* «El efecto invernadero es temporal y no permanente; y la predicción del IPCC de que durante el siglo XXI se producirá un calentamiento global significativo no está respaldada por datos”. Dr.
Michael Beenstock (profesor de la Universidad Hebrea y miembro honorario del Instituto de Asuntos Económicos).
Agregaremos que Patrick Moore, uno de los cofundadores de Greenpeace -hoy repudiado por la organización acusado de ser lobista de la industria nuclear- afirmó en marzo pasado en una entrevista aparecida en Breitbart News Tonight\o siguiente: «El miedo se ha utilizado a lo largo de la historia para controlar las mentes y las billeteras de las personas. Y la catástrofe climática es, estrictamente, una campaña de miedo; bueno, de miedo y culpa. Tienes miedo de estar matando a tus hijos porque los llevas en vehículos que emiten dióxido de carbono a la atmósfera y te sientes culpable por hacerlo«. Y añadió: «El movimiento verde difunde historias que infunden miedo entre el público para lo que cuentan con la cámara de resonancia de los medios, con noticias falsas que repiten una y otra vez insistiendo en que estamos matando a nuestros hijos. Y luego están los políticos verdes que compran a científicos con dinero del Gobierno para inducir miedo mediante materiales de apariencia científica (…), los negocios ecológicos -los capitalistas que aprovechan los subsidios masivos, las enormes amortizaciones de impuestos y las decisiones gubernamentales para proponer tecnologías con las que hacer fortuna- y por supuesto, científicos bien dispuestos porque dependen de las subvenciones gubernamentales«.
DISIDENCIA ESPAÑOLA
Lamentablemente todo esto lo ignora la población y no son muchos quienes en España están dispuestos a hablar públicamente de ello aunque afortunadamente hay al menos un científico valiente y honesto que sí lo hace. Nos referimos a Luis Pomar, catedrático emérito de Estratigrafía de la Universidad de las Islas Baleares recién premiado en Canadá con la Medalla Sorby -una de las máximas distinciones mundiales en este ámbito- quien accedió amablemente a hablar con nosotros:
–Si le parece bien situemos antes de nada al lector: ¿qué es la Estratigrafía?
-La rama de la Geología que estudia e interpreta las rocas sedimentarias y las identifica, describe y secuencia -tanto vertical como horizontalmente- cartografiándolas y correlacionándolas con la historia.
Rocas formadas por acumulación de sedimentos debidos a la erosión de los continentes o de restos de organismos. Por eso en ellas podemos leer -cada vez con mayor detalle- la Historia de la Tierra desde su formación así como la evolución de la vida. Nos ayuda a entender cómo eran las condiciones climáticas en cada momento y cómo han evolucionado a lo largo de milenios; incluyendo qué gases había en la atmósfera y en qué cantidad así como el impacto que han tenido los seres vivos, desde las bacterias a los seres humanos.
–¿Y según los datos que ustedes tienen estamos asistiendo a un calentamiento global de la Tierra?
-Rotundamente, NO. Lo que se vislumbra hoy es lo contrario: una tendencia al enfriamiento. La Tierra ya ha sufrido a lo largo de millones de años numerosos ciclos de calentamiento y enfriamiento. Si analizamos los últimos cincuenta millones nos estamos enfriando pero si lo que
analizamos son los últimos 16.000 se está calentando. En cambio si analizamos los 10.000 últimos se está enfriando, lo mismo que en los últimos 2.000 y en los últimos 700. Y si de nuevo concretamos más y hablamos solo de los últimos 100 años… entonces se está calentando. Insisto: es cíclico. La Tierra se está enfriando y calentando constantemente desde hace millones de años.
El período romano en el que se obtenía el trigo del norte de África resultó ser más cálido que el medieval; de hecho se le conoce como «período cálido romano» y llegó a su punto álgido en el 400 d.C. Más tarde vivimos el «óptimo medieval» -época de calentamiento- al que siguió la llamada «pequeña edad del hielo» que terminó hacia 1800. Todo depende del período de tiempo que queramos valorar.
