La carabela portuguesa

Aun cuando la época de corsarios y piratas parece haber quedado en el pasado, una embarcación muy peculiar «navega» cada año por las zonas cálidas del océano Indico y Pacífico, llegando incluso a frecuentar las costas ibéricas según sea la voluntad del viento. Se trata de la Physalia physalis, un nombre que bien poco nos revela sino especificamos que se trata de la popular carabela portuguesa, también identificada como botella azul o falsa medusa.

Este último apelativo responde a una curiosidad de la especie, pues no se trata de una medusa en realidad, sino de un organismo colonial, integrado por varios hidroides que desempeñan diversas funciones dentro del conjunto. Perteneciente al orden de los sifonóforos, el veneno de este organismo no se considera mortal, a pesar de que puede causar graves lesiones.

Principales características

Como mencionábamos anteriormente, el rasgo más sobresaliente de estos organismos es que se trata de un conjunto o colonia, compuesto por hidroides. La porción que flota (y de la cual toma su nombre, aludiendo a las carabelas del siglo XV inventadas por los portugueses) se denomina neumatóforo, a la que siguen otras como la encargada de la digestión (gastrozoides), la que reproduce (gonozoides) y finalmente la porción que captura a las presas y se defiende de amenazas (dactilozoides).

Estos últimos, los dactilozoides, se presentan en forma de tentáculos, los cuales pueden llegar a medir hasta 50 metros, con algunos casos excepcionales que alcanzan el doble de longitud. En estos tentáculos, la carabela posee cerca de tres cuartos de millón de nematocistos, elementos celulares que albergan más de diez tipos de venenos, y con los cuales puede capturar peces pequeños y moluscos, y alejar a sus depredadores.

En cuanto a la bolsa prominente de su cuerpo, se trata de un pólipo superior, de color azulado, y en cuyo interior podemos encontrar muestras de nitrógeno, oxígeno y argón. Generalmente, esta vela gelatinosa sobresale unos quince centímetros de la superficie, y puede llegar a medir unos 30 cm de longitud. Al inflarse, la carabela puede alcanzar una velocidad de desplazamiento de casi 22 metros por segundo.

Distribución y hábitat

No es común observar la presencia de carabelas portuguesas en climas templados y fríos. Habitualmente abundan en regiones tropicales y subtropicales del océano Pacífico, el océano Índico y parte del Atlántico. Menos habitual resulta contar con estos hidrozoos en el Mediterráneo, aunque pueden avistarse en costas españolas, donde cuentan con pocos depredadores. Las congregaciones de estos organismos alcanzan casi mil ejemplares, con una fuerte dependencia entre ellos en aras de asegurar la supervivencia.

Curiosidades de la carabela portuguesa

A pesar de su potente veneno, la carabela portuguesa cuenta con varios depredadores, entre los que podemos mencionar el pulpo manta, las tortugas, la babosa Glaucus atlanticus y el pez luna (considerado además el pez más pesado del mundo con una media de 1000 kilogramos de peso). Ante la presencia de estos organismos, la carabela es capaz de desinflar su bolsa tan peculiar y dejarse sumergir hasta el fondo del mar para dar la impresión de haber muerto.

Del mismo modo, existen otros seres vivos que pueden convivir en perfecta armonía con el veneno de la carabela portuguesa. Cerca de sus tentáculos, podemos encontrar al pez payaso, inmune por la mucosa que rodea su piel, o el Nomeus gronovii, cuya asociación tan fuerte con la carabela le ha llegado a obtener el nombre de pez carabela portuguesa. Cualquiera de estos organismos se protegen de sus depredadores a través de los tentáculos de la carabela, y esta a su vez permite atraer a otros peces que componen su dieta.

Veneno de la carabela portuguesa

De naturaleza carnívora, la carabela portuguesa posee en cada centímetro cuadrado de sus tentáculos, más de un millón de células urticantes, que utiliza para paralizar a los peces pequeños e introducirlos hacia la cavidad gastrovascular (gastrozoides) donde tomará lugar el proceso de digestión. En realidad, el veneno de estos organismos se segrega de manera espontánea y aunque no se considera mortal, si puede afectar a niños pequeños y personas alérgicas, llegando a causar paro cardíaco y por consiguiente, la muerte.

Otros síntomas más comunes son los vómitos, la fiebre, náuseas y un intenso dolor en la zona de la picadura. La toxina de la carabela se encuentra compuesta por estructuras proteínicas y péptidos, de las cuales se conoce que poseen propiedades hipnóticas. Otro hecho que resulta interesante, es que incluso cuando permanezcan inertes a la orilla de la playa, cualquier contacto con sus tentáculos puede resultar peligroso.

¿Cómo actuar ante una picadura de carabela portuguesa?

Lo primero es retirar los restos de tentáculos que puedan quedar remanentes sobre la piel. Esta operación nunca debe efectuarse directamente con las manos. Seguidamente, se deberá aplicar agua salada sobre la zona afectada. Nunca es conveniente emplear agua dulce, pues la diferencia de presión puede conducir al estallido de los cnidocitos y el aumento del dolor.

Para aliviar el dolor causado por la toxina, podemos lavar la zona con agua caliente o vinagre, aunque este último no se recomienda si no se ha limpiado debidamente la piel. Es importante además evitar la exposición de la herida a la luz solar, así como rascarse. Si los síntomas empeoran, lo más sensato es acudir al médico, quien podrá recetar cremas de corticoides, así como el vendaje de la zona y la suplementación de antihistamínicos.

https://www.medusas.org/carabela-portuguesa

11/09/2020