Publicado por: Redacción EFEverde. 28 de junio, 2023
María Jesús Rodríguez
Dakar, 28 jun (EFE).- Cuando Modou Fall, de 50 años, se viste con decenas de bolsas de plástico de varios colores, es considerado por algunos senegaleses una de esas personas con trastornos mentales que a veces pasean por las calles de Dakar, pero él usa esta vestimenta con un propósito: sensibilizar sobre la contaminación plástica.
En su cabeza, una boina azul con una chapa de la bandera de Senegal representa “el poco azul que nos queda de océano limpio” y, en su pecho, un cártel en francés reza: “todos contra el asesino silencioso: el peligro plástico”.
“Nadie piensa en los peligros que genera el plástico. Creemos que forma parte de nuestra vida, pero no lo es, está ahí para matarnos”, explica a EFE durante una entrevista en Guédiawaye, un barrio de la periferia de Dakar.
“Cuando la ciudadanía senegalesa se levanta, el primer verbo que conjugan es tirar: yo tiro, tú tiras, él tira, nosotros tiramos, vosotros tiráis, ellos tiran y nadie recoge”, constata.
“Por eso, si no tenemos cuidado, siempre corremos el riesgo de ser engullidos por envases desechables no reciclables”, advierte Fall.
Dakar (Senegal), 23/06/2023.- Environmental activist Modou Fal EFE/EPA/JEROME FAVRE
Este senegalés cree que uno de los motivos de la contaminación plástica en su país es “la indisciplina” que “empieza a ganar terreno: cada uno hace lo que quiere sin mirar a quien hace daño”.
La lucha de Fall contra los plásticos comenzó cuando se dedicaba al comercio ambulante en la capital senegalesa, pues veía que otros comerciantes tiraban al suelo el envoltorio de los artilugios que vendían mientras él prefería guardarlos en su bolsillo.
Recuerda que cuando se ganaba la vida vendiendo en las calles de Dakar se cruzaba con extranjeros que le decían que Senegal era un buen país, que lo tenía todo, menos la limpieza.
En Senegal no es difícil constatar que los plásticos están por todos lados; en el mar, en las playas, en los matorrales, tirados por las calles y amontonados en determinados lugares a la vista de cualquier viandante junto con otros residuos.
A pesar de que Senegal ha aprobado dos leyes contra los plásticos, una en 2015 y otra en 2020, éstos continúan invadiendo el espacio público.
Fall recuerda que cuando empezó su activismo la gente pensaba que estaba loco y que quizás había sido embrujado.
En ese momento, reconoce, él “no sabía lo que el plástico estaba ocasionando”, pero los mensajes que escuchaba le dieron el “valor para demostrar que es posible tener una capital muy limpia”.
En 2006 creó la asociación ecologista Senegal Propre (Senegal Limpio), y años después decidió focalizarse sobre los plásticos al constituir éstos la mayor parte de los desechos.
En Senegal, se estima que se producen de media 200.000 toneladas de desechos plásticos al año, pero sólo 9.000 se reciclan, quemándose el resto al aire libre o arrojándose a la naturaleza.
En 2015, su lucha le supuso la concesión por el presidente Macky Sall de la medalla de la Orden Nacional del Mérito, pero su activismo también le ha acarreado problemas como amenazas de muerte por parte de empresas que fabrican plásticos donde, asegura, hay grupos de presión “muy poderosos”.
Fall busca sensibilizar a la población senegalesa organizando jornadas de limpieza en las playas de Senegal o cerca de los estadios, donde tras cada partido se tiran a las calles en torno a 3.000 saquitos de agua, muy utilizados en algunos países de África para poder beber a un módico precio en cualquier momento.
Pero su lucha va más allá. Desde hace tres años, él y su equipo se han instalado en una zona que antes era un vertedero de basura en el barrio periférico de Guédiawaye.
Pidieron permiso al ayuntamiento y limpiaron la zona creando un pequeño jardín comunitario donde ahora hay todo tipo de hierbas medicinales, frutas, verduras y árboles.
También están tratando de enverdecer el barrio plantando todos los árboles posibles.
Además, de manera autodidacta y gracias a internet, Fall se dedica también al reciclaje de neumáticos y los transforma en sillas, evitando que sean quemados y generen gases de efecto invernadero.
A Fall le preocupa que desde hace tres años nadie habla en Senegal sobre la contaminación plástica.
“Creo que no es una prioridad aquí”, dice al señalar que le gustaría que las autoridades tuvieran en cuenta las soluciones que están encontrando otros países para proteger el medioambiente.
Mientras tanto, él continúa trabajando porque su sueño es un país “sin plásticos, como Ruanda, limpio y verde”. EFE
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7/01/2024