¿Están satisfechos con la colaboración prestada por las universidades y centros durante su investigación?

-La colaboración no fue desde luego la deseada. Cuando pedimos los datos se mostraron bastante a la defensiva. Preguntaban por qué queríamos saberlo. Creo que sospechaban que estábamos investigando la financiación procedente de Coca-Cola e intentaban de alguna manera pasar desapercibidos. Desde luego no manifestaban ningún interés en que se hiciera pública su relación. En ese sentido nuestro artículo marca en España un antes y un después porque esta publicación puede posiblemente eliminar o reducir la impunidad que existía con estas ayudas económicas.

¿Creen ustedes que las listas de transparencia publicadas por Coca-Cola están completas?

-Es posible que no lo sean pero tampoco hay ninguna evidencia concreta. La realidad es que hemos tenido dificultades a veces para identificar un estudio porque el nombre que salía en la lista de Coca-Cola era diferente al título de la publicación. No estábamos seguros de si se trataba de lo mismo. Hemos intentado identificar todas las publicaciones en Pubmed, la base de datos de publicaciones biomédicas a nivel internacional, pero normalmente son publicaciones en inglés que están indexadas por lo que puede haber publicaciones biomédicas a nivel internacional, pero normalmente son publicaciones en inglés que están indexadas por lo que puede haber publicaciones en español que no estén en Pubmed y no hayamos podido encontrar. Así que es posible que existan más publicaciones de las que nosotros hemos encontrado cuyas investigaciones hayan recibido el patrocinio de esa empresa.

UN IMPUESTO FINALISTA COMO SOLUCIÓN

¿Debe impedirse que las empresas alimenticias financien la investigación sobre problemas de salud?

-Yo haría una diferenciación entre las empresas que comercializan productos que son claramente nocivos para la salud de aquellas que comercializan productos que no lo son. Estamos hablando de Coca-Cola y el efecto sobre la obesidad de las bebidas azucaradas pero hay otras. Por ejemplo tenemos el caso de las carnes rojas y preservadas cuyo alto consumo produce cáncer y aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y el de obesidad. Pues bien, resulta que en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona se ha creado ¡una cátedra financiada por la industria cárnica! Yo no propugno dejar de consumir carne completamente pero es evidente que reducir su consumo es una prioridad para la salud pública de la población española. Así que digamos que hay intereses contrapuestos entre lo que es deseable para la salud y lo que la industria desea. O el caso de marcas de galletas cuyo consumo contribuye a la obesidad infantil y luego dan fondos a las asociaciones de cardiología o a asociaciones pediátricas. En la revista Nutrición Hospitalaria se publicó hace 6 o 7 años una guía consensuada contra la obesidad en la que estaban llamados a participar los nutricionistas más expertos de nuestro país… Pues bien, en esa guía, formando parte de ese consenso, una de las personas que participó era un directivo de Coca-Cola España. Y que en una guía elaborada por científicos sobre qué se debe hacer con la obesidad participe un directivo de Coca-Cola es un escándalo. No es entendible.

Usted apuesta como solución -al menos transitoria- por la imposición de impuestos a las bebidas azucaradas.

-Sí. El establecimiento de un impuesto del 20% a las bebidas azucaradas es una medida que recomienda la OMS y debe ser clave en la lucha contra la obesidad en España y en el mundo. En el artículo que salió en un diario comentando nuestro estudio se recogían las posturas de varios de los autores de las investigaciones que hemos evaluado y fíjese: ¡todos afirmaban que no tiene ningún sentido establecer un impuesto a las bebidas azucaradas! Contradiciendo así las recomendaciones de todos los organismos internacionales y situándose de alguna manera en línea con la estrategia de Coca-Cola.

¿Sabe qué resultado ha dado el establecimiento de ese impuesto en algunos estados de Norteamérica o en Cataluña mismo?

