Por su parte, los zorros voladores (género Pteropus) no pueden soportar físicamente temperaturas superiores a los 42 grados centígrados. “A partir de esta temperatura, sus estrategias habituales de supervivencia resultan insuficientes para mantener su temperatura corporal y comienzan a agolparse entre ellos, en un desesperado intento de escapar del calor”.
A medida que van cayendo de los árboles, muchos de estos mamíferos quedan atrapados y mueren. “Se piensa que entre 1994 y 2007 han muerto más de 30.000 zorros voladores de por lo menos dos especies diferentes, de una población total de menos de 100.000, debido a sucesivas olas de calor”, informa el IPV.
La biodiversidad planetaria atraviesa por su peor crisis. Foto: Martin Harvey (WWF).
Agua dulce en mayor riesgo
La biodiversidad de los ecosistemas dulceacuícolas disminuye a un ritmo más rápido que en los mares o los bosques, afirma el IPV 2020. Por ejemplo, desde el siglo XVIII casi el 90 por ciento de los humedales del planeta ha desaparecido y las cartografías globales recientes demuestran hasta qué punto las actividades humanas han alterado millones de kilómetros de ríos.
Las 3.471 poblaciones evaluadas de agua dulce, que representan a 944 especies de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces, han disminuido una media de 84 por ciento, cifra equivalente al 4 por ciento anual desde 1970.
“La mayor parte de estas pérdidas se están dando entre los anfibios, reptiles y peces de agua dulce en todas las regiones del planeta, pero especialmente en Latinoamérica y el Caribe. Todos estos cambios han tenido un profundo impacto en la biodiversidad del agua dulce, donde las tendencias poblaciones de las especies monitoreadas están en continuo descenso”, expresó WWF.
La megafauna es la más susceptible a desaparecer. Foto: Vincent Kneefel (WWF).
Los animales con un tamaño corporal, denominados como la megafauna, son los más amenazados. Según el IPV 2020, en los ecosistemas de agua dulce, la megafauna está compuesta por especies que pueden superar los 30 kilos, como esturiones o pez gato gigante del Mekong, delfines de río, nutrias, castores e hipopótamos.
“Estos animales suelen verse sometidos a intensas amenazas antropogénicas, incluyendo la sobreexplotación, por lo que el resultado observado es un importante descenso poblacional. Los peces gigantes resultan particularmente vulnerables”.
Entre 2000 y 2015, las capturas en la cuenca del río Mekong en Asia han disminuido para el 78 por ciento de las especies, “pero los descensos poblacionales han afectado
más a especies de tamaño grande y medio. Los peces de gran tamaño también se ven más afectados por las construcciones de presas, que a menudo bloquean sus rutas migratorias hacia zonas de desove o de alimentación”.
La pesca disminuye a paso galopante por la crisis de la biodiversidad. Foto: Zig Koch (WWF).
Cifras amargas
Por medio de teledetección y proyecciones basadas en modelos de datos, el IPV estimó las pérdidas de las áreas de distribución de los hábitats idóneos para miles de especies de animales debido a los cambios en los usos del suelo y el cambio climático.
Según el reporte, entre 2000 y 2018 el índice de hábitats de especies cayó un 2 por ciento, “lo que indica una tendencia aguda y generalizada de desaparición de hábitats disponibles para los animales. En ciertas regiones o determinadas especies, este descenso es mucho más marcado, con pérdidas que se aproximan a los dos dígitos. Eso conlleva a graves reducciones de la abundancia poblacional”, anota WWF.
Basado en los datos de la lista roja de especies amenazadas de la Unión para la Conservación de la Naturaleza, WWF evaluó las tendencias en la probabilidad de supervivencia de los animales. Los valores más cercanos a 1 equivalen a las especies en la categoría de preocupación menor, mientras que a 0 son las más próximas a desaparecer.
Los anfibios son los más críticos, con un rango entre 0,8 y 0,7. Los corales registraron una disminución de 1 a 0,8 entre 2000 y 2010, mientras que los mamíferos se ubican entre 0,9 y 0,8. Las aves, libélulas y caracoles son los menos críticos.
Los recursos naturales planetarios están en una carrera contra reloj. Foto: Brent Stirton (Getty Images – WWF-UK).
“Un valor constante de este índice a lo largo del tiempo es que el riesgo general de extinción del grupo en cuestión no ha cambiado. Si se produjera una reducción del ritmo de pérdida de biodiversidad, el índice mostraría una tendencia ascendente”, aclara WWF.
Por su parte, el índice de integridad de la biodiversidad estima la proporción media de biodiversidad originaria que se conserva en las distintas regiones del mundo, y la cual se ve afectada por los usos del suelo y otras presiones derivadas. “El índice actual del planeta es del 79 por ciento, muy por debajo del límite de seguridad propuesto (90 por ciento), y el cual sigue reduciéndose especialmente en África. Esto sugiere que la biodiversidad terrestre global ya está peligrosamente comprometida”.
