Tratan con éxito a pacientes de cáncer desahuciados ¡estimulando sus defensas!
Y que tiene razón lo apoyan otros trabajos con vacunas bacterianas mixtas efectuados en las últimas décadas. Veamos algunos. R. S. Axelrod -del Departamento de Medicina de la Universidad de Temple (EEUU)- publicó en 1988 en Cáncer un trabajo titulado Effect of the mixed bacterial vaccine on the immune res pon se of patients with non-small ce II lung cáncer and refracto ry malignancies. (Efecto de la vacuna bacteriana mixta sobre la respuesta inmune en pacientes con cáncer de pulmón de células no pequeñas y malignidades refractarias que da cuenta de los resultados obtenidos en 12 pacientes con la llamada Vacuna Bacteriana Mixta (MBV por sus siglas en inglés) derivada de Streptococcus pyogenes y Serrada marcescens. «En este estudio piloto -concluye el estudio- los pacientes con cáncer tratados con MBV mostraron evidencias objetivas de estimulación inmune con toxicidad aceptable”.
En 1991 el investigador chino Z. Y. Tang -del Instituto del Cáncer de Hígado de Shanghai (China)- publicó en Medical oncology and tumor pharmacotherapy el trabajo Preliminary result of mixed bacterial vaccine as adjuvant treatment of hepatocellular carcinoma (Resultado preliminar de una vacuna bacteriana mixta como tratamiento adyuvante del carcinoma hepatocelular) y en él concluye que se trata de «un tratamiento inmunoestimulante no específico que debe considerarse dentro de la modalidad de tratamientos del carcinoma hepatocelular’’.
También en 1991 K. Kolmel publicó en Oncology Research and Treatment el trabajo Treatment of advanced malignant melanoma by a pyrogenic bacterial lysate. A pilot study (Tratamiento de melanoma avanzado con un lisado bacteriano pirogénico. Estudio piloto) en el que se explica que 15 personas -8 mujeres y 7 varones- con melanoma avanzado recibieron inyecciones intravenosas de un lisado bacteriano pirógeno de Streptococcus pyogenes y Serratia marcescens y «en tres casos con metástasis en la piel el tratamiento dio lugar a una remisión duradera total en el tiempo». Añadiendo: «En otro caso con metástasis de los ganglios linfáticos inguinales se logró un período de cinco meses de estabilidad«.
Y son sólo unos ejemplos.
Pues bien, haciendo balance de los resultados obtenidos por Coley el investigador de la Universidad Britsh Columbia de Canadá Stephen Hoption Cann publicó en 2002 en Medical Hypotheses el trabajo Spontaneous regression: a hidden treasure buried in time (Remisión espontánea: un tesoro oculto enterrado en el tiempo) en el que asevera: «Los cánceres en los que se observó regresión parcial o total tras el tratamiento con la vacuna de Coley incluyen linfomas, melanomas, mielomas, sarcomas y un amplio espectro de carcinomas. Las investigaciones modernas han demostrado lo difícil que es reproducir de manera similar una respuesta inmune compleja y por tanto la regresión del tumor. En contraste con tales inmunoterapias la vacuna de Coley podría ser producida para ser usada en un amplio espectro de tipos de cáncer y proporcionar un significativo beneficio a los enfermos en todas las etapas de la enfermedad«.
El caso es que intentando que la FDA apruebe la terapia el Cáncer Research Institute financió en 2007 un ensayo clínico fase I con la vacuna de Coley dirigido por Elke Jáger en el Hospital Krankenhaus Nordwest de Frankfurt (Alemania) con pacientes de distintos tipos de cáncer a los que se inyectó subcutáneamente dos veces a la semana hasta inducirles fiebre dándoles luego cuatro dosis adicionales. Y aunque el estudio no tenía como objetivo determinar la eficacia clínica sino establecer la seguridad y determinar la dosis óptima hubo resultados prometedores (un tumor de vejiga metastásico experimentó por ejemplo una reducción del 50% lo que se correlacionó con unos elevados niveles de citoquinas). Bueno, pues a pesar de los buenos resultados el ensayo está paralizado por falta de fondos ya que preparar un nuevo lote de la vacuna tiene un coste superior al millón de dólares.
Terminamos este apartado recordando que si en el uso de bacterias contra el cáncer destaca algún trabajo en el mundo ése es el del investigador español Fernando Chacón (1917-2004) quien hace ya décadas patentó una autovacuna cuya base era un lisado de proteínas procedentes de bacilos aerobios esporulados apatógenos y más tarde dio lugar al ya conocido Bio-Bac que hoy se comercializa como Renovén, producto de muy buenos resultados frente al cáncer que a diferencia de la vacuna de Coley no infecta al paciente. De ello hemos hablado ampliamente y el lector interesado puede leerlo en este apartado de nuestra web: www. dsalud. com/index.php?pagina=biobac.
