Confirman que las mascarillas son peligrosas para la salud
–¿Cuáles fueron sus plantemientos iniciales?
-Cuando decidimos hacer el estudio existía un amplio debate sobre los posibles perjuicios de las mascarillas pero no teníamos datos concretos. Sabíamos –porque nos lo habían dicho quienes trabajan practicando cirujía con tumores de base vírica- que las mascarillas no protegen de los virus. De hecho, en los quirófanos se utilizan aspiradores, equipos de ionización y/o equipos de ultravioleta para asegurarse de que ningún miembro del equipo se contagie. Saben que las mascarillas no son garantía de seguridad frente a los virus.
También sabemos, por trabajos anteriores, que la alteración de los niveles de oxígeno y dióxido de carbono en nuestro interior puede acabar provocando trastornos neurológicos, entre ellos crisis convulsivas. Hace tiempo contacté con unos amigos que tienen una fundación en Ecuador –Funepi – y trabajan con una población indígena que habita en lugares con déficit de oxígeno debido a la altura, por lo que tienen una serie de rasgos especiales y ciertos trastornos neurológicos. Había por ejemplo niños que sufrían al día más de 100 crisis epilépticas de difícil manejo y control y les provocaba la hipopsia. Es un efecto adverso documentado y sin embargo esa posibilidad no se tuvo en cuenta a la hora de imponer el uso permanente de mascarillas, especialmente a los menores. Bueno, pues el trabajo que ahora damos a conocer demuestra que las mascarillas impiden una adecuada oxigenación y que su uso habitual es peligroso para la salud. Nadie puede ya negarlo. Lo hemos probado.
-¿Con qué tipo de personas han realizado el estudio?
-Con personas sanas de 6 a 65 años. No queríamos arriesgarnos a que se achacara ningún posible efecto adverso a otras patologías. Entre los adultos había locutores, cantantes, personal de hostelería…Y confirmamos que las mascarillas acaban antes o después provocando un Síndrome de Insuficiencia Respiratoria Tipo, incapacidad del sistema pulmonar para satisfacer las demandas metabólicas del organismo que se caracteriza por una presión arterial de oxígeno inferior a 60 mmHg y un aumento de la presión arterial de dióxido de carbono superior a 50 mmHg.
-¿Esas insuficiencia puede llevar a la muerte?
-Sí. ¿En cuánto tiempo? Eso no lo sabemos, pero lo demuestran algunas auptosias efectuadas en Italia, un par de ellas en Alemania y otra en Barcelona en las que están constatadas muertes por hipoxia y desgraciadamente todos eran niños.
Hay personas que entran en hipoxia y en unos casos el organismo compensa su déficit de oxígeno y en otros no. Aún no sabemos por qué, pero cuando no lo compensa puede llegarse al fracaso orgánico y a la muerte. Además, el problema es que tales casos no hay un aviso previo. La persona no nota nada, simplemente se desploma. No hay señal de asfixia. Podríamos decir que ocurre como en el Síndrome de Pickwick, enfermedad respiratoria que se caracteriza por niveles bajos de oxígeno y demasiado dióxido de carbono en sangre, aunque en este caso suele darse en personas obesas. Lo inaudito y lamentable es que no podemos hacer autopsias porque están prohibidas; cuando a alguien se le cataloga como afecto de Covid-19 y muere no hay autopsia: el cadáver se incinera.
-¿Cómo se realizaron las mediciones?
