarrollo de dichas infraestructuras se requiere el mismo tiempo que llevó construir redes de transporte y distribución de gas natural, es decir, entre diez y quince años». Los gasoductos son tuberías de acero que permiten el transporte del gas a alta presión entre el centro de producción y el de distribución. Se instalan enterrados en zanjas de entre uno y dos metros de profundidad y siguiendo unos requerimientos de seguridad. Como explica Tomás Malango, director de hidrógeno de Repsol, hasta ahora no se han construido para hidrógeno porque no eran necesarios: «El hidrógeno que se fabricaba se consumía en las mismas instalaciones para darle un uso industrial». Ahora, ante el desarrollo de este sector, explica que «se incrementará la capacidad de producción y se diversificarán sus usos, lo que requiere de esa infraestructura dedicada para su transporte y distribución» que, avanza, «está en evolución y planificación».

La Comisión Europea ya ha mostrado su interés por recuperar el proyecto del MídCat adaptándolo al hidrógeno. Este gasoducto, que se había proyectado hace más de diez años para conectar España y Francia y que ya había sido descartado, serviría ahora para exportar la producción española al resto del continente, y reduciría la dependencia del exterior al suplir al menos un 5 % de las importaciones de gas ruso. La CE presentó en mayo el plan REPowerEU para reducir la dependencia de los combustibles rusos de cara a 2030, que contemplaba tres grandes corredores de hidrógeno para conectar Europa. Uno de ellos sería el corredor ibérico. Los miembros de la iniciativa abierta European Hydrogen Backbone (EHB), en la que participan grandes empresas gasísticas de todo el continente, proponen ampliar a cinco esos corredores planteados por la CE.

Por otro lado, en el plan estratégico presentado por Enagás a mediados de julio se contemplaban tres infraestructuras destinadas a reducir la dependencia europea de los recursos rusos, que supondrán una inversión de 1980 millones de euros y que están en fase de propuesta y análisis para su aprobación por parte de los reguladores europeos. Se trata de una tercera conexión pirenaica, un gasoducto submarino para conectar España e Italia y una tercera interconexión con Portugal, todas ellas de gas natural pero preparadas para transportar hidrógeno.

La Comisión Europea ya ha mostrado su interés por recuperar el proyecto del MidCat adaptándolo al hidrógeno. Este gasoducto, que se había proyectado hace más de diez años para conectar España y Francia y que ya había sido descartado, serviría ahora para exportar la producción española al resto del continente, y reduciría la dependencia del exterior al suplir al menos un 5 % de las importaciones de gas ruso. La CE presentó en mayo el plan REPowerEU para reducir la dependencia de los combustibles rusos de cara a 2030, que contemplaba tres grandes corredores de hidrógeno para conectar Europa. Uno de ellos sería el corredor ibérico. Los miembros de la iniciativa abierta European Hydrogen Backbone (EHB), en la que participan grandes empresas gasísticas de todo el continente, proponen ampliar a cinco esos corredores planteados por la CE.

Por otro lado, en el plan estratégico presentado por Enagás a mediados de julio se contemplaban tres infraestructuras destinadas a reducir la dependencia europea de los recursos rusos, que supondrán una inversión de 1980 millones de euros y que están en fase de propuesta y análisis para su aprobación por parte de los reguladores europeos. Se trata de una tercera conexión pirenaica, un gasoducto submarino para conectar España e Italia y una tercera interconexión con Portugal, todas ellas de gas natural pero preparadas para transportar hidrógeno.

Revista Muy Nº 498/48 al 55