Nueva tendencia: comer insectos para salvar el planeta
Joan Lluís Ferrer
7 de agosto de 2021
Comer insectos está dejando de ser algo exclusivo de remotos países con costumbres alejadas de las nuestras. Por el contrario, la amplia gama de beneficios nutricionales y ambientales que tiene esta dieta hace que cada vez se implanten más en las sociedades occidentales, también en España. Es, sin duda, un proceso lento, pero los expertos apuntan a que es una tendencia al alza. Comer insectos ayuda a salvar el planeta.
Brochetas de grillos o piruletas de escorpión son solo algunos de los productos exóticos que ya se empiezan a encontrar en establecimientos de Barcelona con más asiduidad. También en restaurantes con estrella Michelin los insectos comestibles se van incorporando en platos de la carta. Además, algunas empresas han introducido productos con insectos en algunas grandes superficies.
El hecho es que en el mundo hay un millón de especies de insectos, que representan el 80 % del reino animal, y 2.000 de estas son consumidas por millones de personas en todo el mundo.
Los expertos estiman que los insectos, gracias a sus efectos nutritivos, se pueden convertir también en un instrumento para combatir el cambio climático en el tránsito hacia un sistema alimentario más sostenible.
Un hombre ingiere un escorpión asado. Foto: Agencias
Así lo expusieron recientemente en una conferencia en el Colegio de Economistas de Cataluña sobre alimentación saludable y sostenible Anna Bach, profesora del Área de Nutrición de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), y Marta Ros, dietista y doctora de la UOC, que presentó los resultados preliminares de su tesis sobre la proteína de insecto como proteína alternativa.
Se puede revertir el cambio climático
El cambio climático se podría revertir consumiendo unas 2.000 especies de insectos climáticos. Ros recuerda que las especies de insectos son consideradas de origen animal, como la carne, el pez y los huevos, que proporcionan proteínas, grasas y nutrientes muy valiosos.
«Aun así, solo se han creado algunas especies de insectos para el consumo, si bien en algunos países, como los asiáticos, el consumo de insectos es un comportamiento dietético con una larga historia; en China, por ejemplo, su consumo se remonta a 2.000 años atrás», comenta la dietista.
Comer insectos es algo que también se hace en otros lugares de África, Centro y Sudamérica, México o Australia. La cría de estos seres para el consumo humano «parece dar beneficios muy interesantes», apunta Ros.
En cuanto al medio ambiente, su valor añadido es la reducción de la contaminación, una disminución en la emisión de los gases de efecto invernadero y un consumo inferior de agua.
Por esta razón se concluye que «la cría de insectos para el consumo humano deja una huella ecológica menor, sobre todo en comparación con la ganadería convencional».
Para Ros, los principales obstáculos que puede haber para que aterrice en las cocinas occidentales son «la aceptabilidad y su seguridad alimentaria».
Según los estudios mencionados por Ros, de los insectos se puede aprovechar más que de otros animales. Se puede comer un 80% del cuerpo de los grillos, en comparación con un 55 % de las aves y un 40 % de los cerdos y la ternera.
Insectos para la alimentación humana. Foto: Pixabay
Otro indicador que juega a su favor es la conocida como feed conversion ratio, que es la cantidad de kilos de alimento necesarios para obtener el peso del animal. «Los insectos son de sangre fría —explica Ros— y no tienen que metabolizar los alimentos para mantener su temperatura corporal, a diferencia de otras especies; esto hace que sean muy eficaces en su producción como alimento».
El agua necesaria para producir el producto también es inferior; igualmente, generan menos gases de efecto invernadero, y la ocupación de espacio en granjas es, al mismo tiempo, menor. De hecho, hay empresas que están desarrollando granjas de insectos que se pueden tener en casa.
Regulados desde 2015 en Europa
Los insectos están regulados en Europa desde el 2015 como alimentos nuevos. En 2020 un informe internacional concluyó favorablemente sobre su valoración nutricional.
En lo que se refiere a la toxicidad, comer insectos no representa ningún problema para la seguridad, si bien se pueden producir reacciones alérgicas, como pasa con los crustáceos y los ácaros del polvo.
Desde la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) también se ha establecido que los insectos forman parte de la vida de más de un millón de personas en el mundo.
«La cría de insectos es una industria creciente en Europa, puesto que nuestros hábitos dietéticos están cambiando rápidamente y la voluntad del consumidor es probar cosas nuevas; por lo tanto, aumenta su consumo, no tienen la poca aceptabilidad de generaciones anteriores», destaca Ros.
Por su parte, Anna Bach defiende que los insectos pueden aportar su proteína para un sistema alimentario más sostenible, que actúa como «uno de los principales motores del cambio climático».