-Primero pensamos en conseguir muestras de sangre arterial, pero su obtención es un proceso doloroso. Unos compañeros de Alemania nos hablaron entonces de un equipo que ellos utilizan llamado Radiometer que no es invasivo, tiene una fiabilidad del 99% respecto de los obtenidos en las analíticas y es imprescindible para diagnosticar la insuficiencia respiratoria. Coseguimos el equipo y empezamos a medir el oxígeno y el CO2 en la sangre de los voluntarios. Primero tomamos los datos con poco tiempo de uso de la mascarilla porque habíamos citado a muchos pacientes para ver lo que estaba pasando y si realmente existía hipoxia. Fueron mediciones de 15 minutos y ya entonces constatamos que el nivel de oxígeno llegaba a ser inferior a los 60 mmHg. Se entraba pues en zona de peligro. La segunda medición la llevamos a cabo tras una o dos horas y ahí fue cuando nos quedamos desconcertados. No entendíamos cómo la gente podía seguir de pie porque ¡casi no había oxígeno en la mascarilla! En ese momento nos encontramos con uno de los hallazgos más importantes del trabajo al constatar que nuestro organismo parece tener un mecanismo de compensación ante la falta de oxígeno que aún no ha sido estudiado y hasta el momento sólo lo ha enunciado el médico mexicano Arturo Solís.
UN HALLAZGO SORPRENDENTE
-¿En qué consiste?
-Hasta ahora no se había podido demostrar que fuésemos capaces de conseguir oxígeno de otro sitio que no sea del aire, pero en las mascarillas las mediciones demostraron que hay momentos en que llega a bajar del 10% con un nivel de CO2 altísimo. Si en ese momento tratáramos de aumentar nuestro nivel respiratorio con la idea de compensar la carencia de oxígeno, lo que haríamos sería aumentar la hipercapnia pero no consigueríamos más oxígeno. Lo que vimos entonces –y en ello profundizaremos en una segunda parte del trabajo. Es que cuando aparece la hiposia y el nivel de CO2 comienza a subir a unos niveles muy peligrosos de repente se desploma, sin razón aparente alguna, hasta un nivel cero. Sin más. Al principio pensamos que el sensor se había despegado pero comprobamos que no. Simplemente hay un momento, cuando el organismo identifica que la bajada del nivel de oxígeno está por debajo de los 6 mmHg y el nivel de CO2 empieza a subir a 35 o 36, en que un mecanismo que aún desconocemos consigue bajar en sangre el nivel de CO2 por debajo de 0 mmHg al tiempo que el oxígeno aumenta hasta 130 mmHg. A partir de ahí se inicia un tiempo de compensación que viene a ser de unos 10 minutos. Después, si la situación permanece, el proceso vuelve a repetirse: va subiendo el CO2 y baja el oxígeno. Las personas más sensibles pueden sentir dolor de cabeza durante este proceso, pero las que están muy adaptadas ni siquiera lo notan…lo que no quiere decir que sus células y órganos no lo sufran.
-¿La persona no siente que se está reduciendo su nivel de oxígeno?
-El adulto no lo nota. Solo pudimos ver efectos evidentes cuando hicimos las mediciones con dos cantantes de ópera que estuvieron dos horas con la mascarilla puesta. Una de ellas canta en apnea y está más adaptada a la hipoxia, la otra no. En ellas sí comprobamos que cuando ya llevan cerca de 2 horas con la macarilla puesta, el mecanismo de compensación dio muestra de irse agotando y empezaron a notar dolor de cabeza, algo de mareo y la necesidad de quitarse la mascarilla un rato. La cantante en apnea, tras la prueba, estuvo un rato con cierta desazón corporal hasta que finalmente se recuperó. Después nos comentó que la sensación había sido parecida a lo que sentía tras una mañana de trabajo con la mascarilla puesta. Entonces necesita media hora de descanso para recuperarse.
-¿Cuál sería la base teórica de ese mecanismo de compensación?