En cuanto al momento actual no hay dato o registro alguno que apoye que estemos ante un calentamiento más rápido de lo normal. Y desde luego no hay un solo dato que apoye la supuesta relación entre la temperatura global de la Tierra y el dióxido de carbono (CO2).
–¿Entonces niega usted la veracidad de la tesis comúnmente aceptada de que las emisiones de CO2 procedentes de la combustión de hidrocarburos sea una de las principales causas del calentamiento global que se dice vive la Tierra? ¿No está demostrada acaso la relación entre el CO2 y la temperatura?
-El CO2 actúa como gas invernadero pero es de los que tienen menos incidencia; mucho menor de la que tiene por ejemplo el vapor de agua cuya concentración en la atmósfera es notablemente
mayor. Entiéndase que la temperatura del planeta no está determinada solo por los niveles de CO2. Ni existe correlación entre la concentración de CO2 en la atmósfera y la temperatura global. No existe ni a escalas de millones de años, ni de cientos de miles de años; ni siquiera a escala de miles de años. Esa correlación no existe. En los ciclos de corta duración -de once años- y en los de los últimos miles de años lo que determina la temperatura es la actividad solar. Y en los ciclos largos -de 100.000 años- depende de las variaciones de la excentricidad de la órbita terrestre ya que la energía que llega a la Tierra desde el Sol varía en intensidad dependiendo de la distancia entre ambos. Estos ciclos de 100.000 años son los que han determinado las glaciaciones y los periodos cálidos interglaciares. Resumiendo: ni el aumento ni la disminución de la temperatura de nuestro planeta tienen que ver con el CO2.
–Pues la tesis oficial es que la Tierra se está calentando porque emitimos excesivo CO2 a la atmósfera…
-Algo paradójico porque ¡en la actualidad hay menos CO2 en la atmósfera que en ningún otro momento de la historia de la Tierra! A excepción quizás del final del Paleozoico cuando hubo posiblemente un nivel parecido al actual. De hecho las plantas han ido adaptándose a niveles cada vez más bajos de CO2:
Hoy tenemos dos grandes grupos de plantas: las C3 -como el arroz y el trigo- y las C4 -maíz, remolacha, caña de azúcar, etc.-. Las C3 crecen actualmente a la mitad de su potencial, cuando si se duplicara la cantidad de CO2 se duplicaría su crecimiento. Es pues absurdo intentar disminuir drásticamente el nivel de CO2 porque si lo lográramos -que lo dudo- contribuiríamos a provocar una gran hambruna y no un calentamiento global. Hoy la concentración atmosférica de CO2 está -según mediciones hechas en Hawai- ligeramente por encima de las 400 ppm (partes por millón) y la de 200 ppm que algunos proponen alcanzar se corresponde con el índice de las épocas glaciales. Tendría pues consecuencias devastadoras.
SUICIDIO COLECTIVO
–¿Tan devastador sería pasar de una concentración de CO2 en la atmósfera del 0’04% al 0’02%?
-El desastre sería total. En la Antártida se están haciendo sondeos porque allí se puede calcular la edad del hielo y analizar la concentración de gases que había en la atmósfera en un momento determinado y hasta la cantidad de polvo. Y se ha descubierto que en las últimas fases glaciales la cantidad de polvo en la atmósfera fue tremenda. ¿Y eso qué significa? Pues que como el polvo tiene que subir desde el suelo a la estratosfera para poder alcanzar la Antártida eso indica que la tierra era muy árida durante los períodos glaciares. Y claro, como los humanos vivimos relativamente poco tiempo asociamos siempre aridez con falta de agua. No se nos ocurre pensar que en realidad la aridez la produce ¡el déficit de CO2! Porque hoy sabemos que la fotosíntesis -de la cual depende toda la vida de la Tierra, incluidos nosotros- requiere agua y CO2 para formar la materia orgánica dejando como residuo el oxígeno. En otras palabras: si usted no riega una maceta la planta no crece ¡pero si le quita el CO2 tampoco!