Platos con insectos. Foto: AFP
Hay que tener en cuenta que la población mundial podría llegar hasta los 9.000 millones de personas en 2050, «y, por lo tanto, tenemos que encontrar diferentes soluciones y, en este sentido, los insectos pueden tener un rol para esta población creciente».
«Las soluciones deben ser múltiples —remarca la profesora de la UOC— y exigen reducir las pérdidas de los alimentos o las mejoras de las prácticas de producción, puesto que, si utilizáramos las técnicas más eficientes y de más rendimiento, que solo utilizan un 10% de los productores, podríamos llegar a reducir el 30% de las emisiones».
Bach cree que «las medidas tecnológicas son importantes, pero también los cambios en la dieta; no hay duda de que lo que debería pesar más en nuestra alimentación son los alimentos vegetales y mínimamente procesados».
13/08/2022
1 Comment
Rubén Torres
2 años agoSegún el titular, habla de comer insectos, entonces ¿por qué publican una imagen de un tipo con un escorpión en la boca? Creo que ha sido porque además de decir gilipolleces en este artículo (y seguramente en todos los temas que escriba también), se trata de un ignorante en zoología.
Todo lo que se ha dicho aquí se parece muchísimo a los juicios que se ven en las películas; está el abogado defensor que intenta convencer al jurado de la inocencia del acusado y está el fiscal, que intentará rebatir sus argumentos (en este caso son 7). Pues bien, aquí haré de fiscal.
1. «la cría de insectos para el consumo humano deja una huella ecológica menor, sobre todo en comparación con la ganadería convencional».
R. Sí y no. El problema de la humanidad no es precisamente la falta de alimentos, es el exceso número de personas. Por lo tanto, si reducimos la población mundial a dos millones no tendríamos problemas de abastecimiento. Al haber miles de millones de humanos que alimentar, evidentemente habrá que producir menos ganado, con lo cual habría menos desechos, menos campo dedicado a los pastos y habría más bosques.
Por otra parte, llevo varias décadas proponiendo el cambio de especies que requieren menos agua para producir carne
2. Se puede comer un 80% del cuerpo de los grillos, en comparación con un 55 % de las aves y un 40 % de los cerdos y la ternera.
R. Sí y no. Esos datos quizá sean ciertos porque no se han aplicado mis propuestas. En realidad se podría aprovechar el 100% de los animales criados. Por ejemplo: las aves y demás animales que se mueren por viejas o por enfermedad, así como sus despojos se las podrían comer los cocodrilos de granja, las plumas se pueden convertir en compost, por lo que las plantas lo pueden aprovechar y nosotros a su vez nos los comemos a ellos.
3. El agua necesaria para producir el producto también es inferior
R. Sí y no. Esos datos quizá sean ciertos porque no se han aplicado mis propuestas. De nuevo ese gran gasto de agua es debido al exceso de población, y como ya he explicado hace un momento, al haber menos gente y miles de millones menos de cabezas de ganado, el consumo de agua sería sustentable.
4. la ocupación de espacio en granjas es, al mismo tiempo, menor
R. Sí y no. De mantener la cabaña ganadera es cierto, pero una vez más, repito que si se aplicasen mis propuestas se crearían miles de hectáreas nuevas de bosques.
5. la voluntad del consumidor es probar cosas nuevas
R. Sí y no. Es cierto que la gente estaría dispuesta a probar cosas nuevas, pero no comer insectos. Eso es repugnante e innecesario. Las razones ya las he explicado demasiadas veces.
Si hiciésemos una encuesta y preguntásemos a la gente si alguna vez ha probado la carne de ciervo, rebeco, oryx, canguro, caimán, cocodrilo, avutarda, emú, avestruz, ñandú, llama, cebra, bisonte europeo, ñu, jirafa, alpaca, liebre, eland, gacela, tapir, etc. La gran mayoría respondería que no.
Y si le preguntásemos ¿qué prefieres, comer habitualmente insectos o a esos animales a un precio inferior al del cerdo? ¿Qué crees que responderían?
6. Anna Bach defiende que los insectos pueden aportar su proteína para un sistema alimentario más sostenible
R. De nuevo Anna se olvida de que muchas legumbres y algas como la espirulina contienen más que suficientes proteínas, por lo que la alternativa a comer insectos no es necesario.
7. Hay que tener en cuenta que la población mundial podría llegar hasta los 9.000 millones de personas en 2050, «y, por lo tanto, tenemos que encontrar diferentes soluciones y, en este sentido, los insectos pueden tener un rol para esta población creciente».
R. Por fin estamos de acuerdo en algo, solo que esta mujer no tiene ni idea de cómo solucionarlo, solo propone que nos alimentemos de insectos, que por cierto, dudo que resultaran económicos dado el la gran cantidad de ellos que necesitaríamos en cada comida.