LA AVENTURA DE MBVAX
En 2005 el ya citado Dr. Hoption Cann propondría al experto de la industria biotecnológica Donald H. MacAdam trabajar conjuntamente en el desarrollo de una nueva versión de la Vacuna de Coley y con el respaldo de un grupo de inversores privados fundarían MBVax Bioscience. Y creada la empresa estudiarían todos los documentos antiguos -algunos de más de un siglo- de la bacterióloga que elaboró las toxinas de Coley, Martha Tracey, para saber exactamente cómo hizo la formulación de más éxito y a partir de ahí hacer una versión moderna del producto. Nacería así, de la mano de MacAdam, un producto que durante más de seis años se ha estado distribuyendo en algunos países donde los reguladores gubernamentales permiten a médicos y pacientes desahuciados ponerse de acuerdo para su uso compasivo recibiéndola 86 personas en fase terminal y una calidad de vida muy deteriorada por los efectos secundarios de los tratamientos recibidos. Pues bien, entre los pacientes con cáncer que recibieron la vacuna durante al menos cuatro semanas hubo en el 90% disminución del dolor y de la depresión mejorando su movilidad y apetito con regresión del cáncer en el 70% de los casos. Es más, en cerca de un 20% la remisión fue completa siendo ya el cáncer indetectable. Regresiones en muy diversos tipos de cáncer -linfomas, melanomas, sarcomas, mielomas múltiples…- y órganos: cerebro, lengua, esófago, estómago, pulmones, hígado, páncreas, mama avanzado, próstata, ovarios, cuello uterino, colon y recto. Produciéndose las remisiones completas en cánceres de esófago, estómago, mama y pulmón.
Bueno, pues al tratar de confirmar tan buenos resultados en ensayos clínicos controlados los reguladores de Estados Unidos, Canadá y Europa denegaron las autorizaciones alegando que el producto no cumple las normas de fabricación de los productos farmacéuticos biológicos. Así que MBVax Bioscience ha tenido que suspender la fabricación del producto para intentar conseguir la financiación necesaria que les permita obtenerlo según los estándares exigidos. Y de ello quisimos hablar con Stephen Hoption Cann, uno de los fundadores de la empresa, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Columbia Británica en Canadá y Codirector del UBC Clinical Research Ethics Board que es además experto en fisiopatología de la fiebre y remisión espontánea de enfermedades en casos de infecciones febriles agudas.
–Díganos, doctor: ¿cuándo surgió su interés por la vacuna de Coley?
-Cuando inicié mis estudios sobre inmunología vi que siempre hay células inmunitarias en los tumores; habiendo muchas más en los tumores que más rápidamente crecen. Sin embargo ¡no había evidencia de que los atacaran! Como si en vez de luchar contra ellos los estuvieran ayudando a crecer. Fue entonces cuando un colega me comentó que hacía tiempo había oído decir que un médico llamado Coley utilizaba la fiebre para combatir el cáncer y que quizás ésa podía ser una forma útil de reactivar esas células inmunitarias que a pesar de encontrarse en el lugar correcto no atacaban al tumor. Así que decidí indagar sobre lo que hizo William Coley y me encontré con mucha información ya que publicó casi 150 artículos sobre sus investigaciones.
–Prosiga…
-Bueno, su trabajo me pareció tan interesante y prometedor que traté de conseguir fondos para investigar sobre la vacuna que Coley utilizó pero sistemáticamente me respondían que la idea era demasiado vieja y además la inmunoterapia había recorrido desde entonces un largo camino. Traté entonces de publicar artículos para dar a conocer su obra pero me dijeron que el trabajo de Coley no tenía hoy cabida en una revista de inmunología y su sitio estaba solo en los libros de historia de la Medicina. Fue en ese momento, estando ya realmente frustrado, cuando contacté casualmente con Don MacAdam, vinculado a la industria, que había leído algunos de mis textos y me sugirió crear una empresa para fabricar la vacuna nosotros mismos. Lo que finalmente hicimos con la ayuda de otros investigadores con ideas afines.
–Fue así pues como terminaron ustedes constituyendo MBVax Bioscience y desarrollando la vacuna que probaron luego con pacientes terminales…
-Eso es. La vacuna sólo se ha utilizado por tanto como tratamiento compasivo en pacientes cuyo deterioro era demasiado avanzado para soportar tratamientos convencionales. Se ha usado pues solo en pacientes que ya habían sido sometidos a cirugía, quimioterapia y/o radiación y tenían metástasis en muy distintos lugares del cuerpo porque los tratamientos fueron ineficaces. A pesar de lo cual nuestra vacuna logró la regresión de una amplia variedad de diferentes tipos de cáncer en muy distintos órganos. Obviamente no todos los cánceres responden a este tratamiento.