Las plantas no se escapan
Una de cada cinco especies de plantas en el mundo está amenazada de extinción, su mayoría en las zonas tropicales. Según el IPV, el riesgo de extinción de las especies vegetales es comparable con el de los mamíferos y más alto que el de las aves. “El número de plantas extinguidas documentadas es el doble que la de mamíferos, aves y anfibios juntos”.
El informe presenta varias muestras de la hecatombe que viven las plantas. Nymphaea thermarum, el nenúfar más pequeño del mundo, es una planta cuyo único hábitat era el lodo formado por el desbordamiento de un río en Ruanda. Sin embargo, la última de estas plantas se secó y murió en 2008, cuando la corriente de agua fue desviada para usos agrícolas. “Afortunadamente, el Real Jardín Botánico de Kew, en Londres, mantiene una colección ex situ de estas plantas, así que se espera una posible reintroducción cuando se restaure su frágil hábitat”.
Las plantas también están en un alto grado de amenaza en el planeta. Foto: Olivier Langrand (WWF).
El cafeto arábigo (Coffea arabica), que proporciona los granos de café más populares del mundo, está en peligro por los efectos del cambio climático, y lo más probable es que a 2088 registre una pérdida de más de la mitad de su población natural.
La guarajuba es un árbol endémico de Brasil que se encuentra en peligro. “Hasta hace poco se creía extinguido en estado salvaje, pero ha sido redescubierto durante las investigaciones para la primera Evaluación Mundial de Árboles, que va a cubrir las 60.000 especies conocidas de árboles de todo el planeta para lograr una visión panorámica completa de su estado de conservación”.
El IPV destaca que los bancos de semillas albergan unos siete millones de muestras de cultivos y facilitan la salvaguardia de la biodiversidad y la seguridad alimentaria mundial. “En las últimas décadas se han creado cientos de estos bancos a escala local, nacional e internacional, pero posiblemente el más conocido es Svalbard, en Noruega, que ofrece un servicio de reposición cuando haya problemas en otros bancos de semillas”.
Una de cada cinco especies de plantas en el mundo está amenazada de extinción. Foto: Roger Leguen (WWF).
Planeta enfermo
En 1970, la huella ecológica global era menor que el ritmo de regeneración de la Tierra, algo que actualmente no sucede. Según WWF, la demanda de consumo y los recursos naturales están repartidos de forma muy desigual en todo el mundo.
“El patrón de consumo humano de estos recursos difiere de la disponibilidad de los mismos, puesto que los recursos no se consumen en el lugar de extracción. La huella ecológica por persona en los países ofrece una visión del consumo de recursos, de los riesgos y de las oportunidades de cada país”.
El IPV indica que los niveles tan dispares en las huellas ecológicas mundiales están motivados por los diversos estilos de vida y patrones de consumo, incluyendo la cantidad de alimento, bienes y servicios consumidos por sus habitantes, los recursos naturales empleados y el dióxido de carbono emitido para suministrar dichos bienes y servicios.
El plástico es una de las problemáticas que más afecta a la biodiversidad planetaria. Foto: Sam Hobson (WWF-UK).
“Las vías de desarrollo desde 1970 han presentado beneficios y cargas desiguales que difieren entre países. Los aumentos más bajos del PIB se han producido en los países actualmente menos desarrollados, mientras que el aumento del consumo en los más desarrollados ha provocado un aumento de la extracción de materiales vivos de la naturaleza que, en gran parte, proceden de los países en desarrollo y la protección de áreas clave de biodiversidad”, cita en informe.
El IPV indica que los sistemas de producción agroalimentaria juegan un papel clave en las amenazas a la biodiversidad y los ecosistemas. “La agricultura es responsable del 80 por ciento de la deforestación global y representa 70 por ciento del uso de agua dulce. Motores vinculados a esta producción causan 50 por ciento de la pérdida de biodiversidad de agua dulce”.
La biodiversidad terrestre se ve afectada principalmente por cinco impulsores directos: cambio de uso de la tierra, cambio climático, sobreexplotación, contaminación e introducción de especies invasoras.
“Tres cuartas partes de todas las especies de plantas y vertebrados que se han extinguido desde 1.500 fueron perjudicados por la sobreexplotación o la agricultura; de hecho, alrededor de un tercio de la superficie terrestre total se utiliza para fines agrícolas. La superficie terrestre cubierta por agricultura y edificadas se duplicaron entre 1900 y 2016. La energía, transporte y vivienda también contribuyen a la conversión de la tierra”.
El desarrollo no ha podido ir de la mano con la conservación de los recursos naturales. Foto: Jo Benn (WWF).