Desde el siglo XIX, varios mandatarios españoles fueron víctimas de atentados que conmocionaron al país y cambiaron su rumbo político.
Publicado por Fran Navarro, historiador y experto en documentación
Actualizado: 07.12.2023
España es el país occidental donde se han asesinado a más presidentes del gobierno. La fatídica lista comenzó en 1870 con el general Juan Prim, al que siguieron Antonio Cánovas del Castillo, José Canalejas, Eduardo Dato y, en 1973, Carrero Blanco. ¿Cómo murieron? ¿Quiénes fueron los asesinos?
Ilustración del tiroteo que mató a Juan Prim. Wikimedia
El magnicidio en España
Francisco Pérez Abellán ha sido uno de los periodistas más destacados de España especializados en criminología y crónica de sucesos. Publicó “El vicio español del magnicidio”, un libro que recoge en un par de párrafos las claves para comprender el tema al que estamos dedicando nuestra atención:
“El magnicidio ha sido durante más de un siglo una respuesta a los deseos de cambio […] Mediante maquinación inteligente, la violencia política trata de cambiar el curso de la historia con la muerte violenta de los máximos dirigentes. Desde finales del siglo XIX y hasta muy avanzado el XX, en España la forma nueva de forzar el destino colectivo era matando a un solo hombre. Un método que llega hasta los tiempos más recientes del franquismo con el magnicidio del almirante Luis Carrero Blanco. En todas las ocasiones se detectan grupos de ejecutores manejados en la sombra por quienes se benefician de la acción y encubren la verdad revistiéndola con la supuesta ideología revolucionaria de los asesinos”.
Se pueden remarcar, además, cuatro características que se repiten en los cinco asesinatos: importantes fallos de seguridad que dejaron a los presidentes demasiado expuestos; ninguno de los casos fue investigado como se debería; a pesar del fracaso que suponen estos actos, ha sido común que los ministros cercanos al presidente asesinado ascendieran en vez de ser destituidos; “la cuarta constante es que los asesinos fueron tildados de libertarios o revolucionarios, enmascarando con ello maniobras políticas que, al investigar, puede verse que llevaron a cabo criminales a sueldo, de perfil idéntico”.
Amadeo de Saboya ante el cadáver de Prim. Antonio Gisbert / Wikimedia
Juan Prim
El 27 de diciembre de 1870, el presidente Juan Prim se subió al coche que lo llevaría a su casa después de finalizar sus labores en el gobierno aquella jornada. Le tendieron una emboscada en la calle del Turco, actual Marqués de Cuba, en Madrid. Un grupo de pistoleros abrieron fuego contra la carroza. Prim salió con vida del tiroteo, pero murió a las pocas horas a causa de los disparos recibidos.
Fue asesinado el día antes de que llegara a España Amadeo de Saboya, quien iba a ser nombrado rey del país por el propio Prim. El asesinato del presidente paralizó este proceso y España se encaminó a la Primera República. Aunque arrestaron a algunos de los asesinos materiales, algunas investigaciones apuntaron como sospechosos de manejar desde las sombras a José de Paul y Angulo, el duque de Montpensier e incluso el general Serrano, todos ellos con ambiciones que quedaban frustradas con los planes políticos de Prim. Hoy día sigue siendo un crimen con muchas dudas por resolver.
Ilustración del asesinato de Cánovas. Ginés, V. / Wikimedia
Antonio Cánovas del Castillo
El periodista y anarquista Michele Angiolillo asaltó a Cánovas el 8 de agosto de 1897. El presidente estaba en el balneario de Santa Águeda, en Mondragón (Guipúzcoa), cuando recibió tres disparos de revólver.
El asesino fue juzgado y ejecutado después de declarar que lo hizo como venganza por la represión policial y torturas realizadas en lo que se conoce como proceso de Montjuic. Sin embargo, no faltan sospechas acerca de la ayuda de independentistas cubanos e incluso del gobierno de Estados Unidos, con intereses en el Caribe por entonces.
El cadáver del José Canalejas en el Ministerio de la Gobernación. José L. Demaría López «Campúa» / Wikimedia
José Canalejas
Recibió un disparo por la espalda el 12 de noviembre de 1912. El crimen tuvo lugar en la Puerta del Sol, mientras José Canalejas miraba los títulos que ofrecía la librería de San Martín.
El asesino, Manuel Pardiñas Serrano, se suicidó disparándose con la misma pistola al verse rodeado de policías. El crimen acabó con el proyecto de democratización de la monarquía que tenía Canalejas durante la Restauración, la etapa política en la que un Borbón volvió al trono después de la Primera República.
Así quedó la parte trasera del coche donde asaltaron a Eduardo Dato. Wikimedia
Eduardo Dato
En una acción similar al asesinato de Prim, Eduardo Dato fue asaltado en su coche oficial cuando iba de regreso a su casa. Un grupo de pistoleros dispararon contra el entonces presidente del Consejo de Ministros.
Fue el tercer presidente asesinado durante la etapa de la Restauración, junto a Cánovas y Canalejas, lo que demuestra la enorme crisis política que atravesaba el país, donde el uso de la violencia se convirtió en un macabro recurso más.
El coche en el que iba Carrero Blanco en el balcón de la Casa Profesa de Madrid. Wikimedia
Carrero Blanco
Fruto de un atentado conocido como “Operación Ogro”, Luis Carrero Blanco fue asesinado el 20 de diciembre de 1973. Considerado el sucesor natural de Franco, por entonces era presidente del gobierno en lo que serían los últimos años de la dictadura franquista.
El crimen fue llevado a cabo por integrantes del grupo terrorista ETA, quienes hicieron explotar el coche de Carrero Blanco después de que el presidente se subiera tras acudir a la misa diaria a la que asistía en la iglesia de San Francisco de Borja. La explosión abrió un cráter en la carretera y el coche voló hasta caer sobre el tejado del edificio de los jesuitas anexo a la iglesia.
Referencias:
- Narbona, F. 1982. De Prim a Carrero Blanco: cien años de magnicidios en España (1879-1973). Planeta.
- Pérez Abellán, F. 2018. El vicio español del magnicidio: de Prim a Carrero Blanco. La clave oculta de los magnicidios que marcaron nuestro destino. Planeta.
https://www.muyinteresante.es/historia/62509.html
7/12/2023
1 Comment
Rubén Torres
1 año agoEste artículo empieza muy mal, pues dice: <<¿Cómo murieron? ¿Quiénes fueron los asesinos?˃˃ Sin embargo falta la pregunta más importante; ¿Qué hicieron tan mal como para ser odiados? Aquí se puede decir oficialmente que se intentó utilizar el dicho: muerto el perro se acabó la rabia. Por desgracia esas muertes no cambiaron para mejor la vida de los españoles, pues en vez de asesinarlos debieron optar por exigir lo que se dice en los artículos de este blog; Políticos nefastos, eso sí sería eficaz.