–Pero lo conseguido no deja de ser espectacular…
Sí. Y quiero dejar claro que nosotros no hemos tratado directamente a ningún paciente. Solo hemos proporcionado la vacuna y el asesoramiento sobre cómo usarla. Fueron los pacientes los que tuvieron que encargarse de encontrar médicos dispuestos a tratarlos con ella de forma experimental tras solicitar a las correspondientes autoridades sanitarias los permisos requeridos para su uso compasivo. Eso sí, gracias a ello hemos aprendido mucho sobre los factores que ayudan a hacer el tratamiento más eficaz. Y nos sentimos muy gratificados al saber que muchos pacientes que hoy estarían muertos viven aún gracias a nuestro tratamiento.
–¿La composición de su vacuna es similar a la formulada por Coley?
-Coley nunca hizo la vacuna por sí mismo; tuvo bacteriólogos trabajando para él. Y a lo largo de su carrera -de 1891 a 1936- utilizó varias formulaciones; eso sí, siempre con las mismas dos bacterias: el Streptococcus pyogenes y la Serratia marcescens. Siendo unas formulaciones más eficaces que otras. Tuvimos pues que estudiarlas para ver cuáles eran las mejores usando las modernas técnicas de laboratorio y eso es lo que nos permitió elaborar una vacuna que se parece a la más eficaz que Coley usó.
LA FIEBRE UNA RESPUESTA
–¿Y cómo se fabrica y funciona la vacuna?
-La vacuna se elabora con las dos bacterias muertas que antes mencioné. No están vivas pero cuando se introducen mezcladas en el organismo el sistema inmune cree que se trata de una infección patógena real y activa sus defensas. Y lo hace subiendo la temperatura interior -que es como el organismo reacciona ante una infección, es decir, con fiebre- y activando las células inmunitarias presentes ya en los diversos tumores del cuerpo a fin de que ataquen las células cancerosas y destruyan los tumores. Ahora bien, la activación del sistema inmune es sólo temporal y por eso se debe administrar la vacuna cada cierto tiempo hasta conseguir el objetivo.
–Pero, ¿por qué es necesario provocar infecciones agudas en repetidas ocasiones?
-Porque se activan así las células inmunitarias en cada ocasión. Es como la respuesta inmune es eficaz; tanto ante una infección como ante un tumor.
-Pues la fiebre se ha demonizado absurdamente obviándose que es el primer recurso de la naturaleza para combatir las infecciones…
-Cierto. Lamentablemente los médicos prefieren impedir la fiebre y usar antiinfecciosos sintéticos. Han olvidado lo que dijo Hipócrates cuando afirmó que «las potencias naturales que poseemos en nuestro interior son las verdaderas sanadoras de la enfermedad».
-Una última pregunta: ¿creen ustedes de verdad que la vacuna que han desarrollado puede constituir un tratamiento eficaz en casos de cáncer?
-Le aseguro que se trata de una terapia con mucho potencial en el tratamiento del cáncer; solo necesita ser validada en ensayos clínicos. Por desgracia los recientes cambios en la normativa sobre la fabricación de productos para ensayos clínicos tienen un alto coste y no hemos podido incorporar aún la tecnología requerida a nuestro laboratorio. Hemos tenido que dejar de fabricarla de momento y buscar los fondos necesarios. Algo lamentable porque la vacuna podría ser económicamente muy asequible y, desde luego, eficaz.
Hasta aquí nuestro diálogo con el Dr. Hoption Cann. Queda sin embargo mucho que decir sobre la forma en que la fiebre activa el sistema inmune para lograr que actúe contra la célula tumoral. Y sobre los cientos de enfermos de cáncer que se curaron -se calificaron de «remisiones espontáneas»- tras sufrir infecciones agudas. Es más, hoy se usan ya sustancias procedentes de bacterias -los ligandos de reconocimiento de patógenos (PRRL)- que son capaces de imitar los beneficios de la infección frente al cáncer y los denominados inmunomoduladores órgano- específicos (ISQ), productos asimismo derivados de bacterias que al mostrar afinidad por determinados órganos se utilizan para combatir tumores específicos sin provocar fiebre. Lo contaremos en detalle en nuestro próximo número.
Antonio F. Muro
Fuente; Revista Discovery Salud. Número 186 – Octubre 2015
1/09/2022
1 Comment
Rubén Torres
2 años agoLa verdad es que no es ninguna novedad saber que a las compañías farmacéuticas la salud de la gente les importa un carajo, solo quieren ganar pasta, no producir medicinas que nos cure.
En fin, eso ocurre porque nadie se rebela como debería. Al menos lo que tienen capacidad para hacerlo. Y no me estoy refiriendo a usar el diálogo, pues ya sabemos por dónde se pasan nuestras súplicas y peticiones.