Insisto pues: si en lugar de reducir las actuales 400 ppm de CO2 de la atmósfera a 200 ppm aumentáramos su cantidad a 800 ppm ¡las plantas crecerían el doble! Lo sabe cualquier agricultor que por eso en los invernaderos se inyecta CO2 a fin de que sus plantas crezcan más y mejor. Y los que tienen plantas acuáticas y algas en los acuarios que saben que suministrándolas CO2 crecen mucho más rápidamente. Si aumenta la temperatura y aumenta el CO2 la fotosíntesis es más rápida y la producción orgánica mayor. Y lo llamativo es que está tan constatado que es un procedimiento subvencionado.
Por el contrario, bajar el nivel a 200 ppm lo que haría es provocar una desertización; y no por falta de agua sino por déficit de CO2. Sería un suicidio colectivo. Afortunadamente dudo que eso sea posible.
–¿Entonces la industrialización no ha provocado ni acelerado cambio climático alguno?
-Quizás la combustión fósil haya podido aumentar algo la temperatura pero no hay datos fiables que indiquen cuánto. Insisto en cualquier caso en que el cambio climático del que se habla como algo preocupante provocado por el ser humano es un fenómeno natural que lleva produciéndose desde el comienzo de la existencia de la Tierra. Es más, el planeta ha llegado a congelarse totalmente dos veces, una de ellas justo antes de la aparición de los seres multicelulares.
Si en cambio retrocedemos solo hasta el Jurásico, período de los grandes monstruos carnívoros, es evidente que para alimentarse precisaban de la existencia de muchos herbívoros. Y si éstos se alimentaban de vegetales que en esa época eran de un valor nutritivo mucho menor es que había muchos y de considerable tamaño. Pues bien, hoy sabemos que en el Jurásico el nivel de CO2 era ¡de 10 a 100 veces mayor que hoy! La concentración era enorme así como la temperatura. ¿Qué sentido tiene pues demonizar al dióxido de carbono (CO2)?
–¿Se están obviando entonces intencionadamente otras variables provocadas por el hombre? Me refiero a la construcción de las grandes ciudades, los incendios, la deforestación, las malas prácticas agrícolas…
– Creo que, efectivamente, no se han tenido en cuenta muchas otras variables; al menos no con la seriedad debida… aunque no pueden ponerse en el mismo saco. Es obvio que no podemos seguir consumiendo y contaminando alegremente. Es de lógica elemental: gestión inteligente de los recursos. Pero las razones que aportan los gurús sobre el calentamiento global son falsas.
–¿Cómo vislumbra usted el futuro cercano?
-Hay que ser muy precavido a la hora hacer predicciones pero según tres agencias de investigación independientes de prestigio en los dos próximos ciclos de actividad solar la emisión solar va a disminuir y ello hará que las temperaturas sean cada vez más frescas, con inviernos más fríos y veranos más irregulares. Si esas predicciones se cumplen en el período 2030-2050 la actividad solar será mínima. Y en ese escenario no solo no vamos hacia un calentamiento global sino que en un par de décadas podemos entrar en una mini-fase de enfriamiento parecida a la que tuvo lugar entre 1645 y 1715 y que se conoció como el Mínimo de Maunder, período en el que la actividad del sol descendió de forma drástica.
Un periodo paradójico en el que se alternaron en Europa años de sequía y calor mortal con olas de frío que llegaron a congelar ríos como el Támesis y permitir patinar en los canales de Venecia. El clima parecía haberse vuelto loco.
Y no fue el único caso. Quesada Sal cuenta en su obra Nuestro porvenir climático: ¿un escenario de aridez? que entre 1505 y 1789 el Ebro se heló siete veces. Y que tanto en 1788 como en 1789 permaneció helado quince días. Es más, habla de una extensa red pozos de nieve, ventisqueros y glaciares entre los siglos XVI y XIX a lo largo del Mediterráneo oriental, algunos de ellos ubicados en zonas en las que en la actualidad no nieva un solo día al año.
