Todos conocemos la historia de David y Goliat, recogida en la Biblia. Y, aunque no la hayamos leído, sabemos bien lo que significa: es la victoria del pequeño frente al grande, del desvalido frente al poderoso, un recuerdo de que aunque tengamos todo en nuestra contra, siempre habrá posibilidades de salir triunfante. Es una peculiar metáfora que se ha extendido por todo el planeta, en cuanto que da forma al universal anhelo de poder decidir nuestra suerte por nuestra propia mano, sin encontrarnos sometidos a influencias externas

El problema está cuando no se tienen las suficientes neuronas como para emprender una batalla y salir airoso.

La gente no ha aprendido nada de esa historia. Si nos fijamos un poco, nos daremos cuenta de que David se aprovecha del exceso de confianza que le da el ser un gigante. Además, porta un gran escudo y una lanza. Elementos suficientes para derrotar a cualquier soldado normal. Pero realmente este gigante está en desventaja, pues no se espera que David portara una honda capaz de matar a cierta distancia que además, la domina perfectamente. Pero Goliat que a pesar de que también posee un arma que mata a distancia, no la usó por su exceso de confianza.

Eso es lo que se tiene que hacer cuando hay que enfrentarse a un enemigo importante que no atiende usando la vía diplomática. En ese caso no queda otra que usar armas o métodos que no se esperan.

Si observamos la cargas policiales nos daremos cuenta que la pasma va mejor equipada que los manifestantes, por lo que la derrota de los civiles la tienen asegurada, pues la pasma sabe perfectamente contra qué se enfrentan. Ahí está el gran error de los manifestantes, siempre utilizan lo mismo; cocteles molotov, incendian contenedores, rompen lunas de los comercios, interrumpen el tráfico, les tiran piedras a los polis  y poco más. Nada que los escudos que llevan no puedan parar. Pero ¿y si les lanzaran otras cosas que no se esperan y que las protecciones que usan no son eficaces? Como ya sabéis, es un delito explicar cómo combatir a la opresión, por lo que no debo dar los detalles, pero hay métodos muy eficaces que ni usando carros de combate os podrían derrotar.

Algunos grupos de personas utilizaron lo que siempre he defendido; el factor sorpresa con excelentes resultados. Pero esas masacres fueron en vano, pues sus luchas no eran acertadas, pero hay que reconocer que sus métodos sí serían eficaces ante un propósito justificado. Aquí hay una gráfica donde se mencionan los atentados más famosos.

Han pasado muchos desde que me concedieron la libertad por tráfico de drogas. El caso es que en la prisión se puede conocer a mucha gente.

Resulta que uno de tantos compañeros de celda (se me ha olvidado su nombre y se quitó la vida) me estuvo explicando una forma de combatir al sistema (leyes absurdas a las que nos tienen sometidos). El tema surgió como tantos otros, el caso es que me quedó grabado en la mente.

Dijo que  si alguien pretendía que alguna idea para mejorar nuestras vidas se establezca nunca pasaría de su mente, pues hay demasiada gente en el poder que no dejaría que se imponga dado que va en contra de sus intereses. Por lo tanto habría que empezar por atacar a todas las delegaciones de la Agencia Tributaria (hacienda). Esa gentuza tiene el poder de cobrar deudas, por lo que si se pretende de que se erradiquen los impuestos, hay que empezar por ellos, seguidamente abría que atacar a todos los coches de la pasma, las comisarías e incluso a todos los vehículos que se acerquen a las prisiones, pues es un despropósito que sigan existiendo.

Por supuesto para hacer todo esto se necesita concienciar a miles de personas que estén decididas a convertirse en revolucionarios, aunque bastaría un puñado de aliados con unos contactos especiales, esos que no salen en las páginas blancas que pueden conseguir cosas muy chungas como ciertos tipos de gases o de superácidos. Que vertidos en según qué lugares harían mucho destrozo.

También atentar contra las torres de alta tensión, o centrales eléctricas también sirven.

17/09/2021