-Según el doctor Arturo Solís, experto en Oftalmología y Neurología, los humanos obtenemos gran parte de la energía que necesitamos mediante un proceso de fotosíntesis que guarda similitud con el de las plantas, aunque en nuestro caso es la melanina y no la clorofila la que se encarga de obtener energía disociando las moléculas de agua, con ayuda de la radiación electromagnética natural, en dos moléculas de hidrógeno. Pero al mismo tiempo que se obtiene energía se obtiene oxígeno en un proceso en el que también intervendría la anhidrasa carbónica favoreciendo la obtención de glucosa. En todo caso lo más revolucionario es que también puede darse la función inversa y volver a unir el hidrógeno y el oxígeno para constituir nuevamente agua liberando también en ese proceso energía. Es un ciclo que se puede repetir en incontables ocasiones. Esa liberación de oxígeno es la que aparentemente estaría detrás del mecanismo de compensación.
-¿Cuánto puede durar ese proceso de compensación teniendo en cuenta que hay gente que está llevando la mascarilla durante 8 horas desde hace meses?
-Lo desconocemos, pero las muertes constatadas de niños se produjeron cuando llevaban ya más de un año utilizando la mascarilla de forma sistemática y continuada durante varias horas al día, incluso haciendo deporte. No sabemos si el mecanismo aguanta un año o dos. Suponemos que depende del estado de salud de cada uno o de la intoxicación a otros niveles, pero cuando fracasa no avisa: te desplomas. No hay sensación de asfixia. Lo más llamativo del niño que falleció en Barcelona fue que se desplomó sin quitarse siquiera la mascarilla. No pidió auxilio, no notó nada, ni nadie identificó nada. El niño salió del colegio y se desplomó en la puerta. La autopsia determinó que se trató de una hipercapnia. En Italia llegaron a entubar a una niña pero no consiguieron recuperarla.
-¿Qué ocurre entonces cuando utilizamos durante varias horas una mascarilla?
-Entramos en una hipoxia crónica –lo que equivale a una insuficiencia respiratoria tipo uno- a la que el organismo se acaba adaptando pero eso no quiere decir que a la larga no tenga consecuencias. A corto plazo, salvo el caso dramático de algunas muertes, yo creo que en general la población actúa enlentecida. En un estudio que se hizo en Alemania con pilotos y médicos se puso de manifiesto que cuando usaban mascarillas bajaba su rendimiento y nadie era consciente de ello porque todos estaban en las mismas circunstancias. Es un enlentecimiento tanto físico como intelectual. De hecho en el grupo de profesionales de hostelería que medimos también se quejaron de dolores musculares por la subida de ácido láctico. Insisto: todo esto sin contar los muchos efectos a largo plazo que un déficit de oxígeno puede provocar en la salud.
-¿Y a largo plazo cómo podría llegar a influir?
-A nivel intelectual ya se ve en grupos que viven en altura. Todo lo que es actividad mental, cálculo matemático, trabajo memorístico, asociación de ideas, etc., cuesta más trabajo y se desarrolla de forma mucho más lenta que cuando se trabaja con un nivel de oxígeno normal. En los mayores el envejecimiento se acelerará y aumentarán las demencias. En los niños entendemos que se verán afectadas la memoria, la capacidad de cálculo y la capacidad de juicio. Todo esto ya se ha comprobado tanto en la población en general como en trabajadores que desarrollan su labor en situación en situación de hipoxia. Y los efectos físicos en todos los sistemas orgánicos pueden ser innumerables: reinhalación de virus y bactérias, efectos neurofisiológicos, hiperventilación, hipoxia cerebral, hipoxia cardiaca, hipoxia en sangre, hipercapnia, cáncer, afectación del sistema inmunitario e, incluso, muerte súbita. El caso es que en Medicina del Trabajo están bien documentados los efectos de la hipoxia y por eso la normativa recoge que un nivel de oxígeno en el ambiente laboral por debajo del 19% se considera insalubre y no se debe permanecer en él. Bueno, pues resulta que con las mascarillas nos tienen durante horas con un nivel de oxígeno inferior, incluso por debajo del 6%.
-¿Todas las mascarillas tienen ese problema o hay alguna que no provoque hipoxia?