-Yo participe en un estudio realizado por un grupo de Economía de la Salud de la Universidad Pompeu Fabra en el que se analizaron las ventas de bebidas azucaradas en una serie de supermercados de Cataluña antes y después de la introducción del impuesto. Después de su aprobación se observó que las ventas se habían reducido casi en un 20%. La ley que se estableció en México de alguna manera mostró también que la implantación del impuesto había supuesto la reducción del consumo de bebidas azucaradas en un 20% después de un año de implantación. La industria azucarera sostiene que no se ha demostrado hasta ahora que haya disminuido la prevalencia de la obesidad y es verdad que todavía no hay datos en ese sentido pero es de esperar que reduciendo el consumo se acabe reduciendo significativamente la obesidad; de igual manera que la reducción del consumo de tabaco ha supuesto la reducción del número de cánceres asociados con el mismo. Pero para eso se necesita tiempo.

¿Cree que va a dar resultados a medio plazo la estrategia de Coca-Cola de disminuir el azúcar en sus bebidas?

-Es un tema complicado. Coca-Cola está apostando por realizar una fuerte inversión comercial en la difusión de sus productos bajos en o sin azúcar. En principio, lógicamente, estas bebidas serán mejores para la salud que las bebidas azucaradas pero hay que tener en cuenta que todavía no hay evidencias científicas que indiquen la inocuidad de esos edulcorantes. Ni tampoco parece que sustituir el azúcar por edulcorantes artificiales reduzca la obesidad aunque, eso sí, no la aumente.

La recomendación de la OMS es sustituir las bebidas azucaradas por agua. La OMS plantea retirar las máquinas de bebidas azucaradas de centros escolares y sustituirlas por fuentes gratuitas de agua y que los impuestos sobre las bebidas azucaradas -y esto es importante- se dediquen completamente a promover hábitos saludables en niños y adolescentes, a promover la actividad física en los centros escolares y a subvencionar el consumo de alimentos saludables de bajo poder calórico. Como cereales integrales, vegetales y frutas. Tengo claro que para los jóvenes que consumen coca-cola el azúcar es adictivo. Pero lo preocupante no es el consumo de una lata -que tiene un contenido de azúcar equivalente a 10 terrones- sino que la familia se sienta a la mesa a almorzar o a cenar con una botella de coca-cola de 2 litros. Eso no es aceptable.

«LÍDERES» BAJO SOSPECHA

Hablando de la relación entre empresas e investigadores: ¿le sorprendió lo que se ha conocido sobre José Baselga o su propio hallazgo sobre la financiación de la Fundación de Fuster?

-No puedo decir que me haya sorprendido. De todos es sabido que los «líderes de opinión» están generalmente relacionados con la industria farmacéutica. La industria los promueve porque lo que ellos afirman marca las pautas de los protocolos de tratamiento. Y ya se sabe que un tratamiento en cáncer, por ejemplo, supone una cantidad enorme de dinero. Ellos son sin duda personas capaces e inteligentes pero son promovidos por la industria farmacéutica porque responden a sus intereses comerciales.

¿Hasta qué punto se puede llegar a poner en tela de juicio el trabajo de esos «líderes de opinión»?

-Mire, hay editoriales en el British Medical Journal y en el New England Medicine en los que se analizan los ensayos clínicos que se publican y la influencia que puede tener la fuente de financiación y concluyen que muchos de los ensayos publicados por los líderes de opinión no aportan realmente evidencia científica contrastada. Pero así funciona el mundo científico…

Sin embargo esos ensayos se transforman en ocasiones en fármacos y tratamientos que tras una fuerte presión por los lobbys farmacéuticos son presentados como grandes esperanzas para el cáncer sin que en realidad aporten nada a la supervivencia. A cambio, eso sí, de llevar a la quiebra a los sistemas sanitarios.

-Exactamente. Es cierto que existe un interés constante en sacar nuevos fármacos que cada vez son más caros sin que generalmente aporten mucho más beneficios que los anteriores. Es una dinámica que los sistemas de salud no van a poder aguantar económicamente.

Para que quede claro: ¿es ilegal no denunciar un conflicto de interés o simplemente es una práctica poco ética?

-Es una postura poco ética. Las grandes revistas consideran una obligación declarar los conflictos de interés pero si no los declaras no tienes ninguna penalización legal; más bien es una cuestión de honor.

