Alumbrar con velas o utilizar mecheros para cocinar, ir al baño y ver en la oscuridad parece la trama de una película del siglo XIX, donde los servicios básicos son lujos para la comunidad. Pero no, es la realidad de 43 familias rurales en dos veredas de Putumayo a quienes, como paliativo al olvido estatal, la Agencia de Renovación del Territorio (ART) les instaló paneles solares.
Por más de 25 años, María Maiby Muñoz enfrentó la oscuridad con una linterna sobre sus hombros. Esta mujer de 33 años, madre de 2 hijos y actual presidenta de la junta comunal de la vereda Llano Verde recuerda cómo era vivir en la penumbra, sin la posibilidad de conseguir luz para trabajar o llegar a casa. Donde los mecheros de gasolina con papel higiénico dentro de un frasco de gaseosa eran su único escudo contra el crepúsculo de la noche.
Hace dos décadas vive en la comunidad y fue testigo de cómo la incesante espera por energía eléctrica finalmente llegaba a su fin.
En la mañana del 18 de marzo, la Agencia de Renovación del Territorio llegó al municipio Valle del Guamuez con una red de 21 paneles solares para la vereda Llano Verde. Y seis días después, con 23 más, para la vereda Villa de Leyva en Orito. Con una capacidad de 101 voltios por equipo, estos paneles fueron instalados en cada casa para mejorar la calidad de vida de 43 familias que vivían con la luz de la luna y a merced de los grupos armados.El departamento del Putumayo, olvidado por el estado y disputado por guerrillas y paramilitares, ha sido un escenario permanente de conflicto armado. La consolidación del bloque sur de las FARC como zona de repliegue y la inclusión de las Águilas Negras dedicadas al ajuste de cuentas o limpieza social, lo han convertido en área de disputa por cultivos de coca, procesamiento y comercialización de drogas.
A su vez, la falta de iluminación pública facilitó que las organizaciones delictivas aprovecharan la oscuridad para abusar de su poder. El miedo permitió que por muchos años ningún proyecto se desarrollara en el territorio dejando a las comunidades rurales sin opciones para sobrevivir. La coca se convirtió en la base de la economía campesina y con ella, Putumayo, en el segundo departamento con más cultivos ilícitos según el Observatorio de Drogas de Colombia.
Los niños son los mayores beneficiados. Ahora, pueden hacer tareas, ver televisión y jugar hasta más tarde. © Brenda Karina Guerrero.
El panorama fue desalentador hasta que se empezó a hablar de los acuerdos de paz que en 2016 permitieron priorizar las necesidades de los campesinos.
Según cifras del DANE, la cobertura de saneamiento básico y alcantarillado -que no supera el 75%- convierte al Putumayo en el departamento más riesgoso en calidad de agua para consumo humano. Las veredas llevan 40 años esperando que la alcaldía haga presencia con energía eléctrica y acueducto.
Con el posconflicto llegó también la Agencia de Renovación del Territorio que se encarga de llevar infraestructura a los municipios donde el estado no llega. Presente en 170 municipios, el programa es la base de la Reforma Rural Integral del Acuerdo de Paz con las Farc, y aunque tarda en hacerse efectivo, sí les ayuda.
La Agencia llegó en 2017 a Putumayo para consolidar el Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) que prioriza las necesidades comunitarias y las que más demanda tengan, las acerca a la región. Las veredas Villa de Leyva y Llano Verde, del bajo Putumayo, fueron beneficiadas con paneles solares como respuesta a su constante petición por servicios básicos. “Llegó el señor Jairo Cabrera nos reunió y preguntó que, qué queríamos primero. Yo hablé con la comunidad y como el agua la podemos sacar en baldes, decidimos que primero queríamos la luz y ya en otro proyecto el acueducto”, dijo Aicardo Torres, presidente de la vereda Villa de Leyva.
El conflicto armado mantuvo ocultas muchas zonas de diversión comunitaria en Putumayo. Este lago en la vereda El Venado ahora es la zona de juego de niños, jóvenes y adultos. ©Andrés Machete.
Estas obras pertenecen a las Pequeñas Infraestructuras Comunitarias (PIC), un plan de la ART que con una inversión de 172 millones de pesos, repartidos en 78 millones para Llano Verde y 93 para Villa de Leyva, favorece las veredas con los más altos índices de violencia, pobreza, debilidad institucional y cultivos de uso ilícito.
De acuerdo con datos del Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas para las Zonas no Interconectadas (IPSE), hay 1.710 localidades rurales en Colombia en donde 128.587 personas solo tienen servicio de energía entre cuatro y doce horas al día.
Ana Milena Moncayo, gestora municipal del Valle del Guamuez y representante de la ART en Putumayo cuenta que no fue nada fácil ganarse la confianza de los campesinos. “Vivían muy prevenidos, nos hicieron sacar el carnet, vaciar los bolsos. Creían que éramos guerrilleros o paramilitares. Una señora -doña Carmen-, decía que sin necesidad del estado ella ya tenía su panel y afirmaba que los nuestros no llegarían. Pero no nos rendimos, seguimos intentando hasta que nos creyeron”.
Los páneles llegaron de Bogotá y eso no daba mucha confianza entre los beneficiarios, porque esperaban que fueran del Valle del Guamuez. Cuando los aceptaron y vieron que funcionaba hubo un gran festejo.
“Acá son cultivadores de coca, entonces habían unos que ya tenían paneles, Direct Tv y no fue novedoso, pero la gente más vulnerable estaba muy agradecida, unos lloraban porque creían que nunca iban a tener energía eléctrica. Estaban tan felices que nos mandaron marrano para celebrar”.
Ana Milena Moncaya, Gestora Municipal de la ART en el Valle del Guamuez.
Beatriz Hernández de la vereda Llano Verde no usa la licuadora por miedo a gastar energía.
Compartir con los hijos, ayudarles en las tareas, cargar celulares y ver la televisión como familia son las mayores alegrías que han traído los paneles.
“Para mí lo más importante es que ya podemos decir que a las 6 o 7 de la noche nos sentamos como familia a comer y ya podemos vernos como si estuviera de día”, dijo la presidenta de la Vereda Llano Verde.