La covid-19. Cap. XXII

Rubén Torres

El pánico que ha provocado el gobierno con el SARS CoV-2 es infundado. Cada día informaban de cuántas personas se habían contagiado y cuántas han perecido.
Los virus no paralizan a los países, son los gobernantes quienes obligan a las personas a quedarse encerrados en casa, dejando sus empleos, arruinando a la gente, que por cierto dejó de cobrar, por lo que fue la causa de una ruina generalizada muy difícil de superar.
En mayo se llegó a contabilizar los 28.000 muertos, eso representa el 1,6%. La contaminación mata a muchas más personas y jamás el gobierno ha tomado esas medidas tan absurdas.

El gobierno ha provocado que la gente que tiene un coeficiente intelectual muy bajo (o sea, la mayoría) un miedo irracional a contagiarse del covic 19. La prueba de ello: durante el confinamiento donde solo podíamos salir a comprar lo más básico, o ir a dar de comer a los animales (los que tenían esos animales fuera de su domicilio), se generalizó salir al balcón a aplaudir a los sanitarios por su labor a las 20 h, como si las demás personas no fueran importantes; sin los ganaderos no habría suministro de carne, sin los agricultores no habría alimentos, sin los panaderos no habría pan, sin los chóferes no habría el reparto de alimentos, etc. A todos ellos ni un solo aplauso. Lo triste es que una multitud hizo esa idiotez, salir cada día a aplaudir y después miles de ellos se ponían a bailar porque siempre había un vecino o varios poniendo la música a toda pastilla.
Todo ese confinamiento provocó una crisis comparable a la que originó la guerra en 1939. Que yo sepa nadie se puso aplaudir a los soldados.
Por supuesto jamás aplaudo a nadie. Se supone que la gente está obligada a hacer las cosas lo mejor posible. Si uno canta bien ¿por qué se le debe aplaudir, se supone que va a cobrar por ello, si uno va a la ópera y aplaude a los artistas quiere demostrar que le ha gustado, no hace falta, el artista cobra por cantar. Si le gusta que le aplaudan a mi me gusta que la gente sea cívica, que me regalen mucho dinero, que cuando voy conduciendo esté verde el semáforo, en fin, podría pasarme el día diciendo lo que me gusta, no por ello me pongo aplaudir al semáforo. ¡Cuánto idiota!
Después de 4 meses desde que anunciaron el covic 19 la gente sigue paranoica, muy pocos tienen el sentido común de pasear por la calle, por la playa sin mascarilla. Los más paranoicos llevan la masarilla puesta cuando van conduciendo solos. Incluso los hay que te recriminan por no llevarla, que no respetas a los demás, cuando son ellos precisamente los que no respetan tu libertad.
Hay que ser hipócritas cuando a primeros de julio dijeron en la radio que solo el 5% está inmunizado al virus, pero ¿se puede ser más idiota? ¿Cómo leches va a extenderse los inmunizados si no dejan de poner trabas al virus? Nuestro cuerpo necesita estar en contacto con el virus para que nuestro sistema inmunológico lo reconozca, pero si la gente se pone guantes, gel hidroalcohólico y mascarilla, será difícil que la gente se contagie.
Precisamente el 9/07/2020 se impuso la obligación de llevar la mascarilla salvo en la playa (arena) o cuando se hace deporte en toda Cataluña bajo pena de pagar 100 € al que lo pille la pasma. Todo esa patraña porque se descubrió unos rebrotes. Como ya dije al principio, este virus ha venido para quedarse, por lo tanto, cuanto antes lo pasemos todos mejor, las mascarillas lo que harán es ralentizar lo inevitable.
Lejos de solucionar el problema, el Gobierno ha obligado a llevar mascarilla tanto en la calle como en cualquier comercio a partir del 12 de julio del 2020. ¡Cuánta estupidez!
Hasta la fecha 759.000 personas han muerto por el COVID-19, y eso que el uso de la mascarilla es obligatorio, por lo que no parece que esas “medidas de protección” sean muy efectivas, además de no poder acercarnos a nadie a menos de un metro. Ja, ja.
15/08/2020