-Las mascarillas, para protección vírica, son inútiles todas. Y todas provocan suboxigenación. En las FFP2 y FFP3 se pueden llegar a acumular hasta 12.000 ppm de CO2 cuando lo normal en un ambiente bien ventilado es que haya 300 ppm. Por guardar las apariencias podemos usar las de tela sin filtro pero si realmente se quiere proteger a la población de algo en interiores habrá que usar sistemas de purificación del aire. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) hizo estudios en la Universidad de Alcalá de Henares demostrando que son súper-eficaces para limpiar el aire de virus, bacterias, hongos y tóxicos ambientales en menos de 15 minutos. Son sistemas que además están autorizados para la población que padece el Síndrome Químico Múltiple y no son costosos. Así que si se quiere proteger a la población de verdad lo que se tendría que hacer es potenciar este tipo de sistemas para los interiores y no las mascarillas. ¡Si es que nos quieren proteger de algo, que esa es mi duda!
-¿Y qué opinan ustedes de la eficacia de las mascarillas al aire libre?
-La concentración de un patógeno -de cualquiera- es ínfima al aire libre. No puede haber una concentración tan alta como para enfermarmos o intoxicarnos si el sistema inmune está bien. Y si la concentración fuera muy alta o nuestro sistemas inmune no está bien se puede usar un purificador que colgado del cuello genere un campo de iones negativos alrededor de la boca y la nariz con lo cual te aseguras la protección contra virus, bacterias y hongos. Y sonmuy baratitos.
-Usted es experta en Medicina del Deporte. ¿Cómo valora la decisión de obligar a los niños a hacer ejercicio con mascarilla?
-Me parece un disparate. Tengo gemelos y se lo tengo prohibido. Para mí, personalmente, ha sido una guerra constante. Hasta ahora que, afortunadamente, están en otro centro en el que el director tiene una mentalidad más abierta y no les obliga a llevarla, pero lo del anterior era una aberración: mascarilla para todo. Como los niños tienen riesgo de crisis convulsiva le pedí al neurólogo que realizara el preceptivo informe para llevarlo al colegio. Un mes estuvieron los niños en casa hasta que las medidas se aprobaron y un inspector autorizó las medidas compensatorias. Cuando fueron a clase les sentaron al final sin mascarilla pero con mamparas de protección en sus pupitres. ¿El resultado? Los demás niños les hacían bullyng y lo mismo pasó con los profesores. Y todo por miedo. A los niños se les aisló. Pusieron a cada uno en una esquina del patio junto a un árbol, sin poder hablar entre ellos y sin poder hacer deporte porque los demás lo hacían con mascarilla. Al cambiarlos de colegio el problema se resolvió pero aun así tienen que llevar mascarilla hasta la entrada para no tener problemas con los otros padres. Así que ya se puede imaginar el estrés con el que viven los niños que no quieren o no pueden llevar mascarilla. Hay que dejar de obligar a los niños a hacer deporte con la mascarilla puesta.. Los profesores y la dirección del colegio tienen que ser conscientes de que un día alguno de ellos puede morir si fracasa su sistema de compensación y entonces no habrá vuelta atrás.
Otro dato significativo que vimos al hacer el estudio es que los profesores no colaboran.
Realmente creían que los niños les podían contagiar y que es peor morirse de la Covid-19 que morirse de hipoxia. El miedo de la población es muy grande y la única forma de cambiar la situación es explicarles que hay otros sistemas de protección eficaces contrastados científicamente y que las mascarillas no solo no les protegen sino que pueden causar a su salud daños graves; incluso la muerte.
-Otro grupo especialmente perjudicado es el de las mujeres embarazadas a las que se está obligando a parir con mascarilla
.A las mujeres embarazadas y a la gente que les acaba de dar un infarto y precisan de un mayor aporte de oxígeno. Además, las mascarillas pueden estar afectando a la oxigenación del feto al reducirse el oxígeno de la madre. Al igual que pasa con la parálisis facial no se detecta hasta que los niños tienen cuatro meses. Y hasta que los que están naciendo ahora no tengan un año de vida no sabremos si han sufrido un cierto deterioro cognitivo por privación de oxígeno. Hay ya neurólogas que están avisando de que los daños pueden ser irreversibles.
