El déficit ecológico
Por; Raquel Moreno López
Madrid (España), 3 de marzo de 2005.
El déficit ecológico es la diferencia entre el área disponible (capacidad de carga) y el área consumida (huella ecológica) en un lugar determinado. Pone de manifiesto la sobreexplotación del capital natural y la incapacidad de regeneración tanto a nivel global como local.
La capacidad de carga es la capacidad local disponible, teniendo en cuenta la productividad del terreno y una reserva del 12% para conservación de la biodiversidad. Supone la máxima explotación a que puede ser sometido un terreno sin dañar de manera permanente su productividad. A continuación estimamos la capacidad de carga del planeta teniendo en cuenta que existen 11.300 millones de hectáreas de terreno productivo y espacio marino, y que la población mundial es de 6.100 millones de personas. Repartiendo entre cada ser humano tocamos a:
- 0,25 Ha de cultivo.
- 0,6 Ha de pastos.
- 0,6 Ha de bosque.
- 0,5 Ha de mar.
- 0,03 Ha construidas.
El resultado sería 2.00 Ha/habitante y año, restando el 12% de biodiversidad, resulta un 1.75 Ha/habitante.
La huella ecológica media global es de 2,8 Ha/habitante, lo que la sitúa 2/3 por encima de la capacidad de carga.
- 0,8 Ha de cultivo.
- 1,5 Ha de pastos.
- 0,5 Ha de bosque.
- 0,2 Ha de mar.
- 0,1 Ha construías.
- 1,7 Ha absorción CO2.
La situación actual no es más alentadora, según el Informe Planeta Vivo 2004 elaborado por WWF/Adena, la huella global es de 2,2 hectáreas por persona y año, siendo la capacidad de carga 1,8; se consume un 20% más de lo que la Tierra puede producir; y las poblaciones de especies vertebradas terrestres, marinas y de agua dulce han disminuido una media del 40% entre 1970 y 2000. Uno de los datos más significativos es que el consumo de energías fósiles ha aumentado un 700% de 1961 a 2001.
Según estos datos, España en 1997 tenía un déficit de 3,2 Ha por habitante. A nivel regional también se han calculado algunas:
- Barcelona, en 1996, fue el primer Ayuntamiento en hacer el cálculo, resultando 3,2 Ha/habitante. Este estudio supone una aportación metodológica para su aplicación en el contexto regional y municipal en España.
- Andalucía, en 1998, con 5,5 Ha/hab necesitaría otra superficie igual a la que tiene ahora mismo.
- Navarra en 1998 tenía una huella de 3,7 Ha/hab siendo su capacidad de carga 2,15 Ha/hab.
- San Sebastián con 3,6 Ha/hab supera en 105 veces la superficie de la ciudad.
- La Rioja es un caso muy significativo; tiene una capacidad de carga de 1,54 ha, y su huella era en 1992 3,56 ha, en 1999 de 3,99 ha y en 2000 de 4,22 ha. Con un aumento sobre todo en transporte y alimentos de origen animal.
Conclusiones
La carga global a que sometemos al planeta está actualmente un 35% por encima de lo que la naturaleza nos puede dar.
El análisis de la huella ecológica y las unidades elegidas para cuantificarla ponen de manifiesto cuantitativamente las vinculaciones de los hábitos y formas de vida con los problemas medioambientales. Al ser una hectárea aproximadamente el área de un campo de fútbol resulta sencillo visualizar la influencia de cada individuo, así como el impacto que la ciudad provoca fuera de sus límites administrativos. Se presentan de forma simple y reducida no sólo la cantidad de recursos consumidos o los desechos producidos, sino también la capacidad del medio de producirlos, de absorberlos o de regenerarlos.
Aunque este indicador integra múltiples impactos, hay que tener en cuenta que otros no quedan contabilizados: la contaminación del suelo, del agua, de la atmósfera (a excepción del CO2), la erosión, etc.
Además, se asume que en la práctica la productividad del suelo agrícola, ganadero y forestal no disminuye con el tiempo. Es un instrumento complejo, que requiere estadísticas y datos muy concretos, no siempre disponibles, pero que pone de manifiesto un estado de sobreexplotación.
La medida de los flujos del capital es fundamental para la gestión económica global, lo mismo debería suceder con el capital natural; la huella ecológica supone un instrumento que pone de manifiesto estos flujos. La presión sobre los recursos de la Tierra seguirá creciendo conforme estas regiones vayan desarrollándose y consumiendo más. Cabe preguntarse si sería deseable o posible generalizar nuestro sistema de consumo viendo que, si todo el mundo viviera como un norteamericano medio, necesitaríamos tres planetas. Para reducir nuestra huella ecológica sólo queda escoger un estilo de vida más frugal y austero, un tipo de actitud y un concepto de desarrollo muy diferentes a los que ofrece el crecimiento económico que nos ha llevado a esta insostenible situación.
Fuente; aquí