¿Se están poniendo todos los recursos de la investigación en este tipo de fármacos -que siguen sin demostrar grandes beneficios- olvidando por ejemplo a la alimentación como gran factor de salud?

-Completamente de acuerdo. Creo que hay un paradigma en la Medicina moderna que considera que sólo es científica la investigación genética o el desarrollo de grandes y costosísimas tecnologías -orientadas también por la industria- y, al tiempo, desprecia importantes avances comprobados. Como la nutrición, que aporta soluciones simples, baratas y al alcance de todos. Un ejemplo: que la reducción del consumo de sal reduce de forma importante la hipertensión arterial está publicado en The Lancet por un investigador inglés hace 40 años pero la industria que fabrica fármacos para la hipertensión arterial no tiene interés en que la gente interiorice esa conducta y reduzca el consumo de sal. Lo que quieren es que la hipertensión como patología no desaparezca para vender fármacos. Y eso mismo pasa con el cáncer. Grandes descubrimientos que se han hecho sobre el efecto de la alimentación no se han trasladado a la población, no se difunden lo suficiente porque representan una medida preventiva y la prevención no es patentable y no da beneficios.

¿Y existe responsabilidad por parte de los medios de comunicación?

-Y muy grande. Alguna vez habrá que analizar el papel de la influencia de la industria -a través de sus múltiples tentáculos- sobre los principales medios de comunicación que corren para informar de cualquier mínimo hallazgo sin importancia sobre una molécula y callan sobre importantes hallazgos nutricionales. Vivimos en una sociedad muy mercantilizada. Lo que no es patentable y no da beneficios carece de interés. Y no solo es que quienes mueven la rueda del sistema le resten interés a lo no patentable, es que además tienen blindados de tal manera sus protocolos que es prácticamente imposible trabajar o investigar sobre un producto natural, sobre un nutriente o sobre la alimentación en general porque no hay fondos suficientes para realizar los súper-ensayos científicos que se exigen para validarlos como soluciones frente al cáncer.

Ustedes terminan su trabajo afirmando: «La falta de transparencia encontrada en este estudio entre autores de organizaciones patrocinadas por Coca-Cola demuestra que las organizaciones relacionadas con la salud cuya misión debería ser promover la salud basadas han sido silenciadas«. ¿Mantiene que las organizaciones relacionadas con la salud están siendo silenciadas por empresas que perjudican a la salud?

-Creo que es evidente que están intentando silenciarlas. No puedo asegurar que lo seguirán haciendo porque es posible que se produzcan cambios pero no hay duda de que muchas de ellas sí están influenciadas, silenciadas. Con su financiación la industria puede llegar a conseguir -y creo que es su intención final- un silencio cómplice sobre aquello que le afecta.

¿Qué impacto le gustaría que tuviera su publicación?

-He enviado el artículo al Ministerio de Sanidad y Consumo -al área qué cubre el consumo de alimentos- y les he pedido que lo difundan entre todos los miembros que están en la Estrategia NAOS que tiene como objeto invertir la tendencia a la obesidad a través de una alimentación saludable y la práctica de actividad física. Espero que las nuevas autoridades se tomen en serio nuestras conclusiones. También sería deseable que las sociedades científicas establezcan en sus estatutos la obligatoriedad de no aceptar financiación de industrias alimenticias que fabriquen y comercialicen productos que se hayan demostrado nocivos para la salud.

Por cierto, ¿no deberían dar la misma importancia los medios de comunicación a la pobreza infantil que a la obesidad infantil, causante de graves patologías presentes y futuras?

-Yo creo que para un país como España la problemática más importante es la obesidad infantil, que está además claramente vinculada a la pobreza social. Porque la obesidad afecta a los sectores sociales más vulnerables al ser sectores con menos recursos y menos ingresos; así que las dos cosas van unidas. Es verdad que el nuevo gobierno creó un Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil pero en mi opinión sería muy importante asumir al mismo nivel -cuando menos- el problema de la obesidad infantil.

Antonio F. Muro

Fuente; Revista Discovery Salud. Número 221-Diciembre 2018

17/09/2022