-¿Van a publicar su trabajo en alguna revista científica?
-Inicialmente nos planteamos hacerlo siguiendo todos los protocolos pero vimos que el proceso llevaría mucho tiempo y, tras la última autopsia conocida decidimos que había que darlo a conocer cuanto antes. Por eso decidimos hacerlo público a través de vuestra revista. Si hay que hacer un segundo trabajo cumpliendo todos los requisitos lo haremos para que tenga mayor validez. La idea es que este trabajo pueda utilizarse en procesos penales como el que el abogado alemán Reiner Fuellmich quiere emprender contra la OMS y altos cargos alemanes. Porque lo que tenemos claro es que las consecuencias del uso de las mascarillas, de que provocan hipoxia e hipercapnia, lo sabían.
UN TRABAJO CONCLUYENTE
Terminamos indicando que el trabajo español, con ser significativo por su metodología, no es el único que en los últimos meses ha denunciado el peligro de las mascarillas. En enero pasado apareció en Medical Hypotheses un trabajo coordinado por Baruch Vainshelboim titulado Facemasks in the COVID-19 era: A health hypothesis (Máscaras faciales en la era COVID.19: una hipótesis de salud) segúnel cual “los datos sugieren que tanto las mascarillas faciales médicas como las no médicas son ineficaces para impedir la transmisión entre personas de enfermedades virales e infecciosas como la del SARS-CoV-2.” Además asegura que su uso tiene importantes efectos fisiológicos y psicológicos.
Y el pasado 20 de abril un grupo de ocho investigadores alemanes del Departamento de Psicología de la Universidad de Ciencias Aplicadas FOM de Siegen (Alemania) dirigido por Oliver Hirsch publicó en International Journal of Environmental Research and Public Health un metaanálisis de los estudios ya publicados sobre las consecuencias del uso de mascarillas. Se titula Is a Mask That Covers the Mouth and Nose Free from Undesirable Side Effects in Everyday Use and Free of Potential Hazards? (¿Una mascarilla que cubre la boca y la nariz está libre de efectos secundarios indeseables en el uso diario y libre de peligros potenciales?) y puede consultarse en https://www.mdpi.com/1660-4601/18/8/4344/htm.
El estudio analiza los datos de 44 trabajos y las evaluaciones de otros 65 y sus conclusiones son demoledoras. Según han comprobado tanto personas sanas como las enfermas que usan largo tiempo mascarilla pueden experimentar el llamado Síndrome de Agotamiento Inducido por Máscaras además de aumento de la resistencia respiratoria, aumento de dióxido de carbono en sangre, disminución de la saturación de oxígeno en sangre, aumento de la frecuencia cardiaca, aumento de la presión arterial, disminución de la capacidad cardiopulmonar, aumento de la frecuencia respiratoria, disnea y dificultad para respirar, dolor de cabeza, mareos, disminución de la capacidad de concentración, disminución de la capacidad de pensar, somnolencia, disminución de la percepción de empatía, problemas en la piel con picazón, acné, lesiones e irritación cutáneas, fatiga y agotamiento. Es más, aseguran que a largo plazo puede dar lugar a un aumento de la presión arterial, arteriosclerosis, enfermedades coronarias y neurológicas, inmunosupresión y síndrome metabólico. Y añaden que a nivel celular puede provocar la inducción del factor de transcripción HIF (factor inducido por hipoxia) aumentando los efectos inflamatorios y promotores del cáncer además de agravar cuadros clínicos preexistentes.
Antonio Muro
Fuente; Revista Discovery Salud Nº 249 – Junio 2021
18/12/2021