Lo curioso es que el hecho de que coincida el descenso de energía solar con una atmósfera sobrecargada de CO2 podría librarnos de ese período de congelación. Sería irónico pues que se esté tratando de eliminar lo que en un futuro próximo podría ser nuestra salvación. Seamos por tanto claros: un planeta más frío y con menos dióxido de carbono reduciría enormemente la extensión de tierra cultivable, las estaciones de crecimiento, los hábitats de vida silvestre, la producción de los cultivos y nuestra capacidad para alimentar a la humanidad.
EL DISIDENTE NO SALE EN LA FOTO…NI RECIBE DINERO
–En 2010 se dieron a conocer numerosos correos electrónicos «robados» que demostraban que un grupo de científicos influyentes manipuló los datos que apoyan la teoría del cambio climático antropogénico y lograron que quienes lo niegan pudieran publicar nada en revistas de prestigio a fin de presentarla como algo irrefutable, no discutido por nadie. El escándalo se conoció como Climagate pero nadie parece haberse enterado…
-La comunidad científica camina en paralelo a la sociedad civil. Hay una pérdida de ética y de seriedad totales. Se habla ya sin datos reales manejándose incertidumbres y modelos inconsistentes. Aseguran con total desfachatez y sobre muchas cosas que un alto porcentaje de la «comunidad científica» está de acuerdo, que existe un consenso cercano al 100% aunque no sea verdad en absoluto. Llegan a inventarse sin más las cifras. Estamos ante una vergonzosa manipulación basada en falsas premisas. Y al que no quiera aceptarlo se le deja fuera del sistema. ¿Quieres dinero para demostrar una verdad oficial? Te lo dan. ¿Lo quieres para investigar y publicar los resultados sin manipularlos? No te lo dan. Conocí a un catedrático de Física con el que hablé mucho sobre el CO2 y el calentamiento global y al igual que yo negaba la relación… hasta que lo nombraron miembro del panel climático. Sin comentarios.
–Permítame una última pregunta: ¿qué sentido tiene apoyar la teoría de que estamos abocados a un rápido calentamiento global y que el principal responsable es el dióxido de carbono (CO2)? No se entiende fácilmente…
-Hace unos años estuve convencido de que tenía que ver con la geoestrategia del petróleo porque como el 50% de las reservas mundiales están en el Golfo Pérsico había que buscar alternativas y se trataba de convencer a la sociedad del peligro de seguir quemando hidrocarburos para apoyar la energía nuclear. El diario El País recogió en diciembre de 2009 la propuesta que hizo el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero de modificar su posición respecto a la energía nuclear y en febrero de 2010 las declaraciones de su Ministro de Industria Miguel Sebastián que auguraba que la energía nuclear sería «una renovable más«. Fukushima y el recuerdo de Chernóbil darían al traste con esa estrategia pero hoy se sigue con ella aunque el objetivo haya cambiado y éste sea el de la llamada «energía limpia» que sale en realidad mucho más cara pero tras la cual hay muchos intereses y cientos de miles de millones de dólares en juego; de hecho para poder sostenerla nos van a freír a impuestos, incluido el de los pedos de las vacas que está estudiando Bruselas. Nuestro flamante Ministerio para la Transición Ecológica ya ha puesto de hecho a nuestra disposición calculadoras de la huella del carbono. ¿Es pues esa la razón? Lo ignoro aunque la fragilidad geoestratégica del uso de los hidrocarburos fósiles es muy patente y obviamente exige su sustitución por otras energías con menor fragilidad de suministro.
Lo que es científicamente objetivo y riguroso es que no estamos ante un proceso de calentamiento global de la Tierra y que aún si hubiese sido así el dióxido de carbono (CO2) no sería desde luego el responsable.
Antonio F. Muro
Fuente; Revista Discovery Salud. Número 229-Septiembre 2019
28/09/2022